Sociedades
adolescentes.
Una
teoría de la evolución social.
Patricio Chacón Moscatelli 735
42 76 Stgo. Chile E-mail:
pachamos@tutopia.com Indice: 2.-
Las teorías acerca de la evolución ético-moral. 3.-
Un raudo viaje por la historia. 3.1.- Los inicios: el desorden.
3.2.-
La era del garrote: comienza el orden. 3.3.- La era del garrote simbólico: las organizaciones gigantes.
4.-
Recuento de fin del viaje. 8.-
Las interrogantes y algunas respuestas tentativas.
(Si
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1.-Introducción.
En las izquierdas se
reclama que falta lo que denominan "una alternativa de izquierda
clara". Detrás de este clamor se esconde la necesidad de reemplazar los
antiguos modelos socialistas y comunistas, descalificados hasta por ellos
mismos después del colapso de los socialismos reales, aunque muchos de ellos
no lo quieran reconocer. En vastos sectores de los centros y derechas --que no
pueden soportar impasibles tantas y tan fuertes desigualdades como las
actuales, además crecientes-- también se detecta el deseo de lograr un
modelo de sociedad que privilegie la equidad y la solidaridad por sobre las
desigualdades y el egoísmo que priman en las sociedades de libre mercado. La
conclusión es que urge el desarrollo de un nuevo modelo de sociedad
deseable. Un modelo de sociedad deseable que sirva para trabajar
sistemática y organizadamente en el reemplazo de un noeliberalismo salvaje
tan indeseable que, hasta para sus partidarios, se presenta como la menos
mala de las alternativas posibles. Sólo rescatan y destacan su
característica de "posible". Aunque tengan, por lo general, varios
otros buenos motivos --no confesados-- para que les guste la situación
actual. Es urgente la
elaboración de una teoría que sustente al modelo de sociedad deseable
anterior, que le dé consistencia --por lo que ojalá sea científica, es
decir confiable-- y que proporcione las herramientas con las cuales
desarrollar métodos y estrategias de trabajo. Esta teoría debería
servir para explicar --en la mayor medida posible-- la evolución social
pasada, hasta la situación presente, para que, con esa base, permita imaginar
una sociedad futura con probabilidades buenas de ser factible, además de
deseable. Obviamente, no se trata
de volver a un historicismo mecánico y rígido, ni de predicciones de
"lo que tiene que suceder", inevitablemente. El papel de una
teoría como la propuesta, para este caso, es enteramente semejante al que
cumplen actualmente, por ejemplo, las teorías sobre el cólera en la
prevención y cura de la enfermedad. Las personas en riesgo son todas
distintas, únicas e irrepetibles, y también lo son los ambientes en que
viven, las comidas y alimentos preferidos, incluso el vibrión puede mutar:
sin embargo, sabemos qué hacer para prevenir y mejorar, en todos los casos,
flexiblemente. El marxismo y otras
teorías conexas --con múltiples variantes-- fueron la base teórica que
sustentó el proyecto de sociedades socialistas y comunistas --también con
numerosas variantes--, modelos de sociedad imaginados como las fases
terminales de una evolución "natural" de las sociedades humanas.
Para muchos, se trataba de un proceso también inevitable. La historia
reciente, y principalmente el colapso de los socialismos reales, ha
demostrado que esta explosión de triunfalismo no tenía bases reales.
Probablemente, otras tesis del marxismo corran igual suerte si se analizan a
la luz de los resultados de la aplicación que se hizo de ellas. Un ejemplo de
este análisis, que recién comienza a realizarse, es el trabajo del
profesor Adam Schaff "¿Qué ha muerto y qué sigue vivo en el
marxismo?"?, uno de los artículos del libro "El marxismo a final de
siglo" {28}, de reciente aparición. Schaff rescata algunas de las tesis
marxistas, descarta a otras como erróneas, pero, como muchos otros, mantiene
su esperanza de que las sociedades humanas logren formas de organización
mejores que las actuales. Para otros, el colapso
del mundo socialista es motivo suficiente para proclamar el triunfo
definitivo del capitalismo en su actual versión neoliberal, que, al quedarse
sin contrincantes, confirma su condición de haber logrado "el fin de la
historia". Mi impresión es que el
marxismo --en sus diversas versiones-- es un conjunto de teorías centradas,
casi exclusivamente, en un solo aspecto de las actividades humanas: el
económico. Es el mismo defecto que presenta el neoliberalismo, a mi juicio. El ámbito económico,
ligado inextricablemente al político, y todos los ámbitos de actividad
humanos, todos ligados entre sí casi sin solución de continuidad, están
constituidos por una serie ininterrumpida de relaciones interpersonales: de
personas con otras personas --con el medio social--, de personas con las
"cosas" del mundo material --con el medio físico-- y de las
personas consigo mismas --el aspecto privado del medio social--. Los actores
son siempre las personas, sea que obren por sí mismas o como representantes
de instituciones sociales. ¿Hay algún conjunto de actividades humanas que
esté siempre presente en todos los ámbitos de actividad?. Las acciones de
las personasestán reguladas por normas o reglas de relación --para estos
efectos, "interpersonales"--, que hacen posible la comprensión
mutua y la acción concertada. Las reglas de relación
interpersonal que todas las personas usan, en toda su vida, sin cesar, son las
reglas o normas ético-morales, las que forman parte de la enorme batería
humana de maneras de adaptarse al medio --social o material--, de acciones
y reacciones aprendidas, como un "lenguaje" más, indispensables
para la vida en sociedad. Es una verdadera función psicológica --tal como
el percibir, el razonar, el emocionar y otras semejantes, siempre
presentes y además inevitables-- que hacen posible que cada persona
"sepa" como relacionarse con su medio, tanto consciente como no-conscientemente.
