RICARDO MILLÁN

Recostado
en la arena suave
de la playa
mi espalda húmeda
por el agua
de la mar
salada
observando
las estrellas
en el firmamento
y fijo
mi pensamiento
en tu sensibilidad
desbordada

La luna risueña
iluminaba
el paisaje nocturno
marino y térreo
mientras la brisa
acariciaba
mi rostro
somnoliento
junto al viento
refrescante
y tu voz
dulce
en mis oidos
susurrante

de pronto
fuimos
dos más
de las estrellas
nuestros seres
incorporeos
parte de ellas
y tus besos
partículas de paz
para mi calma
y mis caricias
tibias
rayos de luz
para tu alma

Cada ola de mar
nuevas estrellas
arrastraba
como si el agua
sus estelas
regalara
para dejarlas
alrededor
de nuestros cuerpos
intangibles
en esos fantásticos
momentos
de pasión
iluminada

Tuve la sospecha
que dormía
y
que soñaba
y supuse
que en realidad
ahí tu no estabas
aunque
deseaba
que ese sueño
no acabara
mis temores
me ordenaron
que despertara

Imposible
despertar
pues no dormía
comprobé
que tampoco
soñaba,
ahí estabas
con tu ternura
frágil y brillante
como el alba
que en mis manos
cerradas
te tenía
atrapada

es el amor
un soñar
despierto
que provoca
que dos cuerpos
alejados
en la distancia
se encuentren
unidos
en el mar
en el firmamento
en la inmensidad
de dos almas
enamoradas