La esquina de Germán Uribe 

El maestro Alberto Castilla,

entre el Bunde y el Conservatorio

 

 Poco sabe el común de la gente en Colombia sobre la existencia del maestro Alberto Castilla. Y la élite intelectual, o los privilegiados del mundo cultural, si acaso lo conocen, no saben de él más allá de la composición de El Bunde Tolimense, o Bunde de Castilla, himno oficial del departamento del Tolima. Aunque, eso sí, habría que aceptarse que a no pocos colombianos les es familiar esta pieza porque los ha rozado alguna vez su hermosa y perdurable melodía.

 

Encuentro por ello oportuno aprovechar como disculpa para "activar" su nombre, su vida y su obra en la mente de los jóvenes de hoy, el hecho de que en esta semana se cumplen 130 años de su natalicio.

Son dos los hitos de su historia personal que lo incrustaron de manera intemporal en la memoria del país y, naturalmente, de manera indeleble en el corazón de los tolimenses. De un lado, la fundación en 1906 del Conservatorio de Música del Tolima que por más de 100 años ha venido dándole lustre y fama al departamento y consolidando a Ibagué como la Ciudad Musical de Colombia. Y del otro, está El Bunde, cuya música instrumental estrenara en el Teatro Olimpia de Bogotá el 28 de octubre de 1.928, convertido ya, con letra de Nicanor Velásquez Ortiz, en ícono de la raza tolimense y emblema musical que ha trascendido el sentimiento netamente regional para devenir en una de las más representativas obras del folclore patrio.

 

De origen antioqueño, nació en Bogotá el 9 de abril de 1878, hijo del periodista, político y poeta paisa Clodomiro Castilla Baena, y de la tolimense Mercedes Buenaventura Galindo.

 

Siendo estudiante en la capital se le recuerda de aquella época sus marcadas dotes para las matemáticas, el arte y la literatura y se sabe que de la mano de sus padres, quienes lo familiarizaron desde muy joven con diversos instrumentos musicales que pronto comenzó a interpretar, se fue dejando arrastrar por la pasión que lo conduciría a hacer de su vida un símbolo inequívoco de nuestra música. 

Influenciado por el filósofo e historiador francés Hippolyte Taine, y más concretamente por las descripciones minuciosas que éste hace en su libro "Voyage en Italie" (1866), se traslada a la península itálica en donde forja y le da sentido inquebrantable a su definitiva vocación.    

 

Ya de regreso a su patria, el maestro Castilla se incorpora a la Academia Nacional de Música que regenta Enrique Price, y en medio de la efervescencia bohemia que por aquellos días lo rodeara y que él asumiría por siempre con una asiduidad y lealtad pareja a la de su dedicación al arte musical, se hace "discípulo informal" del gran Emilio Murillo, uno de los "compadres" consentidos de Pedro Morales Pino.

 

Iniciada la Guerra de los Mil Días, en 1899 abandona sus estudios académicos en Bogotá y se dirige al Tolima para ponerse a órdenes del general José Joaquín Caicedo Rocha. De esa experiencia anota un historiador:

 

"Participará en la contienda por espacio de dos años. Combate en numerosas batallas y recibe varios ascensos. Al término de la guerra, en 1902, con la amargura de ver derrotada la causa rebelde del liberalismo, fija su residencia en el Tolima pero no abandona del todo a Bogotá, donde por una temporada se desempeñará como administrador del salón de billares "El centro de la juventud", de propiedad de don Benjamín Martínez Recuero, y en forma simultánea con su condición de jefe de meseros en el prestigioso Gun Club".

 

El Conservatorio de Música del Tolima

 

Siempre que se mencione el Conservatorio del Tolima habrá de recordarse entonces al maestro Alberto Castilla. Y la razón es simple. En 1906, ya suspendida la Escuela de Música de Cuerda y Piano compuesta por las familias Melendro y Sicard, y luego de que por Ordenanza departamental en 1899 se creara la Academia de Música, tras la interrupción del funcionamiento de ésta a causa del estallido de la guerra de los mil días, la Escuela Orquesta que dirigía el maestro Castilla en Ibagué asume las características de lo que vendría a constituirse en el Conservatorio de Música del Tolima y que hoy, 102 años después, no sólo es orgullo de un departamento, sino preciado valor de la riqueza musical de Colombia como quiera que desde 1994 se convirtiera en Monumento Nacional de nuestra patria.

 

Quien le diera origen al Conservatorio de Música del Tolima y de paso, en doble motivo de gloria le ofreciera una de sus más bellas piezas musicales para que le sirviese de himno departamental a su terruño adoptivo, muere el 10 de junio de 1937 en Ibagué, la ciudad que mientras se aprestaba para engrandecerlo, recibía de él frutos que la engrandecerían hasta llevarla al honroso sitial de Ciudad Musical de Colombia.

 

   

guribe@cable.net.co

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