Revista Fuentes Estadísticas        

Fuentes europeas - Revista Nº53 - Abril de 2001       


Medir la competitividad 
de las empresas no es tarea fácil



Paul Feuvrier/August Götzfried

La Dirección General de Empresa de la Comisión Europea publica un informe anual sobre la competitividad en la Unión Europea. Dicho análisis utiliza buena parte de las estadísticas oficiales, especialmente, empresariales y macroeconómicas. El análisis de la competitividad está muy vinculado a los indicadores de innovación e investigación.

El Reglamento relativo a las estadísticas estructurales de las empresas (CE, EURATOM n° 58/97) tiene por objetivo evaluar la "competitividad (...) de las empresas en la Comunidad". Sin embargo, no deja claro qué es exactamente la competitividad de las empresas. ¿Hasta qué punto pueden un estadístico o un economista determinar si las empresas de un país dado o de una industria dada son competitivas? O, dicho más llanamente: ¿qué es una empresa competitiva? Un primer enfoque no exhaustivo puede girar en torno a tres cuestiones.

A nivel de compañía, una empresa competitiva se puede definir, en primer lugar, como una empresa que crece, por ejemplo en términos de valor añadido o de empleo, a un ritmo superior al de otras empresas, o como una empresa cuya cuota de mercado aumenta. Pero estas definiciones suscitan diversas preguntas. Así, el patrón de referencia que se usará para las "otras empresas" depende de la estructura del mercado con el que se ha de enfrentar la compañía. Si se trata de una empresa internacional (por ejemplo, una fábrica), el patrón será el mercado global de esa industria, sea cual sea el país donde se encuentre la compañía. Si no es tan internacional (por ejemplo, una empresa de construcción), un patrón más pertinente se limitaría a la industria nacional o incluso al mercado regional.

En segundo lugar, no cabe duda de que la productividad (la producción generada a partir de unos medios determinados) es también un componente importante de la competitividad. Este es el caso de algunas empresas que se ven obligadas (por ejemplo, por sus accionistas) a mejorar su competitividad reduciendo costes (por ejemplo, los de personal), ya que, si bien es cierto que un aumento de la producción puede dar lugar a una mayor productividad, ésta también puede derivar de una reducción de los medios de producción. Por lo tanto, la competitividad no siempre está ligada al crecimiento económico de la empresa: si el aumento de la productividad se debe a una reducción de los medios de producción, la competitividad relacionada con la productividad mejora, pero no así la relacionada con el crecimiento.

Por último, para que las empresas, y en especial las que se enfrentan a la competencia internacional, sean competitivas, han de mantener los precios de sus productos al nivel de los "precios del mercado". No obstante, esta cuestión depende en gran medida de la estructura de la industria: cuanto menos concentrado esté un sector industrial, más "seguidora de precios" será la empresa y más competencia habrá. Por otra parte, si la cuota de mercado de la empresa es elevada, su mercado no estará muy expuesto a la competencia y la competitividad mejorará más aumentando la calidad de los productos que manteniendo los precios.

Desde una perspectiva macroeconómica, el concepto de competitividad se aplica principalmente a escala nacional e internacional. Una vez más, el enfoque de la competitividad difiere de una industria a otra. Así, uno de los porcentajes que pueden calcularse a partir de las estadísticas estructurales de las empresas a nivel de la industria es el de los costes de personal por persona empleada, es decir, el cociente entre los costes de personal y el número de personas empleadas en una industria dada. 

En las industrias que utilizan una gran cantidad de mano de obra en el proceso de producción, el precio del producto depende en gran medida del coste de la mano de obra. En este caso, un país A será más competitivo que un país B si en A los costes de personal por persona empleada son inferiores a los de B.

Consideremos ahora una industria que requiera una innovación permanente. En ella, ese cociente (costes de personal por persona empleada) se puede considerar una representación de las competencias medias del personal. Cuanto mayores sean las competencias del personal, más innovadora será la industria (en particular en el sector de la I+D). Si en esa industria la capacidad de innovación es el componente primordial de la competitividad, los costes de personal por persona empleada no se podrán considerar una medida básica de la competitividad. Un indicador más adecuado podría ser la parte de los gastos en I+D en el volumen de negocios total, o mejor aún, la parte correspondiente a las ventas de productos innovadores en el volumen total de negocios, pues esta cifra sirve para evaluar los resultados del proceso innovador en la industria.

La productividad laboral aparente, es decir, el valor añadido por el empleo, es otro índice de gran interés, si bien se debe utilizar con cierta precaución: aunque un nivel alto de productividad laboral aparente en un país dado podría significar que ese país posee una clara ventaja competitiva en la industria en cuestión, en realidad la situación puede revelarse más compleja: por ejemplo, la productividad más elevada de la mano de obra puede resultar de mayores esfuerzos de inversión en el país durante varios años. Teniendo en cuenta el capital, además de la mano de obra, la productividad global del país (también llamada productividad total de los factores) podría no ser tan alta. 

Los problemas con que se topa el estadístico al medir la competitividad no significan que la tarea sea inviable, sino que todo índice de competitividad se ha de usar con precaución. Además, el análisis de la competitividad resulta de gran interés para los usuarios en general, y en particular para los políticos.

Informe sobre competitividad

La tarea de analizar la competitividad de la industria comunitaria corresponde a la Dirección General de Empresa de la Comisión Europea, que publica un informe anual sobre competitividad, el último de los cuales se titula European competitiveness report 2000 (Informe sobre competitividad europea del 2000), ISBN Nº 92-829-0523-3). Este último informe se centra en cuestiones como el cambio estructural, la competitividad y el papel de los servicios, la competitividad basada en la calidad y el papel de los servicios, los servicios externos y la producción industrial, y la internacionalización de los servicios europeos. El informe utiliza en gran medida estadísticas oficiales (principalmente, empresariales y macroeconómicas), en las que basa su análisis.

También el nº 23/2000 de la publicación Statistics in Focus de Eurostat, titulado EU economy in the Triad with contrasted results (Economía de la UE en la Tríada con resultados contrastados), trata aspectos determinantes de la competitividad de los Estados miembros. Al hacerlo menciona factores relacionados con la competitividad tales como las TIC, la I+D, el comercio exterior y la especialización industrial.

Indicadores estructurales

Otra perspectiva desde la que enfocar la medición de la competitividad es la adoptada en el Consejo Europeo extraordinario que se celebró en Lisboa en 2000, en el que la propia UE estableció "el objetivo estratégico para la próxima década: convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social".

Se han fijado 35 indicadores estructurales para medir el progreso de la economía en general, el empleo, la innovación y la investigación, la reforma económica y la cohesión social. La noción de competitividad está, en particular, vinculada a los indicadores de innovación e investigación y de reforma económica.

Bajo el primero de estos epígrafes se pueden encontrar indicadores como el gasto en I+D, el gasto en TIC y los indicadores de capital-riesgo. El otro epígrafe incluye principalmente indicadores referidos a la integración comercial, la inversión empresarial y los precios en las industrias que funcionan en redes. Los resultados de estos indicadores se utilizan sobre todo en el ámbito político, pero también en otras esferas. 

Conclusión

Medir la competitividad de las empresas o de los países es una tarea compleja. Eurostat y la Dirección General de Empresa de la Comisión Europea han realizado grandes esfuerzos para medir la competitividad ligada a los diversos objetivos políticos. Esto da lugar a una interpretación dinámica del concepto de competitividad.

*Eurostat


Revista Fuentes Estadísticas
SEYDE