PARTICIPACIÓN SOCIAL EN CONTEXTOS DE POBREZA DURA
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PARTICIPACIÓN SOCIAL EN CONTEXTOS DE POBREZA DURA
1
Yanny Figueroa
2
1
Este articulo forma parte de la discusión conceptual desarrollada en la tesis para optar al Grado de Magister
en Ciencias Sociales con mención en Sociología de la Modernización del Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile, titulada: "Participación Social en contextos de pobreza dura", 2001.
2
Yanny Figueroa es Trabajadora Social, actualmente se desempeña como docente en la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Academia Humanismo Cristiano. En dicha institución está a cargo del Núcleo de
Investigación “Salud Mental y Jóvenes” y es coordinadora del Programa Salud Joven que se realiza en
convenio con el Ministerio de Educación. Ha realizado otras investigaciones cualitativas en diversas temáticas
relativas a la participación, convivencia social y trabajo comunitario.

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2
TABLA DE CONTENIDO
PRESENTACIÓN_______________________________________________________ 3
Una mirada al Concepto y al Debate Actual sobre Participación ______________________ 4
¿De lo colectivo a lo individual? _________________________________________________ 6
Enfoques y definiciones ________________________________________________________ 7
La participación política ______________________________________________________ 10
La participación Social________________________________________________________ 12
La participación como habilitación social ________________________________________ 15
Otra mirada a las dificultades de la participación _________________________________ 19
Crisis de representatividad y legitimidad de la organización social ___________________ 20

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PRESENTACIÓN
En el ámbito de la acción social en el cual yo me muevo, el tema de la participación se plantea
como una cuestión de gran relevancia y recurrencia, especialmente al considerar los efectos de un
proceso de modernización que arrasa con cuestiones elementales que originalmente le han dado
sentido y fuerza: la solidaridad, un estado de sociabilidad fuerte y una organización comunitaria
comprometida con los temas que afectan al conjunto de la población.
En Chile, desde hace un tiempo, la participación social ha sido planteada -entre otras concepciones-
como uno de los ejes fundamentales de los procesos de desarrollo y de una nueva construcción
democrática que implica por sobre todo, redefinir las relaciones entre Estado y sociedad civil; de ahí
que el tema se vincule a los debates sobre los procesos de descentralización, autogestión y
autodeterminación. Se le identifica desde esta perspectiva, como el eje central que hace posible
incrementar y ampliar las oportunidades de los actores sociales en el proceso de toma de decisiones.
Considerando a la participación como un tema complejo en su tratamiento, en tanto involucra
diversos componentes y ámbitos que dicen relación con la vida social de hombres y mujeres tanto
individuales como colectivos, cualquier análisis e indagación empírica que se precie de rigurosa,
debe tener en cuenta a lo menos, un conocimiento del estado del arte en que se encuentra la
reflexión sobre el tema hoy día.
Asumiendo este desafío y acogiendo lo que se ha señalado como tensiones en el proceso de
participación, surge mi interés por seguir reflexionando y aportando al proceso de búsqueda de
respuestas, acercándome de esta manera, al conocimiento de la forma en que se comporta este
fenómeno en la sociedad chilena actual
De igual modo, mi interés por el tema, se suma a la tarea emprendida por diversos actores, quienes
han comenzado a explorar sobre su actualidad y a reflexionar sobre las actuales condicionantes que
facilitan y/o dificultan los procesos participativos, especialmente aquellos referidos al ámbito de lo
local.
El trabajo que a continuación se presenta entonces, tiene como propósito dar cuenta de algunos
aportes de teóricos conceptuales actuales sobre el tema en cuestión. Cabe decir, que las diferentes
perspectivas de análisis recogidas arrancan, de acuerdo a lo señalado, de una fuerte critica a los
efectos devastadores del proceso de modernización, que ha vulnerado los valores sociales que
sustentan y le dan sentido a la participación de las personas, especialmente en el espacio
comunitario.
Este trabajo constituye la primera parte de la investigación sobre "Participación Social en contextos
de Pobreza Dura" realizada como tesis para el Programa de Magíster en Ciencias Sociales del
Departamento de Sociología de la Universidad de Chile. Fue definida como un marco de
comprensión general del tema, en tanto el carácter cualitativo del estudio, buscaba rescatar por
sobre todo, la mirada que poseen y construyen los propios sujetos colectivos en su cotidiano vivir.
Intenté entonces -a través de una revisión exhaustiva dde material bibliográfico- dar cuenta en
términos muy generales de una diversidad de miradas que aportan al análisis de la participación,
rescatando aquellos tópicos que fueran relevantes para la elaboración del trabajo empírico que se
desarrolló con posterioridad y que será presentado en un futuro próximo.

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4
UNA MIRADA AL CONCEPTO Y AL DEBATE ACTUAL SOBRE
PARTICIPACIÓN
En una sociedad como la nuestra, la participación social genera un doble discurso. Por un lado, se
aboga por ella desde el Estado y la sociedad civil; por otro, hay una fuerte tendencia a acallar los
conflictos sociales que surgen de la pugna de intereses contrapuestos, no asumiéndolos como parte
del escenario de una verdadera democracia.
En este sentido, entonces, la participación, pese al discurso público que la valida, parece no
encontrar un lugar adecuado en el Chile actual, más aún cuando muchos actores reconocen que la
participación ha sido promovida desde un enfoque de carácter eminentemente pragmático
(instrumental), que no introduce el verdadero valor de la democracia en cada uno de los ámbitos de
la vida nacional.
Todos hablan de participación pero obviamente cada uno con un marco interpretativo distinto e
incierto. Existen sí, algunos acuerdos generalizables compartidos por diversos sectores y actores de
la vida pública. Estos acuerdos constituyen la base a partir de la cual se analiza y profundiza el tema
a lo largo de este trabajo.
En primer lugar y según lo señalado, diversos autores coinciden en el planteamiento sobre la
amplitud y ambigüedad del concepto de participación. Como concepto sujeto a un sinnúmero de
interpretaciones, hace imposible el tratamiento del tema en una sola perspectiva; la participación
aparece por lo tanto, con un contenido diverso de acuerdo al contexto discursivo en el cual se
instale. A ello se suma la dificultad de precisar con exactitud las diferentes modalidades de
participación: la política, la social, la ciudadana.
El segundo acuerdo se refiere al debilitamiento de la participación social, como resultado del
quebrantamiento de la vida comunitaria y la pérdida de los valores que le otorgan sentido a la
acción colectiva; el individualismo extremo, ha generado evidentemente un fuerte impacto en la
vida de las sociedades modernas.
Las diferentes perspectivas de análisis sobre el tema arrancan, entonces, de una fuerte crítica a los
efectos devastadores del proceso de modernización, como proceso que vulnera valores sociales que
sustentan las prácticas colectivas, en el quehacer del mundo local.
Un tercer acuerdo enfatiza la definición de la participación como un eje central del desarrollo del
país, Se reconoce especialmente las enormes potencialidades que este proceso juega en la
profundización de la democracia y en el mejoramiento de la sociedad en su conjunto. Se asiste a una
revalorización de la participación social y política y se comprende que no habrá equidad sin
participación.
Hasta ahora, se ha pensado la participación como un complemento importante de los esfuerzos que
hace el país por reducir los índices de pobreza. Tal es así que se habla de pasar de un tipo de política
asistencial a otra que ponga en movimiento la capacidad de la misma gente para salir adelante, esto
es involucramiento de los propios interesados en la solución de los problemas que los aqueja.
El cuarto y último planteamiento a destacar hace referencia al hecho de que el mejoramiento real de
las condiciones de vida de los sectores más postergados pasa, necesariamente, por ampliar los
espacios y canales de participación de las personas, para que éstas puedan intervenir en todos los

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ámbitos de la vida social. Se plantea, en este sentido, que la participación constituye el componente
fundamental para la creación de una nueva ciudadanía y que para que pueda generarse, es necesario
construir las oportunidades que lo permitan.
Participar tal y como lo indica la etimología del término, significa “tener parte“ en una cosa. Se
trata de un acto ejercido por un sujeto que está involucrado y se involucra en un ámbito donde
puede decidir.
No todo lo que se llama participación es participación en sentido estricto; hay variadas formas de
simulación, donde se suele hacer ofertas que no son otra cosa que formas de utilizar a la gente,
encubriendo intereses y motivaciones de individuos, grupos particulares y organizaciones que la
propician. En algunos casos son formas de captación de clientela política y en otros, una manera de
atenuar los conflictos sociales, todas dejan de manifiesto la manipulación de que ha sido objeto este
proceso.
El componente instrumental también se ha dado en las instancias de participación impulsadas por la
propias personas. Hoy día se plantea que lo que se ha debilitado son las organizaciones sociales
permanentes. La gente se organiza por objetivos específicos o por demandas puntuales: un ejemplo
de ello lo constituye el problema de la seguridad ciudadana, del agua potable, de la luz, de la basura.
Frente a determinadas situaciones la gente se organiza, pero al resolver el problema, la
organización se diluye.
Las experiencias de participación meramente instrumentales, no sustantivas, inevitablemente van
soslayando las capacidades de las personas de constituirse en sujetos activos y constructores de una
sociedad distinta y mejor.
No obstante, pese a este pesimista panorama, numerosas son las experiencias que muestran que la
participación activa de la comunidad en la solución de sus problemas permite generar resultados
sustentables en el tiempo y lo que es más, "círculos virtuosos de desarrollo"
3
.
En este mismo sentido, la participación "..desde una perspectiva del Desarrollo Humano, puede ser
visualizada como un medio y un fin. Por un lado, la opinión y conocimientos de los intereses y
preocupaciones de la población ayudará a elevar al máximo el aprovechamiento de las capacidades
humanas, constituyéndose en un medio para elevar los niveles de desarrollo económico y social. Sin
embargo, en forma adicional ese mejor aprovechamiento de las capacidades de cada individuo
también le permitirá realizar todo su potencial, lo que se constituye un medio en sí mismo".
4
3
FOSIS, Fondo de Solidaridad e Inversión Social "Para soñar y construir... conversemos sobre Participación". Cuadernos
de Participación. Santiago, Mayo de 1999, pp. 37
4
Irarrázabal Ignacio "Participación y Descentralización: ¿Mito o Realidad?" FOCUS Estudios y Consultorías. Santiago,
Agosto 1999. Versión Final Corregida (inédita)

