MUNDO / Pensamiento Sistémico

ESTADO GLOBAL
Un visionario nuevo orden político y gubernamental para un nuevo orden mundial

Sin duda alguna estamos viviendo una economía cada vez más globalizada. El concepto de la globalización de la economía, con la ayuda de los grandes avances en materia de informática y telecomunicaciones, ha convertido a nuestro planeta en una verdadera “aldea global”, un mundo que da la impresión de ser cada vez más pequeño. Ya Japón o India no quedan tan lejos como nuestros abuelos lo percibían. Hoy, algo que pasa en cualquier país es conocido al instante por todo el mundo. A través de internet es posible interactuar en tiempo real con gente de los lugares más insospechados del planeta.

Pero esta percepción global del mundo, tarde ó temprano, tendrá que rebasar las fronteras de lo económico y empresarial, para convertirse en un fenómeno que afectará la forma en que vivimos y gobernamos en nuestro planeta. En el futuro, la globalización de la economía será recordada como el gatillo que detonó un nuevo orden mundial, un gatillo bastante predecible puesto que nuestra era actual basa la concepción del mundo en el sistema empresarial (la llamada “segunda ola”), sistema en el cual descansan variables como el flujo de dinero, el empleo, y en general, la supervivencia y el progreso del mundo moderno. Lo que Alvin Toffler bautizó como la “tercera ola” no es más que una evolución del sistema empresarial donde el principal activo es intangible: el conocimiento.

La concepción actual del mundo se basa en el pensamiento cartesiano, según el cual podemos analizar y gestionar el “todo” a través de sus “partes”, y la suma de los resultados de esas partes es igual al resultado del todo. Por ello, nuestras empresas (el todo) se basan en sistemas compuestos por áreas de trabajo (las partes), y cada una de ellas trabaja independientemente por lograr los mejores resultados, ya que las suma de las mejoras efectuadas en cada una, es igual a la mejora en toda la empresa. Por esta concepción también (y como consecuencia de la evolución del hombre), tenemos al mundo dividido en muchas partes que denominamos “países” (y estos países en regiones, las regiones en departamentos, los departamentos en provincias, y éstas en municipios). Cada país es soberano, y es un mundo aparte. Toda la concepción de lo que hoy es nuestro planeta se basa en la aceptación de ese enfoque y sus creencias (piensen en otras cosas y se darán cuenta como todo lo dividimos en partes, bajo el supuesto que “de esta forma el sistema es mejor, es más eficiente”).

Pero en los últimos años, como consecuencia la competitividad desbordada que ha traído la globalización consigo, las fallas estructurales de nuestro modelo empresarial y nuestro modelo del mundo tal y como lo conocemos hoy en día, están saliendo a flote. Cada concepto está siendo revaluado y redefinido brillantemente, surgiendo nuevas corrientes de “tercera ola” que están derrumbando muchos de los paradigmas actuales como: los modelos de análisis de costos, programación de la producción, estructura organizacional, la división del trabajo, etc., todos ellos producto de la concepción cartesiana del mundo. El nuevo mundo no está basado en el pensamiento cartesiano, sino en el pensamiento sistémico, una concepción que permite ver lo mejor para el “todo” por encima de las “partes”, que permite analizar cada estructura, problema, proceso o grupo, como un sistema compuesto por elementos interactuantes e interdependientes. De esta forma es que surgen nuevas corrientes de pensamiento empresarial al mando de Eli Goldratt (creador de la “Teoría de Restricciones”), Peter Senge (con “la 5ª Disciplina” y “la organización inteligente”), Michael Hammer (creador del “Pensamiento de Reingeniería” y la “estructura por Procesos”), Jean Paul Sallenave (padre de la “Gerencia Integral”), Stephen Covey (con los “7 hábitos”) y Edward Demming (precursor de los modelos japoneses de producción y calidad), entre otros, retando  y derrumbando muchos paradigmas de nuestra forma de ver el mundo.

