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Reportaje especial:

FERNANDO VALENZUELA "EL TORO TRIUNFADOR"

Francamente hablando mis amigos lectores vamos a recordar a un individuo gordito, más que rollizo, y hasta barrigón, rostro redondo de nariz ancha y labios gruesos, ojos de niño travieso y apariencia de timidez.

Con este retrato les presento a Fernando Valenzuela, el béisbolista mexicano, antitesis del "latin lover", derribó estrepitosamente en 1981 el mito el atleta apolíneo, del atleta "atlético", al convertirse de golpe y porrazo, gracias a la magia de sus lanzamientos de zurda, en héroe número uno del béisbol norteamericano contemporáneo y en el deportista mexicano que más alto haya llegado en un país extranjero.

Destacarse a tal grado en el país del béisbol donde millones y millones de niños lo practican en cuanto aprenden a caminar, donde hay desde siglo pasado legiones de "inmortales" musculosos, altos y bien proporcionados, constituye un fenómeno social la hazaña del mexicano.

Todo empezó cuando el alto mando de los Dodgers de Los Angeles, privado de los servicios del también zurdo Jerry Reuss, se aventuró a probar a un novato de 20 años de edad que no hacía mucho había adquirido del plantel del Angeles de la cuidad mexicana de Puebla.

Cualquier otro joven debutante habría llegado al montículo convertido en un manojo de nervios. Valenzuela, en cambio, echó una siesta en la mesa de masajes después de la habitual práctica preliminar de bateo y dos horas más tarde término de propinar, al equipo de Houston, la que sería su primera blanqueda en Ligas Mayores.

La anécdota es fiel reflejo de la pasmosa serenidad que pese a su novatez mostró siempre el mexicano cuando estaba en acción en el diamante y que junto con la habilidad de sus lanzamientos forma la base del sensacional éxito alcanzado por el lanzador zurdo de los Dodgers conocido como "El Toro" y recibido con "oles" cuando aparecía en el terreno de juego.

A partir de aquel día empezó a hilvanarse una de las carreras más asombrosas y rápidas que se hayan visto en Ligas Mayores puesto que en la final de la temporada Valenzuela lo había hecho todo, o casi todo: nuevos récords en la amplia gama a que da lugar el béisbol, mejor novato del año, los principales trofeos, el gallardete de la Liga Nacional y como fin de fiesta un hístorico truinfo de los Dodgers, a los que el mexicano sacó de un hoyo de dos derrotas iniciales consecutivas, en la Serie mundial.

El Toro mexicano término 1981 transformado de novato desconocido (válgase la redundancia, a personaje número uno del deporte de los Estados Unidos y de Mexico y por rebote de todo el mundo interesado en el béisbol, en el hombre que fue invitado especial en la campaña electoral del candidato a la presidencia de México y en recién casado que encontró, entre los regalos de boda, un telegrama de felicitaciones del presidente Ronald Reagan.

En una apreciación puramente técnica, la fórmula que dió el éxito a Valenzuela ha sido dividida por los expertos en tres aspectos: su innato deseo de triunfar, su seguridad y el lanzamiento de tirabuzón. Esta pitcheada es un lanzamiento invertido de curva díficil de dominar. 

A Carl Hubbell, del Salón de la Fama e inventor del lanzamiento en Ligas Mayores, le tomó ocho años perfeccionarlo.

El mexicano, en cambio, lo logró en un par de años y se asegura que el suyo es el mejor que se haya visto desde los tiempos de Hubbell.

Valenzuela es el segundo mexicano que se destaca en plan grande en el béisbol de Estados Unidos, después de que en 1954 su compatriota Beto Avila se convirtiera, al ganar el título en la Liga Americana, con los Indios de Cleveland, en el primer latinoamericano que conquistaba una corona de bateo.

En plan de comparación con lo logrado por "El Toro" en unos cuantos meses, se ha recordado que el sacrosanto Babe Ruth tardó varios años en convertirse en el rey del béisbol, al igual que Ted Williams y Stan Musial, por citar algunos de los más importantes.

Koufax pasó como lanzador años de penuria antes de comenzar a llenar los estadios. Posiblemente el más que se acerca a la fama de Valenzuela en toda la historia del béisbol sea Joe DiMaggio quién fue super estrella desde el primer día en que se vistió con el uniforme de los Yanquis de nueva York.

Mickey Mantle, otro monstruo sagrado de la pelota, tardó también algunas temporadas en pasar a ser el dios del béibol, lo mismo que el desaparecido Roberto Clemente o que Hank Aaron, pese a sus 755 jonrones.

Ver: Fernando Valenzuela (Biografía)

Edwin Kako Vasquez
Historiador deportivo

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