¡Ay! se despegó

 

 

Aquí viene la crónica:

Dedicado al museo metropolitano de arte y a aquellos poetas en tránsito.

 

-Ya hasta el suicidio es decadente.

 

Planeaba seriamente su final, semejante a venganza de novela mexicana.

Inspirada en aquél suicida sin nombre confiable, la casi-ciudadana Yara decide implantar sus anhelos al campo visual.

Tras dar con ciertos pensamientos absurdos y clandestinos apegos religiosos, optó por escabullirse de su drástica imagen de piedra resurrecta.

 

-Han pasado cincuenta y cuatro años ya, y siendo un mito de comeflores la vida se me pasa lento. Mi piel de roca me incomoda y me cansé de hacer tributo al cielo; el que sólo contiene aire y un azul perpetuo.

 

Y así Yara brusca y repentinamente tomó su decisión. Se levantó del altar rompiendo su escultural figura por la mitad. Y con paso apurado se fue a saborear las calles de Caracas.

El Nacional llenó sus columnas de este suceso al día siguiente, sin mencionar la primera página del Universal. Fue un boom escalofriante, y es que de cuándo acá los monumentos se rebelan.

Quién lo diría, María Lionza pop. Pero como dicen: cada quien con su ratito de fama. 

 Ahora la podemos encontrar vendiendo cd’s de reggaeton con portadas bajadas de la Web en el boulevard de Sabana grande, sentenciada a su radical hegemonía y pasando de vez en cuando entre los dos canales de la autopista de plaza Venezuela para renovar nostalgias y buscar las frutas, flores y estampillas que dejan en su base diariamente aquellos  fieles fans y compañeros de infancia.

 

 

 

 

 

Ana Isabel Rodríguez

CI 17.802.465