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05 de Junio de 2002

 
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EL PLAN DE FORMACIÓN,
LA EMPRESA COMPETITIVA

La formación toma cada día más importancia en las empresas modernas, pero esta sólo será eficaz si se realiza de una forma integral dentro de un plan de formación. En este reportaje se explica qué es un Plan de Formación y cómo se lleva a cabo.

En la era del conocimiento la formación se ha hecho un elemento irrenunciable para cualquier profesional. Ya no sólo el desarrollo de una persona, más allá, el desarrollo de las empresas pasa por una apropiada formación de sus empleados.

Pero antes de nada hay que saber diferenciar la formación que se hace en una empresa de aquella que realiza un particular, en primer lugar porque los objetivos que ambos buscan son muy diferentes. Por un lado, un particular lo que pretende en todo momento
es el desarrollo de su carrera profesional; por otro lado, la empresa lo que busca con sus acciones formativas es la máxima rentabilidad. Sin embargo y pese a esta aparente incompatibilidad, con un estudiado Plan de Formación es posible que tanto la empresa como sus empleados de alguna manera alcancen conjuntamente sus respectivos objetivos y que, en definitiva, las competencias aprendidas por los empleados sirvan para que la empresa también obtenga una ventaja competitiva. Es más, puede que este encuentro de intereses en los planes de formación sea lo único que a fin de cuentas garantiza la rentabilidad a largo plazo de las empresas.

Brevemente, las razones por las que se debe formar a un empleado son las siguientes:

  • Mejora de las competencias o cambio.
  • Motivación y fidelización de los empleados.
  • Comunicación entre todos los elementos de la organización.
  • Oportunidad de mejora salarial.

Lo contradictorio es que pese a esta creciente necesidad, tan sólo el 53% de las empresas en España disponen de un área específica de formación, y sólo el 60% de los trabajadores españoles tienen acceso a programas de formación. Este grupo de empresas pioneras lo componen casi en exclusiva grandes y medianas empresas ya que las pequeñas empresas en su mayor parte carecen de cualquier tipo de formación para sus empleados. Si diferenciamos entre los diferentes niveles de la empresa, se puede ver que en general se forma más a los directivos que a los técnicos y a estos a su vez más que a los empleados, lo cual supone un menor alcance de las acciones formativas. Con todo esto no debe extrañar que en el último Pacto de Formación Continua se haya marcado como preferencia que las pequeñas empresas y profesionales a título particular tengan de algún modo acceso a las subvenciones y programas formativos de la FORCEM.