Pero el campo que mayores cambios tendrá como consecuencia de la “aldea global” (y de otras causas como la carrera espacial, principalmente), será el político. El mundo deberá evolucionar a un nuevo modelo de gobierno del planeta, un gobierno con un enfoque global, basado en que la gestión del “todo” es mayor que la suma de las gestiones de sus “partes” (el concepto de sinergia). De otra forma, el nuevo mundo deliberadamente más rápido y complejo que hemos creado, se sumirá cada vez más en el caos (para los amantes de la “teoría del caos”) como consecuencia de una Ley natural: la entropía. El actual sistema político de gobierno, al igual que el sistema empresarial, que nos sirvieron mucho en una época pasada con condiciones diferentes (un mundo marcado por la revolución industrial, mucha demanda y poca oferta), hoy son totalmente arcaicos, paquidérmicos e ineficientes. Pero antes de ahondar en el por qué deberíamos evolucionar a un nuevo sistema de gobierno, quisiera que lean la siguiente historia, con el fin que conozcan a un visionario del mundo, hoy desconocido, tachado de radical en su tiempo y de progresista en nuestra era: Georges Clemenceau. Cuando finalizaba la Guerra, la vencida Alemania decidió negociar su rendición con el Presidente Wilson, con el fin de no salir atrozmente desmembrada del conflicto. En 1919, durante el epílogo de la reunión de vencedores, la cual arrojó como resultado el Tratado de Versalles, un diálogo secreto se hizo famoso entre los jefes de gobierno de las potencias triunfadoras: Wodroow Wilson (EEUU) y Georges Clemenceau (Francia). Este diálogo, conocido como “el tigre y el pastor” (debido a los apodos de Clemenceau y Wilson  respectivamente, producto de sus caracteres e ideologías) se presenta a continuación:

WILSON: “Mi único objetivo al promover la Sociedad de Naciones es impedir guerras futuras”.

CLEMENCEAU: “No es posible impedir las guerras, no importa con qué medios de organización, si no nos ponemos de acuerdo en tres principios”.

W: “Cuales?”.

C: “Primero, declarar y aplicar la igualdad racial. Japón ya ha presentado una resolución ante la conferencia para este fin. ¿Está de acuerdo?”.

W: “Me temo que no. La cuestión racial es un tema muy delicado en EEUU. Los senadores del sur y la costa oeste no aceptarían un tratado con semejante cláusula”.

C: “El segundo es el de libre inmigración. Ningún país deberá cerrar sus fronteras a los que quieran vivir en él. ¿Está de acuerdo?”.

W: “No. Mi país no puede aceptar más orientales y el Congreso está estudiando la restricción de la inmigración europea”:
C: “El tercer principio es el de libre comercio mundial. ¿Qué le parece eso?”.

W: “Yo soy personalmente favorable y mi partido ha rebajado las barreras arancelarias, pero el Congreso nunca aceptaría una unión aduanera con Europa, Asia y África”.

C: “De acuerdo. Entonces, la única forma de mantener la paz es que seamos fuertes y que consigamos que nuestros enemigos sean débiles. Ninguna Sociedad de Naciones imaginable puede servir para eso”.

¿Les parecen familiares la visión y concepciones de Clemenceau, después de 82 años? ¿acaso no es esta una visión global del mundo, una evolución de nuestro actual sistema socio-político?. El tiempo luego le daría la razón: la Sociedad de Naciones de Wilson fue un completo fracaso, y en conjunto con el Tratado de Versalles, fue una “paz” que engendró guerra (dos décadas después; estallaría la 2ª Guerra Mundial causada principalmente, según muchos historiadores, por la Conferencia de Versalles) Por otra parte, la visión de Clemenceau está cada vez más cerca: los movimientos de igualdad racial triunfaron, al igual que la causa feminista y las políticas internacionales de bloques en materia económica, arancelaria, migratoria y política como la Unión Europea, el NAFTA, la CAN, y próximamente, el ALCA.

