ULLISSES

 

Tú y yo, apartados de nosotros,
conformando una raza siempre incólume,
insatisfecha en su dolor presente,
buscando ser más que todo recuerdo.

No es preciso llorar como hoy solemos,
ni cegar los ojos ante un abismo
amenazante de crecer en nuestra
angustia vana por surgir del fondo.

El ser en sí no encuentra saciedad,
discurre en un ritual por trascender
y somos víctimas, y mercenarios:
el ser explora otra forma de ser.

Tú y yo, despeñando hacia otro rumbo
la mirada al trasponer corazones
-la experiencia, su temor nos domina,
es plomo en nuestra mente, nos encalla-,
somos aquí, lejanos del estar,
nos sabemos apartados, hurgando
otro plano, una estancia más lúcida
que frente a frente nos desdobla siempre.

Si nuestros caminos no están unidos
es que hemos vuelto a aquel rincón sombrío
donde la vida va petrificándose:
la memoria, habitación contigua;
para el presente no hay espacio claro.

Tú y yo, incompletos en nosotros,
hemos de renacer en plena búsqueda:
desbordando sus murallas, el alma
indica no más disgregar el tiempo,
debemos bifurcar el pensamiento
y sacudir esa tensa agonía
que avasalla los sentidos, tan fría,
y enlazar latidos, unir miradas,
buscando ser el agua que nos queda.