Dueños de qué, dueños de nada

Por Mariana Hernández
mariannehz@hotline.com

Sábado 13 de septiembre de 2003
62º aniversario de Acción Democrática
Recomiendo a los lectores regresar de tanto en tanto a este texto, pues está siendo renovado a medida que se van produciendo nuevos datos y nuevos razonamientos.

Ver Índice de artículos

En Chile lo lograron hace 30 años porque habían cebado un ejército, como en el resto del Continente. Pero por primera vez en la historia de América no tienen ejército. Lo descuidaron por perezosos, por decadentes, y lo dejaron cundirse de gente popular para que les hiciera el trabajo sucio, desde generales hasta soldados rasos. Igual que ponen a las sirvientas a tocar cacerolas para protestar contra Chávez. Con razón huyeron del palacio presidencial de Miraflores el 13 de abril de 2002 ante la presencia popular a su alrededor, en la espantá más famosa de la historia humana desde la de los italianos en la Guerra Civil Española. De modo que no es raro que ya no tengan ejército. Lo raro es que no haya pasado antes. Aunque ya había comenzado a pasar desde los años 60; no otra cosa fueron el Carupanazo y el Porteñazo, rebeliones de militares revolucionarios, sea lo que sea que el término revolucionario haya significado entonces, contra gobiernos entreguistas y malvados.

Rómulo Betancourt no era buena gente, más bien era un traidor bastante camandulero, pero al menos intentó una Reforma Agraria, frustrada porque le dio el Ministerio de Agricultura y Cría a un terrateniente bastante copeyano, Víctor Jiménez Landínez; junto con Juan Pablo Pérez Alfonzo creó la Opep; masificó la educación, aunque lo que consiguió fue desbaratarla, a punta de sindicalerismo. Lo mejorcito fue la Opep. Dejó que su gente robara para mantenerla unida y enfrentada a la insurrección de comunistas y de jóvenes de su propio partido, el ahora ultrarreaccionario Américo Martín entre ellos, y por ahí se le fue el país. Su principal perro de presa, Carlos Andrés Pérez, se le dispersó como ya sabemos.

A la postre esa dirigencia política degeneró en el corrillo de delincuentes incompetentes que hemos visto agonizar junto con el país durante estos cinco años. Ninguna acción les ha resultado. Todo ha sido fracaso tras fiasco tras chasco tras payasada. No sólo han intentado arruinar el país en su conducta del Coyote del Correcaminos, sino que han asolado sus propias empresas. Hasta un periodiquito chavista mal construido y anticuado como Vea se está vendiendo más que los tradicionales y consagrados periódicos de la burguesía. Sus televisoras dan lástima y bochorno, en manos, como siempre, de un círculo de animadores del más bajo nivel intelectual imaginable en un ser humano. Que para eso fueron cebados durante años y años de entrenamiento. Napoleón Bravo no nació de la nada.

El caso de las firmas para el revocatorio es emblemático. Un grupo de rábulas (palabra divertida que significa ‘abogadillo picapleitos, leguleyo, charlatán’), ideó (es un decir) un referendo revocatorio extraído de un referendo consultivo por arte de mago de feria. Ni siquiera este el Tribunal Supremo de Justicia marramuciero que nos gastamos, que absuelve golpistas, pudo con semejante truhanería. Luego, al cumplirse la mitad del mandato constitucional de Hugo Chávez, con aquellas firmas en manos de la banda Súmate, compuesta por la familia dueña de Globovisión y por los rábulas de Pedro Carmona Estanga y de otros criminales como Juan Fernández y Horacio Medina, se propusieron entregar unas firmas para pedir un referendo revocatorio. Lo hicieron el 20 de agosto pasado. Quienes las han visto saben que se trata de fotocopias encuadernadas de “firmas” mal garabateadas (por cualquiera; no por la persona verdadera), con listas sacadas de bancos, listas de teléfonos móviles y de tarjetas de crédito. Firmas extemporáneas y falsificadas, pregunta mal redactada, etc. Todo pésimamente realizado. No lo hicieron peor porque no se puede. No son profesionales. No le hicieron caso ni siquiera a un estafador profesional y avezado aventurero político como Jorge Olavarría o a un comprador de jueces como Gerardo Blyde. Ambos advirtieron que fracasarían con aquella maniobra. Como niños malcriados pretendieron que les reconocieran aquella nueva trastada, rechazada el 12 de septiembre de 2003 por el Consejo Nacional Electoral.