Piensen ahora en cual es el mayor problema del mundo. Después de pensar mucho, estarán de acuerdo conmigo en que es la pobreza. Todos los problemas restantes son consecuencia de ella: ¿acaso las enfermedades que azotan a muchas regiones pobres no son consecuencia del poco acceso a servicios de salud, producto de la pobreza? ¿acaso el analfabetismo y la falta de educación no son consecuencia del acceso restringido a las instituciones de educación superior a favor de las personas con mejor educación y más dinero (o no creen ustedes que el puntaje ICFES o de otro examen de ingreso de un joven pobre será mucho menor al de otro con medios económicos para acceder a una educación de calidad, creando un ciclo vicioso de hambre y miseria)? ¿o acaso los conflictos (desde las protestas locales, y los conflictos armados regionales, hasta las grandes guerras), no son consecuencia de la búsqueda de mejores condiciones de vida? ¿y acaso esas mejores condiciones de vida no están ligadas con nuestra forma estándar de intercambio de bienes y servicios: el dinero? Piénsenlo bien, muy bien, antes de realizar un juicio a priori. Algunos dirán: “pero las grandes guerras son causadas por el hambre de poder económico y político”. Si, ¿pero el poder político y económico como lo conocemos hoy en día, no lo da el dinero? ¿Creen que los congresistas americanos, colombianos o de cualquier nación, son representantes del pueblo o representantes de los intereses económicos de las empresas y multinacionales que están detrás de ellos, que los financian para llegar al poder para tenerlos como cuasi-empleados a su servicio?. Piénsenlo bien. Como sabemos, la Ley de Paretto nació de un estudio que demostró que el 80% del dinero del mundo estaba en manos del 20% de su población. Entonces, con el poder económico político y económico dado por el dinero, es fácil entender por qué la brecha entre ricos y pobres se hace cada vez más amplia, y por qué las elecciones políticas en todo el mundo son manipuladas por ellos, puesto que el 80% restante de la población no confía en que la mayoría de ésta no sea sobornada por el 20% dominante (el soborno no es solo económico, es todo aquello que nos impida votar con un juez diferente a nuestra conciencia).

Un nuevo sistema político de gobierno mundial ayudaría a mejorar nuestro mundo, dando el impulso definitivo a la humanidad a su siguiente peldaño en la escala evolutiva. Un sistema basado en la concepción de un Estado Global que gobierne al planeta con un esquema descentralizado, similar al modelo federado americano. Un sistema basado no en el capitalismo, ni en el socialismo, sino en un nuevo modelo económico que combine lo mejor de los preceptos de estos dos mundos: la igualdad y progreso prometido por el socialismo y el comunismo (sin su ineptitud centralista basada en el todopoderoso estado comunista, restringiendo la libertad de los ciudadanos), con la libertad y eficiencia del modelo capitalista (pero sin su denotada inhumanidad con la sociedad y el medio ambiente). Un sistema de elimine gran parte de los aparatos burocráticos de sostienen las naciones del mundo, pero que al mismo tiempo atienda más eficientemente las necesidades de los pueblos del planeta. Un sistema en el que cada pueblo que reclama un espacio propio sin sumisión a otro pueblo (como el pueblo serbio, vasco, judío y palestino), lo posea. Un sistema que actué con más recursos, en los lugares en donde los problemas son de gran magnitud (aplicando la Ley de Paretto). Lo anterior puede sonar bastante idealista, imposible de lograr en nuestro planeta con la egoísta raza humana. Pero sí es posible, y de uno u otro modo, el mundo deberá evolucionar hacia este modelo (Ojalá no sea cuando colapse el actual sistema, generándose el cambio radical a partir de un hecho violento masivo de los pueblos, cumpliendo con lo que el materialismo histórico de Marx, predecía). Pero, ¿cómo funcionaría ese nuevo sistema de modo que se pudiera hacer realidad los preceptos descritos anteriormente?.

Primero, es necesario adoptar un gobierno mundial que centralice el poder político y fiscal de todos los países del planeta, tal cual como el gobierno federal de EEUU centraliza gran parte del poder de los Estados que lo componen, bajo un esquema general descentralizado. En otras palabras, sería un gobierno federal mundial, en donde cada país sería un estado independiente (como una Federación) en muchos aspectos (especialmente, en materia legal). Habría leyes federales para los aspectos críticos de la Sociedad, y en general, funcionaría muy similar al modelo americano en este aspecto. Esto quiere decir que en el campo fiscal, el Estado Global sería el receptor de todos los impuestos del mundo, dejando un porcentaje predeterminado a cada Estado local.

