La esquina de Germán Uribe 

Drama y genio de Camille Claudel

  

Mientras en Bogotá el MamBo celebra sus 45 años de existencia con una exposición de Auguste Rodin, en París el Instituto de Cultura de Fundación Mapfre y el Museo Rodin presentarán hasta el próximo 20 de julio de 2008 la muestra "Camille Claudel une artiste, une destinée". Esta feliz coincidencia nos da la oportunidad de evocar ahora a quien fuera para el maestro no sólo su alumna y su musa y su amante, sino también el "detonante" en un entorno que a ambos influyó con desmesura en medio de conflictos personales y artísticos que aún hoy son motivo de indagación y que persisten queriendo distanciar a quienes la historia ya fundió definitivamente en una sólida y genial escultura.

 

Luego de pasar por Madrid, la exposición le llegó al París esencial y obligado en la vida de Camille Claudel. Unas 90 esculturas forman la retrospectiva con obras ya conocidas por el público y algunas otras que se mostrarán por primera vez como quiera que fueran cedidas por coleccionistas privados o descubiertas en los últimos años como de su autoría. Aquella misma autoría que el propio Rodin le ponía en duda sobre todo cuando, como se ha dicho, eran piezas elaboradas por ella pero que llevaban -¡quién lo creyera!- una desconcertante firma suya.

 

Pero lo que queremos con esta columna no es tanto referenciar los detalles de la exposición en sí, como traer a estas páginas el recuerdo dramático de lo que fue y significó la artista durante sus 79 años de existencia.

 

Hermana del gran poeta y dramaturgo francés Paul Claudel, Camille nace el 8 de diciembre de 1864 en Fère-en-Tardenois, Aisne, y muere en Montdevergues, el 19 de octubre de 1943. Conoce a Rodin, 24 años mayor que ella, en 1883, y mientras realiza en su taller en condición de alumna suyas tareas escultóricas propias, le sirve de modelo y le ayuda en la elaboración de sus obras, como cuando se entrega por completo a la ejecución de las figuras de aquella memorable y enorme escultura "Las puertas del infierno". No obstante, los trabajos de Camille, contrariamente a lo que se ha dicho, guardan su toque personal, su temperamento y en todo caso aquellos rasgos femeninos que no pueden confundirse con copias de la obra del maestro como perversamente se sugirió en su época.

 

La notable belleza, juventud y talento de Camille despiertan en Rodin una intensa pasión a la que ella corresponde de inmediato dada la enorme admiración que él le provoca. Se hace su amante, y el par de amantes, como en tantos otros casos en que un mismo oficio de la pareja es capaz de lograr anteponer a los celos amorosos, los celos profesionales-aunque en ciertas ocasiones combinados con aquellos como a ellos les sucedió-, da inicio a un duro combate interpersonal que embiste contra el prestigio, la rudeza y la infidelidad del genio y comienza a demoler el sistema nervioso de la brillante Camille. Y mientras Octave Mirbeau la califica de genio y ella le aporta a Rodin toda su energía creadora en medio de una colaboración ventajosa para ambos, sus afectos mutuos deteriorados entran en crisis anunciando una inevitable ruptura luego de 10 años de creación, de amor y de conflictos. No importaba que él dijera: "Le he enseñado dónde encontrar oro, pero el oro que encuentre le pertenece a ella", puesto que Camille se sentía humillada y desplazada por el déspota, un tipo de amante clandestina de quien se hace uso para provecho del otro. Y más aún, alguien que le negaba sus méritos artísticos y su valía individual, y que le demostraba celos por su trabajo no reconociéndolos.

 

En 1905, año de su última gran exposición, ya liberada de él y aislada, sufriendo una evidente paranoia anuncio de su locura final diagnosticada como "manía persecutoria y delirios de grandeza", con un martillo iba destruyendo cada una de las obras que terminaba advirtiendo que no permitiría que el maestro, a quien ahora odiaba, se las apropiara.

 

Claude Debussy tan pronto como entró, salió de su vida. Su familia toda le da la espalda mientras su paroxismo emocional le abre el camino infernal hacia la locura. Pocos días después de la muerte de su padre, el 10 de marzo de 1913 es sacada de su apartamento del 19 quai Bourbon de la Isla de San Luis en París, en donde vivía aullando y rodeada de gatos, al decir de sus vecinos, paseando de un lado otro su maltratada figura.

 

Aquella tarde, unos enfermeros derribaron la puerta de su apartamento y por instrucciones de su familia le colocaron una camisa de fuerza. La llevaron interna al sanatorio de Ville-Evrard y en julio del mismo año la recluyeron definitivamente en el manicomio de Montdevergues en donde murió 30 años después, el 19 de octubre de 1943 cuando ya había recuperado la cordura.

 

Drama y genio. Tal fue la vida y tal la obra de esa mujer fascinante que debió sufrir por siempre el monumental agobio de llamarse Camille Claudel.

 

guribe@cable.net.co

 

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