Que
esta su campaña "por
la desmilitarización y la recuperación de la vida civil"
sea parte de nuestras luchas y nuestros horizontes.
Que
esta lucha de todas y todos sea amplia en horizontes y podamos mirar juntas,
con nuestros ojos, y podamos decir juntas, con nuestras voces diversas, que
la esperanza y el drama de las mujeres y comunidades del Putumayo, son
similares a la esperanza y el drama que viven y sufren las mujeres y
comunidades ecuatorianas de nuestra frontera en las afectadas provincias de
Sucumbíos y Carchi, impactadas por la lluvia de muerte, por el Glifosato y
el Roundup Ultra, por la errática política de fumigaciones, por las
ofensivas militares en Colombia, por la sinrazón de todos los
actores armados.
Que no
olvidemos que nuestras mujeres, comunidades y familias del Sur de Colombia,
se hermanan con las mujeres, comunidades y familias del norte de Ecuador y
de la Bolivia indígena, que han sido afectadas por estrategias e
instrumentos que tienen nombres y apellidos reconocibles.
Que
han sido afectadas por la Dyncorp y el Comando Sur en su guerra tercerizada
de baja intensidad en los Andes, por el Plan Colombia,
cuya responsabilidad debe ser visibilizada en esta caminata como instrumento
de muerte e injerencia de control de nuestros recursos naturales y de
imposición militar en nuestros asuntos, nuestras vidas y nuestros
territorios.
Saludamos el paso firme y alegre, el paso digno y de tierra, de las mujeres
de Bucaramanga, Cartagena, Quibdó, Risaralda, Barrancabermeja, Bogotá,
Tolima, Huila, Valle, Antioquia, Nariño y Cauca. A sus pasos se unen los
pasos de las mujeres leonas, mujeres trigras, mujeres venado, mujeres gatas,
mujeres colibríes, mujeres mujeres, de Lago Agrio, Ibarra, Tulcán, Orellana,
Quito, Guayaquil, Manta, Loja y Cuenca.
Queremos que en ese, su paso digno y de tierra, vaya el paso de las
indígenas y campesinas cocaleras bolivianas, víctimas de otra similar guerra
de fumigaciones y erradicación criminal de cultivos ancestrales.
Queremos que en ese su paso firme y alegre, vaya el paso de las mujeres,
comunidades y pueblos fronterizos del Ecuador, víctimas inocentes, como las
del Putumayo, de una política mundial que no sólo no ha considerado a las
mujeres de las regiones, sino a los pueblos indígenas, a las comunidades
ancestrales, a Latinoamérica entera.
Queremos construir con ustedes, mujeres de Colombia, los elementos centrales
de una Política Antidrogas desde el Sur, que sea integral, propia,
latinoamericana, que propenda -también- al debate, sin ambages, autocensuras o
vergüenzas, sobre la posibilidad de consensuar en el planeta la
descriminalización o despenalización del consumo de drogas, cuya punidad
ha sido fuente de toda corrupción, mafia y argumento para la injerencia
militar en estas tierras durante 21 años.
Queremos proponerles que podamos regionalizar la vida, la pasión, la
esperanza y el delirio de nuestros sueños, como alternativa a esa otra
regionalización, la de los señores de la guerra y de la extensión de la
muerte.
Queremos proponerles que todas juntas, ustedes y nosotras, las mujeres de
colores diversos de nuestra Colombia, junto a las mujeres de Ecuador,
Bolivia, Perú, Venezuela, Brasil y otros lares, acordemos un espacio y
tiempo de diálogo para que podamos replicar una caminata similar el día 8 de
marzo de 2004, en la frontera de paz -y no de guerra- de la zona
colombo-ecuatoriana, desde el puente del río San Miguel en la provincia de
Sucumbíos hasta Nueva Loja, su capital, para vertebrar juntas esa política
latinoamericana conjunta que puede y debe ser regional,
si no queremos que sucumban nuestras vidas, nuestros hijos, nuestros
cultivos legales, nuestros suelos y nuestros animales, bajo la lluvia
regional del Glifosato y de la llamada Guerra antidrogas.
Para que podamos tejer el arcoiris de la vida en la ruana de nuestras
esperanzas.
¡Salud
a las mujeres de Colombia!
Por las mujeres y hombres de la APDH
y del Grupo de Monitoreo del Plan Colombia en Ecuador,
Anaité Vargas Daysi Burgos Ana Carrera