Chávez, el símbolo

Las incidencias de un año de gobierno no han disminuido la confianza que el Comandante Chávez inspira en el pueblo venezolano. A pesar de las dificultades económicas y las incertidumbres políticas, su popularidad no disminuye. ¿En qué se sustenta la durabilidad de este apoyo popular? ¿Qué ha recibido la mayoría de los venezolanos de éste primer año de gobierno? En nuestra opinión, la repuesta es muy simple: al pueblo venezolano le ha sido devuelta su dignidad. Examinemos esta proposición en detalle.

En la concepción social que presupone la supremacía de lo económico, la humanidad primaria de la gente desaparece. El ser humano es reducido a una unidad productiva, a una pieza de una enorme maquinaria cuyo mítico bienestar está por encima del de las personas. Este economicismo extremo puede manifestarse en sistemas ideológicos muy disitintos. Dos ejemplos particulares son: el "neoliberalismo salvaje", que hemos padecido en la última década, y la colectivización forzada de la Unión Soviética de Stalin, que tanto daño causó hace medio siglo.

En la ideología del neoliberalismo un ser humano vale en función de su valor como agente económico. De lo que se infiere que quien vive al margen del sistema económico pierde su valor como persona. Para el neoliberalismo, ocho de cada diez venezolanos son escoria que interfiere con el funcionamiento fluído de la maquinaria económica. Recordemos que esto no es una mera abstracción. Todo lo contrario. Es una realidad social que se refleja en el lenguaje coloquial (los monos versus los sifrinos), en los privilegios indebidos que implícita o explícitamente limitan el acceso a las universidades, en las vidas humanas que cobra la inseguridad.

Si el neoliberalismo nos arrebata la dignidad, la esperanza colectiva nos la devuelve. Hace unos días caminábamos por el boulevard de Sabana Grande. Un hombre, incapacitado por una enfermedad particularmente cruel, pedía limosna acostado sobre una camilla improvisada. Cuando señalamos la credencial del MVR, que lucía sobre el pecho como una condecoración, se acomodó la boína roja y sonrió. Percibimos que a pesar de su extrema pobreza se sentía pertenecer a algo que nos hacía iguales.

Como todos los seres humanos, los venezolanos necesitamos sentir que somos parte de una sociedad digna. Chávez se ha convertido en un símbolo que apunta hacia el colectivo que aspiramos todos. Y es a Chávez, el símbolo, a quien apoya irrestrictamente la mayoría de los venezolanos.

La gente que ha recuperado su dignidad exige ahora bienestar económico, educación, justicia--que cese de una vez la impunidad.

Es la responsabilidad de Chávez, el hombre, actuar en coherencia con Chávez, el símbolo.

Gustavo J. Mata

Febrero del 2000


 

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