Es la función psicológica socializadora de los seres humanos. El sentido común dice
que las reglas de una sociedad son sus leyes, pero las personas, en su
incesante inter-relacionarse, deciden en cada ocasión si cumplen o no con
los dictados de la ley, por medio de su función psicológica ético-moral, ya
sea de manera consciente o no consciente. Por otra parte, las leyes se
refieren sólo a una ínfima fracción de las relaciones interpersonales que
ocurren en una sociedad. De todo lo dicho puede
concluirse que, detrás y en la base de todas las actividades humanas, de
todos sus ámbitos de actividad, está la ética y la moral, consideradas como
una función psicológica ético-moral, la que determina la calidad social
de las relaciones interpersonales. Por lo tanto, centrar nuestra
atención en los fenómenos ético-morales puede ser mucho más productivo
y abarcador que focalizarnos en uno solo --o en unos pocos-- de los
ámbitos de actividad humanos. 2.-
Las teorías acerca de la evolución ético-moral. ¿Cómo acercarse a
este aspecto, tan característicamente humano?. Por nuestra manera de
pensar, para entender los fenómenos ético-morales, necesitamos de un
conjunto de ideas acerca de este tópico: es decir de una teoría. Por
supuesto, todas las personas tienen y usan alguna de las tantas teorías en
boga acerca de la ética y la moral. Como ya he afirmado en otra parte, la
mayoría de las ideas de uso público --o del sentido común-- acerca de estos
temas no pasan de ser, en último análisis, mitos. Carecen de las
características que nos hacen preferir las teorías científicas. Uno de los
mitos que ya he analizado consiste en creer que es imposible hacer un
estudio científico de la ética y la moral.
[1]
¿Existe, en la
actualidad, alguna teoría científica acerca de la actividad ético-moral?.
Afortunadamente sí, y más de una
[2]
. De las que conozco, destaca entre ellas la más antigua,
planteada hace ya 63 años, en el libro "El criterio moral en el
niño", de Jean Piaget {22}. Basada en sus
estrictas investigaciones empíricas, del más puro estilo científico,
constituye, a mi juicio, una base firme para analizar el desarrollo de las
sociedades desde el punto de vista de la evolución de sus modos
característicos de relación interpersonal, base última de la
evolución de todas las instituciones humanas, de todos los ámbitos de
actividad imaginables. Por supuesto, también las del ámbito
político-económico. ¿Podrá
ser usado, como el mejor criterio para el análisis de la evolución de las
sociedades, la teoría de Piaget acerca del desarrollo ético-moral?. Piaget
planteó esta teoría para la evolución de las personas, pero me parece que
es lícito extrapolarla a la evolución de las sociedades, y además suponer
como válidos otros aditamentos, que postulo como derivados lógicos de la
teoría base de Piaget. Creo que, este conjunto, cumple mucho mejor con las
condiciones requeridas que otras teorías ya usadas, elegibles o
propuestas
[3]
. De
acuerdo con la teoría ético-moral de Piaget, las personas demuestran
usar formas recurrentes y habituales de determinar lo que está bien o mal en
su relación con otras personas, con las cosas y consigo mismas. Estas formas
de criterio moral --a los que llamó modos-- consisten en diversas
maneras de aceptar la validez de las reglas --por heteronomía o por
autonomía--, preferencia por ciertos tipos de sanciones --expiatorias o de
reciprocidad--, diversas formas de considerarse a sí mismo con respecto al
grupo social --el respeto de heteronomía o el respeto de autonomía--, los
que menciono sólo como ejemplos de una compleja red de conceptos. Estos modos
conforman verdaderas mentalidades diferentes, que coexisten en la misma
persona --en distintos ámbitos de actividad--, las que van
evolucionando en estrecha relación con otras evoluciones que las
personas experimentan, a medida que crecen y que se dan como
potencialidades, que sólo se realizan --se hacen reales-- en la medida
que el medio social lo hace posible. La
comprensión del sistema conceptual piagetiano, del cual he mencionado sólo
algunos conceptos, a mi juicio requiere a lo menos del estudio cuidadoso y
sin prejuicios de una docena de sus libros, además de lo cual se requiere ir
relacionando meticulosamente los conceptos estudiados en cada uno de
ellos, hasta conformar la red antes mencionada. El libro en el que Piaget
trata la evolución ético-moral, "El criterio moral en el
niño" {22} ya citado, puede ser muy mal interpretado
si no se estudia --muy distinto de sólo leer-- sabiendo el contexto dado en
sus otros libros fundamentales, en los cuales conforma una idea de cómo
piensan y aprenden a pensar los seres humanos, idea que es
extraordinariamente diferente a las ideas del sentido común: se trata
de un paradigma psicológico distinto al de uso común, y también al de los
medios académicos actuales, casi todos impregnados del paradigma
freudiano, consciente o no conscientemente. Lo
ideal para entender bien este artículo, en lo que viene, sería que el
lector siga mi recomendación anterior, pero entiendo que es demasiado
pedir. Recomiendo entonces que lean --ojalá estudien-- mi libro "Etico-política"
{7}, de tan solo 200 páginas, y algo más, y que
contiene un paradigma psicológico básico, fundado en lo que yo he
entendido de Piaget. En su defecto, cabe aun otra alternativa más corta. La
más breve de las descripciones, muy muy resumida, de los modos de
relación social --o ético-morales-- de Piaget que he logrado hacer hasta
la fecha, y que reúne las características de ser completa y de ser
"autosuficiente" --se entiende sin tener que recurrir a otros
textos-- tiene más o menos un tercio de páginas que este artículo. Se
llama "Los modos de Piaget: una herramienta de análisis" {10}.
