¡BRASIL CAMPEÓN!...  ¿ASAMBLEA CAMPEONA?...
 
Hoy, 30 de junio de 2002 llega a su fin una etapa de dos importantes manifestaciones de la naturaleza humana, de las cuales he estado muy al tanto; la primera, representativa del deseo humano de triunfo, competencia y liberación de las más profundas emociones; se acaba el mundial de fútbol Corea-Japón 2002, entregándonos al primer pentacampeón mundial, el equipo de Brasil.  La segunda, representativa del derecho y deber humano de legislar y trabajar en pos de la consecución de normas y estatutos que garanticen el respeto de los derechos naturales y civiles de los seres humanos; se termina el último periodo de sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa de la República de Panamá, correspondiente al calendario 2001-2002.
 
¿En cuál de los dos hechos debería concentrarme en el resto de mi artículo?, seguramente que no será en el tema del mundial de fútbol, no soy cronista ni analista deportivo, a pesar de que me volcaba a favor del equipo alemán; sin embargo, en el caso de la vida legislativa de Panamá, considero que si puedo hacer eco de la realidad que vivimos y de las aspiraciones que guardamos.
 
Casi doce años de historia parlamentaria, luego de la invasión estadounidense -no norteamericana (norteamérica : Canadá, Estados Unidos y México)- del 20 de diciembre de 1989; han dejado claro que los ciudadanos de este país están inconformes con la labor de este Órgano del Estado, a tal punto que esta institución legislativa se encuentra bajo al mira de la opinión pública, como un ente ineficiente y, lo peor, irresponsable.
 
Nuestra Asamblea Legislativa está plagada de algunas características que le permiten ser vista de esta manera por la sociedad, y no solamente la institución como tal, sino sus miembros, aquellas personas que la ciudadanía elige para que legislen en pos de un país mejor y que, al final de cuentas, no lo hacen.  Enumeremos algunas:
 
· Sesiones cortas e improductivas.
· Cambios anuales de directiva.
· Exagerada cantidad de legisladores, aspecto que conduce a la improductividad.
· Niveles elevados de ausentismo, no se respetan los horarios de sesiones del pleno.
· Atribuciones que no le corresponden a un legislador y que, supuestamente, son realizadas por estos (obras comunitarias, reparación de calles y demás).
· Presencia de “privilegios” indecentes e intolerables.
· Los legisladores “nombran” a sus asesores personales, muchos de los cuales no tienen si quiera la capacidad para ocupar este cargo.
· Los legisladores “nombran” otros cargos dentro del engranaje legislativo.
· La mayoría de los legisladores no están preparados para ejercer este importante cargo.
· Presencia de la nefasta “reelección” indefinida.
· La indecente inmunidad parlamentaria.
· Revocatoria de mandatos político-partidista.
· La Asamblea Legislativa es electa el mismo día que el Presidente de la República.
 
Nadie puede negar que estas realidades son las que permiten y siguen dando rienda suelta a los problemas que sacuden y destruyen la imagen de nuestro parlamento; no obstante, ninguno de los que tienen la oportunidad de ofrecer verdaderos cambios se han tomado el deber de dar el paso que todos esperamos y deseamos:  “ver una Asamblea Legislativa productiva, verdaderamente comprometida con los intereses de la nación y con las aspiraciones de sus ciudadanos”.
 
¿Y las recomendaciones?; ¿y cuáles son las aspiraciones ciudadanas?...  Sinceramente no creo que sea justo rescribir las mismas, ya que lo hice en un artículo publicado en este mismo sito web, el pasado 27 de mayo de 2002.  El siguiente hipervínculo los llevará al contenido del mismo:
 
Necesitamos una nueva Asamblea y el show que se vivirá -sesiones extraordinarias y disputas por la directiva 2002-2003- durante los dos meses que faltan para que entre en sesiones el nuevo periodo legislativo y tome posesión la nueva directiva de este Órgano del Estado; lo dejará aún más claro.  De eso no tengamos la menor duda.
 
Domingo 30 de junio de 2002
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