HISTORIA

 

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Aqui se puede encontrar la historia del puerto, como la caza de ballenas...

 

El puerto antigüamente Pesca en San Sebastián Caza de Ballenas Traineras Guipuzcoanas

 

 

EL PUERTO ANTIGUAMENTE

 

El origen de San Sebastián se remonta a un pueblo de pescadores, famosos en la Edad Media por la caza de ballenas y la pesca del bacalao, que incluso llegaron hasta los bancos de Terranova para pescarlos. A partir del siglo XIV pasó a ser el puerto del reino de Navarra y desde sus muelles se embarcaban: aceite y vino para Francia e Inglaterra.

Las numerosas invasiones que sufrió y 12 incendios, hicieron que resultara bastante destruida la ciudad en muchas ocasiones. Uno de esos incendios, ocurrío en 1813 que destruyo toda la ciudad, pero allí floreció la tozudez de los vascos que, reunidos en Zubieta, decidieron reconstruirla.

Esta referencia sirve para explicar porqué Donostia – San Sebastián es una de las ciudades más modernas de España, aunque no lo parezca pues las nuevas casas son basadas en las que había antes.

En el siglo 19, la ciudad tuvo un estancamiento del que salió cuando el médico personal de la reina Isabel II le recomendó baños de mar en el Cantábrico para tratar una enfermedad cutánea.

La reina eligió San Sebastián y se instaló con toda su corte. A partir de allí surgió la tradición veraniega donostiarra, que se extiende hasta nuestros días.

Una caminata por las estrechas calles de la parte vieja le permitirá conocer la iglesia de San Vicente y el museo de San Telmo, en la calle 31 de Agosto, la única que permaneció en pie tras el incendio de 1813.

El corazón de la parte vieja es la plaza de la Constitución, que antiguamente fue una plaza de toros, por lo cual sus balcones están numerados.

 

 

   CAZA DE BALLENAS

 

Las personas que estos días visitan el Aquarium de Donostia-San Sebastián tienen la posibilidad de ver una sala dedicada a la caza de ballenas, en donde encontrarán desde buques balleneros, arpones, documentos... hasta diferentes restos procedentes de estos cetáceos utilizados para la confección de prendas de vestir o del preciado aceite, o saín, empleado en la iluminación.

La caza de la ballena fue una actividad tan antigua  que es muy difícil saber quiénes, cuando y como comenzó esta especialidad de la caza.

En Europa - allá por el siglo IX-  parece bastante claro que fue el pueblo vasco uno de los primeros en la caza de la ballena. A lo largo de seis meses –en la época de Otoño- , y con la intención de parir a sus crías, las ballenas francas (Eubalena glacialis) frecuentaban las cálidas aguas del Golfo de Vizcaya. Era en esta época cuando los nativos de las costas vascas, y de gran parte del cantábrico,  se apostaban en altas atalayas con la intención de divisar este magnífico cetáceo.  

El pueblo vasco fue sin duda, así lo confirman libros  de época y contemporáneos, un pueblo de hábiles marinos y especializados arponeros. Hay testimonios de cómo flotas extranjeras fueron adiestradas en las técnicas de caza por los vascos.

Lo que queda claro es que la caza de la ballena se convirtió en toda una industria ligada a unos intereses tan fuertes, que a lo largo de siglos hizo que las ballenas y los cachalotes desaparecieran de muchas de nuestras costas. Hoy, y tras conocer estos heroicos tiempos, se descubre también  que fueron tiempos sangrientos, en los que el hombre se descubrió de nuevo como un gran depredador. Por ello, y aunque haya gente que se salte los convenios de  protección de la ballena,  es claro que la recuperación de estos cetáceos puede servir para ir solventando una inmensa deuda que tenemos con la naturaleza, de la cuál,  no deberíamos olvidar nunca que somos una parte.El pueblo vasco fue sin duda, así lo confirman libros  de época y contemporáneos, un pueblo de hábiles marinos y especializados arponeros. Hay testimonios de cómo flotas extranjeras fueron adiestradas en las técnicas de caza por los vascos.

La pesca de ballena practicada del siglo XIII en adelante en los habitantes de la costa vasca; actividad que, junto con la de bajura, constituía su más importante fuente de ingresos. Los pescadores viajaban para su captura hasta las proximidades de Terranova y pasaban largo tiempo alejados de sus hogares. Tras el esplendor vivido en el siglo XVI, la firma del "Pacto de Utrecht" de 1717 originó el declive de esta práctica. Como testimonio de esta época, el museo naval exhibe una barca de madera fabricada al estilo de del siglo III, así como un batel para chipirones.

