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Introducción al Sendero de la Mano Izquierda.

Por: Juan Sebastián Ohem.

De todos los movimientos espirituales modernos, o relativamente modernos, es el sendero de la mano izquierda, por mucho, el más complejo de todo. “El sendero de la mano izquierda” tiene por antecesor intelectual, pero no directo, al genial Aleister Crowley, que por cierto menciona en malos términos en su cuento “En la bifurcación de los caminos" . Para aquellos que no estén familiarizados con esta corriente vale la pena una corta introducción.

El origen de esta corriente se centra en la India, y su significado puede variar entre occidente y oriente, aunque originalmente proviene, o al menos tiene relación con el Tantra, técnica que persigue liberar energía y expandir la conciencia. En el Tantra el Hombre tiene diversos chakras (es fascinante estudiar la similitud entre los chakras y los sephirot del Árbol de la Vida cabalístico). La energía que yace dormida en el chakra muladhara es despertada con la práctica del mandala, que se lleva a cabo mediante representaciones pictóricas de las fuerzas cósmicas, también mediante el mantra, la repetición de ciertas vocales (esto debido a la creencia que el Universo se creó mediante sonido, existente también en los mitos judíos del Génesis, de la creación por Palabra). Mediante estas prácticas la energía viaja a través de la espona dorsal y es elevada a los centros energéticos más altos.

Ahora bien, dentro del Tantra existen dos caminos, el de la mano derecha, que es llamado “Dakshina Marga”, sendero de renuncia que prescinde del sexo, y el Vama Marga, o sendero de la mano izquierda que busca la evolución combinando el yoga con la vida sexual. Cabe destacar, e insistir, que estos dos caminos nada tienen que ver con el concepto de bueno o malo, del Dios o del diablo, es realmente una misma vía, separada en dos senderos, pero que buscan la misma cosa, después de todo tendremos dos brazos pero ambos unidos al mismo cuerpo. Mediante prácticas como el Hatha Yoga, Kriyas, Mantra Yoga, Kundalini Yoga, etc., se busca expandir la conciencia para acceder a otras vías de conocimiento e iluminación.

En Occidente, ya muy influido por la cosmología cristiana y aquel maniqueísmo de la gente sencilla, se comenzó a asociar la mano derecha al bien, y la mano izquierda al mal, lo cual tiene su lógica psicológica, burda pero entendible, se solía creer que los zurdos estaban enfermos y hasta hace no mucho en las escuelas se les obligaba a punta de golpes a escribir con la mano derecha (la civilización occidental, hermosa a veces pero en otras es muy bruta). En fin, que el pensamiento occidental ha asociado el sendero de la mano izquierda, y sobre todo por la cuestión sexual con el diablo, asociando a Lucifer con Satanás, y ambos con el sexo (piénsese en los carneros y Pan, el libidinoso personaje de los mitos griegos).

El sendero de la mano izquierda en occidente se le asocia más comúnmente a Lucifer, no en el sentido cristiano, sino en el sentido original, el de “portador de luz”, personaje moralmente ambiguo para estándares occidentales que no soportan entes no morales. Aquella luz que porta Lucifer es, dentro de todas estas cosmogonías ocultistas, denominada simplemente “energía”, la cual puede, según se dice, dirigirse en dos caminos, en primer lugar, de arriba abajo, correspondiente a la energía ilimitada que ha creado al Universo visible e invisible, desciende de lo sublime a la materia más densa, los sabios iniciados la unen a las prácticas del Pilar del Medio, el Ritual menor del Hexagrama o la cruz cabalística. Al ser una energía equilibrada su manipulación no entraña grandes riesgos. Esta es la energía, o cauce, que los gnósticos cristianos denominan “día de Pentecostés”, con su obvia correspondencia bíblica (escena de las lenguas de fuego descendiendo sobre las cabezas de los apóstoles tras el regreso del Mesías), o bien como “Gracia Divina”.

La otra dirección de la Luz que porta Lucifer, es la que va de abajo a arriba, es decir de los planos más densos a lo ilimitado recargándose continuamente en un ciclo eterno. La manipulación de esta energía es, según los que saben y creen, altamente inestable, debido a su asociación al inconciente, donde es el propio mago el que hace de crisol de estas fuerzas. Dentro del cristianismo gnóstico se le asocia al mito de la “Ascensión de la Virgen”, por ser en cuerpo y alma, y no solo en alma, como referente de este conocimiento oculto.