El subtítulo aclara que los propongo como instrumentos de análisis para
las ciencias humanas. Podría "copiar" --insertar-- aquí dicho
artículo, directamente del disco duro de mi editor de textos, con gran
facilidad. Pero, para no extender demasiado éste, supondré que el lector
ha leido --o va a leer-- el artículo mencionado, que tiene además la ventaja
de haber sido publicado. Ahora me limitaré a la enumeración de los modos y
de la evolución ético-moral --la secuencia en la que los seres humanos
aprendemos a usar dichos modos--. En el presente trabajo usaré las
descripciones resumidas del anterior para el análisis, y así justificar la
hipótesis de éste. Es decir, este es el segundo piso de una casa cuyo
primer piso --escalera incluida-- está en el anterior: la responsabilidad
--y las dificultades-- de tratar de subir sin escala recaen ahora en el
lector. Los
modos de relación social, según lo que yo he entendido de Piaget, son los
siguientes: 1)
la anomía, pre-ética y pre-moral, 2)
la heteronomía, o modo autoritario, 3)
la ética primitiva, 4)
el individualismo o relativismo ético-moral
[4]
, y 5)
la autonomía, o modo democrático, o modo de cooperación
entre iguales diferenciados La
evolución ético-moral, o secuencia de aparición oaprendizaje --y por
supuesto de aplicación-- de los modos de relación social antedichos,
según las investigaciones de Piaget --tal como yo las he entendido--, y
para las personas que evolucionan en las sociedades occidentales actuales,
es la siguiente:
a)
la anomía, desde el nacimiento. b)
la ética primitiva, desde la primera infancia (desde el “sentarse solo”,
anterior al lenguaje). Puede agudizarse a partir de la pubertad, según
las condiciones sociales en que ocurre la evolución. c)
la heteronomía o modo autoritario, desde la infancia (comienzos del
lenguaje). d)
el individualismo, desde los inicios de la pubertad. e)
la autonomía o modo democrático, desde los inicios de la pubertad. Piaget
distingue claramente dos aspectos de la actividad normativa de las personas:
la práctica de las reglas y la reflexión acerca de esa práctica, o acerca
de las normas. De las investigaciones empíricas de que da cuenta en su libro
queda en evidencia lo que Piaget denominó "dècalage" --traducible
por "retraso"-- y que consiste en que todo avance --vale decir,
todo aprendizaje-- se realiza primero en la práctica de la regla y luego
de un tiempo de práctica se detecta el logro en la reflexión. Por lo
demás, el mismo retraso que Piaget descubrió en los aprendizajes de todo
tipo
[5]
. De la diferencia entre ambos aspectos --la práctica o moral y
la reflexión o ética-- deriva mi preferencia por la denominación de
estas actividades humanas como ético-morales, ya que ambos aspectos me
parecen siempre presentes e indisolubles
[6]
. Se
trata, por lo tanto de una evolución compleja, por un lado de los modos
empleados --los que cambian separadamente para diferentes ámbitos de
actividad-- mezclado con el retraso ya mencionado, para cada aprendizaje
particular. Esta
evolución indica la secuencia de aparición de los modos --no se trata
de estadios, en el sentido fuerte (en el que los nuevos reemplazan completamente
a los anteriores)--, e implica la coexistencia de modos --evolución
separada por ámbitos de actividad-- y un contexto de constructivismo
extremo, ya explicados en otras partes
[7]
. Piaget
mencionó otro modo ético-moral, la ética primitiva, el que caracterizó muy
brevemente, pero consideró que, ya en la época de su investigación --antes
de 1932--, estaba extinguido. Discrepo abiertamente de esta opinión de
Piaget, ya que este modo puede ser observado en plena actividad hoy en
día, en muchos ámbitos de actividad muy importantes. Por estas razones lo
he incluido, usando las descripciones de Piaget. Piaget pensaba que este
modo se daba en las "sociedades primitivas", apareciendo en
el período de la pubertad. Por lo tanto, para Piaget, en una escala de
evolución completa, esta ética primitiva debería surgir después del
autoritarismo, ocupando el tercer lugar
[8]
. En
la evolución de los seres humanos actuales --desde niños hasta que se
mueren de viejos--, la que consiste en que todos van pasando desde el uso
único de la anomía al uso mezclado de los modos, por adición de los modos
siguientes en proporciones crecientes --según lo ha demostrado Piaget--,
tiene una importancia trascendental tanto la ocurrencia de otras
evoluciones --la psicológica y la fisiológica-- como el apoyo del medio
social circundante. 3.-
Un raudo viaje por la historia. A
lo largo de la historia humana, el medio social circundante ha tenido que
evolucionar, de alguna manera, desde una primigenia sociedad de monos o casi
monos hasta las actuales formas. Que yo sepa, las historias habituales no
dicen mucho de los medios sociales circundantes, y no dicen nada de los
modos ético?morales existentes en ellas. Sólo cabe, entonces, conjeturar:
los invito a un rapidísimo viaje por la historia, imaginando cómo pudo
haber sido, pero focalizándonos en el modo ético-moral predominante
en cada uno de los enormes períodos que siguen, los que vamos distinguir
por el modo predominante. 3.1.-
Los inicios: el desorden. Pongámonos
en el caso de las primeras sociedades humanas. ¿Que ocurriría en una
sociedad en la que todos sus componentes casi no se diferencian de
sus parientes cercanos los primates?. El comportamiento de las personas, en
esta era, es dirigido principalmente por reacciones instintivas, tal como
