|
EL TERRORISMO DESDE ADENTRO
Ataca sigilosamente, destruye lo que se propone; a su paso deja odio, miedo y dolor: Cómo actúa, de dónde viene y cómo piensa un terrorista, son las preguntas que a menudo surgen luego de sus actos de violencia. Sin embargo, actualmente no hay un estudio profundo que lo defina en forma precisa.
Lo cierto es que va mucho más allá de un ser que detona bombas y comete actos violentos en contra de otras personas. El que un individuo con plena conciencia agreda de esa manera a otro, sin conocerlo siquiera, es porque algo no muy agradable está sucediendo dentro de él mismo y con sus emociones. La conducta que asume es destructiva. Más que una convicción, existe en ellos un condicionamiento, va más allá de una doctrina de fe, del fanatismo. Es un mecanismo sicológico en el que la percepción de su realidad, de sus valores y de sí mismo se altera.
No cualquiera puede ser un terrorista. En su desarrollo, el ser humano va marcando las pautas de su conducta en función de lo que ve y de lo que vive, es una respuesta. Y ser terrorista también es una reacción a una condición, a un estilo o filosofía de la vida que se le va inculcando desde pequeño.
Es educado a través del terror, de su amenaza, de la violencia, del abandono emocional y posiblemente de una exigencia religiosa desmedida; los mensajes tan agresivos y poco coherentes que recibe, modifican su personalidad convirtiéndolo en una persona muy insegura y temerosa. A través de su proceso formativo, que va más allá de lo meramente militar, genera un mecanismo de defensa conocido como "identificación con el agresor", en el que, para no sentirse lastimado, copia una serie de patrones de conducta de sus atacantes, ya sean de sus padres, familiares cercanos o instructores y deja de ser víctima para convertirse en victimario. Sin querer, repetirá la misma historia. En un futuro, para él lo fundamental no será el hecho de matar; sino de generar terror, de poner a temblar a todo el mundo con un solo acto.
|
|