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Economía Social Sinarquista

Vs. Neoliberalismo

  1. Neoliberalismos en América Latina Documento elaborado por la CLAR.
  2. Economía: Conceptos mas usados en el Sinarquismo
  3. Las Cuatro Deficiencias del Mercado Juan Ignacio González Faus
  4. Fundamentalistas del Mercado  Cuando el Mercado se vuelve religión.
  5. Four Deficiently of market free  (En Inglés)
  6. Seguir a Jesús bajo el imperio neoliberal Fé y Neoliberalismo
  7. Sobre el FMI  Noam Chomsky

 

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Conceptos mas usados en Economía

En proceso

[Economía: Es la Ciencia que estudia el proceso que sigue un colectivo humano    ( una sociedad) para resolver sus necesidades  básicas, distribuir riquezas, regular el consumo y acumular para el futuro.

La economía es una Ciencia

Ciencia= observar, medir, explicar, verificar hipótesis.

  • a) Social. Porque se refiere al ser humano que es un ser social. Y estudia los fenómenos y problemas relacionados con las actividades económicas de los Hombres.
  • b) Histórica. Porque las formas económicas varían en la historia. Según la evolución social un sistema económico es destruido y sustituido por otro. Esto sólo puede comprobarse al paso de los años, en el desarrollo histórico.
  • C) Práctica. Porque aparte de Teoría también aporta elementos para la práctica.

Problemas Centrales de la Sociedad

toda sociedad tiene que proporcionarle a sus miembros los bienes que satisfagan sus necesidades ( individuales y colectivas), de ahí que toda sociedad tiene que resolver tres problemas:

  • ¿Qué producir? Qué bienes generar según las necesidades a satisfacer.
  • ¿Cómo producir? Qué métodos y técnicas productivas utilizar, qué factores y en qué proporciones.
  • ¿ Para quien producir? Quienes van a ser los beneficiarios de los bienes.

Como ciencia, la economía no tiene visiones explicativas únicas.

¿Que son los Medios de Producción?

Continuamos en proceso de actualizar

 

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 Las cuatro deficiencias del mercado       

Reflexión cultural sobre la crisis económica

 José Ignacio González Faus

 Los gestores de la cosa pública parecen obsesionados por decir que "ya estamos saliendo de la crisis" o al menos que "ya estamos tocando fondo y pronto comenzaremos a salir de ella". Basta cualquier dato positivo en la marejada económica, cualquier cifra mejor que la del mes anterior en cuanto a creación de riqueza o reducción de inflaciones o déficits, para que se nos anuncie el comienzo del despegue.

    ¿Y si no fuesen así las cosas? ¿Y si fuera razonable poner en juego esa "filosofía de la sospecha" de la que hemos tenido excepcionales maestros?

      Efectivamente: parece legítimo el temor de que esos pequeños datos económicos positivos no sean más que "veranillos de san Martín", que suelen venir luego de días más fríos que ellos, pero no significan que "ya estemos llegando al calor". Su buen clima forma parte de la marcha inexorable hacia el frío invierno. ¿No ocurre lo mismo con algunos enfermos graves -por ejemplo cancerosos- que poco antes de morir parecen mejorar y remontar su proceso, despertando algunas ilusiones fallidas?

                                                      Fenomenología de la crisis

 

       La crisis actual es pluridimensional: se da en la economía, pero también en la cultura (paso de modernidad a postmodernidad), en la política (la democracia insuficiente y amenazada) y en el campo religioso (fundamentalismos y atonía de las iglesias tradicionales). Es además una crisis mundial aunque sólo sea por la unidad cada vez mayor del planeta... Ello ha hecho que algunos la califiquen como una "mutación cultural" y la comparen a los dos cambios mayores que se conocen en la historia humana: el fin del neolítico, o la gran mutación que tiene lugar hacia el siglo VI antes de Cristo, en lo que Jaspers llama "el tiempo eje" (época en que coinciden los grandes trágicos griegos, los grandes profetas de Israel, el budismo, Zaratrusta..).

 

        Es imposible abarcar una crisis global desde dentro de ella. Quisiera hacer sólo una sugerencia desde su aspecto más económico. Ella nos permitiría hablar de crisis cultural "del mercado". El mercado ha invadido toda la economía, para luego, desde ella, invadir también todos los campos de la existencia; la cultura, la política y la misma religión. Y así no pueden ir las cosas.

 

         El primer detalle curioso es que el lenguaje de la crisis ha venido incubándose a partir del proceso de liquidación de los países del Este: el discurso de "victoria del capitalismo" que es el primero que aparece, dura bien poco a pesar de la euforia; y da paso insensiblemente a un lenguaje de "crisis económica". ¿Qué ocurriría si tomamos este dato como hipótesis de trabajo?

 

        Ocurriría que la caída del Este habría servido para poner de relieve la enfermedad del Oeste. La victoria habría sido muy pírrica, y el vencedor (como en los melodramas antiguos) habría tenido que ser internado al acabar el combate, para fallecer poco después que el rival a quien venció. A la caída del socialismo real seguiría el desmoronamiento del capitalismo real. Al quedarse dueño y señor se habría comenzado a manifestar la decadencia del mercado. Es como si la maldad del Este hubiera funcionado como una "droga" contra otra droga: al acabarse la Metadona, no triunfa el heroinómano sino que acaba mostrándose tal como es.

 

                                             La enfermedad del mercado

 

Antes de hablar de decadencia del mercado habría que rescatar y poner de relieve el elemento válido que el mercado contiene: la posibilidad de un acuerdo razonable y beneficioso para ambas partes, obtenido por el consenso libre entre las dos. Pero a lo mejor ocurre con el mercado lo mismo que con la mecánica de Newton: parece evidente e insuperable, hasta que Einstein pone de relieve que sólo tiene vigencia en unas dimensiones "pequeñas" y deja de funcionar conforme la velocidad del sistema se acerca a la velocidad de la luz (entonces habrá que recurrir a la mecánica cuántica y a la teoría de la relatividad). Alegorizando el ejemplo habría que decir que la "globalización" del mundo, su conversión en "aldea planetaria", equivale a ese "acercarse a la velocidad de la luz" o superar los límites de las propias dimensiones. Entonces deja de funcionar el mercado, se encalla, y pone de relieve sus cuatro grandes "Deficiencias". Y las llamo así porque todas comienzan con "d": el mercado ya no Detecta, ni menos Distribuye. Por el contrario Despilfarra y Degrada. Veamos rápidamente el enunciado de esta cuádruple Deficiencia.

 

 

 

                                                    1- El mercado detecta mal.

 

No descubre las necesidades básicas sino los caprichos refinados. A niveles mundiales, no atiende a la demanda de la mayoría sino a las posibilidades de la minoría. Marx ya había percibido este peligro cuando escribió que si, en un país, hay mil personas sin calzado pero que no pueden pagárselo, esas mil personas simplemente "no existen" para el mercado. En las grandes dimensiones, la ley de oferta y demanda se convierte en una ley de oferta "a" la demanda, lo cual es una cosa muy distinta. Por eso hay que dar la razón a Jesús Albarracín cuando escribe que "la principal característica de la economía de mercado es que su objetivo principal no es producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas, sino mercanías para ser vendidas y obtener un beneficio"1 . Desde una óptica (no ya cristiana sino simplemente) humana, que sostiene que los derechos primarios de los pobres son más sagrados que los derechos (secundarios o terciarios) de los poderosos, hay aquí una grave deficiencia que no es sólo ética, sino que acaba siendo también económica.

 

 

 

                                                   2- El mercado distribuye peor.

 

Esta es otra característica ya reconocida por los más razonables defensores de la economía de mercado, quienes suelen argüir más o menos así: no tenemos otro mecanismo mejor que el mercado para regular el complejo proceso de la producción; pero hay que reconocer que el mercado distribuye muy mal; por eso se hace necesaria la intervención de otro factor que imponga correcciones a ese fallo (el Estado que recauda impuestos no sólo para obras públicas o gastos militares, sino sobre todo para redistribuir: para prestaciones sociales a los "menos favorecidos"). Así nace la llamada economía "social" de mercado.

 

 

        Mi impresión es que, con la mundialización de la economía, ya no es posible (o lo será cada vez menos) imponer esas correcciones al mercado. Las críticas conservadoras al "Estado del bienestar" revelan esto mismo aunque lo formulen de manera inválida e irritante. El hecho es que cada vez los Estados disponen de menos medios para hacer esa redistribución que el mercado tampoco hace. Pues el poder económico es más fuerte que el político y no está nada democratizado: va quedándose en manos de las multinacionales que son otra versión de la "planificación central" y que pueden imponer su voluntad a cualquier poder político, porque se irán a otro lugar si un Estado se pone quisquilloso con cuentos de humanidad y justicia. A los Estados sólo va a quedarles lo que acaba de anunciar el sr. J. Llorens, nuevo presidente de SEAT: dar latigazos y "pedir perdón" por los latigazos que les toque dar.

 

        La competitividad que se dice reclama el mercado es cada vez más difícil si se quiere una distribución no ya "justa" sino simplemente "no insultante" de la riqueza: pues cada vez irán apareciendo más "dragones", (del Este o de donde sea), que habrán aprendido nuestra lección y aplicarán los mismos procedimientos con los que antaño se desarrolló Occidente, obligándonos a volver a la situación social del XIX, so pena de perder toda competitividad. Por eso, pretender que "cuando salgamos de la crisis económica volveremos al Estado del bienestar", me parece ingenuo o embustero: en cuanto intentemos regresar al Estado del bienestar volveremos a la crisis económica. Y no es irracional el temor de que, en los años venideros, vamos a asistir a una desmantelación progresiva de todas las conquistas de la clase obrera en los dos pasados siglos, como única forma de no ser barridos del mapa comercial.

 

        Quizá ese proceso ha comenzado ya: hasta hace muy poco, el trabajo era visto por mucha gente como uno de los campos más importantes de explotación del hombre por el hombre. En estos momentos tener trabajo (en condiciones muchas veces bien inferiores a las de hace pocos años) es mirado como un privilegio casi injusto, o como una meta casi bienaventurada. A nivel mundial, tener trabajo es lo que más importa: ya no importa en qué condiciones. Que el salario sea una magnitud irrenunciablemente ética, y no meramente económica, porque afecta a personas y no a mercancías (como intentó subrayar la doctrina social de la Iglesia, aunque luego la Iglesia fuese la primera en no cumplirlo), es algo que carece de sentido: desde la abstracción de un mercado "global" no se ven personas sino "capital variable" o "masa salarial". ¿Cabe algo más impersonal que una masa? De aquí al retorno a la esclavitud como forma de supervivencia, quizá no haya más que un paso.

 

                                            3- El mercado despilfarra.

 

        Este punto tiene cierta novedad, y ha sido muy estudiado por la escuela de economistas de Harvard (o "escuela radical") surgida a fines de los sesenta y de la que, entre otros, existen en castellano dos títulos bien significativos: "La economía del despilfarro" y "Tras la economía del despilfarro"2 . El despilfarro del lado de la oferta que convierte la supuesta "mano invisible" de las visiones bucólicas del mercado en un realísimo "puño de hierro". Por válidas y estimulantes que puedan parecer las críticas de estos autores, lo que más desanima es la solución que proponen y que se resume en "democratizar la economía". Un elemental realismo enseña que la democracia en economía está hoy tan lejos (¡por lo menos!) como podía estar la democracia política en tiempos de Luis XIV.

 

        Y para poner un ejemplo fácil de ese "despilfarro de la oferta" (que seguramente no será el más importante pero sí es de los más visibles) pensemos un momento en el mundo de la propaganda.

        La propaganda es hoy la mayor demanda que existe en el mercado: por eso resulta tan cara, y lleva al mercado a un grado de abstracción desconocido en sus orígenes: "la verdadera demanda ya no es la de mercancías sino la de modos de colocarlas". He escrito en otro lugar que el marketing es exactamente la muerte del mercado. Pero ahora quizá sea mejor bajar de las abstracciones y concretar en un ejemplo trivial y casi divertido, como pueden ser los detergentes. Al menos será menos doloroso que analizar el despilfarro armamentista, como última consecuencia lógica de la competitividad desbordada.

 

         Las amas de casa saben que todos los detergentes lavan más o menos igual. Lo saben también las señoras que aparecen en la tele para decirnos que el detergente que ellas anuncian (y por el que cobran) lava mejor que todos los demás. ¿Por qué pues el anuncio, si es tan caro, además de tan falso y lógicamente tan inútil? Pues porque, en la situación actual, "ya no se trata de mejorar el producto, sino de mejorar el impacto", incluso aunque esa mejora encarezca sobremanera el producto. El consumidor difícilmente sabrá prescindir de él; y así todo el mundo vive por encima de sus posibilidades, y siente que vive por debajo de sus aspiraciones.

 

        La propaganda se convierte así en una especie de dios que reclama mucho más que cálices de oro y altares de mármol. En salarios y seguros se puede ahorrar, pero en publicidad es imposible. Los realizadores de televisión podrán intentar programas interesantes de debate, y de un nivel respetable. Da lo mismo: la veneración con que se someten a los cortes de "la publicidad", interrumpiendo el diálogo aun en los momentos más serios y sin que les salgan por ello los colores a la cara, convierte toda la seriedad política o cultural que pudieran pretender sus programas, en pura hipocresía piadosa. Incluso ahora que se ha muerto Fellini nos pasarán alguna de sus obras geniales como homenaje de amor al arte y al maestro: pero ese amor habrá de someterse varias veces al "coitus interruptus" de la publicidad. Quien manda es "la publicidad"; y ello tiene además una lógica absoluta: así subsisten las televisiones. Por eso se las ve ir como locas a la caza de audiencia (que parecen verdaderas prostitutas callejeras disputándose el cliente), para poder encarecer sus anuncios; y para ello bajarán la calidad del programa todo cuanto haga falta: porque perder audiencia significa perder publicidad...