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¿DE LO COLECTIVO A LO INDIVIDUAL?
La sociedad chilena fue una sociedad movilizada y politizada hasta hace no muchos años y la gran
pregunta es hoy día ¿por qué hoy se ha transformado en una especie de sociedad fosilizada, donde no
existen o se ven muy pocos movimientos sociales y muy pocas acciones colectivas? Digo se ven,
puesto que, evidentemente, aquello que los medios de comunicación no muestran es casi inexistente
desde el punto de vista de su expansión y de su conocimiento como hecho público.
Entonces ¿hay cosas opacas en esta sociedad?, ¿hay muchas más acciones colectivas, muchos más
movimientos sociales de los que se ven?. El inmovilismo ¿es también un inmovilismo de la
apariencia?.
La respuesta puede ser optimista. Sin embargo, hay cuestiones cualitativamente distintas entre la
sociedad de hoy y la sociedad de la lucha democrática contra el dictadura. Ya no nos encontramos en
una sociedad con las formas de movilización de las protestas de los años 80, nos encontramos con
nuevas formas de acción colectiva y nuevas formas de movimientos sociales, cuya lógica todavía no
logramos captar, ni explicar.
El aburguesamiento de la cultura destruye y transforma el ethos asociativo comunitario, en un espíritu
individualista competitivo. Este ethos comunitario no sólo se transforma por la fuerza de las ideas
neoliberales, son las instituciones del mercado las que generan también practicas de mercantilizacion y
aburguesamiento de la cultura.
5
.
En este mismo sentido, Alain Tourainne, nos coloca frente a situaciones que dan cuenta de los
cambios en la manera de vivir en los tiempos modernos. Somos testigos de una serie de
transformaciones culturales que han hecho perder el sentido comunitario con la invasión de la
cultura de masas. La desmodernización como una ruptura entre el sistema y el actor, da cuenta de
dos efectos principales y complementarios: la desinstitucionalización y la desocialización, ambas
denotan conmociones masivas, mutaciones que afectan los aspectos más importantes de nuestra
experiencia social.
De igual modo, Fitoussi y Rosavallon aluden a los múltiples síntomas que las sociedades modernas
experimentan como resultado de los efectos desestructurantes de la globalización económica y otros
efectos más subterráneos, que remiten a la destrucción que genera el individualismo
contemporáneo: el tema de la desconfianza mutua, la aparición de las nuevas formas de
desigualdad, la crisis de las instituciones que hacen funcionar el vínculo social y la solidaridad, la
crisis del sujeto (identidades individuales y colectivas), muestran cómo se ha ido dando una
decadencia de lo colectivo, en tanto las fuerzas de integración e identificación de antaño, han
quedado subsumidas en los procesos de individualización que erosiona los mecanismos de
identificación colectiva.
Complementa esta visión el aporte del sociólogo Cristián Vives en su trabajo sobre la
"Participación: un proceso de construcción permanente", quien plantea que el actual período
histórico está lleno de tensiones respecto a la acción colectiva: tensión entre la necesidad de nuevos
modelos de ciudadanía que revaloricen los derechos de las personas y la tendencia antagónica de
replicar modelos autoritarios; la tensión entre el valor a la diversidad versus la inclinación a lo
uniforme y mecanicista de la acción social; tensión entre la búsqueda de autonomía versus el
5
Moulian Tomas Ponencia Seminario sobre "Desafíos de la Práctica Social en el Chile de Hoy" Universidad Academia de
Humanismo Cristiano Santiago, 1997, pp. 2-3

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7
establecimiento de diferentes formas de control que imponen la homogeneización y la dependencia;
tensión entre la búsqueda de solidaridad y el individualismo y competitividad extrema del sistema
capitalista imperante; tensión entre la necesidad de incorporar y comprometer a las personas y
grupos sociales en la reconstrucción de la democracia versus el privilegio de la eficiencia por sobre
la involucración y compromiso de la gente.
6
En la perspectiva de lo planteado por Vives, el componente cultural también ha tenido su peso en
este debilitamiento. Hemos pasado de una cultura con gran valoración de lo colectivo a un
sobredimensionamiento de lo individual, hecho que hace decaer fuertemente la organización, como
resultado del deterioro del tejido social. En tal sentido, creo que la amplitud del proceso de
participación pasa necesariamente por una preocupación por el capital sociocultural y político que
permita efectivamente la incorporación de todos los ciudadanos en la labor de desarrollo del país.
ENFOQUES Y DEFINICIONES
Ya sabemos que acercarse la tema de la participación es enfrentarse a un proceso amplio y
complejo, que envuelve a sujetos y colectividades en toda su conflictividad. Este concepto tiene una
"multiplicidad de sentidos, su contenido transformador dependerá de sus intenciones, métodos y en
gran medida de la forma en que pase a formar parte de la vida subjetiva de los sujetos y el lugar que
ocupen en sus hábitos y prácticas culturales".
7
Evidentemente también se vincula a la dimensión
ideológica imperante.
Tal y como lo plantea la División de Organizaciones Sociales de la Secretaría General de Gobierno,
entidad que tiene el tema de la participación social como uno de sus ejes centrales, han sido
múltiples los intentos por definir el concepto, no obstante con resultados parciales, ya que hasta el
día de hoy no existe una síntesis conceptual definitiva que de cuenta de todos los ámbitos,
dimensiones y características del fenómeno.
En los intentos de sistematizar acerca del qué y para qué la participación, este organismo construye
tres dimensiones del concepto que se articulan "como categorías de una gradualidad en las que se
apuesta, cada vez más, a la posibilidad de los grupos humanos de intervenir en los procesos
vinculados a su autodesarrollo"
8
. Cabe señalar que la sistematización conceptual que hace esta
entidad pública, es el resultado de la revisión de los aportes de diversos autores, lo que en alguna
medida da cuenta el estado actual de la discusión teórica.
Una primera perspectiva destaca la participación, como influencia en la toma de decisiones, lo que
denota la capacidad de los individuos y grupos de decidir sobre aquellas cuestiones afectan, directa
o indirectamente su vidas; se define por tanto como una capacidad individual y colectiva.
A juicio de la D.O.S, esta definición deja de lado un problema central, cual es considerar que hay
asuntos que son decididos en otras instancias, por tanto la participación debiera incorporar la
6
FOSIS Op. Cit. pp. 19
7
Vázquez Penelas, Aurora; Dávalos Domínguez, Roberto (compiladores) "Participación Social. Desarrollo Urbano y
Comunitario". Universidad de la Habana, Facultad de Filosofía e Historia, Departamento de Sociología. Diciembre 1996,
página 11
8
División de Organizaciones Sociales, Ministerio Secretaría General de Gobierno "Participación Social y Estado.
Elementos conceptuales y programáticos relativos al rol de la División de Organizaciones Sociales". Documento Interno
de Trabajo Nº 1 Santiago, Agosto 1994, pp. 6

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8
capacidad real de influir en las decisiones referidas al grupo. Ello ciertamente implica contar con el
poder para intervenir en los mecanismos y etapas de decisión. El planteamiento incorpora la idea de
ser actor social.
De igual modo, se materializa como el esfuerzo de organizaciones insertas en una localidad, por
tanto el territorio aparece como referente determinante que permite la construcción de una
identidad.
La participación también es entendida como requisito y fundamento de una efectiva
descentralización.
9
"La idea de la descentralización se apoya en el supuesto de que una mayor
descentralización determina una mayor participación, aunque ello no ha sido demostrado en la
práctica, nadie podría desconocer que la descentralización es una condición fundamental para
alcanzar mayores grados de participación".
10
Tal es así que en cada país se entiende la participación asociada a la descentralización política y
administrativa del Estado. "La descentralización aparece definida principalmente, como reforma
democrática, como reforma del Estado y como reforma de la participación social territorial".
11
En esta perspectiva conceptual, señala la DOS, la participación define dos posibilidades en relación
con el poder. Primero, la participación como proceso en el marco territorial de instancias locales,
prioriza la acción organizada como modalidad de influir en la toma de decisiones, por tanto referida
al poder local. La otra modalidad se refiere a la participación con un carácter macrosocial, se
especifica cuando la comunidad participa con su voto en las elecciones para decidir sobre proyectos
generales.
Respecto al tema del poder, dos alcances importantes: la construcción de una sociedad democrática
y participativa, supone una real y efectiva redistribución del poder en los ciudadanos, a objeto de
involucrarlos en la toma de decisiones, pero ello no suficiente.
En la realidad tenemos una desigual distribución del poder que se expresa esencialmente en la
centralización del Estado, lo que impide que las instancias regionales y comunales tengan en los
hechos el poder necesario para tomar las decisiones (administrativas, presupuestarias) que
permitirían generar procesos de desarrollo local con participación real de las bases sociales.
El segundo enfoque conceptual de la D.O.S, destaca la participación como una conducta que
permite fortalecer la personalidad y la capacidad de las personas para enfrentar desafíos. Vista de
esta manera señala, la participación expresa en sí misma un valor que funda las posibilidades de
autodesarrollo humano. De destaca tanto su efecto pedagógico, como su función educativa, donde
lo central está dado por la idea de actuar, es decir, la acción entendida como eje en la producción y
reproducción de la cultura.
Una tercera mirada, concibe la participación como integración al desarrollo, a la modernidad. Se
participa en la medida que se es parte de la unidad social mayor. Es el Estado el que asume la
responsabilidad de crear las condiciones y procurar las posibilidades a los grupos marginados de
participar de los beneficios del desarrollo económico. Se plantea que la construcción de una
9
Op. cit. pp. 7-8
10
Roberts, Bryan "Ciudadanía y Política Social en América Latina, Reestructuración. Ciudadanía y Política Social".
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO. Costa Rica, Mayo 1998 Primera Parte.
11
Palma Carvajal, Eduardo "El Nuevo Municipio Latinoamericano: Descentralización y Democracia". Dirección de
Políticas y Proyectos Sociales. LC/IP/R. Septiembre de 1993, pp 12

