Neuromante
¿Qué
puede decirse de Neuromante que no se haya dicho ya? Desde su publicación
en 1984, nadie duda en afirmar que se trata de un hito en la CF, como lo
es la trilogía de las Fundaciones de Isaac Asimov o la saga
de Star Wars en el cine. Curiosamente, la secuela de comentarios
y análisis que originó Neuromante llegaron a nuestro país
antes que la novela propiamente dicha.
Por ejemplo, se dice que el término
"ciberespacio", que forma parte ya de nuestro lenguaje cotidiano, fue acuñado
por William Gibson y utilizado por primera vez en esta novela. Lo primero
es cierto, pero el término "ciberespacio" (cyberspace) aparece por
primera vez en un cuento de Gibson que forma parte del volumen Quemando
cromo (Burning chrome,1981), también editada por Minotauro. Gibson,
como el mismo afirma, no es un científico de formación, por
lo que su aproximación a los conceptos informáticos es más
imaginativa que predictiva, lo cual no quita un ápice de interés
a sus novelas y cuentos.
En efecto, en el universo en
el cual se desarrolla la trama de Neuromante, el ciberespacio tiene
su origen en "las primitivas galerías de juego, ... en los primeros
programas gráficos y en la experimentación militar con conexiones
craneales". A diferencia de la actual Internet, este ciberespacio es
realmente interactivo, la conexión con esa red puede efectuarse directamente,
y no solo mediante una pantalla y un teclado. En comparación, nuestra
actual Internet, mas que una supercarretera de información, es
una trocha. El ciberespacio de Gibson, es "una alucinación consensual
experimentada diariamente por billones de legítimos operadores en
todas las naciones... Una representación gráfica de la información
abstraída de los bancos de todos los ordenadores (computadoras)
del sistema humano. Una complejidad inimaginable". A esta complejidad,
matriz o ciberespacio, pueden ingresar los "vaqueros de consola" mediante
implantes o electrodos, de modo que proyectan sus existencias "dentro"
del ciberespacio. Como vemos, algo radicalmente distinto a lo que experimentan
los "chateros" en las cabinas públicas.
Esta limitada descripción
del ciberespacio es solo un elemento de Neuromante. Otro elemento
es el paisaje urbano. La pesimista visión del futuro de Gibson es
atroz, compuesto por ciudades contaminadas, decadentes e inmensas, tanto
que incluso han llegado a formar una sola (como el EMBA, "Eje Metropolitano
Boston-Atlanta", donde transcurre parte de la acción). Es decir,
como si Lima y Cañete fueran una sola ciudad. El inicio de la novela
es revelador en este sentido: "El cielo sobre el puerto tenía
el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto
". Sumen a eso mares cubiertos por cardúmenes de basura.
Se ha dicho también que
Neuromante es el típico ejemplo del género "ciberpunk". Mas
aún, que es "la novela" ciberpunk por excelencia. No vamos a explayarnos
ahora sobre lo que significó el ciberpunk en la ciencia ficción
de los ochenta y noventa (eso será materia de otro artículo,
tengan paciencia), pero el hecho es que esta identificación (ciberpunk
= alta tecnología + yakuzas + trasnacionales corruptas que tienen
mas poder que los estados + antihéroes amorales + drogas) ha sido
fuertemente cuestionada, y la reciente publicación, al menos en el
ámbito hispanoamericano, de la antología Mirrorshades
(originalmente publicada en 1986, publicada en español en 1998!),
considerada como "la antología" por excelencia del movimiento ciberpunk,
lleva a la conclusión de que durante años se ha utilizado
un término cuyo significado apenas ha sido entendido. En todo caso,
Neuromante apareció en 1984, coincidiendo con el auge
del movimiento ciberpunk.
Ahora, hablemos de la novela.
Si Neuromante fuera un cuento
para niños, podría empezar así: había una vez
una inteligencia artificial que quería ser libre... Pero en realidad,
se inicia con un "vaquero de consola" (cyber-cowboy) llamado Case, a quien
se le ha extirpado la habilidad de conectarse al ciberespacio, y se gana
la vida haciendo pequeños negocios turbios en Chiba City, un puerto
japonés que funciona fuera de la ley en muchos aspectos. Case ha sido
uno de los mejores vaqueros de consola, utilizando sus habilidades para penetrar
en el ciberespacio a fin de robar información. Es contactado por un
hombre llamado Armitage y su guardaespaldas-samurai, una mujer llamada Molly
que en lugar de ojos tiene implantadas lentes, y debajo de las uñas,
filudas navajas bisturí que puede hacer aparecer a voluntad. Armitage
se encarga de curar a Case, de manera que pueda volver a utilizar sus habilidades
como vaquero de consola. Desde aquí, continúan una serie de
aventuras que nos llevan a varios países, y de ahí a una extraña
ciudad espacial, dominada por un curioso clan industrial - familiar cuyos
fantasmales miembros prrefieren clonarse o congelarse durante años.
Mientras tanto, Armitage va revelando una serie de actitudes que delatan
que alguien más, o "algo" más, lo controla. Si quieren saber
que pasó entonces, pues lean el libro.
Como puede deducirse del presente
comentario, Neuromante es una novela que trata del futuro, pero un
futuro oscuro y decadente, en el cual la alta tecnología desarrollada
no soluciona ningún problema, mas bien, parece empeorar las cosas.
Es triste ver que son las visiones
mas distópicas de la CF las que se "cumplen" en la realidad. El mundo
imaginado por Gibson se parece al nuestro, y no me refiero tan solo a la
realidad del mundo desarrollado. Por hablar tan solo de Lima, el cielo contaminado
se parece cada vez más a una pantalla de televisor sintonizado en
un canal muerto. Las costas de Magdalena del Mar y San Miguel tienen todas
las basuras imaginables. Case bien podría llamarse Quispe o Campos,
y tener un puestito en la Avenida Wilson; y Molly podría aparecer
como invitada en un reality show sobre pandillas juveniles. Y no digamos
nada de las omnipresentes drogas...
Neuromante es la primera
novela de una trilogía compuesta, además, por Conde Cero
(Count Zero, 1986) y Mona Lisa acelerada (Mona Lisa overdrive,
1988). Si bien comparten el mismo universo y algunos personajes, no tienen
mucho que ver entre sí.
Danel Salvo (c) Junio 2002