 

 

 

        Resulta así que el consumidor, al comprar un ingenuo detergente o una colonia como todas, paga una especie de impuesto indirecto enmascarado. Y están todavía muy lejanos en el horizonte histórico, los tiempos en que la conciencia democrática del ciudadano le lleve a prescindir de todos los programas en que aparezcan anuncios y de los productos que se anuncien en momentos inconvenientes. Los ciudadanos tienen ese poder pero o no lo saben, o no desean utilizarlo. Quizá llegue algún día en que se decidan a hacerlo pero, de momento, aún falta mucho tiempo para llegar ahí. O quizás es que, así como hemos dicho que el marketing era la muerte del mercado, el consumidor puede ser el asesino del ciudadano.

            Y esto nos lleva al último punto: la cuarta "d" es que:

 

                                                   4- El mercado degrada.

 

               Al convertirse en sistema global, que se ha salido de una región de la vida para configurar la totalidad de la convivencia humana, el mercado degrada (es decir: convierte en "mercancía") muchas actividades humanas que tienen demasiada dignidad como para ser objeto de compraventa. La primera de ellas es la "fuerza de trabajo" del hombre. No es que esto sea nuevo: "el oficio más antiguo del mundo" consiste en convertir algo tan sagrado como la intimidad sexual en materia de mercado; sujeta a la ley de oferta y demanda. Y el "pecado mayor" (según algunos santos antiguos) era convertir en mercancía las posibilidades religiosas del ser humano: la simonía. La relación laboral pasa a ser en el capitalismo una especie de prostitución o de simonía: por eso toda su gracia está en obtener "lo que no se puede pagar"; en obtener el máximo pagando el mínimo.

 

                A partir de aquí, la relación de mercado se convierte en la única relación humana que existe. La información deja de ser un derecho indispensable para ejercer la democracia, y pasa a ser una mercancia: se nos informa de lo que "da dinero", no de lo que necesitamos saber para decidir. La democracia se degrada en un auténtico mercadeo de votos, y los discursos electorales son el tipo de lenguaje más parecido a los anuncios de televisión. Pietro Barcellona ha analizado bien esa degradación de todas las relaciones humanas en relaciones de mercado, fruto lógico de la conversión del mercado en sistema3 . La antigua exclamación creyente de Bernanos o Teresa de Lisieux: "todo es Gracia", se ve sustituida ahora por el "todo es Mercado". Y así llegamos a la vertiente teológica del tema, que ya han abordado otros autores4 .

 

                                                   Como conclusión...

 

                  Quizá no vale la pena seguir. La conclusión podría ser que la crisis no es meramente crisis, sino enfermedad, y grave. Al quedarse el sistema sin contrapeso, sin enemigo y sin amenaza, queda abandonado a su propia lógica5 . Y esa lógica lleva a mantenernos en perpetua "crisis económica", hasta que reinstauremos la esclavitud y el trabajo de los niños, que son lo más conforme a la naturaleza del sistema, y sin los cuales éste se sentirá violentado en exceso6 .

 

                  En estas condiciones, tomar como mera crisis lo que quizá sea una enfermedad grave equivaldrá a llevar al psicólogo o al cura a un muchacho aquejado de cáncer o de tuberculosis, pensando que su mal aspecto es debido sólo a la crisis de la pubertad. Por eso precisamente está ocurriendo que, aunque muchos diagnostican una simple crisis, nadie sabe cómo salir de ella: porque quizá no estamos en una de esas crisis de crecimiento típicas del ser humano, sino ante el anuncio de un posible final. La crisis revelaría que capitalismo y Estado del bienestar son incompatibles: durante algún tiempo no lo parecieron porque el miedo al comunismo hizo que el lobo se presentara con piel de oveja. Caído aquél, el capitalismo revela su verdadera dinámica: la de un "apartheid" económico que crea un Estado de malestar con islotes de superlujo.

 

                       Los más optimistas tienen derecho a pensar que esa revelación implicará la muerte del capitalismo y el fin de la economía "de" mercado (la cual es algo muy distinto de una economía "con" mercado). Lo que yo no sé es si, en este caso, hay otra vida mejor después de la muerte....

 

Notas:

 

• 1 Cf "La economía de mercado", Madrid 1991, p 19.

• 2 Ambos en Alianza Editorial y ambos de la "tripleta central" de esta escuela (Samuel Bowles, David Gordon y Thomas Weisskopf). Bowles es también coautor (junto a Richar Edwards) de una "Introdución a la economía" que en inglés se titulaba, significativamente, "Understanding capitalism".

• 3 Cf "Postmodernidad y comunidad", Madrid 1992. Aunque en mi opinión el autor, después de sus lúcidos análisis, se saca de la manga un "deus ex machina" final, para permitirnos esperar mecánicamente el regreso de los vínculos sociales.

• 4 Cf Hugo ASSMANN, "A idolatria do mercado", São Paulo 1989. Del mismo "Economía y teología", en "Conceptos fundamentales del cristianismo", Madrid 1993.

• 5 "Entregar al pecador a sus deseos" es, según la Biblia, la manera como Dios castiga el pecado. Cf, Is 64, 6 y Rom 1, 26-28.

• 6 Para que no parezca que exagero véase lo que escribe sobre la lógica del mercado hombre tan poco sospechoso como Max Weber: "Cuando el mercado se abandona a su propia legalidad no repara más que en la cosa, no en la persona, no conoce ninguna obligación de fraternidad ni de piedad, ninguna de las relaciones humanas portadas por las comunidades de carácter personal. Todas ellas son obstáculos para el libre desarrollo de la mera comunidad de mercado... El mercado 'libre', esto es, el que no está sujeto a normas éticas, con su explotación de la constelación de intereses y de las situaciones de monopolio y su regateo, es considerado por toda ética como cosa abyecta entre hermanos" ("Economía y sociedad", México 1944, 494). En tiempos de Max Weber esa lógica aún tenía cierto contrapeso. Hoy creo que ya no, ni veo cómo podría contrapesarse. O con otras palabras: puede discutirse si es verdad aquello de Dostoievsky: "si Dios no existe todo está permitido". Lo que me parece innegable es que si sólo existe el mercado, todo está permitido. Y revelar que hacia ahí nos encaminamos sería el significado de la crisis actual.

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Fundamentalismo Económico

Jung Mo Sung  ( Teólogo Brasileño).
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1. Fundamentalismo religioso



El término "fundamentalismo", como se sabe, deriva de 12 opúsculos titulados The Fundamentals, publicados en Estados Unidos entre 1910 y 1915. Esto es, se refiere a un movimiento en el interior del cristianismo que da una vital importancia a la infalibilidad de la Biblia, mantiene una fuerte hostilidad contra la teología moderna, métodos, resultados e implicaciones del estudio crítico moderno de la Biblia, y está completamente seguro de que los que no participan de su punto de vista religioso no son verdaderamente cristianos. Podemos decir que es un movimiento anti-moderno, que busca mantener a toda costa la certeza de la cosmovisión premoderna que está siendo profundamente cuestionada por los descubrimientos de las ciencias modernas y por la propia dinámica de la historia.



Esa característica central de reacción antimodernista sirvió para que el término fundamentalismo también fuese utilizado por otros grupos religiosos no cristianos, como el islam y el judaísmo. La pregunta que se levanta es: ¿se puede usar ese concepto proveniente del campo religioso también en los debates sobre teorías o ideologías económicas modernas?



Independientemente de la respuesta, podemos constatar el uso de conceptos como "dogma" y "fundamentalismo", por parte de diversos economistas y sociólogos, al referirse a diversas cuestiones de la teoría económica, en particular al neoliberalismo. Atilio Boron, por ejemplo, es uno de los que utiliza el concepto de "fundamentalistas" para referirse a los defensores del llamado Consenso de Washington [1]. Es claro que el uso de este concepto en el campo de las teorías económicas presupone una adaptación. No se refiere ya a la infalibilidad de la Biblia, sino a una racionalidad cuyos dogmas fundamentalistas son inamovibles, inmunes a cualquier crítica teórica o empírica.



El uso ya frecuente de algunos conceptos provenientes de la teología (como dogma, fundamentalismo, sacrificios necesarios, etc.) suscita otra cuestión: ¿es un simple uso analógico, mientras no se dispone de conceptos más precisos y propios de la economía, o es un indicio o revelación de la existencia real de cuestiones teológico-religiosas en el interior de la economía?




2. Neoliberalismo y fundamentalismo



Para responder a estas preguntas, es preciso, antes de nada, que veamos algunas cuestiones en torno a las ciencias modernas.



En la modernidad se creó el mito de que la ciencia, en oposición a la teología/religión/mitos, es un conocimiento éticamente neutro, apoyado en pruebas empíricas y sometido a métodos racionales objetivamente controlables. En este sentido, los economistas que hablan en nombre de la ciencia económica no podrían, por definición, ser fundamentalistas.



El moderno "mito de la ciencia" pasó a ser el manto legitimador de todas las propuestas económicas, en especial las impuestas a los países del Tercer Mundo y también a los sectores más pobres de los países ricos. El famoso "ajuste estructural" patrocinado por el FMI y el Banco Mundial adquirió la respetabilidad de una verdad incuestionable, en nombre de su carácter científico y de la inexistencia de cualquier otra alternativa viable. Por eso es que los fracasos reales -sea en términos del crecimiento económico o en el agravamiento de los problemas sociales- no destruyen la confianza de aquellos que lo defienden. Ni incluso la crisis de México y de Argentina, anteriormente alabadas como ejemplos que debían seguir otros países; ni incluso el hecho de que los países que han crecido económicamente son justamente aquellos que no aplicaron el ajuste -por ejemplo, los "tigres asiáticos"-, destruyen su fe en la receta neoliberal.



Aquí tenemos una paradoja interesante: la convivencia de la "incuestionabilidad" con el "carácter científico". Cuando una tesis se torna incuestionable, deja de ser científica y pasa a ser un dogma. En este caso, un "dogma" en nombre de la "ciencia".



Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, al tratar del problema de la coordinación de actividades económicas en las sociedades complejas, dice:



"De hecho, una objeción importante levantada contra la economía libre consiste precisamente en el hecho de que ella desempeña esa tarea muy bien. Da a las personas lo que ellas quieren y no lo que un grupo particular piensa que deben querer. La falta de fe en la libertad como tal, subyace en la mayor parte de los argumentos contra el mercado libre" [2].



La argumentación de Friedman es: el libre mercado es la mejor forma de organizar la economía moderna porque garantiza la libertad del consumidor. Esa libertad de compra y venta, que "constituye una condición necesaria para la prosperidad y para la libertad [económica y política]"[3], es el fundamento de la propuesta neoliberal y, al mismo tiempo, un objeto de la fe. Para Friedman, y tantos otros que piensan como él, los críticos del capitalismo neoliberal pecan, no por incapacidad o falta de coherencia teórica, sino por falta de "fe" en la libertad del consumidor y del mercado.



Es claro que los críticos del sistema de libre mercado no creen en la capacidad milagrosa del mercado ("mano invisible"). Por eso lo critican. Friedman no usa un argumento racional, pero sí "dogmático", un argumento circular. Quien cree en la libertad de mercado cree que él soluciona los problemas económicos y, por eso, lo defiende. Quien lo critica está equivocado porque no cree en el poder de la libertad del mercado y, por eso, no consigue ver la superioridad del sistema de mercado en relación a todo y cualquier otro sistema.



Este tipo de raciocinio nos permite comprender, por ejemplo, la posición de la Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (FIESP), defendida en un documento-manifiesto. Criticando el problema de la pobreza, atraso tecnológico y la destrucción de la naturaleza, la FIESP propone el sistema libre de mercado como la única solución. Su diagnóstico es: estos problemas "existen porque el capitalismo entendido como un régimen de sobrevivencia de los capacitados a través de la libre concurrencia y de la igualdad de oportunidades, sin privilegios o excepciones, nunca existió entre nosotros" [4].



Para ellos, la causa de los problemas sociales o ecológicos de Brasil y de otros países no es el capitalismo, con su lógica de la exclusión y de la acumulación de la riqueza por encima de cualquier cosa, sino su ausencia. La solución para las crisis económicas y sociales, resultantes del ajuste estructural neoliberal (desreglamentación de la economía, liberalización y apertura del mercado, privatización desenfrenada y el desmantelamiento del Estado de bien estar social), exige, según ellos, más mercado y menos Estado. ¿Las crisis continúan? La respuesta es: todavía hace falta más mercado. No hay crítica teórica o empírica (las crisis económicas y sociales) que destruya la fe invariable en el sistema de mercado. Es lo que Franz Hinkelammert llamó "teología del mercado total": "el neoliberal cree de una manera verdaderamente religiosa que solamente 'más mercado' puede solucionar estos problemas" [5].



La fe es tanta que los neoliberales incluso eliminaron el concepto de "crisis" como una categoría económica. Como ellos creen que el mercado es autorregulado, no existen crisis, a lo más, desequilibrios temporales que se corrigen por sí mismos. Para ellos, como dice Suzanne Brunhoff, "las recesiones o crisis no son problemas, sino soluciones: forman parte de la recuperación del equilibrio de los mercados. Su costo en suspensión de pagos y desempleo es considerado como inevitable; es apenas el aspecto temporal del restablecimiento de las condiciones de recuperación" [6].



Si para los calvinistas estudiados por Weber el enriquecimiento era señal divina confirmatoria de la predestinación a la salvación, para "el dogma neoliberal, la producción de pobreza es señal de que se está caminando en el rumbo correcto. La pobreza y el sufrimiento de las masas tienen un significado prometedor: en realidad indican que 'las fuerzas del mercado' están moviéndose sin interferencias y la reestructuración económica procede tal cual se esperaba, una vez que el Estado se quedó a un lado y el 'instinto capitalista' se puso en marcha, libre de las reglamentaciones 'artificiales' caprichosamente establecidas durante décadas por gobiernos hostiles" [7].