Como segunda medida, todas las libertades se sostendrían, pero se controlaría la libertad económica en aras de cerrar la amplia brecha entre ricos y pobres. Lo anterior se efectuaría por medio de un sistema selectivo de recaudo tributario, según el cual las personas podrían obtener dinero hasta cierto nivel de riqueza, por encima del cual se empezarían a pagar grandes impuestos por dichos excedentes, denominados impuesto a la plusvalía (un concepto un tanto diferente al de Marx, en el sentido que permite la libertad económica del capital hasta cierto límite, por encima del cual dicha libertad se convierte en libertinaje y explotación). Este nivel de riqueza sería calculado con base en el ingreso per cápita de cada nación y teniendo en cuenta las necesidades humanas de un cierto status económico, y se recaudaría a través de las personas jurídicas (las empresas). Con el tiempo, el nivel de riqueza sería un estándar mundial, eliminando los niveles locales de cada nación. Esta efectiva medida solo sería posible con un Estado Global, debido a que si actualmente se implementa en una país cualquiera, ocasionaría un gran fuga de capitales y desestimularía la inversión nacional y extranjera. De hecho, eso fue lo que pasó con el mundo luego de la revolución rusa de los bolcheviques: dos sistemas aparentemente antagonistas, el capitalismo y el comunismo, luchando hombro a hombro por el control del mundo. Con el triunfo del capitalismo, no es extraño concluir porqué la URRS cayó, por qué Cuba está sumida en la pobreza (el sistema socialista solo funcionaría si todos los países del mundo adoptaran este modelo, de otra forma, sería una lucha entre naciones, como ha sido hasta nuestros días), o por qué la Republica Popular China ha tenido que flexibilizar su modelo económico, adaptándose paulatinamente al mundo capitalista (de hecho, dentro de poco entrará a ser parte de la OMC). El mundo se negó en esa época, la posibilidad de repensar su futuro bajo un nuevo modelo híbrido capitalista-socialista (una solución ganar-ganar), producto de la prepotencia de sus dirigentes que actuaban bajo el supuesto: “para que podamos ganar nosotros, ellos deben perder o fracasar”.

Con base en el gran poder económico del Estado Global, producto de la centralización de gran parte de los ingresos tributarios y las grandes sumas recaudadas por el impuesto a la plusvalía, éste podría intervenir con muchos recursos en donde más necesidades existen en materia de pobreza, reflejado en términos de salud, educación, servicios públicos, empleo, infraestructura, etc., obedeciendo la Ley de Paretto (pocos vitales, muchos triviales) en cada uno de estos aspectos. Lo anterior introduciría sin duda alguna cambios radicales en materia social, puesto que la brecha entre ricos y pobres por fin se empezaría a cerrar progresivamente. El papel del Estado en el medio empresarial poseería una concepción keynessiana (este modelo sería el paraíso para Keyness), participando solo en los sectores que considere como críticos para la evolución y bienestar del hombre, como: los servicios y obras públicas, la salud, y especialmente, la educación.

Luego, sería necesario otorgar espacios soberanos a los pueblos que no lo tienen y lo soliciten. Las naciones restantes, quedarían tal y cual como son en la actualidad en materia fronteriza. Este sería el caso del pueblo servio, vasco, judío y palestino, y de todos aquellos territorios “independientes” que permanecen “bajo la custodia” de otra nación ó imperio, o que pertenecen a él (como es o fue el caso de Puerto Rico, India, Irlanda, Australia, la gran mayoría de países africanos, etc.). Para mantener este nuevo orden, el monopolio de las fuerzas armadas del mundo pasaría a manos del Estado Global, con el fin de evitar la tentación imperialista de algunos países poderosos, ya que ningún país poseería capacidad militar por sí solo. Por tal motivo, todas las fuerzas armadas de las naciones del mundo, pasarían a ser controlados por el Estado Global. Llegado el momento, una vez se sientan los efectos de la redistribución de la riqueza, se prohibiría el porte de cualquier tipo de arma, pasando éstas a ser monopolio del Estado Global. Esto se debería a que las personas no tendrían motivos para portar armas, puesto que todas las formas de delincuencia que conocemos son el resultado de la descomposición social producto de la pobreza y la falta de educación (que también es producto de la pobreza).