sigue ocurriendo con nuestros parientes simios --y otras especies
"sociales"--, los que no han experimentado la evolución de nuestra
especie. En
el escenario de las sociedades primitivas --las de los primeros homínidos--
todavía no aparecían las capacidades psicológicas del homo sapiens
sapiens actual --muy lenta y difícilmente adquiridas--, por lo que podemos
muy bien suponer que dichas sociedades se regían, principalmente, por la
anomía: es decir, la ausencia de reglas establecidas y permanentes. Cada
cual hace lo que se le va ocurriendo o lo que sus instintos le recomiendan.
Tal como los primates. Pero
ya en esta era primigenia comienzan a aparecer --primero sólo en algunos
ámbitos de actividad-- los esbozos iniciales de la ética primitiva: los
individuos dominantes --machos o hembras-- conducen por medios violentos
--empujones, golpes, gritos y otros-- a sus congéneres a ejecutar acciones
concertadas, mucho más eficientes que las individuales, que hacen
posibles logros mucho mayores. Los medios violentos comienzan a tener un
significado organizativo. Tal vez en la caza, en la recolección y en el
almacenamiento de víveres para períodos de escasez, o en la defensa del
grupo frente a enemigos individualmente más poderosos. Nada muy diferente a
lo que hacían --y hacen-- otras especies, pero que en la nuestra se usa cada
vez más y más masivamente. Son los inicios de la organización. Sus
efectos benéficos --es muchísimo mejor que la anomía todavía imperante--
son detectados y preferidos, fomentados por la selección natural, por lo que
se produce su incremento sostenido y su expansión a otros ámbitos de
actividad, preparando así el comienzo de una nueva era. Así
es como, desde el mismo comienzo, parten los modos en mezclas, la anomía
mayoritaria y dominante junto con la nueva ética primitiva, emergente. Es
muy probable que también en esta era aparezcan los primeros atisbos de
autoritarismo, en aquellos ámbitos de actividad en que los afectos juegan
un papel importante. 3.2.-
La era del garrote: comienza el orden. Avancemos
algunos cientos de miles de años. Los homo sapiens sapiens se distinguen ya
de las otras especies por su capacidad de organización. Tal vez
todavía no disponen de un lenguaje, pero mediante la dominación de
ejemplares más desarrollados --física e intelectualmente-- son capaces
de actuar coordinadamente, multiplicando sus capacidades individuales, y
por lo tanto, siendo capaces de adaptarse mucho mejor que otras especies
físicamente más desarrolladas, como el elefante y los simios, entre
otras. Es la capacidad de organización en funciones, basada en el
garrote del más fuerte. Es decir, impera la ética primitiva,
caracterizada por el uso de la violencia física como medio lícito --en
este caso, además el único-- de solución de conflictos sociales. Siempre
mezclada con abundantes dosis de anomía. La
ley del garrote y su ética primitiva correspondiente coexisten con fuertes
remanentes de anomía, que obligan a la aplicación permanente de más
garrote para mantener el orden y la organización. La mayor diferencia con la
era anterior es que en ésta el garrote es una herramienta útil para
erradicar la anomía; en la era anterior el garrote --o sus equivalentes--
no surtían efectos organizativos, porque las personas no
"entendían" lo que se les estaba "diciendo" con los
garrotazos. En esta era ya "entienden" este primer
"lenguaje", cuya fuerza reside en el miedo al golpe. La
organización descansa en el control externo más simple: el organizador con
su garrote controla directamente a su grupo, y cuando el garrote se aleja o
desaparece la organización tiende a desvanecerse. Obviamente,
al comienzo de esta era existen, principalmente, la anomía y la ética
primitiva: ¿quién podía, entonces, dar ejemplos de --es decir, enseñar--
autoritarismo, o peor aun, de los complejísimos individualismo o
autonomía, los que aparecerán después?. La evolución intelectual no
daba para tanto. Sin embargo la especie ha ido evolucionando y presenta ya
claras diferencias con aquellas de las que proviene: sus capacidades de
actuar coordinadamente, en grupos organizados, las que terminan por
generalizarse. Gracias
a una evolución "psicológica", probablemente apoyada en la
capacidad emergente de las personas de recordar el garrote sin que sea
necesario su uso, en la capacidad de imaginar los posibles efectos de no
cumplir, comienzan a aparecer las primeras muestras de autoritarismo o
heteronomía. Se trata del remeplazo de la violencia física por la
"fuerza" psicológica de los que organizan --en la mente de la
gente--: seguramente surge primero en aquellos ámbitos de actividad en que se
dan ya lazos afectivos fuertes, como entre las madres y sus hijos, luego
entre toda la familia, más tarde en la tribu, y así sucesivamente. Mucho
más eficiente que la violencia física de la ética primitiva --mucho menos
cansadora, requiere menos presencia física-- el modo autoritario se
extiende a más y más personas, a otros ámbitos de actividad, dando claras
muestras de su efectividad, de su mayor capacidad para manejar las
organizaciones, las que comienzan a crecer, cada vez más. Las
organizaciones inducen el progreso psicológico de los individuos, con lo
que el proceso de evolución se irá reforzando y acelerando a sí
mismo. Hasta que la extensión del nuevo modo lo lleve, en un lejano
futuro, a ser el modo preponderante. 3.3.-