El llevar a cabo el recorrido por el sendero de la mano izquierda puede ser peligroso y llevar al rechazo social por la prácticas y experimentos muy poco ortodoxos, pero se conserva la promesa de que cuanta más parte oscura sea capaz de salir a la luz, mayor será el entendimiento al convertirlo en Luz conciente y equilibrada. El peligro radica también en la obsesión que puede contraer el practicante, quedando embriagado por las fuerzas y energías oscuras y apartándose cada vez más de la vida normal, a estos se les llaman adeptos a las artes oscuras o “vampiros”, en el sentido que se convierten en sanguijuelas que necesitan de la energía vital de otros. Por lo que podría pensarse como una apuesta, si resultan las prácticas la recompensa es mejor que la del sendero de la mano derecha, pero si fracasa puede llevarle a la demencia, cosa similar ocurre con la reprobación de muchos cabalistas al sistema de once sephirot (las diez normales y Daath, la “sephira que no es sephira”), que incluso Eliphas Leví consideraba terrible.

Ya que se tiene una pequeña introducción a este sendero, me gustaría abordar algunas cuestiones, con el previo aviso que no soy practicante de ningún sendero y no soy erudito alguno en prácticas del sendero de la mano izquierda. Aún así no se requiere ser un maestro para advertir paralelismos y cuestiones dignas de mención.

En primer lugar cabe decir que existe, y es obvia, la conexión entre este sendero y la moda por el satanismo, basta recorrer un poco el Internet para toparse con docenas de “iniciados” que se creen satanistas solo porque escriben todo con “K” en vez de usar la “C” o la “Q”, que es en realidad una respuesta infantil y una pasión estética (por el negro y los temas más o menos macabros) que una respuesta intelectual. No deja de haber, por supuesto, verdaderos genios y eruditos iniciados, si bien son contados.

Por otro lado toda esta cuestión de energías que van de arriba para abajo y de abajo para arriba son parte de patrones estéticos basados en psicología básica, no importa en qué parte del mundo estemos, de la estepa a los desiertos de Australia, cuando preguntamos a una persona ¿dónde está Dios?, sea aborigen, politeísta, cristiano, musulman, hindú, humilde campesino, universitario, etc., siempre volteamos al cielo, arriba está Dios, con la sublime danza de los astros, y para abajo está el mal, el diablo o como se le desee llamar. A Dios le imaginamos rodeado de Luz, jamás en oscuridad, porque nos da miedo la oscuridad, nos representa lo que no conocemos, lo inestable o cambiante, en fin, estética y psicología penetran en los anillos simbólicos exteriores de este sendero. El sexo es mal visto en occidente, por lo que se le asocia la maldad a esta práctica, lo cual es de extrañar, en Oriente no es algo sucio y vergonzoso, y de hecho en el ocultismo, pongamos por ejemplo a Aleister Crowley, es algo sagrado por completo, no es ni vergonzoso como en la ortodoxia occidental, ni banal como en las esferas superficiales de Occidente.

La magia siempre me causa una mezcla de asombro y extrañeza, quizás peco de infiel o de ignorante, pero la mayor parte de los rituales mágicos que podamos encontrar, y esto va desde las misas católicas, a las que casi todo el mundo está acostumbrado o al menos familiarizado, hasta las reuniones protestantes o en las mezquitas, hasta los rituales complejos de la Golden-Dawn, son en realidad psicología experimental, y la Magia del Caos, mejor que cualquier otra vertiente, es fiel evidencia de ello. En efecto, cielo, infierno, energías ocultas, etc., son símbolos, y eso es algo que no debemos olvidar, que es la falla monumental del New Age, aquella banalidad infantil y superficial de tomar todo por literal, mientras que “Todo es alegórico y simbólico en esta gran epopeya de los destino humanos” como escribe el francés Leví. El infierno, por ejemplo, fue usado como alegoría, ya desde el renacimiento, para indicar el inconciente del Hombre, el diablo sería como el guardián de los secretos de nuestro inconciente, tan agresivos y sexuales que les consideramos, erróneamente, como moralmente malos. Lo mismo ocurre con los “viajes astrales” pero eso es para otra ocasión.

Cuando Leví, en su “Secretos de alta magia”, si mal no recuerdo ( y disponible en la biblioteca ), aborda el tema de la magia escribe enteramente sobre la ética, definiéndola como “la ciencia y arte del equilibrio”, algunos dicen “equilibrio de las fuerzas”, yo diría que es un equilibrio moral, con Crowley es más notorio “el arte de operar cambios conforme a la Voluntad” (entiéndase la Verdadera Voluntad), toda acción es por ende mágica en esencia, porque toda acción es precedida por la volición, es decir, por la Voluntad, en cuanto a los sigilos, pentagramas, rituales con herramientas, (puede descargar el Liber KKK en la biblioteca para una descripción detallada de Peter Caroll), y un sinfín de prácticas, tienen como fundamento, o finalidad, cuestiones psicológicas, alterar la mente, o “expandir la conciencia”, que son la misma cosa, aunque la segunda suena mejor, y el sendero de la mano izquierda no es excepción alguna.