Se crearía una nueva libertad: la libertad de movilización. No es cierto que el actual sistema “democrático” del modelo capitalista, permita supuestamente este tipo de libertad. Podemos movernos libremente por nuestro país, mientras no se nos ocurra salir de él. Por eso se inventaron las visas. Actualmente, para citar el caso colombiano, debemos solicitar permiso (la visa) para pisar muchísimos países, inclusive cuando vamos a realizar “tránsito aéreo” para llegar a otro destino. ¿Se acuerdan de uno de los preceptos de Clemenceau? Precisamente uno de ellos era la libre locomoción internacional. Sin embargo, alguien podrá decir: “lo que pasa es que si todos las naciones abren sus fronteras, todas las personas con medios económicos para irse a los países desarrollados, lo harán inmediatamente”. Eso no es cierto. Piensen: ¿por qué se crearon las visas?. Porque los países, en especial los desarrollados, necesitaban un medio con el fin de defender su soberanía (un concepto del pensamiento cartesiano) y restringir la entrada de inmigrantes en busca de un sueño, de mejores condiciones de vida. Pero, si la medida de abrir todas las fronteras nacionales no fuera inmediata, sino después de alcanzar un equilibrio relativo entre las condiciones de vida que ofrecen todos los países como consecuencia del progreso económico de los países menos desarrollados a través de la intervención del Estado. Este equilibrio se lograría luego de varios años de la puesta en marcha del nuevo sistema y sería bastante efectivo, puesto que al eliminar la causa de la inmigración, eliminamos a la inmigración misma. Por otro lado, la revolución de las telecomunicaciones e internet, con el apoyo del Estado, estimularía a muchas empresas y personas a evolucionar a un modelo de red (un concepto que ya han descrito “gurús” de la “tercera ola” como Kevin Kelly y John Naishbitt), a través del cual las personas no necesitarían ir a sus oficinas para trabajar, ya que podrían hacerlo eficientemente desde sus casas. Esto provocará un alejamiento de las grandes urbes, en busca de mejores condiciones psicosociales de trabajo, lejos del estrés del mundo moderno y revirtiendo la tendencia poblacional urbanista, con el surgimiento de muchos suburbios (que contrario a lo que muchos creen, el término no denota “pobreza”) y el regreso al campo, incentivados también por las políticas del Estado. El resultado: Un mundo demográficamente mejor poblado, con densidades más bajas en donde actualmente éstas son muy altas.

Gran parte del aparato burocrático de las naciones del mundo caería (eso no le gustará a los políticos corruptos y clientelistas, por lo cual el nuevo orden deberá ser defendido por una nueva generación de políticos jóvenes, preparados, inteligentes y con gran capacidad de análisis y sensibilidad social). Se reducirían gran parte de los cargos del poder legislativo de las naciones, puesto que cada uno de los países del mundo (que se denominaría “Estado” o “Nación” en el futuro) sería gobernado por un “Jefe de Estado”, “Primer Ministro” o “Gobernador Nacional” en la rama ejecutiva, y por un gran sistema unicameral en la rama legislativa que permitiera la participación de todos los rincones del “Estado” (lo cual significa que muchas curules de los congresos del mundo desaparecerían, puesto que solo se necesitaría una cámara). Lo anterior significa que la Cámara estaría constituída por representantes de cada localidad, no de cada región o departamento, entes territoriales que no existirían en el futuro), con lo cual todas las formas departamentales y regionales de gobierno desaparecerían (no habrían asambleas, ni gobernaciones, en el caso colombiano). Las ciudades y municipios serían regidos por un gobierno local, compuesto por Alcaldes y Concejos municipales. Todo lo anterior en el marco de un modelo federal de gobierno global, regido por un Consejo Mundial compuesto por los “Jefes de Estado” de todo el planeta y presidido por un “Secretario General” como máxima autoridad ejecutiva planetaria, elegido bajo un sistema democrático de elecciones mundiales.  

Por otro lado, se promovería la libertad económica, a través del libre comercio entre naciones. Todas las barreras arancelarias se derrumbarían, puesto que la competencia sería entre empresas, no entre naciones, como sostiene Michael Porter. Al caer el sistema político cartesiano de las naciones, los aranceles no tendrían ningún sentido, serían absurdos.

