Opinión
La asociatividad más allá de lo tradicional

 

Guillermo Cárdenas Montalván*

El conocimiento y la información son las armas más competitivas hoy en día, no se debe asumir que no se puede hacer algo porque nadie lo está haciendo, esto no implica que no se puede hacer, sin embargo, llegar a esta conclusión ha tomado mucho tiempo si recordamos que las empresas en épocas pasadas se centraban en mejorar sus productos reduciendo la cantidad de errores, en el futuro el éxito será proporcional al número de cosas que salgan bien.

El mundo moderno requiere de una nueva generación de líderes cooperativos con una gran disposición de aprender, que les proporcione la capacidad de replantear, revaluar, reprensar y eliminar la información que suele ser innecesaria. Una sociedad cooperativa escasa de líderes se convierte en una sociedad escasa de oportunidades y pobre en su desarrollo.

Hay que pasar del plano de visión y misión, al plano de las estrategias cooperativas, que nos permita diferenciarnos de los demás, debemos recordar que no estamos en una época de cambios sino en un cambio de época, necesitamos nuevos paradigmas en el cooperativismo, porque los viejos ya no se ajustan al mundo actual.

De acuerdo a los estudios realizados por el Centro de Documentación (Colac), el 80 por ciento de las cooperativas de ahorro y crédito en América Latina no tienen una estrategia, se limitan a copiar a sus competidores: bancos, cajas municipales, microfinancieras, organismos no gubernamentales y a otras cooperativas, incluso algunas han tenido una estrategia pero la han perdido.

Si todos los intermediarios financieros persiguen el mismo objetivo las cooperativas terminan por parecerse cada vez más, entonces los socios sólo eligen como base el precio de los productos, como las tasas de intereses más bajas, algunos dirigentes y gerentes confunden la estrategia cooperativa con las aspiraciones. La estrategia es lo que permite tener una ventaja competitiva y alcanzar aspiraciones coma la de ser líderes en el mercado, aumentar las ventas o ganar una cuota más del mercado.

Las cooperativas tienden a morir poco a poco, porque sus líderes y ejecutivos se centran en la producción y el beneficio, se olvidan que las cooperativas son instituciones unidas por valores y principios solidarios que conjugan el entorno, el fuerte sentido de la identidad cooperativa, la participación y una política empresarial visionaria.

Las cooperativas no deben intentar ser las mejores sino ser “singulares”, destinando recursos a la innovación, descubrir nuevas necesidades de los socios que puedan cubrir mejor que nadie, porque de esta manera surge la “personalidad” de las empresas, con su nombre exclusivo, sus ofertas y promociones especiales y su publicidad.

Estas nuevas experiencias de la solidaridad están derribando los viejos modelos empresariales para construir nuevas cooperativas, donde estos nuevos ejecutivos al servicio del cooperativismo, están rompiendo las reglas o moldes que permitirá terminar con la incompetencia interna y no con la competencia externa que es necesaria para mejorar sus estrategias.

El cooperativismo no debe construir las marcas sobre las bases de los productos financieros sino sobre la reputación del modelo solidario que garantiza confianza, justicia y equidad, especialmente resaltando el patrimonio cultural de cada región donde funcione la sede de la cooperativa, deben explotar los valores y principios como ideas donde descansa la fuerza del negocio y un “slogan” que las distinga a cada una de ellas con las de otras entidades que ofrecen lo mismo.

Ya no es suficiente realizar encuestas y “Focus Groups” (grupos de enfoque) a los socios, es necesario involucrarlos en el proceso societario (vida asociativa y participación democrática ), porque el vínculo entre las experiencias del socio y su incorporación a la cooperativa en el futuro es trascendental puesto que se siente emocionalmente parte de todo, porque si no lo hacen de esta manera, alguien primero le quitará sus socios, después le quitará sus empleados y por último le quitará su capital.

Tenemos que abrir los colegios y universidades a la educación del cooperativismo no como publicidad sino como fuente de cambio de valores y actitud solidaria. En este particular debo hacer mención al doctor Luis Carvajal Rodríguez, director general del departamento de Innovación y Tecnología del Instituto Nicaragüense de Apoyo a la Pequeña y Mediana Empresa (Inpyme) y catedrático universitario, quien ha propuesto un modelo de asociatividad diferentes a los tradicionales, el cual fundamenta sus bases en grupos solidarios que a través de las diferentes gestiones, funciones y retos deben lograr la transformación gradual que les permitirá ser componentes claves de una economía de desarrollo sostenible, este modelo pretende evitar la entropía organizacional y dirigencial del cooperativismo, en este desafío las acciones están encaminadas a que la asociatividad permanezca, eso de la integración vertical cooperativa pertenece al pasado, hoy el reto es “la asociatividad más allá de lo tradicional”.

Para todos es evidente que la globalización imperante en el ámbito internacional desde hace ya varios años, ha generado diversas y múltiples combinaciones de empresas, es por eso que la trascendencia de este modelo en el que las mecánicas y estrategias mas actuales se combinan, será sin lugar a dudas fundamental para los involucrados como para aquéllos que realmente se interesen por mantenerse actualizados en las circunstancias que les impone el momento.

* El autor es economista y Msc. en Mercadeo