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Julio Bracho, el  “Brujo de Maracay”                 

Tomado del diario el Carabobeño    

Hablar de Julio Bracho es hablar de una parte importante de la historia del deporte venezolano, en particular del béisbol. Su nombre siempre aparecerá entre los grandes de esta disciplina, considerada el principal pasatiempo de nuestro país. Hoy en día, a sus casi 84 años de edad, Julio César Bracho Ramos sigue recibiendo homenajes de todo tipo, por ser uno de los mejores lanzadores de la historia del béisbol venezolano, y porque integró la famosa selección nacional, los llamados “Héroes del 41”, que compitió en la Serie Mundial de Béisbol Amateur de 1941, celebrada en La Habana, Cuba, quienes se alzaron con el título al derrotar en par de ocasiones al todo poderoso equipo local.

Después de un poco más de seis décadas, para la gran mayoría de los cronistas esa victoria sigue siendo considerada la hazaña más grande del deporte venezolano, por encima de la medalla de oro obtenida por Francisco
“Morochito” Rodríguez en los Juegos Olímpicos de 1968, el Campeonato Mundial de Fútbol de Salón logrado en 1997 y el subcampeonato del Preolímpico de Baloncesto en 1992. Por la manera como dominaba a los toleteros rivales, Bracho se ganó el remoquete del “Brujo de Maracay” cuando lanzaba la serpentina.

No poseía una gran recta. “No llegaba siquiera a las 85 millas” dice él, aunque con su endiablada sinker, escurridiza slider, enorme curva y bola de nudillos “volvía locos a los bateadores”, cuentan quienes le vieron lanzar. “Al contrario de la gran mayoría de los lanzadores, la recta era el pitcheo que utilizaba para sorprender, era mi cambio de velocidad. Ellos (los bateadores) siempre esperaban que tirara algo lento o que se moviera mucho”.

Fue un pelotero versátil en todo el sentido de la palabra. Hacía bien su trabajo como abridor o relevista y, cuando no estaba encaramado en el morrito iba a cubrir uno de los jardines, más que todo el flanco derecho, además de ser un respetable bateador. “Brachito”, como también le decían, en la pelota amateur brilló con dos grandes equipos: El “Vencedor” de Valencia y el “Cervecería Caracas” de la capital de la República. Con los “espumosos” fue testigo del nacimiento de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional y fue fundador de la novena Leones del Caracas. En pleno centro de Maracay se edificó un estadio de béisbol que tiene su nombre.

UN CARABOBEÑO QUE SE HIZO EN ARAGUA

Bracho nació el 24 de septiembre de 1918 en la popular y muy valenciana parroquia San Blas, sin embargo su talento para jugar béisbol no se desarrolló en tierras carabobeñas porque su familia tuvo que trasladarse a Maracay, debido a la ocupación de su padre, quien fue un militar al servicio del régimen gubernamental de entonces, el del general Juan Vicente Gómez.

Si nació en Valencia, ¿por qué le decían el “Brujo de Maracay”?

-Porque ya tengo viviendo casi 70 años en Maracay. Todas mis cosas las he hecho en Maracay, fue allí donde me hice pelotero, aunque siempre recuerdo mi pueblo de Valencia. Mi familia se fue a Maracay porque mi padre, Marcos Aurelio Bracho, era un militar, un teniente coronel y en esa época cambiaban de sitio a los oficiales constantemente. Papá venía de Caracas, estaba en el Cuartel San Carlos cuando lo cambiaron a Güigüe en la época cuando nací. Después estuvimos en Caracas desde 1928 a 1930 hasta que nos establecimos en Maracay.

¿Quién lo introdujo al béisbol? ¿Cómo se inició en este deporte?

-No recuerdo realmente quién me enseño a jugar pelota, eso fue hace mucho tiempo. Sí recuerdo que me encantaba jugar, hacíamos todo el tiempo partidas entre los muchachos que vivían por mi casa, jugábamos porque nos gustaba, lo hacíamos por diversión. Ya a la edad de 13 años jugaba en el amateur, porque no tuve la suerte de jugar organizadamente con niños, dado que en esa época no existían corporaciones como Criollitos de Venezuela. Me inicié en el año 1932 con el Club Maracay Júnior y jugaba con hombres, que inclusive tenían experiencia en el béisbol de primera división. Era el primer bate y jardinero derecho de ese equipo y fuimos campeones ese año.

Luego de su pasantía con el Maracay Júnior, Bracho en 1936 se unió al equipo Juan Bimba y en 1939 al Vencedor de Valencia, club con el cual ganó tres campeonatos y luego pasó al Cervecería Caracas.

CERVECERÍA EL MEJOR

¿Cuál fue el mejor equipo que integró, además de la selección que ganó la Serie Mundial de 1941?