La era del garrote simbólico: las organizaciones gigantes. En
unos pocos miles de años más, la especie ha progresado --alentada por, y
apoyada en, sus triunfos organizacionales-- no sólo en número, también
psicológicamente: aumenta su habilidad de comunicarse (aparece el
lenguaje, y con él el pensamiento simbólico da un brinco enorme), mejora
su memoria, aprenden a gozar de la actividad conjunta y de sus frutos. Ahora
son capaces de acordarse del garrote --y sus efectos-- sin necesidad de
verlo cerca. Pero todavía necesitan de un "representante del dueño
del garrote" que los vigile, tal vez con una simple varilla --un garrote
simbólico-- que les diga lo que deben hacer y lo que no: es el control
externo, típico del modo autoritario. Hay quienes tienen la capacidad de
dictar las reglas --apoyados en numerosas versiones de garrotes,
simbólicos o materiales, si es menester-- y quienes tienen que obedecer
sin chistar ni discutir. Hay dominadores y dominados. Pero la capacidad
de organización crece a niveles gigantescos, si se comparan con los
anteriores. Aparecen las grandes civilizaciones de la antigüedad:
caldeos, sumerios, egipcios, chinos, japoneses, hindúes, romanos y
griegos, entre tantos otros. Pero este nuevo y poderoso autoritarismo no
siempre basta: la anomía vuelve una y otra vez por sus fueros, lo que
requiere de contundentes dosis de ética primitiva y de su correspondiente
garrote. Es decir, mezclas de anomía con ética primitiva y autoritarismo.
Por lo desordenadas, más que de mezclas se puede hablar de mezcolanzas. Así
llegamos casi hasta el presente: hace sólo un par de siglos atrás, poco
más o menos. Estamos todavía en la etapa en que predomina casi sin
contrapesos el garrote simbólico, es decir, el autoritarismo. Sin
embargo, hace su aparición en la escena histórica el primer vestigio de
autonomía o modo democrático, significativo y claramente detectable.
Me refiero a las ciencias. Comunidades de iguales que se respetan entre sí
como iguales en tanto personas, que se autocontrolan --no requieren de
nadie que los vigile ni les diga lo que está bién y lo que está mal, ellos
elaboran por sí mismos sus propias reglas--, el criterio de verdad es
respetado hasta la muerte si es necesario. Por supuesto, actúan así
sólo en los ámbitos de actividad científicos, mientras siguen a su
sociedad en todos los otros. Tampoco actúan así todos los
científicos todo el tiempo; priman entre ellos las
características de comportamiento anotadas. Constituyen comunidades
aisladas en el sentido que el vulgo no está enterado ni en condiciones de
entender bien lo que ellos hacen. La mayoría de la gente ni siquiera
habría podido comprender sus afanes si hubieran contado con la difusión
requerida. Pero
crecen, junto con las ciencias físicas y biológicas, las correspondientes
tecnologías, en clara sinergia con las ciencias. Con un éxito tan
enorme que las ciencias --y los científicos-- adquieren un prestigio tal que
les permite erigirse en autoridades tan importantes como las
políticas, las religiosas, las económicas y las militares. Con el decisivo
detalle de que todas las otras --no siempre las religiosas--
aprovechan de sus frutos y ventajas, hasta el punto de llegar a
depender de las tecnologías y las ciencias como herramientas
indispensables para su propio desarrollo, hasta de su simple
conservación. Es la época en que la revolución industrial transforma el
mundo a pasos de gigante. Una
de las consecuencias de la rapidísima entronización de la dupla
cienciastecnologías resulta ser una creciente y masiva educación, de todas
las personas, necesaria para la mantención y crecimiento de modos de
producción cada vez más tecnificados. Esto ha conducido a una masiva
"nivelación" de las personas: mientras menos ignorantes son las
masas, más "iguales" se sienten a los que mandan y dictan las
reglas, reclamando a su vez el derecho a participar en la elaboración y
mantención de reglas, normas y leyes. La presión popular hace que los
regímenes políticos deriven hacia lo que se conoce como "democracias
liberales representativas", en las que los grupos que dictaban a su
arbitrio las leyes son desplazadas por grupos de representantes de toda la
gente. La ventaja estriba en que los representantes pueden cambiarse, cada
cierto tiempo preestablecido, si la gente no está conforme con la manera en
que han cumplido con lo que prometieron. Lo dicho aquí, y en la mayor parte
de este trabajo, es válido sólo para occidente. La
participación de la gente común en la elaboración y mantención de las
leyes, aparte de indirecta por definición, resulta fuertemente disminuida
por las dificultades de "controlar" a los legisladores y a los
aplicadores de las leyes y sus respectivos reglamentos --los poderes ejecutivo
y judicial, en este último, no siempre elegidos--, los que han llegado a
constituirse en grupos también "cerrados" y
"profesionalizados", aunque muchísimo más grandes que sus
predecesores. Un excelente estudio de las democracias de este tipo, de su
génesis, su evolución, sus significativas falencias y sus probables
desarrollos posteriores puede encontrarse en los textos de C. B. Macpherson
que indico
[9]
. Las ideas que respaldan a este tipo de gobierno se remontan tan
atrás como la Ilustración, época en que los iluministas ya habían
planteado con meridiana claridad sus objetivos declarados, pero sólo se
hanmaterializado cuando el grueso de la población ha estado
suficientemente madura como para hacerlos factibles. Esto