Cuando las crisis económica y social dejan de ser categorías teóricas, la teoría económica se cierra herméticamente contra cualquier tentativa de crítica y revisión. Si existe crecimiento económico, el modelo se autojustifica. Si hay recesión y aumento de pobreza, el modelo se justifica diciendo que se está pasando por una fase de restablecimiento de las condiciones de recuperación, esto es, está transitándose por el camino de las reformas económicas "orientadas hacia el mercado". Frente a un dogmatismo así, frente a esta postura fundamentalista, no hay posibilidad de crítica. Lo que pasa en el mundo real no tiene importancia; nada hace cambiar de opinión a la certeza dogmática en el poder bienechor del libre mercado.



Como dice Hinkelammert, "esta inversión del mundo, en la que una institución pretendidamente perfecta [el mercado] sustituye por completo la realidad concreta para devorarla, explica la mística neoliberal de la negociación de cualquier alternativa, se busque ésta dentro de los límites del capitalismo, o no" [8].




3. Dogma del crecimiento económico



El énfasis dado por la crítica al dogmatismo del neoliberalismo no nos puede llevar al error de pensar que el fundamentalismo económico es un problema sólo del neoliberalismo. Es claro que el dogmatismo fundamental que enfrentamos es el del neoliberalismo, con su predicación del mercado total y del Estado mínimo. Pero, incluso entre aquellos que defienden la intervención del Estado en la economía, encontramos otro dogma más fundamental de la modernidad: la identificación del crecimiento económico con el bienestar social.



Fernando H. Cardoso, sociólogo y presidente de la República que se defiende de la acusación de haberse convertido en un neoliberal y reafirma su opción social-demócrata, escribió que 'el dilema Estado-Mercado es falso. El papel del Estado como agente regulador, debe ser cada vez más eficaz". Así, la proposición a la que debemos estar atentos es el papel del Estado en el mercado.



El problema es cómo aumentar la competitividad y cómo hacer más transparentes tanto las decisiones de las inversiones, como las que afectan al consumo y que, por eso, "el criterio de la competitividad, de la absorción de medios que permitan ganancias de productividad son la piedra de toque de políticas económicas que tengan por objeto aumentar el bienestar social de la población. Y ése es el deseo de la socialdemocracia. Ella reconoce que el esfuerzo del crecimiento económico es condición para el bienestar social" [9]. Los neoliberales reducen el papel del Estado a garantizar las libertades individuales y del mercado; los socialdemócratas y otros grupos defienden la intervención en el mercado bajo la condición y el pretexto de aumentar la competitividad y, con eso, producir el crecimiento económico.



Desde los economistas neoclásicos, se perdió en la economía el debate en torno al fin económico. La reproducción de la vida humana y de la naturaleza dejó de ser la finalidad de la economía para ser sustituido por una noción abstracta de "fin económico", identificado en la práctica con el crecimiento cuantitativo, acumulación del capital. Con eso, se dio la identificación del crecimiento económico -medido en PIB- y la acumulación del capital con el bienestar social. Así, la teoría económica quedó reducida al debate en torno al mejor aprovechamiento de los recursos escasos asegurando el fin económico, esto es, la acumulación del capital.



En la identificación no existe diferencia cualitativa entre la fabricación de armamentos para la "guerra de las estrellas" y la producción de alimentos y la mejora de la salud pública. El criterio para escoger es meramente cuantitativo, el aumento de la competitividad y del PIB. En ese caso la elección recae, con certeza, sobre los armamentos.



Se perdió la diferencia entre la economía considerada como la administración del oikos (casa) y la economía vista como el arte de acumular riqueza. La diferencia entre una economía orientada a garantizar una vida digna para todos superando la pobreza y preservando la naturaleza, y otra que busca por encima de todo la acumulación de riqueza. Si no introducimos esa diferencia, nuestras críticas contra el fundamentalismo neoliberal quedarán prisioneras de otro dogma más fundamental: el que identifica la acumulación de riqueza con el bienestar social.




4. Teología y fundamentalismo económico



Después de haber analizado el fundamentalismo económico dominante hoy, queremos volver a una pregunta formulada la principio: ¿la aplicación del concepto "fundamentalismo" al campo de la economía es un caso de analogía provisional o es un uso estricto del concepto? Esto es, ¿las teoría económicas llevan consigo, subyacentes a su discurso técnico, presupuestos teológicos?



Esta pregunta es importante en la discusión sobre el modo de combatir el fundamentalismo neoliberal. Si ese fundamentalismo es sólo en un sentido analógico, la crítica no debe tomar en cuenta todas las cuentiones contenidas en el campo religioso. Pero si estamos ante un caso realmente religioso, esto es, si el neoliberalismo relamente se convirtió en una religión económica, nuestras críticas se deben adecuar a esa realidad.



El espacio de este artículo no permite mayores reflexiones sobre ese tema específico. Además de remitir a una considerable bibliografía ya producida por algunos teólogos de la liberación [10], quiero citar aquí algunos economistas que notaron la presencia de presupuestos teológicos en las teorías económicas.



Para entender mejor esa cuestión, necesitamos recordar que la ciencia económica tiene varios niveles. El más visible y conocido es el nivel de la operatividad económica. Pero ella posee también implícitamente una filosofía y, por tanto, una ética [11]. Además, existen también presupuestos teológicos [12]. Eso porque todas las ciencias y teorías se construyen a partir de algunos presupuestos que no pueden comprobarse y que en la mayoría de los casos, por no decir que en todos, están fundadas sobre un mito y/o componen el propio mito del fundador.



Respecto a esto, Celso Furtado dice que "los mitos han ejercido una innegable influencia en la mente de los hombres que se empeñan en comprender la realidad social (...). Los científicos sociales han buscado siempre apoyo en algún postulado enraizado en un sistema de valores que raramente llegan a explicar. El mito congrega un conjunto de hipótesis que no pueden ser comprobadas (...). La función principal del mito es orientar, en un plano intuitivo, la construcción de aquello que Schumpeter llamó visión del proceso social, sin la cual el trabajo analítico no tendría ningún sentido" [13].



Por eso, Joan Robinson, hablando del problema moral en la economía y en la sociedad, dice: "El problema moral es un conflicto que no puede ser nunca resuelto. La vida social presentará siempre a la humanidad una elección de males. Ninguna solución metafísica que se pueda formular parecerá satisfactoria para siempre. Las soluciones presentadas por los economistas no son menos ilusorias que las de los teólogos a quienes ellos sustituirán" [14].



Cristovan Buarque, por su parte, dice que la ciencia económica "formuló un marco teórico que se encuentra más cerca de una teología del proceso productivo. Como toda teología, la economía fue construida sobre dogmas que forman sus premisas básicas" [15]. Y J. K. Galbraith, un o de los economistas más importantes del siglo, que llama a la ideología liberal la "teología del laissez-faire", dice que la defensa del neoliberalismo hoy se hace apoyada en "fundamentos teológicos más profundos. Así como es preciso tener fe en Dios, es preciso tener fe en el sistema; en cierto sentido, ambos son idénticos" [16].



Si estos economistas tienen razón, y parecen tenerla, necesitamos desenmascarar la teología implícita en el fundamentalismo económico que nortea el actual orden económico internacional, que está siendo implantada a partir de la globalización de la caída del bloque socialista y de la revolución tecnológica y de gestión. Necesitamos poner al desnudo la teología que mueve ese orden y que, por causa de su base religiosa, fascina a las personas a pesar de su irracionalismo y de su impiedad.



La importancia de desvelar y criticar esa teología implícita o, como dice Hugo Assmann, "teología endógena", del sistema de mercado, queda más claro si tenemos en cuenta dos cosas. Primero: quien practica el mal en nombre de algún dios perverso (ídolo), o de una devoción religiosa, posee una conciencia tranquila (cf. Sl 73,12) y, por eso, su mal no conoce límites. Eso porque los sacrificios (sufrimientos y muertes) impuestos sobre los "pequeños" no se ven como mal, sino como obra salvífica.



Segundo, en la medida en que el sistema capitalista produce una "religión económica", consigue fascinar a las personas con sus promesas y exigencias de sacrificios. Un pueblo fascinado por el "aroma religioso" capitalista lucha para entrar en el "santuario" del mercado, pero no para construir una sociedad más fraterna, justa y humana. Lo que en términos macroeconómicos significa la conjunción del mercado con control e intervención estatal y social proponiéndole metas sociales inaplazables e imprescindibles.



Esta crítica teológica del fundamentalismo económico del neoliberalismo -en diálogo con otras ramas del saber- es una tarea fundamental en la lucha por la vida digna de todos los seres humanos. Una tarea que los teólogos y cristianos deben asumir con valor, firmeza y creatividad para que el cristianismo mantenga fidelidad a sus orígenes y no pierda su influencia social e histórica en nuestros días.


Jung Mo Sung
jungmosung@cidadanet.org.br

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NOTAS:
[1] Borón, Atilio, "A sociedade civil depois do dilúvio neoliberal", en Sader, Emir & Gentili, Pablo (orgs.) Pós-neoliberalismo: as políticas sociais e o Estado Democrático, Paz e Terra, Río de Janeiro 1995, p. 90.
[2] Friedman, Milton, Capitalismo e liberdade, Nova Cultura, São Paulo 1985, 2ª. Ed., p. 23.
[3] Friedman, Milton y Rose, Liberdade de escolher, Record, Rio de Janeiro, sin fecha, 2ª ed., p. 25.
[4] FIESP, "Livres para crescer: proposta para um Brasil Moderno", Cultura Ed. Associados, São Paulo 1990, p. 236.
[5] Hinkelammert, F., Democracia y totalitarismo, DEI, S. José (Costa Rica) 1978, p. 189.
[6] Brunhoff, Suzzane de, A hora do mercado: crítica do liberalismo, Ed. Unesp, São Paulo 1991, p. 34.
[7] Boron, A., op. cit., p. 103.
[8] Hinkelammert, Franz, El cautiverio de la utopía: las utopía conservadoras de capitalismo actual, el neoliberalismo y la dialéctica de las alternativas, "Pasos" 50(nov.dez/93), San José (Costa Rica), DEI, p. 3.
[9] Cardoso, Fernando Henrique, Social-democracia é a alternativa viavel, "O Estado de São Paulo", p. D3.
[10] Por ejemplo, Hugo Assmann, Franz Hinkelammert, Julio de Santa Ana, Enrique Dussel, Raúl Vidales, Jung Mo Sung y otros.
[11] Sobre esta cuestión, ver por ej. Joan Robinson, Filosofia econômica, Zahar, Rio de Janeiro 1979, y Manfredo A. Oliveira, Etica e Economia, Atica, São Paulo 1995.
[12] Ver por ejemplo, Jung Mo Sung, Teologia e Economia: repensando a Teologia da Libertação e utopias, Vozes, Petrópolis 1995, 2ª ed. Y Assmann, H. y Hinkelammert, Idolatría do mercado: ensaio do economia e teologia, Vozes, Petrópolis 1989.
[13] Furtado, Celso, O mito do desenvolvimento econômico, Paz e terra, Río de Janeiro 1974, p. 15.
[14] Robinson, Joan, Filosofia econômica, Zahar Río de Janeiro 1979, p.120.
[15] Buarque, Cristovão, A desordem do progreso, Paz e Terra São Paulo 1991, p. 86.
[16] Galbraith, Hohn Kenneth, A cultura do contentamento, Ploneira, São Paulo 1992, p. 53.
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The four deficiencies of the market Versión en Inglés por Ediciones Sinarka

The four deficiencies of the market  

Cultural reflection on the economic crisis  

José Ignacio González Faus  

The agents of the public thing are obsessed to say that we are already leaving the crisis or at least that we are already playing bottom and soon we will begin to leave her." It is enough any positive fact in the economic marejada, any figure better than that of the previous month as for creation of wealth or reduction of inflations or déficits, so that I/we are announced the beginning of the take off.

And if was not this way the things? And if it was reasonable to put at stake that philosophy of the suspicion of which we have had exceptional teachers?

Indeed: it seems legitimate the fear that those small positive economic data are not more than san veranillos Martin" that usually come after colder days that them, but they don't mean that we are already arriving to the heat." Their good climate is part of the relentless march toward the cold winter. Doesn't it happen the same thing with some serious sick persons -for cancerous example - that little before dying they seem to improve and to overcome their process, waking up some bankrupt illusions?

Fenomenología of the crisis

 

The current crisis is pluridimensional: it is given in the economy, but also in the culture (step of modernity to postmodernidad), in the politics (the insufficient and threatened democracy) and in the religious field (fundamentalisms and atony of the traditional churches). It is also a world crisis although it is only for the unit every time bigger than the planet... He/she has made it some to qualify her like a cultural mutation and they compare it to the biggest two changes that are known in the human history: the end of the neolithic one, or the great mutation that takes place toward the century SAW before Christ, in what Jaspers calls the time axis" (time in that the big ones coincide tragic Greek, the big prophets from Israel, the Buddhism, Zaratrusta..).

 

It is impossible to embrace a global crisis from inside her. He/she only wanted to make a suggestion from their more economic aspect. She would allow us to speak of cultural crisis of the market." The market has invaded the whole economy, it stops then, from her, to also invade all the fields of the existence; the culture, the politics and the same religion. And the things cannot go this way.

 

The first detail onlooker is that the language of the crisis has come being incubated starting from the process of liquidation of the countries of the East: the speech of victory of the capitalism that is the first one that appears, hard very little in spite of the euphoria; and he/she opens the way callously to a language of economic crisis." What would it happen if we take this fact as work hypothesis?

 

It would happen that the fall of the This would have been good to put of relief the western illness. The victory would have been very pírrica, and the winner (like in the old melodramas) he/she would have had to be interned when finishing the combat, to die soon after that the rival to who conquered. To the fall of the real socialism it would follow the crumbling of the real capitalism. When staying owner and Mister it would have been begun to manifest the decadence of the market. It is as if the wickedness of the This had worked as a " drug " against another drug: when finishing the Metadona, the heroinómano doesn't triumph but rather it finishes being shown just as it is.