-Definitivamente el Cervecería Caracas. Éramos como una familia, todos nos conocíamos, nos queríamos, éramos buenos compañeros. Era un club que jugaba con un amor y entusiasmo tremendo. Teníamos grandes estrellas del momento como Ramón “Dumbo” Fernández, Guillermo Vento, Enrique Fonseca, Antonio Bríñez, Héctor “Redondo” Benítez, Dalmiro Finol, José Antonio Casanova, el “Zurdo” José Pérez Colmenares, Luis Romero Petit, Luis “Mono” Zuloaga, Jorge Arrieta y otros que se me escapan de la memoria.

Éramos puros criollos y así jugábamos y recuerdo que una vez trajeron a un equipo de “estrellas negras” de Estados Unidos con Roy Welmaker, Roy Campanella, Jackie Robinson, Buck Leonard, Marvin Williams, Parnell Woods, Sam Jethroe y Joshua Gibson.

¿Cuál fue su mejor época como integrante de ese equipo?

-Tuve buenas temporadas acá en Venezuela, sin embargo particularmente recuerdo una vez que fuimos a jugar una serie en Panamá y tiré tres blanqueos consecutivos.

Además de lanzador, ¿qué otras posiciones jugaba?

-En mis comienzos también fui campocorto y segunda base. Igualmente fui receptor, recuerdo que una vez fui con el Vencedor de Valencia a jugar en Maracaibo y un día jueves recibí y el sábado lancé.

Antes los peloteros eran muy versátiles, como el caso suyo. ¿Por qué con los años se ha venido perdiendo esa característica en los jugadores?

-En efecto, eso se ha perdido porque los entrenadores se han dedicado a formar peloteros para que jueguen una sola posición, para que sean estrellas en esa posición. Cada vez se ven menos jugadores que pueden jugar varias posiciones.

RECORDS PARA LA POSTERIDAD

Julio Bracho, con su amado equipo Cervecería Caracas, aparecerá por siempre en los registros, por haber sido el primer lanzador en tirar un blanqueo en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional. Esas primeras “nueve arepas” de la pelota rentada nacional se las recetó a los Patriotas del Venezuela, el 17 de enero de 1946, encuentro que significó el debut de otra de las grandes glorias de este deporte, Alfonso “Chico” Carrasquel.

Al “Brujo de Maracay” le tomó apenas una hora y 35 minutos pintar de blanco al equipo de Juan Antonio Yánez, el popular “Yanecito”. Sólo permitió dos imparables, dio par de ponches y boletos para ganarle el duelo de pitcheo al norteamericano Bill Jefferson en juego que terminó 2 carreras por 0. En los primeros años del profesionalismo, Bracho era casi invencible. Entre la campaña de 1946 y la de 1949-1950 (cinco torneos siempre con los “lupulosos”) tuvo impresionante registro de 26 victorias por apenas cuatro derrotas con excelente efectividad de 3.06. Su actuación en la temporada 1946-1947 es una de las mejores de lanzador alguno en la historia de la Liga. Tuvo marca de 11 victorias por tan sólo una derrota con 1.57 de efectividad en 22 presentaciones. De los cinco juegos que abrió completó cuatro.

Dejó marca de por vida de 28-8 con 3.37 de efectividad en 104 encuentros, de los cuales inició 26 y completó 10. Fue tal su dominio que permitió menos hits que las entradas que lanzó (348 en 389.2).

SE PERDIÓ EL CARIÑO

Siempre es interesante debatir o discutir si el béisbol de antes es mejor el actual. Para nadie es un secreto que ahora la pelota es un negocio en el que se mueve mucho dinero, cantidades que los jugadores de antaño ni se atrevían a soñar acumular. Lo único cierto es que tanto ayer como hoy se mencionan peloteros de calidad y vaya que Bracho lo fue.

¿Qué diferencias ve usted en el béisbol de antes y la pelota que se juega ahora?

-Es una diferencia enorme. Antes se jugaba por amor, con cariño, porque había un público tremendo. Ahora todo es dinero. Si aparece por ahí un buen pelotero, él se va con el equipo que le ofrezca más dinero. El béisbol de antes se jugaba con cariño, por amor al equipo.

¿Cuál fue su mejor sueldo?

-Mil doscientos bolívares mensuales, que en aquella época era un sueldo con el que se podía vivir bien.

De jugar en esta época. ¿Cuánto cobraría?

-No me lo plantearía. En mi época nunca lo hice, no me la pasaba pensando en el dinero como lo hacen los peloteros de ahora. Los dueños de equipo eran quienes fijaban los sueldos de acuerdo a lo que uno hacía por ganar juegos.

Para usted ¿quién fue el mejor pelotero de su época y quién lo es actualmente?

