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Agencias clasificadoras
de riesgo
El gigantesco flujo
financiero mundial involucra a miles y miles de
inversionistas, quienes tienen que tomar decisiones con
gran celeridad con vistas a garantizar el retorno en
fecha de sus capitales, con suficientes utilidades.
Requieren mucha información actualizada acerca de las
entidades, empresas, bancos, bolsas de valores y países
donde colocan sus activos. La demanda de este tipo de
análisis ha generado el surgimiento de compañías
especializadas en investigar el mercado financiero en
detalle para ofrecer diversos servicios de información.
Hay tres agencias principales que se dedican a
clasificar el riesgo que corren los inversionistas al
invertir su capital: Moodys Investor Service, más
conocida simplemente por Moodys; Standard and Poors
(S&P), y Fitch. Las tres compañías aplican
conceptos similares para su escala de niveles de riesgo
y ofrecen servicios parecidos. De lo que se trata es
de brindar al inversionista información acerca del grado
de seguridad que puede esperar como resultado de su
inversión. Para ello, las agencias evalúan la frecuencia
en que la entidad donde se desea invertir ha caído en
falta de pago, el monto de lo dejado de pagar y los
incumplimientos en la fecha de las obligaciones
convenidas. También estudian la solvencia de la entidad
en cuestión y sus perspectivas económicas y financieras.
Entre las más conocidas agencias clasificadoras de
riesgos financieros se destaca Moodys, una subsidiaria
de la corporación del mismo nombre que contabilizó
ingresos por unos 800 millones de dólares USA en el año
2001. Esta compañía de capital privado, fundada en
1900 por el norteamericano John Moody (1868-1958),
emplea a 800 trabajadores en sus oficinas instaladas en
16 países. Su objeto de análisis abarca a los riesgos de
otorgar créditos y adquirir títulos-valores de
corporaciones, entidades gubernamentales y países. El
resultado de sus estudios se disemina entre los clientes
mediante una amplia variedad de medios impresos y
electrónicos, incluyendo servicios en tiempo real.
Uno de sus objetos de investigación es el llamado
"riesgo-país". En este caso se evalúa la seguridad que
pueden tener los inversionistas al poner sus capitales
en un país determinado. Así, el riesgo no incluye a una
empresa en particular, sino a todas las empresas del
país dado. Para la clasificación de los países en
cuanto a los créditos a largo plazo (mayores de un año),
Moodys utiliza una escala compuesta por tres grandes
grupos denominados A, B, y C. Cada uno de ellos se
divide en tres subgrupos y en cada subgrupo se
distinguen tres niveles. Por ejemplo, el grupo A,
que es el de países de menor riesgo para los
inversionistas, incluye a los subgrupos Aaa, Aa, y A. En
el grupo B se identifican los subgrupos Baa, Ba, y B. De
la misma forma se procede con el grupo C. A su vez, los
países ubicados en los subgrupos se clasifican según las
denominaciones 1, 2, y 3. En resumen, Moodys concibe
27 niveles de clasificación para el riesgo de invertir
en el largo plazo en un país determinado. Esta agencia
informa sistemáticamente la clasificación de cien países
en su escala de valores relativos, según el riesgo de
inversión a largo plazo. En la distribución de los
países en la escala de Moodys también está presente la
diferenciación entre países ricos y pobres. Los primeros
se concentran en el Grupo A, de menor riesgo
inversionista. Las naciones subdesarrolladas aparecen en
los grupos de mayor riesgo. Se debe recordar que la
mayor parte de las Inversiones Extranjeras Directas se
realizan entre los países desarrollados. El primer
país latinoamericano que aparece en la escala es Chile,
incluido en el grupo Baa, con el número 39 en la lista
ordenada de menor a mayor riesgo. En los subgrupos Ba y
B se ubican 35 países, incluyendo a 14 latinoamericanos.
En el grupo C, donde se clasifica el mayor riesgo
inversionista, solo hay 4 países. Resulta significativo
que Argentina, el ejemplo en la aplicación de la
política neoliberal, ocupe el lugar de mayor riesgo, con
el número 100 en la escala. Ecuador, también discípulo
neoliberal que suprimió su moneda nacional y la
sustituyó por el dólar estadounidense, está ubicado en
el nivel 99. En el caso de Cuba, registrada con el
número 97, se reflejan una vez más los resultados de la
guerra económica de EE.UU. contra la Isla durante más de
40 años. A nuestro país se le imponen durísimas
condiciones para acceder a créditos externos, los
cuales, por lo general, se ofrecen con altas tasas de
interés, reducidos períodos de gracia y severas
garantías de respaldo, casi siempre con inmovilización
de efectivo. En la decisión de ubicar a un país en algún
grupo y subgrupo, Moodys se apoya en una serie de
factores, entre ellos, la historia financiera reciente
del país, su capacidad de endeudamiento, así como sus
perspectivas a corto y mediano plazos. También hay
consideraciones políticas. A principios de diciembre
del 2001, la corporación Moodys expresó su complacencia
porque el senador Connie Mack había aceptado la
invitación de ser miembro de su Junta de Directores. El
congresista por la Florida, de conocida trayectoria
reaccionaria, profesa un odio visceral hacia la
Revolución cubana. No es difícil imaginar la ubicación
que recomendaría para nuestro país, dentro de la
clasificación de Moodys, este acérrimo enemigo de Cuba.
Las agencias clasificadoras
de riesgo constituyen los destacamentos de
exploración del capital transnacional, convirtiéndose en
instrumentos complementarios al FMI, Banco Mundial y OMC
en el intento imperialista de dominio mundial. En sus
investigaciones no tienen en cuenta las necesidades
económicas y financieras de los países subdesarrollados,
convirtiéndose en obstáculos para que estos países
puedan acceder a los créditos externos.
Publicado en Granma Nacional en
abril del 2002 |
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