Muchos de los practicantes de este sendero se mofan de los “magos blancos”, debido a que sus operaciones son demasiado rígidas, mientras que su magia es más libre, improvisando según la voluntad del operante, que no deja de tener razón, si la magia es operar la voluntad a veces es mejor la improvisación, no lo digo por alguna sobrenatural razón, sino porque improvisando podemos transportar impulsos inconcientes hacia nuestro conciente, aprendiendo así sobre cosas ocultas en nuestra mente, y la introspección es el único camino hacia la Verdadera Voluntad. La magia es, a fin de cuentas, introspección, y se funda en psicología, y siendo que el inconciente es amoral, es decir, ni bueno ni malo, simplemente es, el sendero de la mano izquierda tiene la bondad de no convertir en tabú nuestros deseos reprimidos e instintos salvajes, después de todo, y como Jüng lo ha demostrado ya, cada deseo que llegamos a albergar genera su antítesis en el arquetipo de la sombra, en el inconciente, y dejar de temer a nuestro inconciente es conocerse a sí mismo.

Llama la atención el uso de iconografía cristiana, sobre todo en prácticantes de este sendero que se involucran en el luciferismo o satanismo, me refiero en especial a Lucifer como “ángel caído” (algunos practicantes lo toman como símbolo, otros creen en su existencia, y sobre ello puede estudiar el artículo de López de Rojas), es de llamar la atención debido a que la cosmología cristiana, compleja como es, no es muy compatible con el sendero de la mano izquierda, y Lucifer es, para este sendero, como para la tradición ocultista en general, un símbolo amoral del conocimiento, a veces bueno y a veces malo. Sin embargo denominarle “ángel caído” es un juego doble muy interesante, por un lado crea todo un sentido estético del héroe derrotado, el cual encontramos ya en el maniqueísmo por ejemplo, cuando la Luz crea al Hombre Primordial para batallar contra las Tinieblas, es derrotado pero consigue neutralizar al enemigo, y por el otro lado encarna a la perfección el misterio del Dios-Hombre que podemos encontrar en casi todos los rincones de la tradición ocultista. La idea que el Hombre es Dios, o viceversa, o que es un arquetipo del Hombre era el misterio más grande los gnósticos, expuesto por el profeta manes y el maniqueísmo, por otro lado en el cristianismo es más que notorio, entonces hace referencia a esta cuestión de Dios-Hombre o Ángel-Hombre, y por el otro lado se adecua a la creencia de una caída adámica, presente en la tradición sobre todo en Platón y la caída de las almas.

Más allá del sentido estético, de los colores negros y rojo chillante, del tono profético y oscuro, el Tantra Rojo, que es el otro nombre con el que se le conoce, es una práctica religiosa, y esto quizás pueda ser mal visto por algunos practicantes, sin embargo no debemos olvidar que si tenemos una combinación de prácticas con alusiones a cuestiones no naturales, o sobre naturales, y un fin el cual perseguir, tenemos un ritual religioso, como la Thelema, la búsqueda de la Verdadera Voluntad es la búsqueda por la unidad con el todo, con el devenir del cosmos.

El peligro es siempre latente, aquello de las “energías de planos más densos, etc.”, se le puede interpretar como navegar en el inconciente, que es siempre turbulento y ajeno nuestras normas de moralidad, perderse en aquel mar incontenible es perder la razón, y existe el riesgo de verse alienado, no tanto por esta práctica, sino por el ambiente donde es bien recibido este sendero, mezclándose con el satanismo de fin de semana, que puede causar estragos en el desenvolvimiento y formación del joven, por lo que es algo para tener siempre en cuenta. Por otro lado si el iniciado no tiene miedo de experimentar, si es lo suficiente maduro para discernir las cosas, y si no tiene la tendencia enfermiza de siempre encajar todo a la cosmología cristiana de bien-mal, luz-macabro, etc., no tendría porqué tener ningún problema, a fin de cuentas el templo del señor tiene muchos caminos, hay mil senderos pero todos se rigen por una sola ley, “Do as thou Willt shall be the whole of the Law”.

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