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9
sociedad moderna se da sobre la base que todos los individuos participen de sus beneficios. Desde
esta perspectiva, la existencia de grupos excluidos constituye una amenaza a la estabilidad del
sistema.
Cada una de las dimensiones planteadas se ha expresado en los distintos programas de los
gobiernos concertacionistas, donde se define la necesidad de los gobiernos de abrirse a la
participación de los ciudadanos, asumiendo la diversidad de nuestra sociedad y las aspiraciones
individuales y colectivas.
Se destaca en la conceptualización hecha, el alcance que el proceso de participación revierte, en
tanto se define como sujeto a toda la sociedad, es decir grupos sociales, personas, familias regiones
y comunas. Asimismo, objeto y objetivos de la participación apuntan en dos sentidos: la
satisfacción de necesidades sociales a toda la población especialmente los más marginados; la
expansión de capacidades de las personas. Ello abre la posibilidad de desarrollo más integral, que se
exprese en una mejor calidad de vida.
Desde esta perspectiva, la participación de personas en organizaciones comunitarias es una
situación que surge de dos condiciones, por un lado, la capacidad de participar, entendida como a
las actitudes y habilidades que los sectores que han ido desarrollado en su experiencia, y por otro,
la presencia de espacios y oportunidades para participar.
“Una es la capacidad de participar; estoy apuntando a las actitudes y a las habilidades que los
sectores, llamados a incorporarse en una empresa común, han desarrollado a través de las prácticas
y de la reflexión sobre éstas que han acumulado con anterioridad, y que ellos traen, como aporte a la
realización de esta empresa. Otra es la oportunidad de participar, y ahora estoy mirando al espacio,
incorporado e inscrito en el diseño de las políticas o en la organización de la red, que permite el
adecuado ejercicio de la capacidad de participación que aporta el grupo concreto que se incorpora
en esa acción colectiva”.
12
Estudiosos plantean que el ajuste entre las capacidades y oportunidades de participación contribuye
a la realización de la participación sustantiva.
La participación se plantea en una doble dimensionalidad: la individual y la colectiva, se vincula a
un proyecto y metas de base social, con una determinada concepción de bien común, ligada a la
promoción de hombres y mujeres y al respeto y confianza en el otro social. Ello nos muestra su
vinculación al tema de la solidaridad como punto de partida de un análisis de la sociedad actual,
cuestionando fuertemente el discurso del poder, que introduce desintegración y exclusión social.
La perspectiva ética de la participación que rescata la solidaridad como elemento central, nos
permite entenderla como un valor social centrado en la persona humana; nos constituimos como tal,
en la medida que actuamos con otros y nos hacemos sujetos en la toma de decisiones, es decir, lo
que para algunos significa constituirse en protagonistas de la historia con capacidad para
autodeterminarse.
Cecilia Dockendorff plantea que la solidaridad otorga a la participación un sentido de
responsabilidad colectiva, de ahí la necesidad de construir espacios solidarios que fortalezcan la
12
Palma, Diego "La Participación y la Construcción Ciudadana". Documento de Trabajo Nº 27. Centro de
Investigaciones Sociales. Universidad ARCIS. Santiago, Abril 1998, pp 21

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10
dimensión de lo colectivo. Las organizaciones pueden ser vistas, como instancias socializadoras del
valor de la solidaridad entre las personas.
13
A los diferentes aportes entregados en esta revisión conceptual, me parece fundamental señalar el
aporte que realiza Fals Borda, quién entrega una aproximación dialéctica al entendimiento de los
componentes ideológicos que inciden en la participación.
Participar, plantea el autor apunta al rompimiento voluntario y vivencial de la relación asimétrica de
sumisión y dependencia implícita en el binomio sujeto/objeto. Tal es su esencia auténtica. Aunados
el conocimiento académico y el conocimiento popular abren paso a un conocimiento científico
total, de índole revolucionaria que rompe el injusto monopolio de clase. Dicha tensión dialéctica en
la práxis lleva a rechazar la relación asimétrica de sujeto/objeto. Según la teoría participativa,
aquella relación debe convertirse en sujeto/sujeto.
14
A partir del fuerte movimiento organizativo y social en años de dictadura, se esperaba el despertar
de la sociedad civil como efecto consustancial de la acción de las organizaciones y movimientos
sociales. No obstante, resulto ser marginal al recuperar las instituciones político tradicionales el
papel protagónico en los procesos de democratización.
Debemos reconocer que las organizaciones y los movimientos no han sido hasta ahora el lugar
donde nacen, en forma masiva, los nuevos sujetos críticos que participan activamente, como
portavoces de una real democratización y donde efectivamente rompen el binomio asimétrico del
poder y la sumisión. No obstante, debo recordar el hecho fundamental de que los actores, los
sujetos, las personas, los oprimidos, los discriminados y los explotados son lentos y no cuerpos
maleables con facilidad por procesos sociales, por transformadores que estos aparezcan.
15
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
La participación como soporte de la democracia está en crisis: la permanencia de enclaves
autoritarios, la debilidad de la sociedad civil como actor de la vida nacional, la preeminencia del
mercado, los débiles mecanismos de participación, nos llevan a sostener que estamos aun lejos de la
construcción de una democracia verdadera. A ello se agrega que .."gran parte de las tensiones en la
acción colectiva resultan del cambio en las condiciones estructurales de la sociedad chilena. La
implantación de una economía de mercado, junto al fin del rol integrador del Estado, han hecho de
las prácticas reproductivas un requisito insoslayable en la vida diaria de las familias asalariadas".
16
La participación electoral es la forma primaria de participación política y de participación en
general. Si revisamos la historia democrática de Chile, probablemente encontremos una serie de
atributos que hacen considerar que nuestro país fue un ejemplo para el mundo en desarrollo. Se
13
Dockendorff, Cecilia "Solidaridad: La construcción de un anhelo". UNICEF, MIDEPLAN, FOSIS Santiago, Mayo
1993
14
Fals Borda, Orlando artículo sobre Movimientos Sociales en "Movimientos Sociales y Participación Comunitaria"
CELATS Varios Autores. Evento preparatorio al XII Seminario Latinoamericano sobre Movimientos Sociales. Santiago
1996, pp. 7-14.
15
Salman Ton, en
La base social persistente: Nuevos movimientos sociales en América Latina en "Revista
Proposiciones Nº 28 Sociedad Civil, Participación y ciudadanía". Ediciones SUR Santiago, Septiembre 1998.
16
Espinoza, Vicente Pobladores, Participación social y Ciudadanía: entre los pasajes y las anchas alamedas en
"Revista Proposiciones Nº 22" SUR Profesionales, Santiago, 1993.