en lo que se refiere a las leyes, que, como ya dije, sólo norman una
pequeñísima fracción de las interacciones humanas. El resto de las
reglas de convivencia van evolucionando lenta pero sostenidamente, y a
velocidades que parecen crecer a medida que los medios de comunicación se
hacen más y más masivos. El cambio de reglas --y modos-- ético-morales
se produce, a mi entender, con mecanismos semejantes a los que hacen
evolucionar los lenguajes, por silenciosos cambios aceptados
consensualmente, copiados principalmente por mimésis de los modelos
de comportamientos sociales aceptados --otra vez, consensualmente--
[10]
. Por
supuesto, no estoy hablando de un proceso continuo, menos aun lineal. Esta
evolución ha sufrido enormes y repetitivas perturbaciones, pausas y hasta
retrocesos. Las guerras y las dictaduras son ejemplos privilegiados de
la lógica del garrote --la ética primitiva--: hemos tenido, en este siglo,
dos guerras mundiales. Casi no hay año en que no ocurran enfrentamientos
bélicos, y las dictaduras --a veces "legalizadas" por
elecciones, como en el Perú actual-- no terminan de desaparecer. Cabe
agregar que las democracias liberales --en muchos sentidos, sólo
apariencias de democracias-- apenas alcanzan a "democratizar"
algo de los ámbitos de actividad económicos, en los cuales reinan o
imperan pequeños grupos muy bien organizados --que se autoeligen y
perpetúan-- los que disponen y usan de todos los recursos, por supuesto los
más modernos y sofisticados --otra versión del garrote simbólico--,
para mantener su supremacía sobre el común de los mortales. En
el intertanto, ocurre otro fenómeno social que producirá cambios
significativos en la manera de elaborar y aceptar las reglas --y también
las verdades-- por parte de la gente. Del ámbito de la filosofía de las
ciencias, más precísamente, del desarrollo de la epistemología --una
metaciencia, es decir, una ciencia que estudia las ciencias--, surge la idea
de que "todo es relativo" --en el sentido de que las verdades
absolutas no existen y las esencias de las cosas no son asequibles al
conocimiento humano--, lo que se extrapola, muy rápidamente, al ámbito
de las reglas y normas de convivencia, haciéndose cada vez más
popular, dadas las condiciones propicias del
"igualamiento" creciente. Este relativismo --también conocido
como "relativismo cognitivo"-- viene con el aval más creíble
del momento, el de las ciencias, aunque --contrariamente a lo que muchos
suponen-- con las teorías de Einstein sólo tiene en común poco más que la
palabra "relatividad": esta suposición errónea también
ayuda. Aunque los fundamentos y explicaciones acabadas de este
relativismo sólo son conocidas y dominadas por una ínfima minoría de
super especialistas, las "conclusiones" --vale decir "todo
es relativo"-- son aceptadas por una enorme cantidad de gente,
idea que no tardará en constituirse como la usada por una clara mayoría. 3.4.-
La era de la autodeterminación: el ocaso de los dogmas. En
los últimos 60 años, poco más o menos, este relativismo aplicado también
en el aspecto ético-moral de las actividades humanas se ha ido masificando
al punto de que, en el momento presente, el modo predominante es el
individualismo, sin duda. Al menos en los países del "primer
mundo", los del segundo y hasta algunos del tercero y del cuarto. Si
están o no en esta nueva era se detecta, principalmente, por su ingreso
al selecto club de las economías de libre mercado. En
un mundo como éste, las antiguas autoridades que se arrogaban el derecho o la
infalibilidad en la determinación de las reglas y normas de convivencia verdaderas
ven disminuir peligrosamente el número de seguidores dispuestos a
aceptarles tales prerrogativas: los reyes y dictadores se hacen cada vez
menos populares, a menos que cambien su papel, y las autoridades
religiosas se ven cada vez más constreñidas a los aspectos más puramente
religiosos. No cabe duda, los dogmas --incluso los religiosos-- están en
franca decadencia, salvo, naturalmente, en aquellas sociedades que todavía
usan sistemas de organización basados en el fundamentalismo --clara
expresión de la mezcla de autoritarismo con ética primitiva--. Es
probable que este relativismo no se hubiera generalizado tanto ni tan
rápido si no fuera porque resulta extraordinariamente funcional al sistema
económico --y también político-- denominado "economía de libre
mercado", o neoliberalismo. Según sus ideólogos, la más avanzada
forma de capitalismo, tan avanzada que constituye "el fin de la
historia". En verdad se trata de una funcionalidad mutua, ya que
ambos se refuerzan y retroalimentan. Más aún, creo que un análisis más
acabado puede demostrar que ambos fenómenos son expresión del mismo
modo ético-moral, el individualismo
[11]
, y las diferencias estriban en que se expresan en diferentes
ámbitos de actividad: uno en los político-económicos y el otro en el
resto de los ámbitos de actividad humanos. A
las personas que prefieren el autoritarismo, que se sienten cómodas y
seguras con él, el individualismo de los demás les produce muchísima
molestia: no entienden cómo esas personas que parecen sensatas puedan
optar por una forma de relación tan extraña. Muchas veces se trata de los
hijos propios, parientes o conocidos, lo que además les duele, porque los
toca de cerca. Pero cuando los que gobiernan también optan por el
individualismo --muy frecuente ahora-- entonces les iene verdadero pánico.
