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MUJER, HE AQUÍ A TU HIJO;
DIOS
MÍO,
DIOS MÍO ¿PORQUE
HIJO, HE AHÍ A TU MADRE
ME HAS ABANDONADO?.
Mujer, he ahí tu hijo
Todo
queda
en
silencio
desterrado en agonía
la
tarde,
el
cielo, la brisa
de
sentir sobre tu cuerpo
y
un
aire de soledad
el dolor de tus
heridas.
se
apodera
de tu vida.
Con
su rostro ensangrentado
Sientes
desnudo
tu cuerpo,
en huracanes de brisas
atragantado
de
heridas
que
despedazan silencios,
que
van
minando
el esfuerzo
soledades compartidas.
por
detener
la
agonía.
Con sus palabras al viento,
Tus
brazos
ya
no te aguantan
perdiéndose a la deriva
anclados
a
la
deriva
de una
mar oculto en tinieblas
de
un mastil sin
timonel
y oleajes fraticidas.
hecho
de
orgullos
y envídias.
Tu
sangre busca sus venas
Por
un
momento tus fuerzas
para darles nueva vida. sin querer se debilitan
Tus ojos buscan sus ojos
y
de
tus labios resecos
y su anhelo,
tus caricias.
las
palabras
desvarían.
Tu
llanto cubre su alma
Y
te
diriges al padre.
que
se acurruca aterida
Exíges
su
compañía,
entre
recuerdos y nanas,
su
aliento,
su
fe, su apoyo
mocedades y alegrías.
en
las
horas
decisivas......
Hijo, de ahí a tu madre
Mas
todo
sigue
en silencio,
esbozando
una sonrisa
la
tarde,
el cielo, la
brisa
entre lunas apagadas,
y
hasta
el
eco de tu voz
sobre tu faz dolorida.
en
tu
boca
se marchita.....
Con
su llanto entrecortado,
Y
te
sientes alejado,
entre ilusiones valdías
huérfano
esntre
tus
desdichas,
por
retener en sus brazos
abandonado
del
padre,
un segundo de tus días. de los hombres, de tus días......
Conla pena en sus entrañas
y en su corazón la espina
de ver al hijo que
muere
abrumado de injusticias.
Tu rostro busca en su aliento
las
fuerzas que te marginan
entre destellos de sombras
y ocasos
de luz marchita.
Tu voz busca en sus palabras
el consuelo que precisas
para
seguir sobre el cielo,
atragantado de insidias.
Y
antes de entregar al padre
tu último aliento, te inclinas
y de tu
rostro sereno
una lágrima perdida,
sobre el llanto de tu madre
sin
querer se deposita...
Y en ese abrazo postrero
de tu muerte
con su vida,
le entregas junto a tus años
una herencia compartida:
que
sea para los hombres
el refugio en la fatiga,
el consuelo, la
esperanza...
tu presencia siempre viva.
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