Las personas que estos días visitan el Aquarium de Donostia-San Sebastián tienen la posibilidad de ver una sala dedicada a la caza de la ballena, en donde encontrarán desde buques balleneros, arpones, documentos, etc, hasta diferentes restos procedentes de estos cetáceos utilizados para la confección de prendas de vestir o del preciado aceite, o saín, empleado en la iluminación.

La caza de la ballena fue una actividad tan antigua  que es muy difícil saber quiénes, cuando y como comenzó esta especialidad de caza.

En Europa - allá por el siglo IX-  parece bastante claro que fue el pueblo vasco uno de los pioneros en la caza de la ballena. A lo largo de seis meses –en la época de Otoño- , y con la intención de parir a sus crías, las ballenas francas (Eubalena glacialis) frecuentaban las cálidas aguas del Golfo de Vizcaya. Era en esta época cuando los nativos de las costas vascas, y de gran parte del cantábrico,  se apostaban en altas atalayas con la intención de divisar este magnífico cetáceo.

El pueblo vasco fue sin duda, así lo confirman libros  de época y contemporáneos, un pueblo de hábiles marinos y especializados arponeros. Hay testimonios de cómo flotas extranjeras fueron adiestradas en las técnicas de caza por los vascos.

 

 

 

TRAINERAS EN GUIPUZCOANAS

 

 

Las regatas de traineras surgen de un modo de vida concreto: el entorno de la pesca en mar abierto. Las embarcaciones precisaban de individuos fuertes y resistentes capaces de mantener la boga, durante horas, hasta llegar a los caladeros y, una vez recogida la pesca, tornar a puerto, cargados y a toda marcha, para efectuar la subasta.

Con el tiempo el motor sustituyó en las lanchas a la fuerza del hombre. Pero durante los años siguientes, el mundo de las regatas continuó vinculado a la pesca. Los profesionales del sector formaban en las mejores tripulaciones del litoral. Y aún hoy, con la incorporación de atletas de todo tipo, los remeros se encuadran en clubes formados en villas de larga tradición pesquera.

Las regatas de La Concha fueron organizadas por primera vez en el año 1879 como un elemento más del programa de festejos veraniego de San Sebastián. Se utilizaron para ello traineras de pesca que hasta entonces venían enfrentándose entre sí, en desafíos con dinero por medio, para dirimir su superioridad.

El éxito de público que acudió aquel domingo de septiembre a presenciar la victoria de la trainera "Avante" animó al Ayuntamiento donostiarra a incluir las regatas en los programas de los años siguientes. Con la excepción de algunos años de principio de siglo y durante la guerra civil las regatas han venido celebrándose ininterrumpidamente hasta nuestros días.

119 años de tradición han hecho de las Regatas de Traineras de La Concha el espectáculo del año deportivo en Euskal Herria. Ningún otro es capaz de atraer esa enorme multitud que se apiña en Urgull, Igeldo, el Paseo Nuevo, el Muelle y en la Isla, sobre las playas y en embarcaciones de todo tipo, cuando llegan los dos primeros domingos de septiembre, y ello aunque la televisión acerque las imágenes a todos los hogares retransmitiendo las pruebas.

El Centro de Atracción y Turismo, organizador de las Regatas de San Sebastián, ha enarbolado los principios tradicionales por lo que se ha regido la competición más antigua y más importante del litoral y que puede resumirse así:

Regata a celebrar a las doce del mediodía, en los dos primeros domingos de septiembre; dos tandas con las ocho mejores traineras, pasando los cuatro mejores tiempos del primer día a formar la tanda de honor; y por último, la distancia clásica de 3 millas se divide en dos largos con una sola ciaboga.

Estos son los conceptos fundamentales. Hay otras normas, las accesorias, que se han ido adaptando a la realidad. Así, dejaron de usarse aquellas magníficas traineras de Icaceta, de más de 300 Kg de peso, en parte por el gran costo que suponía su renovación. Desapareció también el sistema de cuencas como último recurso para vincular al remero con la población que sacaba trainera.

Respecto a la vinculación de los remeros al club con el que reman señalaremos los cambios que se han ido produciendo en los usos y reglamentos de La Concha. Los años marcan el límite aproximado de la exigencia.

- Pertenencia a la cuadrilla habitual de la trainera de pesca (1879-1912).
- Dedicarse a las industrias de pesca de laa localidad (1913-1928).
- Ser vecino del pueblo, cuyo nombre repressenta la trainera (1929-1957).
- Vivir habitualmente en la cuenca geográfiica donde se sitúa el pueblo y el club (1958-1976).
- Libertad de contratación y exigencia de fficha por el club en el que rema (a partir de 1976).

 

 

 

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