
Esta noche cuando rece
¡Señor, mi Dios:
Sé que estarás muy ocupado
para atender pequeñeces como ésta,
pero sé también que me escucharás!
¡No había conocido hasta ahora a uno de tus angelitos!
¡Se te escapó del cielo!
Puede ser que como parte de tu amor hacia nosotros,
lo dejaste escapar con todo tu propósito.
Otros seres humanos ya le conocían, pero yo no.
Hace, apenas, unos días solamente.
Pero ha sido suficiente para que me robara el corazón!
¡No, Señor! ¡No es una ladrona!
¡Es el ser más noble y afectuoso que he conocido!
¡Pero me hace llorar!
¡Me saca lágrimas de este pozo que yo creía seco!
¡Hace saltar de emociones mi cerebro!
Y donde estaba mi corazón, en ese hueco,
lo llena de imágenes, de versos,
de pensamientos...¡de poesía!
¡Quisiera pedirte, oh Señor:
no le turbes el camino.
Siempre me ha gustado compartir, y hoy me siento egoísta.
Y aunque me haga llorar,
siento que las lágrimas que derramo
se hacen dulce, como el maná...
y se desaparecen sin siquiera secarlas.
Te diré un secreto:
yo creo que ella las seca,
cuando me extiende un paño en cada palabra,
en sus poesías, en su conversación.
A veces la siento triste,
y me hace llorar también.
¡No quisiera verla llorar!
Pero, sólo tú sabrás, Señor,
porque Tú lo sabes todo.
Y ya termino, Señor.
Permítele reposar sus alitas;
tengo todo un pecho desnudo para que descanse;
y -si tú lo permites- y ella reposa sobre mí,
tal vez podría recuperar aunque sea
un pedacito de mi corazón;
aún me siento muy feliz sin él,
porque sé que está en buenas manos.
Padre, gracias por escucharme.
¡Hasta pronto, Señor! ¡Hasta pronto!
¡Te amo sobre todas las cosas! ¡Adiós!
-¿Qué dices? ¡Oh, perdona;
sí, es verdad, olvidé decírtelo:
se llama (y tu nombre aquí le dije a Dios).
¡Amén!
Gracias R.Cortés

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