ESTETICA DE LA ARTIGRAFIA
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Mil veces la sombra y la frialdad construyen su nombre y emborronan la historia del arte, mil veces las modas amparan postulados mezquinos que nada constituyen, mil veces el designio del arte se ve sometido a las dictaduras y a la voz del poder.
Sólo la voz auténtica prevalece entre las musas, lo genuino tiene soporte de ingenuidad a veces, lo grandioso tiene esencia de cotidianidad mil veces, la verdad no se construye con dinero solamente, es el sacrificio y la investigación quien otorga los
parabienes de las musas.
La artigrafía nace ante la visión de mil mezquinos rasguidos en lienzos, ante la esperpéntica voz de mil brochazos sin forma, ante la duda en la realidad de la verdad artística, ante el paso de ingentes cantidades de dinero derivadas a espacios mediocres.
La artigrafía no pretende rasgar vestiduras ni vestir santos, ni busca seguidores ni acólitos, es un canto personal que no quiere herederos, ni modas, ni refugios de personajes célebres.
La artigrafía es sólo reflexión y sudor, entretenimiento e inspiración, y es investigación en la soledad. Sólo por divertimento y por una búsqueda de otro camino, por experimentación en la misma experimentación, por el placer de conocer y buscar, por la necesidad de encontrar, nace la artigrafía. Y no tiene necesidad de que nadie la entienda o la
comparta, la busque o la secunde pues en sí misma ya
ha triunfado.
La artigrafía es un proyecto estético. Un postulado
de creación. Si el arte concibe mil formas diferentes de expresión, si las percepciones de la concepción artística no son
únicas, la artigrafía no es elemento transgresor, sino
renovador de la estética del arte.