-Habían muchos jugadores buenos, aunque indudablemente el mejor fue Vidal López porque lanzaba bien, era excelente fildeando en los jardines y fue un bateador como pocos. Cuando no lanzaba era el cuarto bate del equipo. De la época actual, considero que Bob Abreu, quien casualmente es de Aragua, es uno de los mejores peloteros jóvenes que actúan en las Grandes Ligas. El tiene algo que es muy bueno, es un muchacho callado que hace mucho, trabaja bien, es buen bateador y tiene una gran defensa, es un tipo muy modesto.

¿Qué piensa de los umpires?

-Los umpires de antes eran muy buenos. Los habían de extraordinaria calidad como Roberto Olivo y Teodoro Venancio Pacheco. Los de ahora veo que fallan mucho, no están bien preparados y no se concentran en lo que están haciendo. Lo hacen como si fuera un trabajo obligado, no le pone cariño a la cosa. Antes había mística, era un gran orgullo para una persona ser umpire.

¿Sigue yendo al estadio?

-Sí, cuando tengo la oportunidad voy a ver a los Tigres de Aragua. Es un equipo al que le tengo mucho cariño porque yo fui uno su primer coach. Cuando Aragua ganó su primer título yo seguía y fui a la Serie del Caribe.

SIEMPRE LIGADO AL DEPORTE

El “Rubio” Bracho se retiró en la campaña 1957-1958, luego de participar en un juego con el desaparecido equipo de Pampero, precursor del actual Tiburones de La Guaira.

¿Le dolió dejar de jugar?

-Fue sentimiento tremendo. Hoy en día cuando lo recuerdo todavía me duele. Inclusive, hace poco escuché un disco de una cantante de entonces y se me salieron las lágrimas, porque fue una época bella, en la que había mucho amor, cariño y afecto de unos con otros. Ahora veo mucha desilusión, las personas están muy apartadas.

¿A qué se dedicó después de retirarse?

-Fui por largo tiempo coordinador de Deporte Nacional del Instituto Agrario, Inagro. Tenía que visitar los 20 estados para supervisar a la gente que trabaja allí. Organicé varios campeonatos nacionales en el que no sólo hice énfasis en lo deportivo, sino que incentivaba a los participantes a que se conocieran unos con otros y generar amistades, hermandades. También tuve a mi cargo por nueve años una escuelita de béisbol aquí en Maracay, la de la Policía de Aragua. Ya todos los muchachos son bachilleres y profesionales. ¡Trabajé hasta los 76 años de edad!

HOGAR AMANTE DE LA PELOTA

En lo personal, Bracho se casó en tres oportunidades y tiene tres hijos, todos varones, de los cuales dos fueron destacados jugadores de béisbol amateur, pero no se aventuraron a dar el salto al profesionalismo. Matilde y Olga Felícita fueron sus dos primeras esposas y la actual es María Lourdes, con la particularidad que la primera y tercera son oriundas de Ciudad Bolívar y nacieron en el mes de diciembre del mismo año.

A sus hijos los llamó Julio César, César y Leonardo. El mayor, Julio César es fotógrafo, César es licenciado en Administración Comercial y Leonardo es locutor de la República. César y Leonardo fueron los que jugaron pelota. Ambos representaron en reiteradas ocasiones al estado Aragua y al país en importantes competencias. El primero fue campocorto y bateaba a ambos lados del plato, en tanto que el segundo fue antesalista y lanzador.

¿Qué pensaban sus esposas del béisbol?

-A ellas les gustaba mucho. Eran unos encantos, siempre estaban pendiente de todo, me apoyaban, pasaba momentos muy bellos.

¿Y el resto de su familia?

-La mía es una gran familia, es maravillosa. Así son mis hijos, quienes cuando estaban pequeños le dedicaban mucho tiempo, sobre todo los domingos, a jugar béisbol. Mi padre, que era andino, también le gustaba el béisbol, el fue presidente por muchos años de la Asociación de Béisbol de Maracay.

HÉROE DEL 41

Bracho es uno de los cinco peloteros de ese legendario equipo de los “Héroes del 41” que todavía viven. Los otros son Héctor “Redondo” Benítez, Juan Francisco “Gatico” Hernández, Enrique Fonseca y Luis Romero Petit. El quinteto, 61 años después de la hazaña, sigue recibiendo homenajes y es realmente emocionante verlos juntos, compartiendo y conversando. “Son tantos homenajes los que hemos recibido que ni me acuerdo. Para nosotros es una felicidad tremenda que se recuerden de uno. Me siento orgulloso y contento de haber sido parte de ese equipo porque somos un ejemplo de juventudes. Muchos se fijan en nosotros, se cuidan, hacen las cosas bien hechas para representar de la mejor manera a Venezuela”.

¿Su recuerdo más bonito de esa Serie Mundial?

-Obviamente el haber quedado campeones. Aunque lo más bonito fue que los cubanos fueron a donde estábamos nosotros para felicitarnos y nos dijeron “Ustedes nos ganaron porque jugaron mejor que nosotros”. Eso nunca lo olvido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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