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11
gozaba de un sistema de partido competitivo y un relativamente alto nivel de participación electoral.
De igual modo, la sociedad civil chilena tenía los valores y normas de comportamiento conducente
a la organización a nivel de base. También existía un grupo importante de gente con experiencia en
la organización social, personas que posteriormente jugarían un papel importante en las actividades
organizativas iniciales después del golpe militar. Por tanto, el ejercicio de la participación, no sólo
en el ámbito político sino además el social, era una verdad irrefutable.
No obstante este desarrollo innegable en ambos ámbitos de la participación, hoy día las corrientes
democratizadoras en los países de la región (Chile no es una excepción) han aumentado la
centralidad de la participación electoral. Se acepta de manera bastante generalizada que la
democracia implica una "transformación de la voluntad ciudadana en decisión política a través de
elecciones... la corriente democratizadora busca dos objetivos no siempre fáciles de reconciliar:
aumentar la participación ciudadana especialmente la electoral y, a la vez, garantizar la vigencia de
la democracia evitando conflictos extremos".
17
Existe una tendencia histórica a dar una importancia
relevante a este tipo de participación, aminorando otras de igual e incluso mayor trascendencia.
Enzo Faletto y Rodrigo Baño plantean que una preocupación creciente en América Latina, está
basada en la discusión técnica sobre sistemas electorales que garanticen la conformación de
"grandes partidos responsables como una forma de velar por el funcionamiento no conflictivo del
juego político". Se busca entonces que las personas mediante su votación seleccionen a
representantes que deciden por los ciudadanos. La ciudadanía queda definida para ellos, a partir de
un control limitado sobre representantes autonomizados de una "base social de intereses
generalizables".
18
La participación social constituye en los regímenes democráticos la forma de completar las
estructuras de la democracia política tradicional, que hoy por hoy resulta insuficiente para dar
espacio a los grupos sociales más relevantes, puesto que éstos no logran canalizar aspiraciones en
los mecanismos que están diseñados y concebidos desde una perspectiva distinta a las necesidades
de nuestro tiempo. Pese al discurso que manifiesta otra cosa, la participación electoral seguirá
siendo definida como el pilar de las democracias y una forma de mostrar que se dan efectivamente
espacios para la participación y las personas sí lo utilizan.
La pregunta aquí es como completar un marco institucional reconociendo y ampliando los canales
de participación que les corresponde a las instituciones y sociedades intermedias, como expresiones
espontáneas, auténticas y democráticas de la sociedad contemporánea.
Dicho de otro modo, la democracia política se profundiza en una democracia social en la que las
personas participan, además del plano político tradicional, en las decisiones que les conciernen más
directamente, en todos niveles y más específicamente en el plano social y económico y cultural.
Este complemento se produce entonces, por la integración de la comunidad a nivel individual y
colectivo. Por tanto, la participación en sentido amplio forma parte de las bases mismas de
expresión de la persona y de la concepción de democracia.
Un democracia auténtica requiere que las materias socioeconómicas sean objeto de una decisión
concertada más que impuesta, lo cual requiere de un diálogo institucionalizado entre el Estado y los
diferentes actores sociales, como de estos últimos entre sí, intercambiando sus puntos de vista,
17
Baño, Rodrigo; Faletto, Enzo El Subsistema Político. El carácter de la participación política en "Transformaciones
Sociales y Económicas en América Latina". Cuadernos del Departamento de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Chile. Santiago, 1999, pp.73
18
Op. Cit. pp 74- 75

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12
explicando las razones de sus respectivas decisiones y colaborando con su participación en la
elaboración de las decisiones tendientes a la realización del bien común.
19
La adopción de un sistema amplio de participación tanto en el orden exclusivamente político como
en el orden socioeconómico, actúa como un estimulante de las relaciones entre los diferentes
grupos, agilizando los mecanismos sociales y contribuyendo a enmarcar y a disminuir las tensiones
o conflictos sociales.
20
El proceso por el cual las personas situadas organizadamente en estructuras democráticas y
representativas tiene acceso al poder como copartícipes responsables de la conducción de sus
propios problemas, constituye una etapa importante en el proceso cuyo objetivo es la dignificación
plena de la persona humana y la construcción de una democracia política social y económica.
La relevancia que se ha dado a la participación electoral, no tiene resonancia en la realidad. Según
el informe de Desarrollo Humano que recoge los resultados de la encuesta DESUC-COPESA en
1996, respecto al interés en la participación política a través de las elecciones, se revela que el
23,4% de las personas en edad de votar no votó, y entre los que sí lo hicieron un 29,1% no lo
habría hecho de ser este acto voluntario.
Situaciones como la baja inscripción de jóvenes en los registros electorales muestra cómo este
ejercicio básico de ciudadanía o la primera forma de participación en el ámbito político, está cada
vez más desacreditado.
De igual modo, la militancia en partidos políticos oscila entre 5,8% según encuesta PARTICIPA en
1994, y un 2% en 1996. Vemos entonces que esta forma de participación ha descendido
considerablemente en relación a los años 60 y 70.
Este panorama, nos obliga a cuestionar el debilitamiento producido en materia de participación
política y la desacreditación de los mecanismos electorales y del sistema de partidos políticos, que
no logran dar respuesta a las demandas de la base social. En tal sentido, se ha producido un
retroceso importante en relación a los avances alcanzados en décadas anteriores.
LA PARTICIPACIÓN SOCIAL
"Tradicionalmente se asume que la participación social se refiere a los fenómenos de agrupación de
los individuos en organizaciones a nivel de la sociedad civil para la defensa de su intereses
sociales"
21
. Desde esta perspectiva constituyen objeto de atención cuestiones relativas al
cooperativismo, al asociativismo, a la autogestión y, si bien es cierto que a diferencia de la
participación ciudadana, que supone que los individuos en tanto ciudadanos toman parte en alguna
actividad pública, no es una condición, constituye para este estudio un componente fundamental
para su comprensión.
19
Nogueira Alcalá, Humberto "Teoría y Práctica Democrática. Para una sociedad participativa". Editorial Andante,
Santiago, 1986. pp. 267
20
Op. Cit. pp 268
21
Cunill, Nuria "Participación Ciudadana: Dilemas y perspectivas para la democratización de los Estados
Latinoamericanos". Centro latinoamericano de Administración para el Desarrollo CLA. Venezuela, Caracas 1991, pp. 44

Page 13
13
El concepto de participación comunitaria cuyo uso es de antigua data, rescata el objetivo de
estimular el esfuerzo propio de los individuos para mejorar su nivel de vida
"En sentido estricto, las diferencias fundamentales entre la participación y el desarrollo comunitario,
por un lado, y la participación ciudadana por el otro, estribarían en que en los primeros la
participación de los individuos y organizaciones no se plantea respecto de una actividad pública,
sino de una actividad social, la que eventualmente puede requeriría de la ayuda del Estado a través
de la asistencia técnica, ayuda material capacitación o medios institucionales".
22
La precariedad de la participación social en Chile queda manifestada en los tres indicadores de
participación efectiva en organizaciones sociales voluntarias (organizaciones sociales no políticas,
participación en partidos políticos y la afiliación a sindicatos) constatadas en el Informe PNUD de
1998, allí se señala que "uno de cada dos chilenos no participa en ninguna organización social,
incluidos los partidos políticos". Asimismo "las organizaciones religiosas, deportivas y de
beneficencia son las que más convocan participación"
23
reducida sí, a eventos puntuales.
Respecto al tercer indicador, se plantea que la sindicalización ha comenzado a experimentar un
lento pero importante descenso. La tasa de sindicalización en el año 1992 alcanzó un cifra por sobre
el 16 %, mientras que en el año 1996 baja a un 12,4 % de la fuerza de trabajo ocupada.
Por otro lado, el interés declarado de las personas por participar es mayor a la participación real y
efectiva. Esto nos coloca nuevamente frente a la paradoja entre el valor social que se da al problema
y la demanda que se plantea por generar espacios de participación. Las razones que entregan las
personas que no participan en organizaciones se refieren a problemas de tiempo, la desmotivación
frente a las organizaciones existentes, la falta de credibilidad y el desinterés generalizado. Más
adelante podremos ampliar estos argumentos sobre la base de un estudio realizado por la D.O.S. con
funcionarios municipales y dirigentes sociales.
El mismo informe, aporta bastante información que nos permite entender las razones que han
provocado la decreciente participación ciudadana en asuntos de interés público. Se menciona el
tema de la sociabilidad como componente fundamental en esta materia. Hay sin lugar a dudas, un
deterioro de las pautas básicas de sociabilidad, es decir, las personas cercanas del vecindario
aparecen como personas ajenas con las cuales no se comparte; la cooperación entre las personas en
tanto aparece como muy limitada. Se resaltan en este sentido, algunos hechos que denotan la
situación. La encuesta CEP PNUD de 1997, indica que dos tercios de los entrevistados estima
difíciles las posibilidades de organizar a la gente para enfrentar problemas en el barrio.
Desde mi experiencia en el ámbito social, puedo asegurar que cada vez se hace más difícil
promover la organización de la gente para resolver los problemas cotidianos, más aún las personas
se motivan en la medida que la participación les reporte algún beneficio personal concreto, de no
ser así la organización motiva mínimos niveles de participación de las personas tanto en calidad
como en cantidad de involucrados.
En este sentido y según el mismo informe, la acción colectiva no sustentada sobre la base de una
sociabilidad fuerte que le dé eficacia, hace que la participación aparezca como poco interesante.
Desde esta perspectiva, se señala que la participación, constituye no sólo un instrumento frente a las
instituciones sociales, sino además realiza la necesidad de un encuentro con los otros. El sentido de
22
Op. cit. pp 46
23
Informe de Desarrollo Humano PNUD Santiago 1998, pp 138

