• Filtrar la sangre consiguiendo la eliminación de los productos tóxicos y de desecho. Así, elimina las sustancias nocivas producidas por el propio cuerpo (urea, creatinina, amoniaco, ácido úrico, etc.) fármacos metabolizados (es decir, que han realizado su función y se han transformado en sustancias nocivas).
• Mantenimiento de la presión arterial mediante la eliminación de agua y la secreción de hormonas.
• Retener nutrientes (proteínas, sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, glucosa y vitaminas) y secreción de hormonas.
Si la función renal se va haciendo más lenta y el riñón se lesiona gradualmente, se desencadena la incapacidad de éste para realizar su trabajo. Este fenómeno se llama insuficiencia renal crónica porque el problema se desencadena y desarrolla lentamente con los años, pudiendo llevar al riñón a que deje de funcionar.
Cuando ambos riñones fallan, el cuerpo comienza a retener líquido y sustancias nocivas. Entonces la presión sanguínea sube, aparecen edemas, el organismo no produce suficientes glóbulos rojos (comienza a producirse anemia), etc. Cuando esto sucede, es necesario recurrir a tratamientos que sustituyan el trabajo de los riñones.
La insuficiencia renal crónica puede ser producida por una gran variedad de causas:
En los primeros momentos de la enfermedad no suelen manifestarse síntomas, pero a medida que ésta evoluciona, avanza y se desarrolla pueden aparecer los siguientes síntomas:
(En casos de diálisis peritoneal o hemodiálisis, se evita el desenlace, pero permanece el riesgo por infecciones como peritonitis o endocarditis.)
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