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LA ESQUINA CALIENTE

La sonrisa del Gato (Galárraga)

Las sesiones de quimioterapia son devastadoras, pero el Gato Galárraga supo superarlo y regresó a los diamantes.
Al jugador de béisbol de las Grandes Ligas, Andrés Galárraga, se lo distingue con el apelativo el Gato. Seudónimo puesto por uno de los manager de la Gran Carpa, Bob Bailey, debido a su agilidad y habilidad para jugar la primera base y porque además le resulta más fácil decirle Big Cat que Ga...lá...rra...ga...

Nació como pelotero profesional con los Leones de Caracas, junto a sus ídolos de su niñez Antonio Armas, Marcano Trillo, Baudilio Díaz, Gonzalo Márquez. Llegó a la gran carpa con los Expos de Montreal y luego pasó a los Rocosos de Colorado.

Al final de cada temporada regresa a su ciudad y visita barrios, escuelas, hospitales. Andrés es de aquellos que aún habiendo triunfado no se olvidan de sus inicios y antepasados.

Con una sonrisa amplia y contagiosa refleja una paz y felicidad interna capaz de transmitirla a los demás. Galárraga es ejemplo por su capacidad de superar muchas barreras en su camino, entre ellas una batalla contra el cáncer.
En la temporada de 1998 fue contratado por los Bravos de Atlanta con el que logra una estupenda campaña. Al año siguiente se pierde todo el campeonato debido a que los médicos le diagnosticaron cáncer en la espalda, lo que conmocionó el ambiente deportivo.

Fue sometido al tratamiento de quimioterapia que lo inició con mucha fe y esperanza. Mientras dura la temporada en Estados Unidos vive en la Florida, a poca distancia del campo de entrenamiento primaveral de los Bravos. Antes de uno de los juegos de preparación todos los integrantes del equipo visitaron su casa para demostrarle su apoyo.
Las sesiones de quimioterapia son devastadoras. Una tarde, luego de la segunda sesión, estaba sentado viendo televisión y tuvo un sueño. Vio la imagen de Dios, blanca y muy bella, que lo tomó por detrás y lo acostó en la cama, mientras luchaba por despertarse y agradecerle por algo tan bonito y tan real.

Cuando despertó estaba muy sudado, como si le hubieran echado un balde de agua. Llamó a su esposa y le contó el sueño muy sonriente y le dijo: “¡Estoy curado!” Y desde aquella ocasión sintió una mejoría milagrosa.

No solo que se sintió mejor sino que luego puedo regresar a los entrenamientos y jugar béisbol con los Bravos, su regreso fue tan convincente que volvió a ser el fuerte y recio bateador que conecta enormes y largos batazos, tanto, que su manager Boby Cox tomó esto muy en cuenta para ponerlo a jugar.

Para el año 2002 estaba programada la inauguración de la temporada de las Grandes Ligas en Caracas, su ciudad natal, entre Baby y los Bravos. La ovación para el Gato fue grande.

Galárraga retribuyó esta cortesía con un cuadrangular que fue el preludio de una temporada increíble que le permitió ser escogido luego para el Juego de las Estrellas.

Todo esto como que si Dios lo estuviera organizando para la alegría de este pelotero que en cada instante regala a sus compañeros y fanáticos una amplia y gran sonrisa que nos pinta la alegría interna de este extraordinario jugador que derrotó a la adversidad.

Frank Maridueña (El Universo)

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