APC, Cáritas y los embalses



	ACP, CÁRITAS Y LOS EMBALSES

	La ley 44 del 31 de agosto de 1999 estableció la ampliación del cuenca hidrográfica del Canal de Panamá y dio campo abierto para que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) empleara las miles de hectáreas añadidas a los antiguos límites de la cuenca, en proyectos que redundarán en la modernización y ampliación de la vía, así como en la protección de la materia prima primordial para el normal funcionamiento de la vía, el recurso hídrico... el agua.

	Ante esta situación, la APC mantiene en proyecto visionarios planes de ampliación, mismos que incluyen, a corto plazo, aumentar la capacidad hídrica de la vía, y a largo plazo, tomando como base lo anterior, la construcción del tan necesitado tercer juego de esclusas. No obstante, el proyecto inmediato -aumentar la capacidad hídrica de la vía- ha generado grandes controversias; poner en práctica el mismo, representa la construcción de nuevos embalses -presas- en regiones del norte del Provincia de Coclé y, por ende, el traslado de cientos de familias residentes en las regiones que se verán afectadas por los nuevos lagos artificiales que tales embalses ocasionarán.

	Una de las últimas declaraciones que sobre este tema se ha dado, está plasmada en la Carta 85 de la Oficina Nacional de Pastoral Social - Cáritas Panamá , del 23 de agosto de 2002; en la misma, Cáritas hace referencia al engaño que se da por parte de la ACP. Citamos la siguiente sección de la Carta 85:

	“Los campesinos de la Coordinadora Contra los Embalses han denunciado que el equipo social contratado por la ACP, trata de confundir a la población campesina diciendo en las comunidades que eso de la reubicación, de la inundación y los embalses es puro cuento... que nada de eso se ha definido, que lo que la ACP busca es el desarrollo de las comunidades. Es así como la ACP engaña al campesinado y logra reunirlo en Sonadora. Reubicar la gente para inundar las tierras, verdadero propósito de la ACP.”

	Cáritas Panamá se ha convertido en la defensora de los cientos de campesinos que se verán afectados y que tendrán que ser reubicados antes de poner en marcha la ejecución del mencionado proyecto; no obstante, la metodología de apoyo que está dando no es la más aceptable, ya que la misma contraviene la realidad de la Nación, la cual la formamos todos y no solo los campesinos de la región norte de la Provincia de Coclé.

	Es cierto que las actuaciones de la ACP no son las más correctas, actualmente esta Autoridad no está siendo lo suficientemente abierta con la población panameña, a fin de que todos tengamos conocimiento de los proyectos futuros para el Canal, de las expectativas y de los beneficios que puedan traer, en un momento dado, la puesta en marcha de estrategias de ampliación y modernización de la vía interoceánica; no obstante, oponerse por oponerse, como lo ha hecho Cáritas, no es tampoco lo más prudente.

	Todos lo panameños queremos un Canal que rinda beneficios para la Nación, pero también debemos tener presente que el Canal no es una mina de oro y que gran parte de sus ingresos se van en el funcionamiento de la vía; tanto así que en el pasado año 2001, para el Estado Panameño fueron más los ingresos provenientes del Turismo que los provenientes del Canal de Panamá. Sin embargo, el Canal sigue y seguirá siendo la principal arma económica para el desarrollo marítimo e industrial internacional de la Nación y nunca se puede permitir que su capacidad de servirle al mundo de una manera eficiente, moderna y competitiva, se deteriore. El Canal de Panamá es apenas la punta del iceberg, bajo la cual se mueve -y se moverá en un futuro- toda una maquinaria económica que, de ser bien administrada, resultará en sorprendentes beneficios para todo el país, en los verdaderos beneficios directos del Canal Interoceánico.

	Para lograr que el Canal no pierda su sitial en el mundo, este debe adaptarse a los cambios que se den en materia marítima, y uno de los principales es el aumento de tamaño de las naves y por ende, en su tonelaje; sumado a esto, el factor tiempo es primordial, por eso los administradores de la vía han llevado adelante grandes esfuerzos por reducir el tiempo de espera y de tránsito de una nave por la vía acuática. Así mismo, el programa de los embalses, tan criticado, tiene como fin aumentar la eficiencia del Canal, aspecto de gran preponderancia para la Nación.

	Si miramos a un futuro cercano, el país tendrá que decidirse a construir un tercer juego de esclusas, a fin de mantener al Canal como la vía acuática por excelencia en el mundo, capaz de atender a las naves más grandes existentes y por existir; por tanto, para que este proyecto sea viable, las fuentes de agua deben haberse determinado con anterioridad, y las mismas deben estar disponibles antes de poner en funcionamiento el nuevo juego de esclusas. En base a esta realidad, los embalses son evidentemente necesarios, a fin de garantizar la construcción y funcionamiento de las nuevas esclusas.

	Es necesario comprender este panorama antes de oponerse por oponerse, ya que los mismos que hoy se oponen a los embalses -aduciendo que en el mundo hay una tendencia a no usar estos métodos de abastecimiento de agua, pero olvidándose de hacer aportes y propuestas, y dejando a un lado la verdad de que el Canal de Panamá es solo uno en el mundo-, son los que en un futuro dirán: “dejamos que se echara a perder el Canal”. ¿Hay que hacerle exigencias a la ACP?, claro; hay que exigirle que a los campesinos se les reubique en tierras similares o mejores, y que se les faciliten recursos para reiniciar sus vidas en sus nuevos hogares, de una manera productiva y decente; de igual forma, hay que exigirle que no engañe a nadie, que diga las cosas como son y que sea más abierta con la población panameña, acerca de los planes y metas de la vía interoceánica.

	Seamos justos con la Nación si queremos un Canal eficiente, la ampliación del Canal es una necesidad que no se puede postergar más y la ACP está trabajando bajo esa innegable realidad.

	Lunes 16 de septiembre de 2002