 

The illness of the market

 

Before speaking of decadence of the market it would be necessary to rescue and to put of relief the valid element that the market contains: the possibility of a reasonable and beneficial agreement for both parts, obtained by the free consent among two o'clock. But perhaps it happens with the market the same thing that with Newton mechanics: it seems evident and unbeatable, until Einstein puts of relief that only has validity in some small dimensions and he/she stops to work as the speed of the system comes closer to the speed of the light (then it will be necessary to appeal to the quantum mechanics and the theory of the relativity). Allegorizing the example would have to say that the globalization of the world, their conversion in planetary village", it is equal to that to come closer to the speed of the light or to overcome the limits of the own dimensions. Then he/she stops to work the market, he/she hardens, and it puts of relief their four big " Deficiencies ". And I call this way them because all begin with " d ": the market no longer Detects, neither fewer Distribute. On the contrary it Squanders and it Degrades. Let us see quickly the one enunciated of this quadruple Deficiency.

 

 

 

1 - the market detects bad.

 

He/she doesn't discover the basic necessities but the refined whims. At world levels, he/she doesn't assist to the demand of most but to the possibilities of the minority. Marx had already perceived this danger when he/she wrote that if, in a country, there are a thousand people without footwear but that they cannot be paid it, those a thousand people don't simply exist" for the market. In the big dimensions, the offer law and it demands he/she becomes an offer law to the demand, that which is a very different thing. For that reason it is necessary to agree with to Jesus Albarracín when he/she writes that the main characteristic of the market economy is that its main objective is not to produce goods and services to satisfy the human necessities, but mercanías to be sold and to obtain a beneficio"1. From an optics (it doesn't already christen but simply) human that sustains that the primary rights of the poor are more sacred than the rights (secondary or third) of the powerful ones, there is a serious deficiency that is not only ethics, here but rather it finishes being also economic.

 

 

 

2 - the market distributes worse.

 

This is already another characteristic recognized by the most reasonable defenders in the market economy who usually argue more or less this way: we don't have another mechanism better than the market to regulate the complex process of the production; but it is necessary to recognize that the market distributes very bad; for that reason it becomes necessary the intervention of another factor that imposes corrections to that failure (the State that collects imposed doesn't only stop public works or military expenses, but mainly to redistribute: for social benefits to the less favored ones"). The call social economy of market is born this way.

 

 

My impression is that, with the mundialización of the economy, it is no longer possible (or it will be it less and less) to impose those corrections to the market. The conservative critics to the State of the well-being reveal this same although they formulate it in an invalid and irritating way. The fact is that every time the States has less means to make that redistribution that the market neither ago. Because the economic power is stronger than the political one and anything democratized is not: he/she goes staying in hands of the multinationals that are another version of the central planning and that they can impose its will to any political power, because they will leave to another place if a State becomes touchy with humanity's stories and justice. To the States it will only be them what has just announced the sr. J. Llorens, new president of SEAT: to give lashes and to ask for forgiveness for the lashes that he/she plays them to give.

 

The competitiveness that is said claims the market it is more and more difficult if one wants a distribution it doesn't already joust but simply not insulting of the wealth: because every time they will go appearing more " dragons ", (of the East or of where it is) that they will have learned our lesson and they will apply the same procedures with those that in the past West was developed, putting under an obligation to return to the social situation of the XIX one, so punishes of losing all competitiveness. For that reason, to seek that when we leave the economic crisis we will return to the State of the well-being", I find frank or liar: as soon as we try to return to the State of the well-being we will return to the economic crisis. And it is not irrational the fear that, in the coming years, we will attend a progressive desmantelación of all the conquests of the labor class in the two last centuries, as only form of not being swept of the commercial map.

 

That process has maybe begun already: until very recently, the work was seen by a lot of people like one of the most important fields in the man's exploitation for the man. In these moments to have work (under conditions many very inferior times to those of few years ago) it is looked as an almost unjust privilege, or like an almost blessed goal. At world level, to have work is it that more it cares: it no longer cares in what conditions. That the wage is a magnitude ethical, and not merely economic irrenunciablemente, because it affects people and not to goods (like he/she tried to underline the social doctrine of the Church, although then the Church was the first one in not completing it), it is something that lacks sense: from the abstraction of a global market people are not come but variable capital or salary mass." Does something fit more impersonal than a mass? Of here to the return to the slavery like form of survival, don't maybe have more than a step.

 

3 - the market squanders.

 

This point has certain novelty, and it has been very studied by the school of economists of Harvard (or radical school") arisen at the end of the sixty and of the one that, among other, they exist in Castilian two holding very significant: The economy of the waste and After the economy of the despilfarro"2. The waste on the side of the offer that transforms the supposed invisible hand of the bucolic visions of the market into a realísimo iron fist." For valid and stimulants that can seem the critics of these authors, that that more it discourages it is the solution that you/they propose and that it is summarized in democratizing the economy." An elementary realism teaches that the democracy in economy is so far today (at least!) as it could be the political democracy in times of XIV Luis.

 

And to give an example easy of that waste of the offer" (that won't surely be the most important but yes it is of the most visible) we think a moment of the world of the propaganda.

The propaganda is today the biggest demand that it exists in the market: for that reason it is so expensive, and it takes to the market to an unknown degree of abstraction in its origins: the true demand is no longer that of goods but that in ways of placing them." I have written in another place that the marketing is exactly the death of the market. But now it is maybe better to get off the abstractions and to sum up in a trivial and almost amusing example, like they can be the detergents. At least it will be less painful than to analyze the arms waste, as last logical consequence of the overflowed competitiveness.

 

The housewives know that all the detergents wash more or less equally. They also know it the ladies that appear in the tele to tell us that the detergent that they announce (and for the one that you/they get paid) he/she washes better than all the other ones. Why because the announcement, if it is so expensive, besides so false and logically so useless? Because because, in the current situation, it is no longer to improve the product, but of improving the impact", even although that improvement urges sobremanera the product. The consumer difficultly will know how to do without of him; and this way everybody lives above his possibilities, and it feels that he lives below his aspirations.

 

The propaganda becomes this way in kind of a god that claims much more than chalices of gold and marble altars. In wages and sure you can save, but in publicity it is impossible. The television realizadores will be able to attempt interesting programs of debate, and of a respectable level. He/she gives the same thing: the adoration with which they undergo the cuts of the publicity", even interrupting the dialogue in the most serious moments and without they leave them for it the colors to the face, it transforms all the political or cultural seriousness that you/they could seek their programs, into pure compassionate hypocrisy. Even now that Fellini has died they will happen to us some of its brilliant works as homage of love to the art and the teacher: but that love will undergo several times the coitus interruptus of the publicity. Who sends it is the publicity"; and he/she also has it an absolute logic: the televisions subsist this way. For that reason you leave them to go as crazy to the audience hunt (that seem true street prostitutes being disputed the client), to be able to urge their announcements; and for they will lower it the quality of the program all that it is necessary: because to lose audience means to lose publicity...

 

 

 

It is the consumer so, when buying a frank detergent or a colony like all, he/she pays kind of a masked indirect tax. And they are still very distant in the historical horizon, the times in that the citizen's democratic conscience takes him to do without of all the programs in that announcements appear and of the products that are announced in inconvenient moments. The citizens have that power but or they don't know it, or they don't want to use it. Some day in that you/they decide to make it maybe arrive but, at the moment, still lack a lot of time to arrive there. Or maybe it is that, as well as we have said that the marketing was the death of the market, the consumer he/she can be the citizen's murderer.

And this takes us to the last point: the fourth " d " is that:

 

4 - the market degrades.

 

When becoming global system that has been left a region of the life to configure the entirety of the human coexistence, the market it degrades (that is to say: it transforms into " merchandise ") many human activities that have too much dignity like to be sale and purchase object. The first of them is the force of the man's work. It is not that this is new: the oldest occupation in the world consists on converting something as sacred as the sexual intimacy as regards market; subject to the offer law and it demands. And the biggest sin" (according to some old saints) it was to transform into merchandise the human being religious possibilities: the simonía. The labor relationship becomes in the capitalism kind of a prostitution or of simonía: for that reason all its grace is in obtaining what cannot pay you"; in obtaining the maximum paying the minimum.

 

Starting from here, the market relationship becomes the only human relationship that exists. The information stops to be an indispensable right to exercise the democracy, and it becomes a merchandise: we are informed of what gives money", not of what we need to know to decide. The democracy is degraded in an authentic marketing of votes, and the electoral speeches are the type of more similar language to the television announcements. Pietro Barcellona has analyzed that degradation of all the human relationships well in market relationships, logical fruit of the conversion of the market in sistema3. The old believing exclamation of Bernanos or Teresa of Lisieux: everything is Grace", it is substituted now by the everything it is Bought." And we arrive this way to the theological slope of the topic that you/they have already approached other autores4.

 

As conclusion...

 

It maybe is not worthwhile to continue. The conclusion could be that the crisis is not merely crisis, but illness, and burden. When being left the system without counterbalance, without enemy and without threat, it is abandoned to their own lógica5. And that logic takes to stay in perpetual economic crisis", until reinstauremos the slavery and the work of the children that are it more according to the nature of the system, and without which this will be forced in exceso6.

 

Under these conditions, to take as mere crisis what is maybe a serious illness will be equal to take to the psychologist or the priest to a suffered boy of cancer or of tuberculosis, thinking that their bad aspect is only owed to the crisis of the puberty. For that reason in fact it is happening that, although many diagnose a simple crisis, nobody knows how to leave her: because we are not maybe in one of the human being typical crises of growth, but before the announcement of a possible end. The crisis would reveal that capitalism and State of the well-being are incompatible: during some time they didn't seem him because the fear to the communism made that the wolf was presented with sheep skin. Fallen that, the capitalism reveals its true dynamics: that of an economic " apartheid " that believes a State of uneasiness with superlujo islands.

 

The most optimistic are entitled to think that that revelation will imply the death of the capitalism and the end of the market economy (which is something very different from an economy with market). What I don't know is if, in this case, there is another better life after the death....

 

Notes:

 

• 1 Cf The market economy", Madrid 1991, p 19.

• 2 Both in Editorial Alliance and both of the central tripleta of this school (Samuel Bowles, David Gordon and Thomas Weisskopf). Bowles is also joint author (next to Richar Edwards) of an Introdución to the economy that was titled in English, significantly, Understanding capitalism."

• 3 Cf Postmodernidad and community", Madrid 1992. Although in my opinion the author, after his lucid analyses, is taken out of the sleeve a deus former final machina, to allow us to wait the return of the social bonds mechanically.

• 4 Cf Hugo ASSMANN, TO idolatry bought do", São Paulo 1989. Of the same Economy and theology", in fundamental Concepts of the Christianity", Madrid 1993.

• 5 to Give to the sinner to their desires is, according to the Bible, the way like God punishes the sin. Cf, Is 64, 6 and Rom 1, 26-28.

• 6 so that it doesn't seem that I exaggerate sees you what writes on the logic of the market man so not very suspicious as Max Weber: When the market gives way to its own legality it doesn't repair more than in the thing, not in the person, he/she doesn't know any obligation of fraternity neither of pity, none of the human relationships behaved by the communities of personal character. All they are obstacles for the free development of the mere market community... The market ' libre', this is, the one that is not subject to ethical norms, with their exploitation of the constellation of interests and of the monopoly situations and their bargaining, it is considered by all ethics as abject thing among siblings" (Economy and society", Mexico 1944, 494). In times of Max Weber that logic still had certain counterbalance. Today I believe that no longer, neither I see how it could be compensated. Or with other words: it can be discussed if it is true that of Dostoievsky: if God doesn't exist everything it is allowed." What I find undeniable it is that if the market only exists, everything is allowed. And to reveal that toward there we head it would be the meaning of the current crisis.

 

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NATIONAL MOVEMENT SINARQUISTA

CENTER OF ECONOMIC STUDIES.

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Seguir a Jesús bajo el imperio neoliberal

[
1. El «imperio neoliberal» [Ver]

1.1. La situación actual América Latina.

No pretendiendo siquiera hacer aquí -por motivos de extensión- una descripción de la situación actual de América Latina «bajo el imperio neoliberal», vamos a enumerar simplemente los elementos de que debería constar una tal descripción. Para nuesro propósito nos basta evocarlos.

Deberíamos hablar en primer lugar de las cifras mismas de la pobreza, hoy más altas que nunca. Mil millones de personas viven en el mundo con un dólar diario1 . Y en América Latina (AL) concretamente crece el número de pobres: en 1985 eran 152 millones (el 41% de la población) y en 1990 eran ya 196 millones (el 46%)2 . La década de los 80 fue una década perdida3 para A.L., aunque fue más más perdida para unos que para otros4 .

Deberíamos referirnos también no sólo a los pobres, sino a los nuevos pobres: la crisis económica y sobre todo los ajustes estructurales arrastraron hacia la pobreza importantes contingentes de capas medias5 . Estos nuevos pobres no son un problema exclusivo del tercer mundo6 . Las cifras de la pobreza han aumentado en todo el planeta7 .

La desigualdad es una de las dimensiones más llamativas: la famosa "copa de champán" que popularizó el informe del PNUD de 1994 la ejemplifica de un modo emblemático. Concretamente, América Latina tiene la peor desigualdad del mundo8 , con Brasil9 y México10 a la cabeza.

Esta desigualdad es además una desigualdad creciente11 . Incluso en los países con prosperidad12 . Esa «brecha entre países pobres y países ricos» se acrecienta con mecanismos como el de la deuda externa13 , nuevo neocolonialismo que nos hace pagar una deuda que no contrajeron nuestros pueblos, que ya hemos más que pagado, y que se paga recortando la salud, la educación y bienestar del pueblo.

Una nueva palabra hace fortuna para caracterizar la actual situación: la exclusión. Estamos en la mayor crisis de desempleo desde los años 3014 . El neoliberalismo piensa que una buena parte de la sociedad humana actual sencillamente sobra15 , y se confiesa incapaz de servir a más del 15% de la humanidad. El modo de vida de este 15% privilegiado no es generalizable al conjunto de la sociedad: el planeta no aguataría.

