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Bajo las raíces mismas de esos

momentos ignorados, llenos de olor

a vida, se crea la nueva savia que

rejuvenece los espíritus. A expensas

claro está de miles de males

olvidados que pasan a esculpir la

efigie mental de la faz

de un antidios que se erige como

valedor del dolor.

En el vaivén de las épocas marcadas

por los surcos dérmicos emergen

días para pintar. El pincel moja tinta

húmeda y se crea el erotismo juvenil

que cree todavía en el amor. Esos labios

hablan además de los vaivenes de los años

Y sienten claro está cómo se secan las

palabras tan escurridas por repetidas bajo

la mirada atenta de la negra efigie.

Capaz sin duda de rasgar la armonía

de la familia que pasa sus años al

amparo de la esperanza de ver

días mejores.