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14
la participación por tanto, está dado por la disposición al encuentro y al reconocimiento mutuo
entre las personas.
De acuerdo a lo investigado por el PNUD, los espacios de sociabilidad que sostienen el sentido de
identidad y de pertenencia a la comunidad, se han debilitado y la posibilidad real de construir "un
nosotros responsable" de la marcha de los acontecimientos en el país, se hace cada vez más
urgente.
Nuevamente resurge el planteamiento hecho por otros autores; la sociabilidad como un componente
fundamental en la construcción de espacios de participación, se ha visto afectado por la irrupción
de valores fuertemente individualistas. Se habla de una “retracción de la sociabilidad”,
antecedente que no se enuncia una explicación causal de la falta de participación, pero sí podría
ayudar a entender algunos elementos de inciden ciertamente en este decrecimiento. El “nosotros”
que identifica a la gente y que le permite establecer relaciones con los demás, se ha ido
restringiendo a los espacios familiares.
Lo público aparece como un espacio ocupado por otro anónimo y, a veces, amenazador.
24
. La
desconfianza que se tiene en los otros anónimos es lo que define esta “retracción”, en tanto los
espacios más íntimos se perciben como un refugio a la amenaza que representa ese otro y la
desconfianza que de ello emerge.
La segunda tendencia abordada por el estudio PNUD, se refiere a la “debilidad del nosotros
público”. Lo más importante de esta debilidad, es la percepción de la falta de reconocimiento y
representación de las instituciones públicas, precisamente aquellas encargadas de crear los vínculos
que construyen la ciudadanía moderna.
La sociabilidad pública fuertemente afectada por el fenómeno de los tiempos modernos, ha asumido
un carácter fuertemente doméstico y se han debilitado las formas tradicionales. “La tendencia
general de toda modernización es la secularización, un alejamiento de valores tradicionales y
ceremoniales y un acercamiento a valores impersonales y utilitarios”.
25
Hoy han surgido nuevas formas de encuentro social asociado al consumo de bienes materiales. De
la misma manera, los procesos de modernidad y modernización han fortalecido la hegemonía de la
racionalidad instrumental, que nos lleva a mirar a los otros como instrumentos u obstáculos para el
logro de nuestras propias metas.
La debilidad del nosotros da espacio a la instrumentalización de la subjetividad colectiva, que está a
la base de la construcción de un nosotros capaz de generar espacios de participación social.
26
Considerando estos antecedentes surgen una serie de preguntas que por supuesto no intentaré
abordar, pero si plantearlas para futuras indagaciones sobre el tema. En el contexto actual ¿es la
participación una necesidad de las personas?; ¿cómo podemos construir un proceso de
participación, si las bases esenciales para hacerlo se encuentran debilitadas?, ¿cómo organizar un
"nosotros" responsable y destruir la tendencia autónoma de la modernización?.
24
Op. cit. pp. 147
25
Inverteg IGT Consulting Group “ Innovación en la Gestión Pública” Cuaderno Nº 1, Santiago 1997, pp. 7
26
PNUD Op. cit. 133

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15
LA PARTICIPACIÓN COMO HABILITACIÓN SOCIAL
Miles de millones de personas en el mundo entero viven en condición de pobreza, carecen de
empleo, no tiene cubiertas sus necesidades esenciales y tampoco tiene esperanza que su situación
mejore. En América Latina estas cifras se elevan a más de 200 millones de pobres, el 46% de la
población del continente.
27
Diversos autores consideran que la participación devela un capital social importante para el
mejoramiento de la calidad de vida. No obstante, la situación de pobreza en el más amplio sentido,
muestra como la marginalidad - otro efecto devastador del sistema- constituye uno de los
"obstáculos" fundamentales en la promoción de acciones colectivas.
Dicho de otro modo, la permanencia de bolsones de pobreza tanto rurales como urbanas, tiende a
asociarse entre otros factores a situaciones socioculturales específicas, entre las cuales está el
debilitamiento del tejido social y la falta de participación y organización.
Se ha planteado también, que el tema de la participación está directamente vinculado al de la
equidad, de la construcción de una sociedad democrática real y de la generación de una ciudadanía
moderna. A este respecto cabe decir, que "...el desarrollo económico y una democracia formal, por
sí solos, no aseguran la conformación de una sociedad verdaderamente democrática, si el pueblo no
se organiza y se le da a la participación consciente de todos los grupos sociales en el proceso de
toma de decisiones sobre sus propias necesidades".
28
Ciertamente, esta construcción tropieza con una serie de obstáculos y barreras que impiden
desarrollar derechos, ejercer libertades y gozar de los beneficios del desarrollo. Son ciudadanos que
no tienen igualdad de oportunidades que les permita superar sus actuales condiciones. La
construcción de una ciudadanía completa y la generación de espacios de participación sustantiva
como una forma de lograrlo, pasa necesariamente por la superación de la desigualdad profunda que
genera este sistema.
Todos sabemos que el problema de la pobreza es multidimensional, es decir, económico, político,
cultural y social; de ahí que el desafío por superarla requiere del concurso de los más diversos
actores y sectores. De hecho, los planes de superación de la pobreza y todas aquellas iniciativas que
apunten al desarrollo social requieren de la participación de la gente como una variable clave para
su éxito. Entonces, no hay posibilidad de democracia ni desarrollo si no existen actores sociales
capaces de ser protagonistas en la solución de sus problemas, si no hay espacios de participación
para que estos actores sociales se expresen y decidan sobre sus vidas.
Inciden negativamente en la superación de la pobreza algunas características psicosociales que
enfrentan quienes viven en esta condición y que evidentemente dificultan sus posibilidades
personales de alcanzar una mejor calidad de vida.
"Vivir en la pobreza es una experiencia frustrante que expone permanentemente a las personas a
situaciones límites. Las vivencias cotidianas hacen sentir a los pobres, de distintas maneras, que no
27
Jiménez de Barros, Mónica Cumbre Mundial de Desarrollo Social Una oportunidad única para el Trabajo Social en
"Revista Trabajo Social Nº 65". Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago 1995, pp. 125
28
Citado por Cunill, Nuria en "Participación Ciudadana: Dilemas y perspectivas para la democratización de los Estados
Latinoamericanos". Centro latinoamericano de Administración para el Desarrollo CLAD Venezuela, Caracas 1991, pp.
22

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16
son capaces, que no valen, que sus experiencias y conocimientos no sirven. Estas vivencias
constituyen una fuente permanente de frustraciones que hace dudar de la propia capacidad, y genera
falta de confianza en sí mismos y sentimiento sde inseguridad, recelo e impotencia. Un conjunto de
sentimientos y comportamientos que se expresan no sólo a nivel individual, sino también
colectivamente, bajo la forma de pasividad, apatía y desesperanza."
29
Desde el punto cultural obstaculiza la superación de la pobreza el marcado sentido común
individualista, la competencia exagerada, la existencia de una cultura del consumo que deteriora las
relaciones sociales en la medida que genera rivalidades manifiestas o no. Contrariamente valores
como la solidaridad, la responsabilidad y la cooperación constituyen una base sólida para superar
estas condiciones.
Hay pobreza también cuando no es posible opinar, cuando no se tiene acceso a la ciudadanía,
cuando no se puede participar, cuando no hay posibilidad de comunicarse e interactuar con otros,
cuando se está segregado
30
.
La superación de la pobreza requiere que los sectores más vulnerables recuperen su voz, trabajen
juntos y organizados en la resolución de sus problemas, se capaciten y decidan las soluciones más
adecuadas para enfrentar sus condiciones de vida.
En el contexto de la pobreza, la participación, junto con ser un tema político, adquiere ribetes de
carácter ético, especialmente cuando se piensa que los bajos niveles de participación y la baja
afiliación a organizaciones sociales, constituye una condicionante de la situación de pobreza que
viven vastos sectores de nuestra sociedad.
Diversos estudios nos permiten vincular el tema de la baja participación de los sectores populares y
la pobreza en la habilitación social de estos segmentos. Al respecto, los aportes de Ignacio
Irarrázabal y de Dagmar Raczynski muestran una estrecha relación entre ambos componentes.
La investigación sobre “Habilitación, Pobreza y Política Social" realizado por el primer autor, trata
de establecer una diferenciación entre segmentos de pobreza, sobre la base de las actitudes y
esfuerzos que éstos hacen por surgir. Se privilegió -sin desconocer las causas estructurales de la
pobreza- el análisis de la pobreza desde la perspectiva del individuo.
En el ámbito de la participación, la cultura de la pobreza imprime ciertos valores y actitudes que
afectan sin lugar a dudas, la manera de vivir en la comunidad y el desarrollo de la habilidad social
de pertenecer y actuar en colectivos de personas.
Recordemos que la vertiente ideológica intenta explicar el debilitamiento de la participación social,
entre otras cosas por la instauración de la idea que "uno se las arregla sólo". La lógica del
individualismo ha sido incorporada y aceptada.
Los resultados muestran que un poco más de un tercio de las personas pobres de Santiago tienen
características de menos habilitadas, es decir, son aquellas cuyos esfuerzos por surgir son escasos.
Así como la familia constituye uno de los pilares fundamentales en el proceso de habilitación del
individuo
31
, lo cual significa la existencia de ámbitos privados que pueden tener alta repercusión en
29
Valdés, Ximena Trabajo Social y Pobreza en" Revista Trabajo Social Nº 65", Pontificia Universidad Católica de Chile
Santiago, 1995 pp 105
30
Op. Cit. pp 126
31
No obstante, es importante decir que, no es posible dar a la familia tareas que por sus condiciones de vida no tiene las
condiciones de asumir.