Por su parte el capital financiero internacional ha vivido en los últimos años un fortalecimiento y consolidación planetario, la mundialización16 , nunca antes vivido en la historia. Sus órganos económicos internacionales gobiernan ya de facto el mundo dictando las políticas que han de adoptar los países pobres (que ya no son realmenete soberanos), dirigiendo sus economías con los «ajustes estructurales». Los organismos mundiales (ONU, FMI, BM_), que siguen teniendo estructuras no democráticas, sugieren un gobierno mundial17 .

1.2. El «proyecto neoliberal»: su filosofía Destras de esta situación hay un proyecto: el neoliberalismo.


El «neo»-liberalismo constituye una versión renovada y ampliada de sus principios filosóficos clásicos, sólo que esta vez sin dulcificar su rostro inhumano, como cuando era necesario hacerlo por la presencia del socialismo contrincante. Ahora puede presentarse sin temor el capitalismo «puro y duro».

Se glorifica el «propio interés» como motor supremo de la actividad económica: «los egoísmos individuales tienden inevitablemente a la armonía de la autorregulación, de forma que el egoísmo es la mejor contribución que el ser humano puede dar a la actividad económica de su sociedad». Se difunde la glorificación de las virtudes del sistema: libertad, realismo, eficacia, calidad, competitividad, superación de las distorsiones de la economía, promesa del "efecto cascada"_ Frente a todo ello entran en crisis las ciencias sociales y los análisis clásicos de los mecanismos de explotación.

Mercado total: un mercado supuestamente libre, dirigido por una «mano invisible» que todo lo autorregula y armoniza. Todo debe supeditarse al dios mercado18 . Con la igualdad de condiciones del mercado libre, se salvarán los más competentes; quedarán excluidos los incompetentes... Pero ni aun por ellos deberá velar el Estado, que debe reducirse a su mínima expresión y dejar de ser el «estado de bienestar». Igualmente, en aras de la competitividad y de la rentabilidad del capital, han de ser destruidas las ventajas laborales conquistadas en los últimos siglos...

La sociedad se «reajusta» en función de los intereses del capital financiero internacional, que se crece y se concentra: «Islas de la opulencia», «Cultura de la satisfacción», dirá Galbraith. Es la «avalancha del capital contra el trabajo», la «revolución de la derecha» y de los poderosos.

1.3. La nueva hora psicológica del pueblo

Hay que referirse tambien a lo no cuantificable: lo psicológico-espiritual.

Hoy ya no se puede hablar con objetividad sólo de «la irrupción de los pobres» como en las décadas pasadas19 ; hoy hay que hablar también del retroceso de los pobres; hay que hablar del proceso de liberación y del proceso de nueva dominación, tanto de la concientización popular como de un proceso de alienación, tanto de la organización popular como de la dimisión y desmovilización, tanto del acercamiento de militantes no cristianos a la Iglesia como de la deserción de la Iglesia de los militantes cristianos... La realidad es, por lo menos, compleja y ambivalente.

Estamos en una hora de euforia de la derecha por la hegemonía cultural que el neoliberalismo ejerce sobre unos medios de comunicación que efectivamente están en su mano20 . Se habla del ocaso de las ideologías y del fin de la historia (Fukuyama). Hasta en una cierta teología se registra una euforia neoconservadora, que llega a identificar al Siervo de Yavé con la empresa multinacional moderna21 .

Un poco por todo el Continente hemos asistido en estos años a un desmoronamiento de las organizaciones populares y a un proceso de indefensión del sujeto popular. Desencanto, depresión, desmovilización, concentración en la lucha por la supervivencia... ¿Es el pueblo el sujeto histórico?22 ¿Será por lo menos un sujeto histórico? Muchos que anteriormente lo afirmaron, ahora lo dudan...

Se registra también por el continente lo que en otra ocasión he llamado un «posmodernismo a lo latinoamericano»23 : aunque por otros motivos que en Europa, también aquí muchos prefieren ahora un pensamiento débil, sin grandes relatos, sin utopías ni proyectos históricos, con la oferta del refugio en el fragmento del vivir (o sobrevivir) hoy como máxima meta. Se puede afirmar que ciertos sectores populares latinoamericanos atraviesan una hora psicológica cuya clasificación nosográfica sería, sin duda, una depresión psicológica colectiva24 .

En el campo de acción de las Iglesias se registra también con una cierta frecuencia una pastoral que se centra en y a veces se limita a los microproyectos de acompañamiento al pueblo en su lucha por la sobrevivencia, abandonando -en esta situación de sobrevivencia- la proyección hacia acciones más estructurales... y centrándose en temas más al gusto de esta hora difícil (interioridad, métodos de oración, autoestima, manejo de los sentimientos...). Algunos teólogos de la liberación guardan silencio, o podan sus temas más poléminos, y entre los religiosos -otrora paladines de la profecía- algunos dicen que ésta es hora de silencio y de sabiduría.

Hay esperanza, y mucha, pero se trata de una esperanza que brota conscientemente en un difícil contexto, conocido con realismo y asumido con madurez25 .

2. El proyecto neoliberal a la luz de Jesús [Juzgar]

2.1. Radiografía ético-teológica de la situación actual del mundo

A pesar de las dudas de los vacilantes, para nostros no cabe duda: una situación como la que acabamos de evocar es una situación éticamente injusta y religiosamente pecaminosa. La situación actual de la pobreza -calificada como «inhumana»26 , como «antievangélica»27 , y como «el más devastador y humillante flagelo que vive el Continente»28 -, es una «situación de permanente violación de la dignidad de las personas»29 ,una situación de violencia30 , de «violencia institucionalizada»31 , producida por las "fuerzas que inspiradas en el lucro sin freno, conducen a la dictadura económica y al 'imperialismo internacional del dinero' condenado por Pío XI y Pablo VI"32 , por "estructuras de pecado" de las que habla Juan Pablo II33 .

Se escucha -también hoy- un "sordo clamor que brota de millones de hombres, que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte"34 , "un clamor35 que sube al cielo, incontenible y amenazador"36 , todavía más grave que en aquellos años37 , sólo que ahora contenido por la falta de alternativas y el síndrome psicológico de depresión.

Una situación del mundo como la actual, caracterizada no sólo por la marginación sino por la creciente exclusión, contradice flagrantemente el primer principio de la clásica Doctrina Social de la Iglesia, que es el «destino universal de los bienes».

La gloria de Dios es que el ser humano viva (San Ireneo), y que el pobre viva (Mons. Romero). El sistema neoliberal excluye a los pobres y sacrifica la dignidad de la persona humana y la integridad de la ecología a las exigencias del mercado, reconocido como verdadero dios38 .

2.2. Juicio moral sobre el proyecto neoliberal que está tras esa situación

Nosotros no dudamos que el neoliberalismo es eficaz, ni siquiera que pudiera ser el sistema más eficaz de la historia para crear riqueza. Pero tampoco dudamos de que crea esa riqueza a base de aumentar tanto la pobreza como la brecha entre ricos y pobres.

Nosotros estamos por el desarrollo, pero por otro tipo de desarrollo. Queremos que se cree riqueza, pero no a ese precio de pobreza y exclusión de las mayorías. La vida de los pobres está por encima de las exigencias de la competitividad y del mercado. Un sistema que excluye como sobrantes a las mayorías será siempre inicuo.

No queremos las promesas del nunca realizado «efecto cascada»: queremos que se detenga la muerte de los pobres. No se puede comprar una hipotética prosperidad futura al precio de la vida de las mayorías presentes oprimidas.

No es verdad que «no hay otra salida»39 . No podemos admitir que ésta sea la solución económica a los problemas económicos; es la solución de los poderosos40 impuesta contra los intereses y la vida de los pobres.

La naturaleza y los méritos del capitalismo son independientes de la suerte del socialismo. Para nosotros es crónico el fracaso del capitalismo para resolver el problema de la pobreza y de la agresión a la naturaleza, problemas clásicos del capitalismo que se agravan día a día, más incluso ahora que la ausencia de contrincante le hace revelarse sin el disfraz de un rostro humano. Hablar de triunfo del capitalismo nos parece sólo posible como un sofisma que manipula el fracaso del socialismo.

El retorno al liberalismo y a sus principios filosóficos fundadores del reconocmiento del interés propio como motor único de la economía y del egoísmo individual como la mejor aportación que el ser humano puede hacer a la colectividad, retorno causado en parte por el fracaso de los intentos socializantes, no deja de ser un fracaso ético de la humanidad en sus intentos por superar una sociedad hecha de lucha de meros intereses individuales (homo homini lupus), por construir una sociedad donde la persona y su dignidad no sean objeto de mercado.

Para los que creemos en la capacidad utópica del ser humano, el fracaso del socialismo (aparte de otras precisiones que serían necesarias) no podría significar más que el fracaso de un concreto intento dentro de la milenaria historia de superación de la injusticia humana, historia protagonizada principalmente por los pobres y oprimidos. Un intento puede haber fracasado, como tantos otros anteriores; lo que no ha podido fracasar es el inagotable impulso utópico por superar un mundo estructurado en torno al egoísmo e individualismo, ni la capacidad humana de crear alternativas para acercar la utopía. Por el honor de Dios y por el honor de la humanidad, nos negamos a aceptar que la historia haya llegado a su final. Por nuestra esperanza cristiana, nos negamos a aceptar la «cultura de la desesperanza», la «teología de la inevitabilidad» que se nos quiere inculcar.

Quizá tenemos una «utopía sin modelo», pero la preferimos al «modelo sin utopía» del neoliberalismo.

2.3. Juicio profético sobre el neoliberalismo

Digamos lo mismo con palabras menos sistemáticas y más proféticas, de Pedro Casaldáliga:

«El neoliberalismo continúa siendo el capitalismo, el capitalismo transnacional llevado al extremo. El mundo convertido en mercado al servicio del capital hecho dios y razón de ser.

El neoliberalismo implica la desresponsabilizazión del Estado, que debería ser el agente representativo de la colectividad nacional y agente de servicios públicos.

El desresponsabilizar al Estado, de hecho se desresponsabiliza la sociedad. Deja de existir la sociedad y pasa a prevalecer lo privado, la competencia de los intereses privados.

La privatización no deja de ser el extremo de la propiedad privada que, de privada, pasa a ser privativa, y de privativa pasa a ser privadora de la vida de los otros y de las mayorías. La privatización es la privilegiación de una minoría que, ésa sí, merece vivir y vivir bien... Es doctrina de los teólogos del neoliberalismo: el 15% de la humanidad tiene derecho a vivir y a vivir bien; el resto es el resto... Al contrario de lo que dice la biblia, de que es el resto de Israel, resto de pobres, quien debe abrir caminos de vida y de esperanza para las mayorías.

El neoliberalismo es la marginación fría de la mayoría sobrante. O sea, salimos de la dominación hacia la exclusión. Estamos viviendo un «maltusianismo» social, que prohibe la vida de las mayorías.

El neoliberalismo es también la negación de la utopía y de toda posible alternativa. Es conocida la expresión de Fukuyama: el fin de la historia, el no va más de la historia.

En América Latina salimos de las dictaduras para caer en las «democraduras». Es bueno recordar la palabra lúcida de González Faus: así como el colectivismo dictatorial es la degeneración de la colectividad y la negación de la persona, el individualismo neoliberal es la degeneración de la persona y la negación de la comunidad.

Como Iglesia, como cristianos, delante de esta bestia fiera del neoliberalismo, es necesario que proclamemos y promovamos el servicio del Dios de la Vida.

Hoy, más que nunca, la Teología de la Liberación, la Pastoral de la Liberación y la Espiritualidad de la Liberación, proclaman, afirman y celebran y practican el Dios de la Vida. Se trata también de promover la responsabilidad y la corresponsabilidad de las personas y de las instituciones sociales y de la propia Iglesia, a todos los niveles. El mandamiento de Jesús vivido en la vida diaria, política e institucionalizada. La opción por los pobres, muy definida por las mayorías. Jesús mismo la formula diciendo: He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10).

El neoliberalismo causa más muertes que las dictaduras militares»

Por eso, Casaldáliga lamenta que «la Iglesia en el mundo entero no grite en forma unánime y contundente en contra del neoliberalismo»41 .

Y con la CNBB diremos: «La sociedad del capitalismo neoliberal promueve el materialismo, el consumismo, el individualismo, la competitividad. Con eso facilita la alienación y la corrupción en detrimento de la cooperación, del espíritu comunitario, de la solidaridad y del bien común. Sin alternativas viables, el capitalismo neoliberal impone su manea de pensar y actuar y genera en las personas la idea de que esa cultura es la única forma de vivir en este mundo»42 .

3. Seguir a Jesús bajo el proyecto neoliberal [Actuar]

3.0. Aclaración sobre el «seguimiento de Jesús»

En lo que sigue, vamos a hablar de «seguimiento de Jesús» en un sentido teológico o teologal más que canónico o institucional: seguir a Jesús es para nosotros «vivir y luchar por su Causa», y nos referimos expresamente al seguimiento «con radicalidad». Esta es la esencia teórica y la utopía de la «vida religiosa» (VR), pero lo es también del simple ser cristiano. Todo cristiano está llamado a «seguir a Jesús» y a hacerlo con «radicalidad», aunque no todos tengan que concretarlo en las formas institucionales canónicas de la «vida religiosa» reconocida como tal. No hay pues una identificación automática entre seguimiento de Jesús y VR. En ésta, «ni están todos los que son (todos los que siguen a Jesús), ni son todos los que están» (lamentablemente).

Por eso, lo que aquí vamos a decir se refiere a todo cristiano que quiera ser coherente con su vocación de seguimiento de Jesús y vivirlo «en radicalidad»; y por supuesto, se debe aplicar, a fortiori, a los religiosos, que dicen hacer profesión pública de ese seguimiento.