Con parientes cercanos y gobernantes no les resulta imponer su voluntad, ni
pueden castigarlos, como les gustaría. Sus grandes dificultades para
entender como se vive la vida con el nuevo modo --insalvables para los más
viejos-- les hace temer las peores desgracias para el porvenir. Como
comprenden que los antiguos métodos de fuerza ya no son posibles ni
están a su alcance, intentan campañas para convencer de las bondades de
los antiguos y nobles valores y costumbres, "firmes" y
"seguros". Los medios no les faltan, y no están escatimándolos.
Las campañas para evitar que se legisle sobre el divorcio, sobre el
control de la natalidad y sobre el aborto --en cualquiera de sus alternativas--,
la defensa de "la" familia --por supuesto la tradicional-- y el
rescate de la tradición son ejemplos destacados. Otro es la formación de
grandes corporaciones "benéficas" --quiere decir, sin fines de
lucro-- para colaborar --a la autoritaria-- en la disminución o por lo
menos control de la delincuencia, sin querer reconocer que la causa
probablemente principal de ella son las terribles desigualdades en el reparto
de los frutos de la sociedad. Un
ejemplo paradigmático es la Fundación Paz Ciudadana. Sus
"aportes" son casi todos autoritarios: apoyo a la policía, las
cárceles, el poder judicial, a la elaboración de más leyes represivas, a
la prevención de los delitos por barrios o municipios y estadísticas
sobre crímenes. La excepción podrían ser algunos apoyos a la educación,
pero habría que ver qué es lo que quieren enseñar, y cómo. Por las
otras actividades las expectativas no pueden fijarse muy alto. El Mercurio
del 24/05/94, a página completa --D 23--, da un detallado informe de lo
hecho y los proyectos. Yo
creo que tanto las huestes autoritarias como las individualistas cuentan con
apoyo teórico. En la actualidad --en Chile-- están de moda el Dr.
Enrique Rojas, psiquiatra español de fama mundial --por los
autoritarios--, y el Dr. Humberto Maturana, biólogo y Premio Nacional de
Ciencias, también conocido mundialmente --por los individualistas--. Ambos
gozan, obviamente, de gran éxito. No
conozco todavía teóricos de la autonomía --salvo, naturalmente, el
terriblemente incomprendido Piaget--, que hayan demostrado poder
reconocer las diferencias entre los modos ni las características de
ellos. El
individualismo predominante en esta era resulta todavía más
eficiente que el autoritarismo anterior: hay mucha gente que no sólo se
sabe las reglas, ahora también sabe el sentido que tienen, para qué sirven,
y por lo tanto, es capaz de reelaborarlas cuando las condiciones lo
requieren, lo que otorga una flexibilidad inimaginable en el
autoritarismo anterior; en situaciones nuevas, no normadas, los
autoritarios se quedaban sin reglas, y tenían que recurrir al dictador de
reglas para saber qué hacer. En el intertanto, un buen autoritario actúa
en beneficio propio. Los individualistas son capaces de auto-organizarse, de
resolver situaciones inéditas, de inventar sobre la marcha sin
detenerse, de entender el manejo simultáneo de complejos fenómenos con
numerosas variables, todas cambiando al mismo tiempo; con esta gente se
hace posible la globalización de la economía, el aumento sostenido de la
productividad y la flexibilidad en la producción. No se quedan en chicas,
los computadores no tienen misterios para ellos y la sofisticación de los
medios es la alegría de la vida, la que se pasa compitiendo y consumiendo a
más y mejor, indispensable para un sistema que produce siempre más y
que siempre trae novedades: surgen, gracias a ellos, las
transnacionales, los gigantescos consorcios multi-interrelacionados, y
los fantásticos y misteriosos juegos de las altísimas
finanzas. Como
la nube de un volcán gigantesco que cubre todo el planeta surge Internet,
comunicando a todos los privilegiados que contamos con teléfono y sabemos
operar un computador personal: es una telaraña (web, en inglés) anárquica
-porque nadie manda- aunque ordenada y eficiente -todos aceptan y respetan sus
reglas-, de nadie -todavía- como antes era el agua, y cuyos
"servicios" siguen siendo aún gratuitos, en su mayoría. ¿Será
otra expresión generalizada de autonomía piagetiana que explota -sin que
nadie lo planeara- en plena era individualista?. No
todo son ventajas. Los individualistas no aceptan dogmas --se les califica de
insubordinados--, les encanta el riesgo y las emociones fuertes --a veces
pierden millones de dólares ajenos en un par de meses sin que nadie se entere