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17
la superación de la pobreza,.
32
desde el punto de vista social, la participación también constituye
una habilitación que posibilita el desarrollo del sujeto tanto en lo individual como en lo colectivo.
Se replantea, de esta manera, el tema del rol protagónico que tienen las organizaciones y grupos
sociales del barrio, en el impulso de la superación de las condiciones de pobreza y marginalidad que
afectan a los sectores populares.
Si miramos la participación desde el punto de vista de la habilitación individual y colectiva,
tenemos que el segmento de población que no muestra interés por superar sus condiciones de
pobreza, tampoco se interesa participar de las iniciativas sociales locales. El cuestionamiento que
surge al respecto es saber si la mayor o menor habilitación de los segmentos más pobres afecta el
nivel de participación social de éstos y si la pertenencia a grupos ayuda efectivamente a superar las
condiciones sociales de las personas, fundamentalmente a nivel individual.
Las conclusiones del estudio pueden ser relevantes para nuestro tema, en tanto nos señalan que
existirían características psicológicas de los individuos que contribuyen a que las personas tengan
una mejor o una peor calidad de vida. Dichas características determinan también la capacidad para
salir de la situación de pobreza. Llama la atención la experiencia desarrollada en Esperanza Andina
con lo niños, donde se muestra quizás una evidencia empírica de lo planteado por el autor: "la
dimensión psicosocial se constituye en la base de las restantes dimensiones, por cuanto la
percepción de sí mismo, la autoestima., las características personales van a influir en la forma como
esta persona se relaciona en familia, en el trabajo y en la comunidad en la que le toque vivir”.
33
La variable participación constituye por consiguiente, una “potencialidad o “capital social”
fundamental para superar las condiciones de pobreza de estos segmentos (aunque la palabra denota
a mi juicio un planteamiento de la ideología occidental dominante). Se da en dichos segmentos, una
heterogeneidad en cuanto al comportamiento en distintos ámbitos de la vida, la participación en
organizaciones está entre estas.
Los expertos nos señalan que en sectores pobres coexisten distintos grupos, en lo que respecta a la
participación, grupos con conductas y capital social que les permite salir adelante aprovechando las
oportunidades para resolver sus necesidades en forma colectiva, otros que requieren de un apoyo
para aprovecharlas y aquellos con “capacidades y habilidades profundamente dormidas”. En el
adormecimiento de esas capacidades influyen los efectos emergentes de los tiempos modernos, la
participación, por tanto, como un recurso, una herramienta para la superación de la pobreza o como
capital social de las comunidades más pobres, también atraviesa por una etapa preocupante.
Desde la perspectiva cultural, estudiosos indican una relación entre la permanencia de importantes
bolsones de pobreza tanto rural como urbana que no han tenido un cambio significativo en sus
condiciones de vida y factores asociados a situaciones socioculturales específicas entre las cuales
está el debilitamiento del tejido social y la falta de participación y de organización. Un ejemplo
clásico en este sentido, se refiere al proceso de erradicación de poblaciones, que ayuda ciertamente
a resolver el problema de la vivienda, sin embargo, "ha hecho estragos sobre las relaciones y redes
sociales informales, el sentido de pertenencia de las comunidades, la cultura comunitaria y la
agudización de otras carencias igualmente relevantes".
34
32
Irarrázabal, Ignacio Op. cit pp. 147
33
Op. cit. pp 155
34
Raczynsky Dagmar "Para combatir la Pobreza en Chile: Esfuerzos del pasado y desafíos del presente" Colección de
Estudios Corporación de Investigaciones Económicas para América Latina CIEPLAN Nº 39. Santiago, Junio 1994, pp
194

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18
Dagmar Raczynski, muestra que las diversidades culturales pueden eventualmente afectar la
capacidad de participación y de organización solidaria que permite a las personas resolver temas de
la vida diaria.
Las poblaciones resultados de procesos de erradicación de distintos sectores no logran una cohesión
interna, por tanto no tienen la capacidad de conformar una comunidad. A diferencia de esto, las
poblaciones originadas en las tomas de terreno tienen historia de conflicto, de lucha común lo que
genera una mayor afinidad entre las personas dado este origen.
El nuevo paradigma que orienta las políticas sociales contra la pobreza junto con intentar la
focalización y poner el crecimiento económico como pilar de las posibilidades sociales, se ha
pensado en la habilitación de los sectores pobres para participar de los procesos de desarrollo del
país.
La tendencia a darle a la participación una connotación importante en la superación de las
condiciones de pobreza y marginalidad y por tanto una habilitación social elemental en este
sentido, ha llevado a definir en la actualidad una nueva estrategia social de integración al desarrollo.
El propósito de habilitar, generar capacidades y abrir canales para la participación en la solución de
problemas, constituye un eje de la estrategia de desarrollo; se trata, pues, de contribuir a que los
sectores pobres colectivamente identifiquen sus necesidades prioritarias y las satisfagan, asumiendo
un papel protagonista en la formulación, elaboración y ejecución de proyectos.
En esta perspectiva, el Estado intenta darle a las organizaciones de grupos y comunidades un valor
central, casi toda la acción social privilegia los programas habilitantes, de carácter colectivo. De
este modo, el énfasis en el componente participativo, se visualiza en el hecho que casi las dos
quintas partes de los programas de gobierno lo incorporan, particularmente en tareas de gestión y
ejecución de proyectos. Característico de este tipo de programas, ha sido por ejemplo, la
implementación de fondos concursables a los cuales concurren la más amplia diversidad de actores
sociales.
En un estudio de impacto realizado por la investigadora D. Raczynski, se señala que de 180
proyectos apoyados por el FOSIS en distintas líneas programáticas de la institución, los resultados
del 50 % de estas iniciativas, han sido sustentables en el tiempo y han ido generando otras
iniciativas de carácter colectivo. De igual modo, dichos resultados muestran que los proyectos
efectivamente incorporan a los beneficiarios tanto en la fase de elaboración de las propuestas como
en la ejecución de las mismas. El Programa "Entre todos" por ejemplo, cumple con el objetivo de
trabajar con las organizaciones sociales de localidades pobres, dándoles apoyo promocional que
permite generar y/o fortalecer nuevas dinámicas sociales, legitimando el trabajo organizado y
ayudando a romper con la inercia y pasividad existentes en las localidades.
El impulso real de la participación, así como la mayor cercanía entre los que toman las decisiones y
los sectores más afectados por las condiciones de pobreza, constituye el refuerzo central de la
democracia y la auténtica ciudadanía. De ahí que, la incorporación de los actores locales pasa a ser
una condición básica para cualquier estrategia de la lucha contra la pobreza.
Sobre la base de las preguntas señaladas por los sociólogos Raúl Urzúa y Diego Palma en el libro
sobre "Pobreza Urbana y Descentralización"
35
, estamos cierto de la necesidad de seguir explorando
la vinculación entre pobreza y participación social, a objeto de indagar con mayor profundidad
35
Urzúa Raúl/ Palma Diego (eds) "Pobreza Dura y Descentralización. Estudios de Casos". Centro de Análisis de Políticas
Públicas, Universidad de Chile. Santiago, Junio 1997

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19
sobre aquellos mecanismos que son necesarios impulsar para hacer posible y real la participación de
los sectores más desprotegidos y marginados del desarrollo, no solo a nivel de instituciones locales.
Recogiendo el planteamiento que la participación tiene un efecto positivo en los resultados de los
programas de desarrollo comunitario y también que esta participación se ha ido debilitando como
resultado de los cambios de la época, se torna imperioso determinar cuáles serán los mecanismos
que ayuden a crear y/o fortalecer este proceso. Alcanzar este objetivo implica partir de la base de
una profunda caracterización y comprensión de las experiencias organizacionales de los más
pobres.
OTRA MIRADA A LAS DIFICULTADES DE LA PARTICIPACIÓN
Hasta hoy no existen posibilidades reales para que las organizaciones sociales sean protagonistas en
las decisiones. A pensar de todos los avances e intentos, no pasa de ser declaración de buenas
intenciones.
El tema de la profundización de la democracia y de la modernización de la gestión pública en Chile,
trae consigo el debate sobre la participación de la comunidad como una forma inherente del
ejercicio democrático .
Pese a que el Estado, se ha propuesto poner un énfasis especial en el impulso de la participación, a
través de diversas acciones y medidas tendientes a descentralizar las políticas sociales e incorporar
metodologías de focalización y evaluación que potencien y se apoyen en la participación de las
personas, la configuración de un tipo de gestión que de alguna manera involucre a la comunidad se
sustenta en un incipiente desarrollo de mecanismos estables que permitan la permanencia del
ejercicio participativo
Las experiencias muestran que en la participación actual la mayoría de las veces las autoridades
definen los tiempos, los espacios y los temas en que participa la gente Ejemplo de ello es la propia
Ordenanza de Participación.
Retomando la pregunta inicial de este trabajo respecto a las causas del debilitamiento de la
participación, quizás nos pueda servir los planteamientos de corrientes antropológicas que señalan
que nuestra sociedad no tiene lazos comunitarios muy fuertes, al contrario de lo que sucede con el
establecimiento de los lazos más privados como los familiares.
El tema de la participación hasta ahora ha sido liderado por el Estado, el que se ha preocupado por
buscar mecanismos y herramientas que aseguren la participación de las personas. Pese a esto, los
sistemas diseñados por el Estado, no logran ampliar el nivel organizativo de las bases sociales.
Nadie puede decir que tenemos una sociedad civil fuerte y autónoma.
A nivel de diagnóstico, organismos del Estado han identificado una serie de dificultades para
promover la participación social: el asociacionismo débil, el insuficiente apoyo del Estado a las
organizaciones sociales, movimientos sociales débiles o desaparecidos y el predominio de una
visión individualista para enfrentar la vida, ausencia de la solidaridad como componente valórico
fundamental de la participación.
Otro aspecto que dificulta y obstaculiza el desarrollo comunitario y la participación colectiva, es la
falta de representatividad y credibilidad de los dirigentes sociales y los enclaves autoritarios de
liderazgo social, que aún permanecen pese a los cambios vividos en los últimos años. Se produce,