3.1. Seguir a Jesús en radicalidad

Vamos a proceder en nuestra reflexión en este punto muy gradualmente.
No nos queremos referir a ese «seguimiento de Jesús» como concepto etéreo, teologizado que no significa nada concreto y acaba situándose fuera de la historia. Nos referimos a un seguimiento real, concreto, histórico43 . Seguir a Jesús es «hacer lo que él hizo»44 , perseguir la lucha por su Causa, proseguir su camino, habérselas ante la historia como se las hubo él, entrar en comunión de destino con él y -muy probablemente- cargar con consecuencias semejantes a las que le acarreó a él.

Seguir a Jesús exige entrar en la historia y tomar una actitud frente a la misma. Él fue una «persona con Causa», que se situó en la historia y se comprometio en ella, y que nos reveló que «tener Causa y luchar por ella» forma parte del ser humano porque también es una nota del ser de Dios45 . No tenemos otro camino para seguir a Jesús que el mismo que él recorrió: esta tierra y esta historia.

Seguir a Jesús, en el sentido fuerte de la expresión, exige tener una lectura histórico-escatológica de la realidad, como la suya. Una lectura cultualista del cristianismo, moralista, jurídica, idealista, intelectualista, eclesiocéntrica, sacralizada, espiritualista... no permite -en nuestra opinión- un seguimiento auténtico de Jesús, porque Jesús nunca fue por esos caminos; más aún, expresamente los rechazó, aunque con el transcurso de los siglos el cristianismo haya llegado a caer en las cosas a las que Jesús más se opuso en su vida46 ; pero hay que rescatar al Jesús real y hablar con veracidad de su seguimiento.

La Causa de Jesús -clave del seguimiento- es el Reino de Dios; y por eso, seguir a Jesús es empeñarse a vida o muerte (como él) por la Causa del Reino, que no es «otro» mundo, ni la Iglesia, ni es cielo, ni la salvación de las almas. Todos los que ponen (consciente o inconfesadamente) la Causa de su vida en otro mundo, en el cielo, en la salvación de las almas, o en la Iglesia, no están siguiendo auténticamente a Jesús, aunque puedan estar haciendo cosas muy loables o meritorias; Jesús nunca fue por esos caminos.

Jesús presentó el Reino como la utopía revelada por Dios para su construcción en la historia, y se entregó totalmente a esta Causa. Sólo sigue a Jesús quien concibe la vida como un don de sí mismo a Dios y al mundo en la tarea de tratar de acercar mutuamente la historia y el Reino. Seguir a Jesús y luchar por el Reino son equivalentes en este sentido.

Hacer esto «con radicalidad» es comprometerse en esa lucha existencial también con radicalidad: dando de un modo efectivo una primacía absoluta47 al Reino, poniéndolo realmente por encima de todo: por encima de los intereses personales, sociales, corporativos, eclesiásticos...

La Causa de Jesús, el Reino, es «Vida, Verdad, Justicia, Paz, Gracia, Amor» en este mismo mundo antes y después de la muerte. El Reino permanece siempre en una dimensión utópica, siempre inalcanzable, pero siempre generadora de dinamismos históricos, en su dirección. Por eso, si bien nunca será alcanzado y siempre juzgará la situación concreta de cada momento histórico, hay etapas de la historia en los que brilla con especial nitidez como denuncia al confrontarse con estructuraciones concretas de este mundo contrarias al Reino.

La hora actual, marcada «bajo el imperio neoliberal», con todo lo que el juicio ético-teológico y moral puede decir de ella48 , es uno de esos momentos. No es posible seguir a Jesús, luchar por su Causa y no sentirse enfrentado a una configuración del mundo que niega radical y estructuralmente la utopía de Dios para los humanos.

3.2. Seguir a Jesús en radicalidad bajo el imperio neoliberal

Reconociendo en primer lugar la diversidad de carismas, vocaciones y espiritualidades, y por tanto que no todos los cristianos deban afrontar proféticamente al neoliberalismo en la misma forma y con la misma intensidad, se puede afirmar sin embargo que, partiendo de los planteamientos del seguimiento de Jesús que acabamos de establecer, no es posible que un cristiano que quiera seguir a Jesús en radicalidad deje de afrontar proféticamente el proyecto neoliberal actual, en cuanto que es reconocidamente la causa estructural mayor de la grave situación que anteriormente hemos descrito y calificado como «éticamente injusta y religiosamente pecaminosa».

Pretender seguir a Jesús en esta hora y este contexto mundial sin decir ni hacer nada para superar y transformar la actual situación sería -cuando menos- una incoherencia o una falta de radicalidad. Sabiendo que las raíces («radicalidad») del mal están tanto en el corazón del ser humano como en las estructuras sociales de pecado49 , una vivencia cristiana que no integre en sus planteamientos su denuncia y superación sería por lo menos una vivencia mutilada del evangelio, y nunca podría ser propuesta como un modelo de seguimiento de Jesús en radicalidad.

Esta tesis no necesita mayor justificación teológica que la ya dada: simplemente vamos a desglosarla en unos principios mayores:

Concretamente, en esta hora del «imperio neoliberal», un seguidor -persona individual o comunidad- de Jesús que lo quiera ser en radicalidad debe:

-centrar su espiritualidad y concentrarse personalmente más y más en el Reino. Se trata de vivir un reinocentrismo50 real, superando y rechazando el eclesiocentrismo u otros varios «centrismos» que ponen de hecho lo absoluto de la vida cristiana en algo distinto del Reino. Se trata de volver al corazón del mensaje de Jesús, leído desde nuestro 3M: la justicia y el amor en la historia hacia su transcendencia. Toda dimensión eclesial o eclesiástica o ascética o cúltica o evangelizadora, deberá ser leída desde esta óptica central y radical del Reino.

-ello nos llevará afrontar el «drama mayor de nuestro tiempo», sobre todo en América Latina, el continente de mayores desigualdades. No estamos diciendo que ésta sea la única perspectiva, pues «no sólo de pan vive el hombre», ni lo socioeconómico es la única dimensión de la vida; ni tampoco afirmamos que sea la principal tarea para todas las vocaciones y carismas; pero sí afirmamos que, en fuerza misma de las palabras de Jesús que constituye a las víctimas de este sistema en nuestros jueces escatológicos (Mt 25, 31ss), todos los cristianos hemos de sentirnos interpelados por este «drama mayor» y constituirlo en objeto de nuestro compromiso humano y cristiano.

-deberemos ir a las raíces (radicalidad) tanto personales (el egoísmo individual es precisamente el fuste mayor de la filosofía neoliberal) como estructurales sistémicas (lo sociopolítico como ámbito de la macrocaridad), fieles a nuestra identidad espiritualidad latinoamericana: santidad política51 , contemplación en la liberación52... siguiendo a Jesús «que quita el pecado del mundo».

-deberemos superar toda actitud de posmodernismo como tentación de la hora cultural y psicológica que vivimos53 . El cristiano no puede ser posmoderno en el sentido fuerte de la palabra54 .

-no olvidar que el Reino, siendo siempre lo central, no es unidimensional, sino omnienglobante: la justicia se combina con la misericordia, lo racional con lo simbólico, la cruz con la pascua, la lucha con la fiesta.

Complementariamente podríamos señalar algunos otros aspectos:


Aceptar con sabiduría la pluralidad de situaciones sociales, eclesiales, psicológicas, culturales... Discernir la «hora psicológica y espiritual» en que está el pueblo al que desea servir. En un lugar habrá que reducirse a una atención sencilla y preevangelizadora ante una religiosidad popular muy primitiva; en otro habrá que empezar de nuevo una trabajo de concientización sociocrítica (a la vista del gran retroceso general); o quizá en algún lugar haya que limitarse a una presencia testimonial a la espera paciente de que pase esta hora difícil_ Todas pueden ser formas válidas de seguimiento radical.

Aceptar igualmente la apertura a otras lógicas y otras perspectivas que la de la justicia y de la transformación estructural histórica. Abrirse a todas las dimensiones y conjugarlas sabiamente. «La solidaridad con los pobres no es sólo solidaridad con sus ansias de justicia y de liberación de la pobreza, sino también con sus culturas y aspiraciones utópicas, con su religiosidad»55 .

Combinar lo local y lo mundial, la visión de conjunto y lo particular, la conversión personal y la transformación estructural56 .
Hasta ahora, la máxima que ya se había hecho clásica, afirmaba: «piensa mundialmente y actúa localmente». En un mundo en el que la mundialización ha alcanzado ya prácticamente todos los rincones del planeta, hay que reformularla: «piensa mundialmente y, actúa local-y-mundialmente». Ya no se puede pensar que la actuación de cara a lo mundial esté reservada a unos pocos especialmente capacitados. En la medida en que el neoliberalismo es, de hecho, ya un sistema mundializado, sin contrincante, en la medida en que asumanos nuestra responsabilidad como «ciudadanos del mundo», no tendremos derecho a no actuar en lo mundial. Con esto no nos referimos a una acción que haya de ser necesariamenete sociopolítica o económica de transformación estructural, pero sí a que esta dimensión esté presente en nuestro trabajo local y en un compromiso efectivo de cara a lo mundial.


Si «nuestro compromiso sociopolítico forma parte de nuestro seguimiento de Jesús» (Puebla), nuestro compromiso por renovar y cambiar el mundo teniendo en cuenta su perspectiva más amplia (mundialización) forma parte de nuestro seguimiento. Si esa mundialización hoy ha cristalizado en el sistema neoliberal como «el sistema del mundo», y si además ese sistema concreta hoy «el pecado del mundo» en su dimensión estructural, también nuestro compromiso sociopolítico de perspectiva mundializada forma parte necesariamente de nuestro seguimiento de Jesús, «el que quita el pecado del mundo». No hay justificación para mutilar de nuestro seguimiento ese compromiso.

No ser «menos astutos que los hijos de las tinieblas»: saber articularnos mundialmente aprovechando las ventajas que -a pesar de nuestra escasez y pobreza de medios- nos permite la revolución actual de las comunicaciones.

En una época en que las condiciones de vida o de muerte de los pobres no sólo no se han aliviado sino que se han agravado, urge la defensa, renovación y desarrollo de la teología y la espiritualidad de la liberación radicalizándonos en la opción por los pobres, con más profetismo que nunca, y toda la sabiduría necesaria para discernir la nueva sensibilidad de un tiempo muy distinto al de las décadas pasadas. En este tiempo de un nuevo «imperio», neoliberal ahora, debemos recoger la herencia histórica de los profetas latinoamericanos que defendieron al indígena y al negro frente al sistema colonizador y esclavizador. Como estos profetas, es lógico que compartamos la persecución social y la incomprensión eclesial.

Asumir el ministerio teológico-profético tan urgente en esta hora de depresión social y de eclipse de las esperanzas del pueblo para reinterpretar esta hora, abrir perspectivas, iluminar salidas en el nuevo paradigma de liberación, mantener la resistencia del pueblo ante la exclusión del sistema, dar la voz a los sin voz, esperanza a los sin esperanza, seguridad a los dubitativos y ser una denuncia permanente de la maldad del sistema... La fe cristiana ejercerá así un papel terapéutico frente en esta hora de depresión57 .

Acompañamiento del pueblo en su lucha por la sobrevivencia, en la organización de acciones y proyectos de resitencia, que si bien no son una alternativa al sistema, sí son una estrategia. Ayudar al pueblo a superar las tentaciones propias de esta situación angustiosa (individualismo, pérdida de utopías...). Compartir con él la oscuridad de la hora, la perplejidad como forma de esperanza, la resistencia como forma de fidelidad, la convicción de que la luz del día llegará; aceptar la conflictividad con el sistema y dentro de la Iglesia, no claudicar por cansancio en el irenismo.

Vivir todos estos campos con radicalidad, pretendiendo ser un acercamiento eficaz del Reino -más que simplemente una «parábola»-, y con sabiduría: sabiendo superar las contradicciones eclesiásticas que inevitablemente se producirán de forma que sin disminuir nuestra fidelidad, logremos revertirlas positivamente para el crecimiento eclesial.

A varias décadas de distancia, vuelven a resonar las palabras de Hugo Assman como un desafío permanete en un contexto todavía más agudo que el de entonces: "Si los 50 millones de muertos anuales de hambre y desnutrición no se convierten en el punto de partida de la teología, habrá que salvarla de su cinismo".
Mientras haya pobres y creyentes habrá espiritualidad de la liberación. Mientras haya injusticia será tiempo de profecía. «La Iglesia no dejará de ser voz de los que no tienen voz mientras haya oprimidos»58.

3.3. Apéndice desde una «teología narrativa».

No es la primera vez que los cristianos -o el mismo pueblo de Israel- estamos «bajo un imperio». El neoliberalismo, aun siendo tan peculiar, no es «estructuralmente» nuevo. Podemos ver nuestra propia problemática en anteriores páginas históricas, incluso bíblicas. Esta vez, pasándonos a un registro de «teología narrativa», vamos a limitarnos a una página muy nuestra aunque menos conocida59 , la del mercantilismo esclavista que durante tres siglos "deportó" hasta nuestro continente, arrancándolos de la Madre Africa, a 20 millones de esclavos negros60 . ¿Qué hicieron los religiosos de entonces, "bajo aquel imperio" esclavista? Sin duda, podremos aprender en cabeza ajena61.

Durante tres siglos, el famoso «triángulo negrero» constituyó la estructura básica de la economía internacional. El mercantilismo esclavista fue la base de la economía mundial. La esclavitud, en aquel momento, parecía natural, incuestionable. Oponerse a ella significaba cuestionar los fundamentos mismos de la sociedad occidental: una denuncia absurda, una utopía loca, una subversión intolerable.

En aquellos siglos los ingenios azucareros constituyeron la base de la producción económica americana. «Sin esclavos no hay azúcar, y sin azúcar no hay Brasil», se decía. En los ingenios había esclavos por millares. Sus dueños estaban muy interesados en tener capellanes que impartieran a los esclavos su catequesis dominical. ¿Por qué?

