Las relaciones
sexuales entre un hombre y una mujer incluyen caricias en todo el cuerpo que nos provocan
mucho placer y pueden estimular nuestros genitales. En los hombres, el pene se pone erecto
y duro. En las mujeres el clítoris se agranda y la vagina se lubrica. |
Poco
a poco, las caricias directas en los genitales se vuelven más deseables tanto para el
hombre como para la mujer.
El coito no es un acto que ocurre intempestivamente, es una conducta sexual que requiere
de tiempo, conciencia y responsabilidad. Requiere de tiempo, porque el coito no se desea
al inicio de las caricias sino que se vuelve deseable por medio de las caricias. Requiere
conciencia, porque es un acto que si no es voluntario y aceptado, llega a ser molesto y
desagradable y, en cambio, si es deseado, es un acto sumamente placentero y de
fortalecimiento de las relaciones interpersonales, de la intimidad y la ternura de la
pareja.
Posiciones
corporales
1. Caricias frente a
frente: Las caricias
como expresión de afecto y estímulo erógeno, forman parte de la actividad sexual y si
son previas y/o simultáneas a la penetración, pueden aumentar la excitación y
predisponer a una relación más intensa y placentera.
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2. Postura del Misionero:
Esta posición es la más típicamente usada en nuestra cultura occidental y la más
observada en los medios de comunicación.
Esta postura aumenta la probabilidad de embarazo porque la gravedad ayuda a que los
espermato- zoides lleguen al óvulo. |
La mujer facilita el logro de
esta postura cruzando sus piernas alrededor de la espada del hombre.
En esta postura es importante que el hombre no se apoye excesivamente sobre el pecho de la
mujer porque su peso puede ser molesto y puede dificultar su respiración. En esta postura
la mayor parte del ejercicio físico la realiza el hombre y éste tiene casi total control
sobre el ritmo de los movimientos. Ya que no hay acceso manual al clítoris; la
estimulación de la mujer es indirecta, por lo que conviene que el hombre trate de
mantenerse lo menos adentro de la vagina que pueda de manera que sus movimientos ejerzan
mayor presión sobre el clítoris. Esta postura no es recomendable a partir del sexto mes
de embarazo porque puede ejercer excesiva presión sobre el vientre.
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