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curiosamente, una paradoja con la presencia de comportamientos dictatoriales en organizaciones
sociales supuestamente democráticas.
Otro signo sociopolítico de nuestros tiempos, que cuestiona la voluntad de generar procesos más
participativos, es la tendencia a consolidar un discurso que promueva la integración social a través
del consumo, la preponderancia del esfuerzo individual y competitivo como mecanismo de
crecimiento que pone en cuestionamiento las acciones colectivas como una manera de hacer frente a
los problemas de la vida cotidiana. Hay también en este sentido, una legitimación y refuerzo del
papel que han cumplido determinadas élites políticas y principalmente económicas, que son los que
definen los destinos del país.
Por otro lado, en sectores medios se ha producido un fenómeno interesante cual es el desarrollo de
actividades que buscan acercar a las personas en un espíritu de comunión, reconstruir de alguna
manera la vida de barrio, pero con un sentido distinto al tradicional. Hay por lo tanto, una negativa
de construir organizaciones sociales tradicionales.
Otro fenómeno paradojal lo constituye la relación Estado -sociedad civil. En general esta relación
no está clara. El gobierno tiene una ideología de la participación, pero una práctica tecnocrática.
Las decisiones tienden a tomarse con la menor participación posible, es una participación que queda
más bien a nivel simbólico, se impone la idea que no tiene sentido consultar a personas que no
tienen la preparación para opinar sobre determinados asuntos. Diversos hechos nos muestran la
existencia de una agenda implícita del gobierno que no quiere participación: de hecho la asumen en
la práctica como innecesaria especialmente en materias que tiene que ver con acciones técnicas.
Esta apreciación de inutilidad también pasa a ser parte de la propia gente. Se tiende a difundir la
idea que es mejor que otros resuelvan los temas pendientes para la sociedad civil, se le otorga a las
cúpulas de poder político la tarea de resolver los problemas de las personas. Por tanto, la carencia
de interés contribuye a que la participación no sea un problema político.
CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD Y LEGITIMIDAD DE LA ORGANIZACIÓN
SOCIAL
Para clarificar y ampliar el panorama sobre la actual crisis de participación, resulta interesante
recoger información de diversos estudios
36
realizados por la División de Organizaciones Sociales
en la Región Metropolitana, a partir de diversos encuentros realizados con dirigentes y funcionarios
municipales En ellos se muestra una clara diferencia entre el discurso que sostienen las
organizaciones sociales de base y la institución del Estado, en materia de participación, sin
desconocer evidentemente los puntos de coincidencia.
Un punto en común, de alguna forma compartido por los distintos actores, se refiere al alto valor
que se le otorga a la función del municipio, como puente entre la comunidad y el desarrollo local.
Los funcionarios municipales plantean que hay un período de crisis en lo que se refiere al concepto
de participación y a las formas que esta adopta. Para ellos existen dos modelos o tipos de
participación Un modelo antiguo, que apunta a la participación comunitaria, es decir, acciones
ejecutadas por individuos organizados en la solución de sus problemas; la acción aquí está
orientada hacia determinados objetivos de desarrollo.
36
D.O.S. "Discurso de los Funcionarios Municipales sobre Participación" Santiago, Mayo 1998

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21
Existe, por otro lado, un modelo emergente que es contrario al anterior. Se caracteriza por una
participación fragmentada, llamada por éstos individualista, no se conecta con lo comunitario al
perderse el sentido de compromiso con el otro. En este caso la participación apunta a lo concreto a
cuestiones que son tangibles.
A juicio de los funcionarios existe una participación real que representa una forma de aproximarse a
la gente. Para lograrla es necesario ampliar los elementos reflexivos de discusión, que den cuenta la
problemática comunitaria. Este estilo está más presente en los municipios pobres y medios; en
éstos se ha ampliado (especialmente en los últimos tiempos) la incorporación de la comunidad a la
discusión de temas importantes relativos a la calidad de vida de las personas.
En los municipios de niveles más altos, la participación es consultiva- presencial. Son básicamente
consultas a la comunidad, es decir, la comunidad es invitada a asistir y acude en un acto que sienta
presencia. Esta asistencia es considerada como participación.
Para los funcionarios este es un tipo de participación ocasional, se observa fundamentalmente en los
sectores urbanos acomodados. La comunidad se hace presente en un acto electoral tendiente a
resolver necesidades acordes con el sector socioeconómico al que pertenecen.
Estos estilos de participación diferenciados de acuerdo a los distintos niveles socioeconómicos, dan
origen a diversos mecanismos de participación. Las comunas de mayores recursos utilizan las
consultas y encuestas. Los sectores medios bajos hacen uso de mecanismos participativos tipo
proyecto, utilización de los fondos concursables. Entonces, según el discurso de los propios
funcionarios, la participación varía según el estrato socioeconómico de la comuna y ello influye en
la calidad de organización de la comunidad.
El modelo pragmático de participación al cual nos referimos con anterioridad, se ubica en sectores
más altos. Aquí se tiene una representación mas individualista de la participación, es decir, la
participación se comporta individualmente, es inmediatista y concreta para la consecución de cosas.
También encontramos aquellos tipo cabildos, en donde los vecinos juegan un papel relevante en la
definición de la forma en que se invierte el presupuesto municipal. El vecino juega un papel
importante en el desarrollo de actividades tendientes a definir este tema.
En cuanto al nivel organizativo existen, según los funcionarios entrevistados, dos tipos de
participación. En la comunidad organizada, la participación es más demandante y exige la solución
de los problemas que presenta la comunidad. Mientras tanto, en la comunidad no organizada, la
participación es de tipo interrogativa, es decir, se concurre de manera individual al municipio a
pedir información de cualquier índole. Hay un desconocimiento respecto al municipio y la gestión
de las organizaciones sociales.
Otro tema abordado, se refiere a los facilitadores y los obstaculizadores de la participación.
Respecto a estos últimos se distinguen tres ámbitos, relacionados con las organizaciones sociales,
los funcionarios y el municipio.
En primer lugar existe una crisis de representatividad de los dirigentes y por ende de la
organización. Dicha crisis se manifiesta en la escasa convocatoria que tienen, por ejemplo, las
Juntas de Vecinos. Esta situación es cuestionada por los funcionarios, quienes plantean que no es
posible que dirigentes con escaso nivel de representatividad, en relación a la participación en sus
organizaciones, tomen decisiones que afectan a una comunidad entera.

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22
A lo anterior se suma una falta de democratización real de estas organizaciones, configurándose una
imagen del dirigente como un personaje inamovible, que en opinión de los funcionarios sólo
persiguen un cierto estatus que les permita desenvolverse en diversas instancias y con distintas
personas.
En este mismo sentido, se manifiesta también una fuerte crítica a la falta de preparación y
capacitación de los dirigentes. Los funcionarios los califican de ignorantes frente a la complejidad
de las tareas en las cuales tiene que participar.
En segundo lugar, se habla de la politización de las organizaciones sociales. Se visualiza un alto
interés de los partidos políticos por intervenir en las organizaciones sociales. Aparecen en este
sentido, dos discursos respecto al efecto de la política en dichas organizaciones. Los funcionarios
administrativos consideran que la politización a nivel dirigencial produce una desligitimación y una
falta de credibilidad de la comunidad. Para los funcionarios profesionales, la política no conlleva
grandes problemas afirmando que no existen posturas apolíticas.
Relacionado a lo anterior y aunque no pretendo desarrollar esta idea, me gustaría señalar que hay un
temor de participar en la organización social que se conoce. Se suele vincular la organización con
conflictos y con política. La tendencia generalizada es evitar aquello que podría significar un
conflicto.
De alguna manera, estas apreciaciones dan cuenta de una tensión permanente a nivel
organizacional, tensión dada por el intento de guardar un cierto equilibrio entre la militancia
política y la pertenencia a organizaciones vecinales.
Otro obstaculizador de la participación se refiere a la capacidad funcionaria para la gestión
comunitaria. Se observa inoperancia, incapacidad y falta de capacitación para asistir y trabajar con
la comunidad. Muchas veces los funcionarios aparecen como responsables de la brecha entre la
gestión municipal y el desarrollo de la comunidad. De igual modo, la burocracia también lesiona la
participación, al debilitar la confianza comunitaria en los servicios públicos.
Junto con deficiencias en la capacidad funcionaria para el trabajo con la comunidad, aparecen
también, los problemas de integración entre departamentos municipales. Se generan dinámicas
distintas en cuanto a la práctica municipal y se carece de un trabajo colectivo que aporte más
integralmente a la solución de necesidades de la comunidad.
Un cuarto obstaculizador, está vinculado al tema de la división política y los procesos electorales.
Se acuña un cierto anhelo de poder, que instala relaciones divisorias al interior del municipio, lo que
produce, entre otros efectos, un distanciamiento de las organizaciones sociales locales.
El discurso de la participación del Estado no se ve cristalizado en la gestión del municipio. La idea
debe ser construir un estilo de participación “hacia afuera”, para lo cual se requiere la creación de
canales que permitan al municipio recoger la opinión de la comunidad.
Sobre la base de estas críticas, surgen dos discursos que denotan la posición de los funcionarios de
comunas medias y bajas. El primero apunta a cambios en la estructura interna del municipio,
transformación en la práctica de la gestión municipal. Este mejoramiento interno apunta quizás a
una reestructuración funcional del municipio. Están pendientes tareas tales como: capacitación a los
funcionarios, el mejoramiento de la comunicación entre departamentos, con el fin de perfeccionar la
gestión municipal y responder concertadamente a las necesidades e intereses de comunidad.

