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EL ALQUIMISTA IMPACIENTE
Título: El alquimista
impaciente
Director: Patricia Ferreira
Intérpretes: Roberto Enriquez,
Ingrid Rubio, Adriana Ozores y Chete Lera
Argumento: Un cadáver aparece
atado en un motel. Dos guardias civiles se encargan de la investigación y
descubren que trabajaba en una central nuclear.
La frase de la
película: "Uno se cree que está a vuelta de todo hasta que descubre
que, en la vida, lo que mueve a la gente es el deseo de avasallar a los
otros.".
Se trata de una película policíaca que cumple
casi todos las características para pertenecer a la serie Policías de
Antena 3. La gran pregunta que nos surge es: ¿Porqué en las películas
policíacas los polis siempre se llaman entre ellos por el apellido y nunca por
el nombre? En el film, Ingrid Rubio, que interpreta a Virginia Chamorro es la
subordinada de Roberto Enriquez, que es el sargento Rubén Nosequé. El director
intenta limar el rol de policías de ambos: Ingrid es una chica que escucha a
Chet Baker y tiene reproducciones de Toulouse-Lautrec colgadas en su comedor.
Roberto es un psicólogo que, al no encontrar trabajo, entra en el cuerpo (en el
de la Benemérita, no en el de Ingrid) y dedica sus ratos libres a pintar
soldaditos de plomo. No obstante, ambos personajes aparecen ante el espectador
como bastante recatados, con un trasfondo kumba-ya, y carentes de
fuerza: que aburren a las ovejas, vaya. Ingrid Rubio, que en otras películas y
en las entrevistas que concede logra cautivar al espectador, aquí aparece con
una voz mongil y una personalidad plana y sin las contradicciones propias
de un ser humano. A lo largo del film aparece otro cliché: ¿habrá o no tema
entre los dos? Para mayor laceración del espectador, no (el espectador
masculino padece un secuestro emocional ante la perspectiva de poder contemplar
a Ingrid Rubio interpretando alguna escena subida de tono).
Si el director quería prender nuestra atención
con la dureza de las imágenes de los dos fiambres, la mayoría de las
escenas no nos hace subir las pulsaciones ni por un instante. Los diálogos, en
ocasiones, y cayendo en los tópicos de la novela negra, entran en
consideraciones filosóficas que no llegan a convencer al espectador
por su escasa consistencia. En definitiva, se trata de una versión
poco original de una película policíaca para ser vista en una lánguida y
lluviosa tarde de noviembre.
Lo más imaginativo de la película, el nombre de
los malos: Leo Zaldivia y Crispisio Ochaíta (ahí va!, igual queríais ir
a verla...).