La artrosis es una de las enfermedades reumáticas más frecuentes. El aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento progresivo de la población hacen prever un incremento considerable de su prevalencia.

Consideraciones fisiopatológicas y clínicas:

En las articulaciones normales, los procesos de síntesis y degradación de la matriz cartilaginosa están en equilibrio. En la artrosis se alteran los procesos reparadores y el cartílago se va destruyendo. En fases avanzadas se afecta el hueso subyacente, de manera que se produce una esclerosis, formación de quistes y de osteofitos y se altera la cápsula articular.

Se ha descrito una predisposición genética hacia esta enfermedad. Es más frecuente en la gente mayor, en mujeres (especialmente después de la menopausia), en obesos y tras traumatismos articulares.

Las articulaciones más afectadas son las de la cadera, rodillas, dedos y con menor frecuencia, las vertebrales. Los síntomas característicos son el dolor, la disminución de la movilidad articular, la rigidez y en ocasiones la inflamación articular. Los hallazgos radiológicos a menudo no se correlacionan con los síntomas y esto limita la utilidad de las radiografías para la valoración del curso clínico.

Los objetivos terapéuticos son la mejora de los síntomas, de la capacidad funcional y de la calidad de vida de los pacientes, y si fuera posible, evitar la progresión de la enfermedad.

Medidas no farmacológicas:

Una actividad física moderada puede mejorar los síntomas y la funcionalidad. Cabe pues, diseñar un programa de ejercicios individualizado para cada paciente, con el objetivo de reforzar la musculatura que rodea las articulaciones afectadas.

En personas obesas, la pérdida de peso puede retardar la aparición de los síntomas de la artrosis.

Otras medidas, como el calor local, los ultrasonidos o la estimulación eléctrica transcutánea (TENS) pueden aliviar los síntomas en algunos pacientes, pero hay pocos datos sobre su eficacia. El uso de bastones , muletas u otras ayudas ortopédicas, puede ser útil en pacientes con limitaciones funcionales.

Tratamiento Farmacológico:

El principal objetivo del tratamiento farmacológico es el alivio del dolor. Aunque éste sea el síntoma principal y la artrosis no acostumbra a asociarse a la inflamación, la mayor parte de la investigación acerca de esta enfermedad, se ha orientado hacia la evaluación de los antiinflamatorios no esteroideos, más que de los analgésicos. A pesar de esto, los datos disponibles sugieren que el paracetamol es tan efectivo como el Ibuprofeno a dosis analgésicas o antiinflamatorias, y es mejor tolerado.

Se ha sugerido que la asociación con un opiáceo menor como la codeina, podría mejorar los síntomas cuando hay una respuesta insuficiente al paracetamol. Dos metaanálisis recientes sugieren que la adición del opiáceo menor, no aumenta la eficacia analgésica del paracetamol y, en cambio, incrementa el riesgo de efectos indeseables del opiáceo.

Se ha sugerido que la administración crónica de AINES puede acelerar el proceso degenerativo del cartílago. La acción inhibidora de la síntesis de las prostaglandinas puede agravar la artrosis. A pesar de esto, algunos pacientes que no responden al paracetamol pueden mejorar con un AINE.

Al seleccionar un antiinflamatorio es preciso valorar su eficacia y la incidencia de efectos adversos. La eficacia de diversos AINES es similar. Por lo que se refiere a los efectos adversos, si bien todos se relacionan con un riesgo de efectos gastrointestinales graves (como úlcera, hemorragia gastrointestinal y perforación), el Ibuprofeno se asocia con un riesgo menor que los demás AINES.

Los AINES tópicos, son ampliamente utilizados en el tratamiento de la artrosis, y aunque su eficacia es controvertida, recientemente se ha sugerido que pueden ser eficaces en la artrosis (BMJ, 316, 333-338, 1998).

En el tratamiento de la artrosis, el uso de los corticoides no está justificado.

La inyección intraarticular de corticoides sólo estaría indicada en pacientes seleccionados con signos inflamatorios agudos, ya que existen pocos datos sobre su eficacia y la frecuencia de administración.

Se ha sugerido que los llamados condroprotectores favorecerían la reparación del cartílago, y por tanto, evitarían la progresión de la enfermedad. En estudios de corta duración el Sulfato de Glucosamina se ha mostrado más eficaz que el placebo y similar al Ibuprofeno para mejorar los síntomas, pero estos estudios presentan problemas metodológicos. Además faltan datos de eficacia y seguridad a largo plazo, y no se ha demostrado que retarde la progresión de la enfermedad.

No hay suficiente información sobre la eficacia del Ácido hialurónico ni de la Orgoteina para que pueda recomendarse su uso.

En los pacientes que presenten un dolor intenso y persistente, que no mejore con el tratamiento médico, o existan limitaciones funcionales graves y progresivas, puede estar indicado el tratamiento rehabilitador o quirúrgico.

Conclusión

En la mayoría de pacientes con artrosis, la aplicación de medidas no farmacológicas como ejercicios para reforzar la musculatura, la reducción de peso y el uso de bastones y muletas, pueden aliviar el dolor y mejorar el curso clínico. El objetivo principal del tratamiento farmacológico es el tratamiento del dolor. El Paracetamol es el fármaco de elección, si no está contraindicado. Si el paciente no responde de manera satisfactoria, hay que asegurarse de que lo está tomando a dosis analgésicas. El tratamiento analgésico se puede complementar con un AINE. Teniendo en cuenta que no se han demostrado diferencias de eficacia entre los diferentes AINE, es preferible seleccionar el Ibuprofeno . a la dosis mínima eficaz, porque es el que produce menos efectos indeseables. Cuando estas medidas son insuficientes, puede estar indicado un tratamiento rehabilitador o quirúrgico específico.

Dosificación de los analgésicos en el tratamiento de la artrosis

Analgésico de elección: Paracetamol.

Dosis analgésica plena de Paracetamol: 1 gr. cada 6 horas.

Dosis analgésicas de Ibuprofeno: 400 mg. cada 6 horas.

Se puede asegurar una analgesia plena si a lo largo del día se alternan las tomas de Paracetamol (1 gr), con las de Ibuprofeno (400 mg.)
 
 

Fuente: Butlletí d'informació terapéutica. Servei Català de la Salut. Vol. 10, núm 6, juny 1998

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