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Desesperado,
lanzome segunda vez a la pelea, y anhelo la muerto; porque ¿que otro
arbitrio, que otro recurso me quedaba? "¿Y pudiste esperar ¡oh
padre!, exclame, que huyera, abandonandote? ¿Tan impias palabras
pudieron salir de la boca de un padre? Si es voluntad de los dioses que
nada quede de la ciudad tan poderosa, y esta decidido a añadir a
la perdicion de Troya tu perdicion y la de los tuyos, abierta tienes a la
puerta para que perezcamos todos; ahi tienes a Pirro, que sabe inmolar la
hijo ante los ojos de su padre y al padre al pie de los altares.
¿Para esto ¡oh divina madre mia me libertaste de los dardos y de
las llamas, para que viese al enemigo en el corazon de mis hogares, y a Ascanio
y a mi padre y a Creusa con ellos sacrificados en una comun matanza? Traedme,
escuderos, traedme mis armas; la postrera luz llama a los vencidos.
¡Restituidme a los griegos, dejadme que vuelve a ver la recrudecida lid;
no moriremos hoy todos sin venganza! |
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"Pronto,
pronto", exclama; "no haya detencion; ya os sigo y voy donde querais
llevarme. ¡Oh patrios dioses, conservad mi linaje, conservad mi nieto!
Vuestro es este aguero; por vuestro numen subsiste Troya. Cedo, pues, hijo mio,
y no me opongo ya a acompañarte"
Dijo,
y ya percibiamos mas claramente el chirrido de las llamas en las murallas,
ya nos llegaban mas de cerca las ardientes bocanadas del incendio.
"Pronto, querido padre", le dije, "subete sobre mi cuello,
yo te llevare en mis hombros, y esta cargo no me sera pesada; suceda lo que
suceda, comun sera el peligro, comun la salvacion para ambos.
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Mi
tierno Iulo vendra conmigo y mi esposa seguira de lejos nuestros pasos. Vosotros,
mis criados, advertid bien esto que voy a deciros.
A la salida de la ciudad hay sobre un cerro un antiguo templo de Ceres,
ya abandonado, y junto a el un añoso cipres, que la devocion de
nuestros mayores ha conservado por muchos años; alli nos dirigiremos
todos, yendo cada cual por su lado.
Tu, padre mio, lleva en tus manos los objetos sagrados y nuestros patrios
penates; a mi, que salvo de tan recias lides y de tan recientes matanzas,
no me es licito tocarlos hasta purificarme en las corrientes aguas de
un rio..."
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Cuida al verla, que el amor no te ciegue, que sus ojos
deslumbran los ojos de los mortales, que sus ojos
derriban las ciudades e incendia los palacios. ¡Tales
son sus atractivos!...
Las
Troyanas, Euripides
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