|
|
|
|
CORO:
¡Así nos abandonas, oh Zeus, dejando a los griegos
tu templo edificado en Troya! ¡Oh, rey! que abundas
en el éter y en el palacio celestial, penosa incertidumbre
si atiendes o no a mi ciudad arrasada, que
devoró el furor impetuoso del fuego. ¡Oh, esposo
querido: vagas muerto, insepulto, no lavado por mis
manos. Muchedumbres de hijos lloran a las puertas,
agarrándose a nuestros vestidos. |
|
|
|