El mundo macroeconómico se simplificaría, no sería tan complejo. Existiría una sola moneda a nivel mundial (que sería el Euro ó el Dólar, tal y como están las cosas en la actualidad), eliminando todas las ventajas y desventajas de las tasas de cambio en todo el mundo. Los precios serían determinados por la libre oferta y demanda de bienes y servicios, y podría controlarse la inflación de manera más efectiva. De este modo, al poseer un mundo regido por un estado unificado, la política macroeconómica se transformaría en un mundo más simple al alcance de todos. Actualmente, las rimbombantes teorías monetarias y económicas solo las entienden unas personas: los economistas, unos profesionales que dicen saber mucho de este tema. Sin embargo, con los múltiples “estrellones” de los principales economistas “gurús” en muchos países y de las entidades multilaterales como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI), han demostrado que solo sirven para una sola cosa: enredar y empeorar la situación económica y social de las naciones, o sino pregúntenles a países como Rusia, Japón y naciones pobres de África, cuyas crisis fueron y están siendo manejadas por estas entidades de manera absurda, dejándolos en condiciones de colapso. De otro lado, las naciones no se prestarían dinero entre sí (eliminando los préstamos y la deuda externa internacional), puesto que el Estado Global suplirá ese rol a través de entidades creadas con el fin de inyectar capital a las naciones que lo necesiten para su desarrollo económico y social. Al caer el sistema de pagos internacionales, la existencia de organismos multilaterales como el FMI y el BM no sería justificable, debido a que fueron creados con el fin de preservar la balanza de pagos internacionales, razón por la cual serían eliminados o transformados en las nuevas entidades enunciadas anteriormente, con un enfoque social y económico para la intervención del Estado. De la misma forma, organizaciones producto de la política de bloques y la concepción cartesiana del mundo como la ONU, OEA, OTAN y la Unión Europea, desaparecerían. Simplemente no tendrían razón de ser, no serían necesarias.

En realidad, existen muchas otras ramificaciones positivas de este modelo de “Estado Global”, pero me imagino que ya ustedes han inferido la mayoría de ellas. Se requiere entonces una gran alianza mundial, una alianza como la que Bolívar propuso a los países andinos, o del tipo que Lenin propuso a los pueblos del territorio ruso a principios del siglo XX, pero aplicada a escala mundial: “Queremos una alianza voluntaria, una alianza que no permita violencia alguna de una nación sobre otra, una alianza que está basada en la confianza más completa, en la clara confianza de la unidad fraternal, en un consentimiento absolutamente voluntario”. Al final, esto no se pudo realizar sin una violenta revolución. Eso no le debe pasar al mundo. Para que este nuevo orden global se materialice, es necesario la unificación de la raza humana, lo cual es un hecho casi utópico actualmente. Pese a ello, el surgimiento de los bloques económicos como la Unión Europea (con una sola moneda, libre comercio y libre circulación entre sus fronteras), el NAFTA, la Comunidad Andina de Naciones, y próximamente el ALCA, seguirán marcando la pauta hacia una unificación mundial, y por ello, la globalización de la economía será considerado el gatillo que disparó el cambio en la forma en qué veíamos el mundo. Un gatillo que aunque imperfecto por algunas de las intenciones salvajemente mercantilistas de entidades como la Organización Mundial de Comercio, deberá evolucionar a un nuevo modelo, impulsado entre otros factores por la evolución tecnológica y la carrera espacial, que darán una nueva visión del mundo, una vez dejemos nuestro absurdo egocentrismo y nos demos cuenta que no estamos solos en el universo. Este nuevo orden, tarde o temprano, llegará, en manos de los que hoy son jóvenes, niños ó bebés. Por ello se dice que somos el futuro (un reconocimiento implícito de los actuales dirigentes de las naciones del mundo a su incapacidad para gestionar, negociar, tolerar, confiar y creer). Ojalá cuando el momento cúspide de la exploración espacial finalmente llegue, los pueblos del planeta ya nos hayamos unido en un nuevo modelo global, un nuevo orden, un enfoque sistémico y holístico de gobierno del bello mundo en el que nos tocó vivir: La Tierra.  

Ing. Alfonso E. Navarro B.

anav@celcaribe.net.co

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