Es fácil de suponer: ¿qué predicaban los capellanes en los ingenios? El P. Antonio Vieira, famoso misionero jesuita en Brasil, de quien se conservan sus famosos «Sermões», les predicaba: «No hay trabajo ni género de vida en el mundo más parecido a la cruz y a la pasión de Cristo que el vuestro en uno de esos ingenios azucareros. Bienaventurados vosotros si llegáis a conocer la fortuna de vuestro estado. En un ingenio sois imitadores de Cristo crucificado, porque padecéis de modo muy semejante al que el mismo Señor Jesús padeció. Hierros, prisiones, azotes, insultos_ de todo eso se compone vuestra imitación, que, si va acompañada de paciencia, también tendrá su merecimiento de martirio. Cuando sirváis a vuestros señores no sirváis como quien sirve a hombres, sino como quien sirve a Dios_».

En aquella predicación -común por lo demás en la mentalidad de la época- no se enseñaba a los esclavos virtudes como la fraternidad y la igualdad de los humanos, la lucha por la justicia y por la libertad, ni la unión, la fe, la rebeldía y la esperanza. La predicación decía que las mayores virtudes del cristiano (quizá paralelamente a las que cultivaban los religiosos) eran la obediencia, la humildad, la paciencia, la resignación, la sumisión a la voluntad de Dios.

La predicación decía a los esclavos que debían sentirse felices de ser esclavos, pues de no haberlo sido no hubieran podido salvarse. De hecho la predicación hacía que los esclavos creyesen que había sido la providencia de Dios la que los llevó a la esclavitud, para que así pudieran ganar la vida eterna. La esclavitud no aparecía como un mal, sino como un medio de atraer a los paganos a la sociedad cristiana, que era la de los blancos. Esta finalidad tan sagrada justificaba los medios.

Por eso los dueños de los esclavos querían que no faltase la presencia de un capellán en los ingenios. Cuántos religiosos, celosos apóstoles, con la mejor de las buenas voluntades, cayeron en la trampa del sistema. Estuvieron predicando, en nombre de Jesús, sin saberlo, algo a lo que él se opuso radicalmente en su vida: la resignación ante la injusticia, la bienaventuranza de la esclavitud, la explotación del hombre por el hombre, el despojar de esperanza a los pobres. Estuvieron haciendo el juego a las fuerzas antiReino, contra la Causa de Jesús. ¿Estuvieron «siguiendo a Jesús» realmente?

Muchos obispos, sacerdotes, conventos, monasterios, colegios_ fueron ellos mismos propietarios de esclavos. En los mismos territorios de la Verapaz (Guatemala) que recorriera con aquel fervor evangelizador utópico Bartolomé de Las Casas, sólo dos generaciones después los mismos dominicos habrían instalado grandes conventos con inmensos territorios cuyo cultivo azucarero era sacado adelante a base de esclavos negros. Por parte de los jesuitas es sabido cómo sus colegios de Brasil tenían cientos de esclavos, y cómo el superior provincial de Angola, cuando tenía alguna deuda que pagar a la provincia jesuita de Brasil, la pagaba «en especie», con esclavos negros; y él mismo tenía un barco negrero. Y lo que decimos de dominicos y jesuitas -tan proféticos y liberadores en otros aspectos- se podría decir de otras muchas congregaciones, personajes y entidades eclesiásticos.

¿Pero es que no hubo profetas que contrarrestaran la oscuridad de esta página histórica? Respecto a los indígenas tenemos decenas, o cientos de figuras proféticas, que aun siendo la excepción a la regla, no dejan de ser una gloriosa legión. Respecto a los negros parece que podemos contar esos profetas con los dedos de la mano. Ni el mismísimo san Pedro Claver dijo una palabra contra la esclavitud62 . Fue un gran santo, se desvivió por los negros, se entregó heroicamente a su asistencia... pero no se atrevió o no fue capaz de cuestionar la esclavitud. Sólo Miguel García, Gonzalo de Leite, Efipanio de Moirans y mi paisano Fray Francisco José de Jaca se salvaron de ese oprobioso silencio eclesial. Sobran dedos de la mano. A los cuatro les fue mal: incomprendidos, desterrados, perseguidos, apresados y alguno de ellos muerto de mala muerte.

Respecto al esclavismo occidental, la vida religiosa, y la Iglesia como conjunto, fallaron. No condenaron un sistema tan inhumano y anticristiano. Más aún: con su silencio, con su presencia, con su asistencia, con su predicación, lo legitimaron. Estuvieron haciendo «en nombre de Jesús» lo contrario de lo que él hubiera hecho63 , lo contrario de lo que él hizo en su vida (Lc 4, 16ss).

Una desafortunada frase del Documento de Consulta para Santo Domingo nos da una pista: «nunca entonces enfrentó la Iglesia la negación total de la esclavitud negra. Posiblemente, la Iglesia, en un momento de decadencia, no podía retar a todas las potencias de Occidente»64 . Evidentemente, la Iglesia podía, con la fuerza del Espíritu. Pero no lo hizo. No se atrevió a desafiar el sistema esclavista, con lo que lo legitimó. «No se atrevió a retar a todas las potencias de Occidente». La legión multitudinaria de religiosos de aquellos tres siglos tampoco se atrevió, a pesar de que entonces se consideraban «estado de perfección» cristiana.

Hoy estamos también ante un sistema económico injusto tan metido dentro de la lógica de nuestro mundo, que oponerse a él aparece a muchos como la negación de algo evidente y natural, exactamente como hace tres siglos ocurría con la negación del esclavismo. «Hoy ya no existe el ídolo del emperador romano, encuyos altares se derramó la sangre de los primeros cristianos, pero sí existe, agigantado y omnipresente, el ídolosecularizado de la economía de mercado, en cuyos altares se sacrifica ciega y frenéticamente la vida y la dignidad de millones de seres humanos, legitimando yel derramamiento abundante de la primera y de la segunda sangre: la de los oprimidos insurrectos y la de quienes con ellos se solidarizan»65 .

Como en los tres siglos de esclavismo negro, tampoco faltan en la Iglesia muchos religiosos admirablemente dedicados a la asistencia de los pobres, como san Pedro Claver. ¿Pero hay suficientes religiosos capaces de denunciar el sistema como tal, como Fray José de Jaca?

Muchos religiosos reproducen en su vida la contradicción misma que vive la Iglesia: por una parte, se considera abogada de los pobres, como en aquel tiempo se consideraba abogada de los esclavos; por otra justifica y bendice el sistema, situándose más cerca que nunca del capitalismo.

Cuando la historia avance quizá otros 500 años y se vea ya con claridad que el sistema neoliberal que se impuso a finales del siglo XX no era menos injusto y perverso que el esclavismo negrero, ¿será posible que en algún documento eclesiástico puedan también decir: «nunca entonces (al final del siglo XX) enfrentó la Iglesia la negación total del capitalismo y del neoliberalismo. Posiblemente, la Iglesia, en un momento de debilidad eclesiástica y de euforia neoliberal, no podía retar a todas las potencias de Occidente»?

¿Y qué dirán de los religiosos de esta hora final del siglo XX? El discernimiento y la opción que tuvieron que hacer los religiosos defensores de los indígenas y los pocos denunciadores de la esclavitud no fue fácil. No era «evidente» la injusticia que se estaba cometiendo con los indígenas y los negros. La opinión común, el peso de la autoridad civil y religiosa, la praxis misma de las instituciones eclesiásticas, la inercia de las cosas... inclinaban a pensar que la encomienda, la mita, la esclavitud y el proceso general de la conquista eran algo «natural», y hasta avalado por la teología y por el magisterio pontificio. Era más fácil no ser «radical», no ser intolerante, no salirse de la opinión común.

El superior provincial de los dominicos de La Española les ordenó «por obediencia» cesar en aquellas actitudes proféticas. Tenían pues los religiosos argumentos fáciles para tranquilizar su conciencia y «reconciliarse» con el sistema. Pero prefirieron obedecer en conciencia a su intuición profética. Otros muchos estuvieron comprometidos con el sistema: conventos con indios encomendados, propietarios de esclavos negros, con latifundios y grandes riquezas, en inmejorables relaciones con los poderosos. Pero Jesús dijo: «o conmigo o contra mí». Los que no fueron proféticos fueron conniventes.

Una vida religiosa que no haga suyo el grito de muerte de los pobres, y no denuncie el sistema que los crea, no tiene sentido hoy en nuestro continente oprimido por el neoliberalismo.