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23
Estas junto a otras propuestas, podrían contribuir a superar tanto la crisis de la práctica municipal
como la crisis de la práctica participativa de la comunidad. El efecto de este discurso sería
posesionar al funcionario municipal, como un actor con altas cuotas de responsabilidad en la
gestión municipal y la participación general.
El segundo discurso, de corte más pesimista, está referido a la cultura municipal. El eje de las
dificultades de la participación está en un nivel más cultural idiosincrático e identitario, por el cual
se estigmatiza al funcionario municipal y se prescinde de lo que podría ser su aporte al trabajo con
la comunidad. Se habla de la necesidad de crear de un nuevo tipo de actor municipal modernista.
La modernización de los gobiernos municipales, pasa por la restitución del papel de los
funcionarios y del municipio en sí, en tanto este debe constituir la instancia que canalice la
participación comunitaria en la localidad. Se apuesta a la construcción de una gestión moderna de
participación, con capacidad de dar respuestas a las demandas y peticiones individuales, aquellas
que expresan la ciudadanía por fuera de las organizaciones sociales.
El mismo estudio, muestra la construcción de una perspectiva actual de la participación a nivel de
las organizaciones sociales tradicionales y emergentes, es decir, la visión de los dirigentes sociales
respecto al tema de la participación a nivel local.
Respecto a la situación actual, también reconocen una crisis de la participación. Se reconoce que las
estrategias de convocatoria desarrolladas por los dirigentes no han dado el resultado esperado. La
situación se agrava si se considera que la participación es un valor profundamente positivo para la
comunidad, dado que permite lograr avances, mejorar las relaciones entre los vecinos y establecer
lazos solidarios.
Los dirigentes plantean la necesidad de obtener un apoyo de parte de las autoridades,
fundamentalmente municipales para avanzar en esta materia. Ello implica que el municipio debe
reconocer el sacrificio y compromiso de la labor que desempeña el dirigente social.
Los dirigentes dicen que no hay un verdadero reconocimiento del papel de asistente social informal
que tiene el dirigente, en tanto su acción apunta a ayudar a resolver problemas de la comunidad y
apoya de esta manera el rol del municipio, razón más que suficiente para ser considerado en la toma
de decisiones.
Se desconoce también, su calidad de autoridad local elegida por la población. De ahí que los
dirigentes consideren que la actitud de los funcionarios para con ellos, constituye uno de los
principales obstaculizadores de su labor. Lo anterior significa que el dirigente social percibe que
está inmerso en un intercambio desigual, que genera una fuerte frustración y tensión ante la
situación vivida.
La falta de apoyo y reconocimiento municipal se visualizan además en el hecho de no ser
escuchados por los funcionarios y no canalizar los recursos y las actividades a través de ellos. Por
tanto, aquí hay implícita una tramitación de desconfianza en la función del dirigente social.
Se menciona, en este sentido, la falta de difusión de información de actividades que el municipio
realiza en un determinado territorio: muchas veces los dirigentes son los últimos en enterarse de las
actividades, lo que lo desacredita ante la comunidad como un interlocutor válido frente al
municipio.

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Un importante obstáculo de la participación para los dirigentes, se refiere al componente político, ya
que muchas autoridades municipales y políticas prefieren orientar sus recursos a través de sus
propios dirigentes pasando por alto a los dirigentes sociales.
Los temas políticos y la militancia, se transforma en un problema en la medida que polarizan las
visiones al interior de la organización y pueden llegar a destruirla. Sin embargo, se reconoce que en
determinados momentos el apoyo a un candidato podría significar avances para la comunidad en la
medida que se consigan recursos.
Por otro lado, los dirigentes también reciben la presión de la propia comunidad, que desconfía de su
gestión y los presiona para el logro de adelantos materiales, como la única forma de legitimarse. La
participación de la comunidad, en este sentido, se da en la celebración de los logros; después de ello
la comunidad se retira hasta que surja nuevamente otro problema de tipo material que motive a
integrarse y presionar a sus dirigentes. Ello marca la tendencia a delegar en los otros la
responsabilidad de los cambios, es decir, los representantes son los que tienen el papel fundamental
en la solución de los problemas.
Se destaca en este estudio las diversas estrategias que han buscado los dirigentes para legitimarse y
acortar la distancia con la base social. Se enfatiza la importancia instrumental de la participación
con el objeto de convencer a las bases de la utilidad y relevancia de formar parte de las
organizaciones. Al mismo tiempo que desarrolla estrategias de negociación con las autoridades,
para obtener los bienes que la comunidad demanda, esto los convierte en continuos repartidores
frente a la autoridad y frente a la comunidad. Ello indudablemente desvirtúa su rol como verdadero
dirigente.
Rescataría respecto del tema del rol deseado por los dirigentes sociales, el hecho que se definan a sí
mismos como autoridades y representantes locales cuya legitimidad depende de su carácter electivo.
Se reproduce de alguna forma la centralidad de la participación electoral de la cual hablan Faletto y
Baño
37
. Para los dirigentes es decisivo en sus planteamientos sobre la participación, el tema de la
asistencia de los socios el día de las elecciones.
Se legitiman también a partir de la cercanía a la realidad social y a los problemas de la comunidad,
aportan a su desarrollo desinteresadamente, y se autodefinen como los expertos locales. En atención
a esta experticia plantean una forma de relacionarse con el municipio, les gustaría ser consultados
en su calidad de expertos a la hora de realizar diagnósticos, priorizar problemas o repartir ayuda
social.
Para los dirigentes sociales, la participación no se agota en lo instrumental puramente, sino que
adquiere un sentido de transformación cultural de las relaciones interpersonales y construcción de
una nueva prioridad en la escala de valores. Para lograr esto, se requieren espacios y momentos de
encuentro entre las personas, de ahí que los dirigentes valoren tanto, la realización de actividades
expresivas de la comunidad.
Para que la autoridad acepte y respete como interlocutor válido al dirigente social, éste debe
demostrar recurrentemente su capacidad de convocatoria, desarrollando actividades regulares de
participación. Esta visión ideal choca con la disposición de la comunidad a participar, más bien son
acciones esporádicas y motivadas por los beneficios instrumentales que se obtendrían de ella.
37
Baño, Rodrigo; Faletto, Enzo El Subsistema Político. El carácter de la participación política en "Transformaciones
Sociales y Económicas en América Latina". Cuadernos del Departamento de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile. Santiago, 1999

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Respecto a los facilitadores de la participación, los dirigentes plantean que en la medida que se está
frente a un “buen dirigente”, la participación social mejora. El dirigente social en este sentido, debe
ser creativo y tener un saber hacer frente a la relación con la autoridad, de manera de poder
solucionar los problemas.
El apoyo municipal se constituye como un importante facilitador de la participación. Si la
comunidad percibe que el dirigente es escuchado por el municipio su respaldo será mayor,
especialmente cuando ello significa dar respuestas y soluciones concretas a los problemas de las
personas.
Considerando el planteamiento de Diego Palma respecto a las capacidades y oportunidades de
participación
38
, el diagnóstico que hemos mostrado evidencia una crisis en estos dos componentes y
más aún una falta de adecuación entre ambas dinámicas. Así por ejemplo, hay capacidades de
participación de los vecinos que se ignoran y no se les da una oportunidad adecuada para mostrar
las iniciativas que son capaces de promover.
Lo anterior queda demostrado en la implementación de diversos programas impulsados por el
Estado, que exigen capacidades que muchas veces no están en la experiencia de quienes son
llamados a utilizar estos canales de participación,, Se constituyen por tanto, en nudos que aún no
han sido superados. El desconocimiento técnico por ejemplo, muchas veces hace surgir un
sinnúmero de problemas, que ahondan la desconfianza y restan a la participación a muchos sectores.
Para finalizar, una participación organizada es un proceso que no se logra con la elaboración de un
plan técnicamente bien concebido o por la vía de un decreto.
Participar es en definitiva, hacerse parte en la toma de decisiones y no simplemente ser ejecutor de
algo, es ser sujeto de un proceso de vida, la participación a la cual tantos aspiramos, se constituye
en una estrategia esencial para el desarrollo de la igualdad y la democracia en la vida social de toda
comunidad.
No hay democracia sin una participación activa, racional y responsable de las personas como
protagonistas de los cambios. Sin ella los cambios no tienen vida auténtica, por el contrario, se
producen procesos regresivos cuando el cambio ha sido impuesto y quien lo impuso desaparece.
La participación debe desarrollar en las personas la conciencia acerca de sus propias capacidades y
posibilidades. Todas las personas son útiles al proceso de participación. Ello no significa que todos
tengan que hacer lo mismo, sino incorporarse a aquellas cosas para las cuales sean más aptos. En la
medida que las personas se sientan consideradas y puedan percibir su aporte, desarrollarán un
sentido de pertenencia a la comunidad en tanto ámbito de convivencia real. El sentimiento de la
identificación surge por tanto, vinculado a la experiencia de trabajo colectivo.
El tema de la participación está directamente vinculado del tema de la equidad, de la construcción
de una sociedad democrática real y de la generación de una ciudadanía moderna.
La construcción de una ciudadanía completa y la generación de espacios de participación sustantiva
pasa necesariamente por la superación de las profundas desigualdades que genera el sistema.
38
Palma, Diego "La Participación y la Construcción Ciudadana". Documento de Trabajo Nº 27 Centro de Investigaciones
Sociales. Universidad ARCIS Santiago, Abril 1998

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