Luna y Triton



En la isla de Rodas, a orillas del mar Egeo se alza entre grandes acantilados el reino de la ninfa Luna, la bella y dulce Luna, cuyos cabellos dorados como el sol y cuyo rostro pálido eran capaces de enamorar hasta al dios de todos los dioses. E aquí su hogar, su humilde morada situada en un pequeño pueblo en el que todos la admiraban. Ay pobres de ellos sin saber que pronto Luna les será arrebatada!
Por allí pasaba un día Tritón, rey de las aguas, cuyos ojos azulados mostraban la belleza de los mares, cuyo pelo negro y enroscado era oscuro como las profundidades y su cuerpo esbelto y musculoso poseía la fuerza de las aguas. Este al ver a Luna quedo atónito como por un rayo de luz, la belleza cegadora de su rostro se quedo grabada en la mente de Tritón. ¡Cuánto la deseaba!, era como una luz al final del camino, como un sueño cumplido, como una diosa abandonada. No pasaba día ni momento en que Tritón no pensara en ella, era la razón de su vida, su meta era conquistarla. Pasaban los días, su amor aumentaba hasta el punto en que le fue insuficiente únicamente observarla, necesitaba oír su voz, necesitaba conocerla, necesitaba descubrir su belleza interior. Aquella que tantas veces se había creado en su imaginación, aquella que en tantos sueños había aparecido, aquella que inquietaba su corazón. Armado de valor y tras meditarlo mucho, decidió mostrarle su amor y ofrecerle todo su ser.
Justo en el momento en que se dirigía hacia ella alguien se le adelantó y enamoró a su bella ninfa, era Helio, dios del sol, aquel que iluminaba el mundo y que había apagado la llama de su corazón. La tristeza le invadía, la furia le tentaba y el odio le corrompía. Todas sus esperanzas se habían desvanecido, todos sus sueños se habían despojado de su mente. Su vida ya no tenia sentido, su ninfa, enfurecía su ser. A medida que pasaba el tiempo su ira aumentaba, corría por sus venas como corre el agua de un riachuelo, hasta el punto en que le fue incontrolable, se apiadó de su alma desdichada y provoco diabólicos pensamientos en su mente.
Llego la noche y con ella la Luna, Tritón enfermo de amor se dirigió hacia la morada de Luna y empuñando una espada la mato de cuajo. Al ver el cuerpo muerto de su amada sintió como él moría por dentro y le pareció indeseable su existencia. A consecuencia de su enorme tristeza se dió muerte a si mismo, cuanto odiaba su ser!!! Tritón había convertido su vida en un martirio, sus actos eran la causa de su dolor eterno. Estaba muerto en vida.
Los dioses al observar sus actos desde el Olimpo, decidieron que el martirio propio de Tritón no era suficiente, su egoísmo y su ira eran imperdonables. Así los dioses decidieron convertir a Tritón en aquello que reinaba, lo convirtieron en agua y lo ubicaron en el mar, su ira no podía ser desatada sobre el mundo, su odio debía ser reprimido y su castigo serían sus actos. Siendo agua formando mar toda su existencia, durante todos sus días, cada noche vería el rostro pálido, muerto y desdichado de su amada, su pecado le sería por siempre recordado.
Por ello cada noche cuando aparece la Luna, las olas rugen con fuerza como si fuese una guerra entre las aguas, chocan contra los acantilados y se adentran en la playa, es la furia de Tritón al ver el rostro muerto de su amada.


Agradecimientos a Sirena


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