1 El BM habla de 1.116 millones de personas con un poder de compra efectivo inferior a 370 US$/año, algo escalofriante si se tiene en cuenta que en países ricos como EEUU se define la pobreza por debajo de los 2.902 $. (L. DE SEBASTIAN, Mundo rico, mundo pobre. Pobreza y solidaridad en el mundo de hoy, Santander 1992, p 23-24).
2 Informe de la CEPAL, citado por G. IRIARTE, Los grandes desafíos que presenta el mundo actual a la Vida Religiosa, en el contexto Norte-Sur, en Retos de la Vida Religiosa hacia el año 2000, CLAR, Indo-american Press Service, Bogotá 1994, pág. 71.
3 Si al índice de ingresos del año 1980 le damos el valor nominal de 100, en el año 1990 ese índice era de 84 para América Latina en su conjunto. Esto quiere decir que en esa década el promedio de ingresos de la población de la región se deterioró en un 16%. IRIARTE, l.c., pág. 71.
4 [Si el promedio de ingresos de la A.L. se deterioró en un 16% en la "década perdida"] el problema es aún mucho más grave para el 60% más pobre de la población. Los ingresos no disminuyeron en forma pareja y equitaviva para todos. Muy al contrario, en esos 10 años, el sector más privilegiado de la población no sólo no se vió afectado en sus ingresos, sino que al socaire de un neoliberalismo deshumanizado e injusto, creció y se distanció abismalmnete de los sectores más pobres, que se empobrecieron en esa misma década perdida hasta en un 30%. IRIARTE, l.c., 71. Hay que recordar también que la década perdida fue década "ganada" para la banca internacional, pues fue la de mayores ingresos sostenidos hasta entonces.
5 «No sólo se mantuvo la tendencia de concentración del ingreso entre los sectores más ricos, sino que también amplios segmentos de la clase media y en general de trabajadores de los sectores industrial y de servicios, se deslizaron por debajo de la línea de pobreza». «La mayor parte de los costos del ajuste recayeron sobre los grupos de ingresos bajos y medianos». BID-PNUD, Reforma social y pobreza. Hacia una agenda integrada de desarrollo, Washington 1993, pág. 14-15.
6 Según el Informe 1991 del PNUD, más de 100 millones de habitantes de los países industrializados viven por debajo de la línea de pobreza. Incluyendo a Rusia y Europa del Este, esta cifra llega a más de 200 millones.
7 «En lugar de la mundialización de la riqueza, como anuncia la propaganda neoliberal, se constata una real internacionalización de la pobreza. Algunos lo denominan la 'africanización' de todos los países subdesarrollados». Cfr. THAI-HOP, Pablo, Los excluidos, extraña creatura del nuevo paradigma tecno-científico,Diakonía 76(dic 95)11, Managua; también en Revista Electrónica Latinoamericana de Teología nº 120, en http://www.uca.ni/koinonia/relat/120.htm
8 América Latina y el Caribe, pese a tener un nivel general de desarrollo que se compara favorablemente con otras regiones en desarrollo, han mantenido las peores desigualdades del mundo en materia de distribución de ingresos y recursos. Sus contrastes entre la riqueza y la pobreza son más chocantes que en ningún otro lugar del planeta. Brasil es, al respecto, el país más desigual del mundo, donde el 20% más rico de la población recibe un ingreso 26 veces superior al del 20% más pobre. Lo siguen México, los países andinos, América Central, el Caribe, etc. Cfr. BID y PNUD, Reforma social y pobreza, l.c.
9 La propiedad sobre la tierra en el Estado de Mato Grosso do Sul es tal vez la más concentrada, con un 1% de la población como propietaria del 70% de la tierra. Noticias Aliadas 31/43(24.11.94)4, citado en DRÜ 42(diciembre 94)12. Cfr también Paulo R. SCHILLING, Brasil: A pior distribuição da renda do mundo, CEDI.
10 México tiene, junto a 40 millones de pobres y 17 de extremadamente pobres, están 24 de los 42 hombres más ricos del mundo y es el país latinoamericano que más multimillonarios produce (Agenda Latinoamericana'96, pág 223).
11 El dominio de los grandes grupos financieros e industriales y la concentración de la riqueza en unos pocos ha sido un fenómeno constante a lo largo de estos 50 años y se ha intensificado en la última década. Así, cuando en 1960 el 20% más pobre de la población del planeta se repartía el 2'3% de la renta mundial, este percentaje ha disminuido al 1'7% en 1980 y al 1'4% en 1990. Mientras el 20% de los más ricos pasaba del 70'2% en 1960 al 76'3% en 1980 y al 82'7% en 1990. Cfr. J.M. MELLA y A. PERDIGUERO, El FMI y el BM, en «Vida Nueva»1966(29.10.1994)28, Madrid.
12 En Chile, por ejemplo, entre 1970 y 1988, el ingreso real del 20% más pobre disminuyó en un 3%, mientras que el del 20% más rico aumentó en un 10%. Cfr PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 1993, CIDEAL, Madrid 1993, pág. 29
13 La deuda externa, que ascendía a 257 mil millones de dólares en 1980, pasó en 1990 a 476, y a 547 en 1994. Cfr. Sem Franteiras 233(outobro 1995)9, São Paulo.
14 Datos de la OIT. Cfr. Agenda Latinoamericana'96, pág. 180.
15 Según algunos ideólogos neoliberales, con las innovaciones de la informática, de la robótica y de la ingeniería genética, la sociedad postindustrial podría funcionar y funcionaría mejor con la parte más rica de la población mundial. Cfr. THAI-HOP, Pablo, Los excluidos, extraña creatura del nuevo paradigma tecno-científico, Diakonía 76(dic 95)4ss; también en http://www.uca.ni/koinonia/relat/12o.htm
16 La Agenda Latinaomericana'96 (págs. 19-33) presenta un dosier sobre el tema.
17 Jan Tnbergen (premio Nobel), Gobierno Mundial, en Agenda Latinoamericana'96, pág. 35.
18 Cfr GONZALEZ FAUS, Las deficiencias del mercado, RELaT 132, en http://www.uca.ni/kooinonia/relat/120.htm
19 V. CODINA, La irrupción de los pobres en la teología contemporánea, Congreso de Teología, Madrid 1981, «Misión Abierta» 683-692
20 Cerca del 80% de las noticias internacionales que circulan en A.L. son propagadas por las dos poderosas agencias norteamericanas: la AP (Associated Press) y la UPI (United Press International). Como todos sabemos, esas agencias representan la ideología y los intereses económicos y políticos de EEUU. Mientras las principales agencias de información latinoamericanas transmiten en su conjunto 50.000 palabras por día, las dos poderosas agencias de EEUU emiten un promedio diario de 8.000.000 de palabras, o sea, 160 veces más información que todas las agencias de A.L. juntas. IRIARTE, l.c., pág. 74.
21 Eso sostiene la teología de M. Novak, «apoteosis de la sustitución de Jesús y su Dios por el sistema y sus sagrados mecanismos» (J.M. MARDONES, Capitalismo y religión. La religión política neoconservadora, Sal Terrae, Santander 1991, pág. 281).
22 Eso se preguntaba la revista Alternativas en su número monográfico sobre el tema: 2(1994), Guatemala.
23 J.M.VIGIL, ¿Qué queda de la opción por los pobres?, «Christus», 667(agosto 1993)7-19, CRT, México; «Alternativas» 1(junio 1993)101-127, Guatemala; http://www.uca.ni/koinonia/relat/6.htm
24 J.M. VIGIL, Aunque es de noche. Hipótesis psico-teológicas sobre la hora espiritual de América Latina en los 90, Envío, Managua 1996.
25 «Análisis de coyuntura de la utopía latinoamericana», Agenda Latinoamericana'96, pág. 16-17.
26 Medellín, Pobreza, 11; Puebla 29.
27 Puebla 1159.
28 Puebla 29; Santo Domingo 179a.
29 Puebla 41.
30 La pobreza es la peor forma de violencia, porque hace patente la injusticia. Mathatma Gandhi, citado por Pablo Thai-Hop, l.c.
31 Paz, 16.
32 Paz, 9e.
33 SRS 37; estructuras algunas de ellas de alcance internacional, de las que dice que reproducen hoy día la parábola del rico banqueteador y el pobre Lázaro, cfr por ejemplo su discurso ante la ONU el 2.10.79 y el discurso del 17.09.1984 en Edmonton, Canadá: los pueblos del Sur juzgarán a los pueblos del Norte.
34 Medellín, Pobreza, 2.
35 V. CODINA, Teología del clamor popular, Oruro 1985; retomado en Parábolas de la mina y el lago, Salamanca 1990, pág. 17-46. J. COMBLIN, O clamor dos oprimidos, o clamor de Jesus, Petrópolis 1985.
36 Puebla, 87-89.
37 Sto Domingo179b: «Las estadísticas muestran con elocuencia que en la última década las situaciones de pobreza han crecido tanto en números absolutos como relativos».
38 Cfr. ASSMANN - HINKELAMMERT, La idolatría del mercado, Paulinas, Madrid.
39 HINKELAMMERT, Sobre la sociedad que dice de sí misma que no hay salida, «Pasos», DEI, San José.
40 «De no aplicarse políticas macroeconómicas que permitan una estabilización y un ajuste efectivo, los más perjudicados serán los pobres, ya que son los pobres los que más sufren por la alta inflación y las deficiencias en la oferta y los servicios públicos, reflejo de políticas incorrectas» (p. 14-15). «También son los pobres los que más sufren si el inevitable ajuste se produce de manera forzada en situaciones de crisis agudas» (p. 65). Cfr. Michel CANDESSUS, director gerente del FMI, en BID-PNUD, Reforma social y pobreza, citado por P. Thai-Hop, l.c.
41 Entrevista dada a Dermy Azevedo. Publicada en castellano en RELaT nº 16.
42 CNBB, citado por «La Religión», Caracas, viernes 28 de julio de 1995.
43 Gonzalo DE LA TORRE, El religioso, "goel" de sus hermanos, «Vida Religiosa» 62(1 nov 1987)433-440, Madrid.
44 Santo Domingo 178.
45 J.M.VIGIL, Fijos los ojos en la utopía de Jesús, «Diakonía» 72(diciembre 94)45-55, Managua. También en: http://www.uca.ni/koinonia/relat/52.htm
46 Nolan, ¿Quién es este hombre?, Sal Terrae, Santander 1981, pág 13.
47 «Sólo el Reino es absoluto, todo lo demás es relativo», EN 8.
48 Cfr supra.
49 Ni en uno ni en las otras separadamente, como ha insistido el clásico debate cristiano-marxista, con evidente ceguera por ambas partes; la verdad está en la síntesis.
50 CASALDALIGA-VIGIL, Espiritualidad de la liberación, Sal Terrae, capítulo «Reinocentrismo». J. SOBRINO, Centralidad del Reino de Dios en la teología de la liberación, en Mysterium Liberationis, Trotta, Madrid-San Salvador 1991, 467-510.
51 Jon SOBRINO, Perfil de una santidad política, «Concilium» 183(marzo 1983)335-344. También en: http://www.uca.ni/koinonia/relat/137.htm; CASALDALIGA-VIGIL, l.c., cap. «Santidad política», pp. 244-251.
52 L. BOFF, Contemplativus in liberatione, en VARIOS, Espiritualidad de la liberación, CEP, Lima 21982, pp 119-120. CASALDALIGA-VIGIL, l.c., cap. «Contemplativos en la liberación», pp. 158-177.
53 CASALDALIGA, P., Tentaciones de hoy, en Agenda Latinoamericana'96, pág. 194.
54 J.M.VIGIL, Fijos los ojos en la utopía de Jesús, l.c.
55 V. CODINA, Creo en el Espíritu Santo, Sal Terrae, Santander 1994, pág. 185ss.
56 En todos estos campos se trata, para nosotros, de una «adición», no de una «disyuntiva».
57 J.M. VIGIL, Aunque es de noche...
58 Mons. Romero, homilía del 20.5.1979.
59 Sto Domingo dirá que se trata de «el mayor pecado de la expansión colonial de Occidente» (246b).
60 Según las hipótesis moderadas. Cfr Agenda Latinoamericana'92 (pág. del 16 de agosto).
61 He tratado este tema más ampliamente en Lecciones de la Historia para la Vida Religiosa, «Enfoque», Conferencia Boliviana de Religiosos 87(septiembre 1994)5-14, La Paz; «Nuevo Mundo», 165-166(1994)157-172, Caracas. También en http://www.uca.ni/koinonia/relat/48.htm
62 «San Pedro Claver vivió con los esclavos negros en Cartagena de Indias y murió contagiado por las enfermedades de los esclavos. El cuidó, quiso a los esclavos y entregó su vida por ellos, pero nunca cuestionó la esclavitud»: G. GUTIERREZ, Semana de espiritualidad, editada por el Grupo misionero vasco en Ecuador, Quito 1-4.3.94, pág. 29
63 A. NOLAN, ¿Quién es este hombre?, Sal Terrae, Santander 1981, pág. 13.
64 Documento de Consulta para Santo Domingo, nº 23.
65 COMISION DE JUSTICIA Y PAZ de la Confederación de Religiosos de Colombia, Aquellas muertes que hicieron resplandecer la vida, Bogotá 1992, pág. 23.
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Comentarios sobre el FMI

Noam Chomsky

Aparición original: Agenda Latinoamericana'95

Aunque el orden mundial está impregnado por continuidades marcadas a través de largos períodos, ha habido cambios importantes durante los últimos 25 años. Uno de ellos es la rápida expansión del control de las corporaciones transnacionales (CTNs) sobre la economía internacional, en relación con el cambio de la producción al sector de bajos ingresos, con frecuencia marcada por una alta represión. El comercio mundial se está volviendo cada vez más en una forma de negociaciones intraempresariales de administración central, dentro de un sistema de mercantilismo corporativo, lo cual realmente no significa comercio. El gran aumento de un capital sin reglamentar y de carácter altamente móvil y especulativo contribuye aún más a un orden global que se caracteriza por ingresos bajos, crecimiento bajo, ganancias elevadas, desempleo masivo, inseguridad, y controles represivos.

Estos factores van estableciendo la función de servicio de los tradicionales dominios occidentales y, también, están internacionalizando el patrón tercermundista de marcada polarización, donde las islas de gran riqueza y privilegio flotan en un mar de miseria. Las ricas sociedades industriales también se están dirigiendo hacia este patrón, y con E.E.U.U. y el Reino Unido a la cabeza. Mientras la riqueza se concentra en manos de unos pocos, los sueldos bajan, una gran parte de la población se queda superflua - es decir, que no sirve para producir ganancias y por eso carece de derechos. Las políticas sociales solo están diseñadas para reforzar estas tendencias, sobre todo los llamados "acuerdos de libre comercio", que en la realidad son acuerdos de los derechos de los inversionistas junto a una mezcla de liberalización y proteccionismo para incrementar el poder de los CTNs.

El fin de la Guerra Fría ha acelerado la profundización de estas tendencias, devolviendo una gran parte de Europa Oriental a su posición tradicional de zona de servicio tercermundista: el Este provee los recursos, los mercados, las oportunidades de inversión, mano de obra barata y otros servicios semejantes al poder privado del Oeste. En gran parte se puede entender la Guerra Fría como "un conflicto entre el Norte y el Sur", único en su escala, pero, de otra manera, un ejemplo típico de como los poderes hegemónicos reaccionan al intento de las zonas de servicio para buscar una ruta independiente. Hoy día, la historia de América Latina también aporta muchos ejemplos.

Una tendencia paralela es la erosión de una democracia significativa mientras el poder de tomar decisiones se reduce aún más al grupo del poder privado inexplicable y absolutista. Como ocurrió en el pasado, ahora que los CTNs dominan cada vez más la economía mundial, las estructuras gubernamentales se unen a los centros de poder. La principal revista mundial de negocios, el ÇFinancial TimesÈ de Londres, describe con acierto un creciente "gobierno mundial de facto" con sus propias instituciones: el FMI, el Banco Mundial, el G-7, el TLC (al cual ya podemos incluir en la nueva Organización de Comercio Mundial), y otras organizaciones similares. Estas instituciones se dedican principalmente a los intereses de los centros del verdadero poder - los CTNs que dominan finanzas y otros servicios, la manufactura, los medios de comunicación, etc. Una gran ventaja del gobierno mundial de facto es que funciona en secreto, marginalizando a las instituciones parlamentarias, y muchas veces las atropella bajo las condiciones de "libre comercio". Los sectores poderosos y privilegiados siempre han desde luego buscado disminuir las estructuras democráticas, para dejarlas vacías y poder ratificar públicamente las decisiones que toma el poder privado y las instituciones que le sirven. El gobierno mundial de facto que ahora se está formando tiene un potencial enorme en la toma de decisiones, y puede contribuir de manera eficaz a la creación de un orden internacional que sirva solamente a los intereses de los sectores limitados de poder privado y de privilegio, dejando la mayoría de la población en subordinación, controlada por el miedo o de algún otro modo.

Una tendencia paralela en la esfera de ideología es agudizar el concepto tradicional de doble filo; el del "mercado libre", donde para los débiles existe la disciplina del mercado, mientras para los fuertes hay protección del estado y subsidios públicos. Las clases educadas están contribuyendo de una manera importante al sufrimiento y la opresión - como lo hicieran tantas veces en el pasado, aunque ahora a veces con nuevos métodos. Uno de ellos es según su interpretación de la revolución bolchevique, "socialista", a pesar de que fue claramente una contrarrevolución que eliminó rápidamente todas las estructuras socialistas de la período revolucionario; consejos de fábrica, "Soviets", etc. Lo anterior fue obvio para los intelectuales marxistas principales (Rosa Luxembourg, Anton Pannekoek, etc.), para los libertarios de la izquierda (Kropotkin y casi todos los socialistas libertarios [anarquistas]), y los socialistas independientes como Bertrand Russell. De hecho, Lenin y Trotsky aclararon el tema cuando pidieron la movilización del pueblo ruso como "ejército de obreros" subordinado a los dirigentes vanguardistas, quienes los impulsarían hacia la industrialización por métodos estatales capitalistas. Más adelante, este sistema adoptó los nombres "socialista" y "democrático" por motivos de propaganda. Por supuesto la propaganda occidental rechazó el nombre de "democrático" mientras que recibió con entusiasmo el de "socialista" para la tiranía con el fin de difamar el socialismo y debilitar el trabajo de los pobres y obreros en su lucha por la libertad, la justicia y un control democrático. Los "intelectuales radicales" aceptaron este sistema de forma abrumadora; vieron en el patrón leninista la oportunidad de conseguir el poder para ellos mismos. Ahora se unen con otros propagandistas occidentales para anunciar "el derrocamiento del socialismo" (es decir, tiranía anti-socialista), y "la victoria del capitalismo" (es decir, el sistema occidental de poder estatal que asegura subsidios públicos con ganancias privadas). Si no hay liberación dentro de la esfera de ideología, no hay que esperar más progreso hacia la justicia y la libertad.

Las luchas que nos quedan por delante son duras, y exigen una solidaridad internacional sin precedente. Las consecuencias que resultarán de no enfrentarse a estas luchas serán graves. En una conferencia de dirección jesuita que tuvo lugar hace poco en San Salvador, describieron los efectos de la "mundialización" en Centroamérica como "un pillaje más devastador que el que su pueblo sufrió hace 500 años con la conquista y la colonización". La observación se aplica a una gran parte del mundo, ahora que las sociedades ricas también incluyen sectores crecientes.

Noam Chomsky MIT 30 marzo 1994

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