¿Por qué se exponen así? ¿Por qué inventan estafas ramplonas como la del seudopiloto Moisés Boyer, quien ni es piloto ni trajo a los supuestos guerrilleros por orden de José Vicente Rangel, como lo denunció El Espectador de Colombia? A pesar de que está muy lejos de ser chavista, El Espectador tuvo de todos modos que despedir a su director, Raúl Santamaría, por permitir la publicación de semejante mojiganga. En Colombia tienen más vergüenza que estos medios cameladores venezolanos de quinta categoría. Se exponen así porque no saben que se exponen así. O no les importa, porque creen que la gente es más estúpida que ellos, en lo cual se engañan porque es imposible ser más estúpido que ellos. Son tan estúpidos que creen que se puede ser más estúpido que ellos. Son como Bush, quien creyó que invadir a Irak iba a ser fácil. Lo fue porque era la primera potencia militar, apoyada por otra potencia (Inglaterra) y una impotencia (España), contra un país arruinado, así cualquiera, pero el problema no es conquistar a la dama sino seguir gozando de sus favores. La cosa no es un lance de una noche, que cualquiera tiene, sino preservar el festejo. En eso fueron hasta mejores que Bush, porque su torpeza les dio resultado durante años y años de bufonadas impunes, como la mamarrachada que armaron dos semanas antes de las elecciones que Chávez ganó el 6 de diciembre de 1998, cuando quitaron el apoyo a sus candidatos Luis Alfaro Ucero e Irene Sáez para dárselo a otro más “salidor”, Henrique Salas Römer, quien a la postre de todos modos perdió. Pero ese libertinaje los fue embruteciendo (digo, si alguna vez fueron inteligentes) y creyeron que el país les pertenecía como un juguete de niño malcriado. Ya no gozan de estructuras intelectuales como las de Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Juan Pablo Pérez Alfonzo o Rómulo Betancourt (no incluyo a nadie de Copei porque ahí no había sino relumbrones violentos y farisaicos sin relieve intelectual como Rafael Caldera o Arístides Calvani. Dije violentos porque Caldera le dio una paliza al humorista Leoncio Martínez, “Leo”, cuando tenía 20 años y Leo más de 50, y Calvani estuvo involucrado en el asesinato de monseñor Arnulfo Romero, por lo cual la guerrilla salvadoreña derribó la avioneta en que viajaba con su esposa Adelita, que no era mejor que su marido). Uno ve la nómina de la dirigencia de oposición y aquello da ganas de reír o de vomitar. Las dos cosas.

Ahora, uno de los peores, el pícaro Enrique Mendoza, el que cerró arbitrariamente un canal de televisión durante el golpe mediático de abril de 2002 mientras acusaba al gobierno brevemente depuesto de totalitario, ha anunciado un Reafirmazo para el 5 de octubre, con los mismos errores del descalabro del que hicieron el 2 de febrero. No aprenden, como dijo Jorge Olavarría el lunes 15 de setiembre en Últimas Noticias. Claro, como que viene de Mendoza, el que dijo que la cajita de libros enviada por Cuba era para adoctrinar a los neolectores en el comunismo. Autores como Rudyard Kipling y Emilio Salgari son castrocomunistas según Mendoza. Igual que Cervantes, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, quienes también están en la cajita. Todos chavistas. ¡Dígame Rudyard Kipling, que hasta imperialista era! Eso pasa por cultivar la ignorancia con disciplina de monje. El señor Mendoza va a tener que recibir la visita de la Misión Robinson. Su ignorancia es impecable, porque no conoce a ninguno, créanme, ninguno de los autores que integran la Biblioteca Familiar que nos ha regalado Cuba. Más o menos el mismo razonamiento (de algún modo hay que llamarlo) que invocan algunos maestros para no repartir las cajitas entre los niños: que los libros contienen un polvillo que lava el cerebro del lector —a través de su nariz, supongo. Si Cuba está tan atrasada en medicina ¿cómo puede elaborar polvillo tan prodigioso? Chávez los tiene locos y los tiene durmiendo en plazas, amén de caminar por autopistas.

Si no logran matar a Chávez o que los Estados Unidos nos invadan, están condenados a pasar a los sótanos de la historia, sólo recordados en el futuro por eruditos bien majaderos. Y en cuanto a la clase media que aún los sigue, habrá que preparar para ella una Misión Robinson especial para que aprenda a pensar por cuenta propia.


Puedes reproducir este texto donde quieras y enviarlo a quien quieras siempre que lo hagas inicando la fuente y sin introducirle alteraciones.