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Callaron
todos, puestos a escuchar con profunda atencion, y en seguida el gran caudillo
Eneas hablo asi desde su alto lecho: "Mandasme ¡oh Reina! que renueve
inefables dolores, refiriendote como los Danaos asolaron las grandezas troyanas
y aquel miserando reino; espantosa catastrofe, que yo presencie y en que fui
gran parte.
¿Quien al narrar tales desastres; quien, ni aun cuando fuera uno de los
Mirmidones o de los Dolopes, o soldado del duro Ulises, ¿podria refrenar
el llanto? |
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Y
ya la humeda noche se precipita del cielo, y las estrellas que van declinando
convidan al sueño... |
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Mas
si tanto deseo tienes de saber nuestras tristes aventuras, y de oir brevemente
el supremo trance de Troya, aunque el animo se horroriza a su solo recuerdo
y retrocede espantado, empezare... |
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