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El rebaño del Señor; ¿Temerosos de Dios, o de la muerte?
Desde el momento que una criatura es consciente de
su existencia, se percata que desaparecerá. Quizás esa sea la razón, por la que
muchos hombres necesitan ser adoptados por una figura divina, producto de la
imaginación colectiva y fruto de la necesidad. El creyente practicante, es en
mi opinión, un ingenuo convencido que la intención de practicar su fe, es la de
amar a un padre benévolo que desea lo mejor para los de su especie. ¿Se rinde
culto a un dios con ánimo de aliñar su creación de amor y felicidad? ¿O no es
más que un sutil mecanismo de nuestro subconsciente hipócrita, que busca
desesperadamente evitar la muerte y asegurarse el ingreso a un mundo mejor
después de la vida? La necesidad de dios, es el resultado de la inseguridad, el
miedo a la muerte y la soledad. E incluso en muchas ocasiones, la oportunidad
de huir de la carga que supone ser propietario de tu propio destino. El
consuelo del cobarde es pensar que la desgracia y la muerte tiene una razón de
ser, que son producto de una entidad omnipotente y justiciera, que en su
infinita misericordia, nos ofrece una lección y una reprimenda, un estimulo
para reflexionar sobre las consecuencias de nuestros pecados, la eterna
oportunidad para la salvación de nuestras almas. La necesidad de sentir ese puto
paternalismo divino, es la debilidad que avivan y de las que se aprovechan las
instituciones como el xtianismo, y demás abortos monoteístas, ya sean Bíblicos
o Coránicos. ¿Son los pastores de Dios guías espirituales? ¿O son mas bien
psicólogos? No dudo, que su auténtico poder es la ayuda psicológica que
ofrecen; un subterfugio domiciliado en una ley artificial, creada por hombres
prepotentes que se creen en conexión con un creador universal, adiestrados para
transmitir un falso sentimiento de seguridad a un rebaño de criaturas inadaptadas,
incapaces de aceptar la muerte y
afrontar la vida con las leyes de la propia naturaleza. Las más sinceras,
puras, únicas y verdaderas.
Algún día, se escribirá que la cultura humana involucionó
bajo la manipulación y el engaño de la espiritualidad religiosa, que se
aprovechó de las debilidades y los temores del hombre, con el fin de obtener su
obediencia y control. Y la humanidad, en su máximo apogeo evolutivo, analizará
su pasado con el mismo horror e indignación que analizamos hoy la propagación
histórica de los derrotados imperios fascistas en el mundo.