hasta cuando ya es muy tarde-- y cualquier medio es bueno si la competencia es
fuerte. Si sus acciones afectan a terceros, entonces que reclamen: si no
reclaman sus derechos --como lo hace el individualista-- entonces son
tontos, y se merecen lo que les pasa. Su idea es que si cada cual se preocupa
por sí mismo, el sistema funciona a la perfección. Que cada cual use sus
ventajas comparativas. Y que gane el más mejor. El triunfo valida los
métodos del ganador. Si se les pregunta qué pasará con la gran mayoría de
la gente, con los que "han nacido" y vivido con desventajas
comparativas --casi siempre sin tener responsabilidad personal--,
responderán que ese es un problema para el estado, o de quienes se
interesen en ese problema. En este contexto, se comprenderá que un buen
individualista "aprovechará" la sumisión de los autoritarios
sumisos, sin tratar de que progresen: ese es problema de ellos. El "no
está ni ahí" con problemas ajenos. El
respeto por los demás como iguales a sí mismo, y la consecuente
preocupación por los efectos de los actos propios sobre los otros --característica
del modo de la autonomía-- está fuera de la mirada individualista. Ha
superado los dogmas del autoritario, pero no ha logrado sentir el deseo y el
placer del autónomo de compartir solidariamente con sus iguales, cualidades
socializadoras que no le interesan, menos aun si le estorban. Su sentir
placer en correr riesgos y meterse a concho en las emociones fuertes --y
hasta por la violencia y las drogas-- deriva de que no valora lo que sus
acciones o lo que le pase a él pueden significar para otras personas, para
él se trata sólo de sí mismo. Las consecuencias sociales de sus actos --físicos
o psicológicos-- o no las ve --ni se las imagina--, y por lo tanto, no le
interesan o son problemas de los demás: él "no está ni ahí"
con eso. Como
en todas las etapas numeradas antes, también en ésta tenemos
significativas muestras de las anteriores, en las mezcolanzas consabidas.
De los inicios y su desorden dan cuenta todos los recién nacidos, y también
todos los niños y los adultos, en aquellos ámbitos de actividad de los que
no conocemos sus normas. De
la era del garrote tenemos todos los conflictos que se están
"resolviendo" con violencia física: étnicos, religiosos,
económicos, políticos, de posesión de territorios. El monopolio de la
fuerza --léase violencia organizada-- que se autoarrogan los estados
nacionales, expresado en policías y ejércitos, más eficientes
mientras mejor maten sin ser matados. Los modos de vida de cárceles y
orfanatos, compartidos por sus gendarmes. Las mafias organizadas, que
tienen a punto del colapso a países enteros. La violencia deportiva --en
varios deportes se "gana" al aniquilar físicamente al
contrincante-- y la violencia intrafamiliar: los países con mayores
índices de maltrato de niños son Alemania y Japón, las dos más grandes
potencias económicas, en ese orden; Chile ostenta un
"destacado" tercer lugar. Las violaciones a los derechos
humanos, que todavía no han terminado, se niegan o se consideran
justificadas, aparte de que reconocerlas y pedir perdón por ellas aun se
califica como cobardía: como si fuera de valientes cometerlas. La política
internacional parece regirse por el garrote, principalmente. El
recuento puede seguir hasta la náusea, sobre todo si se entra en detalles.
Con todo, y por asombroso que parezca, en el largo plazo, se observa una
disminución --relativa a la población creciente--, además sostenida.
Muchos males han desaparecido ya, o casi. Todavía recuerdo el horror por las
clases de matemáticas de mis compañeros que no conseguían aprenderse
las tablas: el cura Carrasco tenía una regleta de madera con cualidades
didácticas, que enronchaba las palmas y las nalgas de los renuentes: la
norma en vigor era que "la letra con sangre entra". Se usaba
textualmente. Muy pocos padres reclamaban. La ley que prohibió los golpes
didácticos fue aprobada, con muchas reservas, cuando yo todavía estaba
en el colegio. Puede que todavía padres o profesores usen los
castigos físicos, pero ahora es ilegal, y les da mucha vergüenza cuando
los sorprenden. Además, van presos. De
la era del garrote simbólico --y su autoritarismo--, como parece evidente,
conservamos muchos más remanentes, y más vastos. La casi totalidad de
los sistemas judiciales y penales, de casi todo el mundo están basados en
las sanciones expiatorias: hasta la necesidad de correr el riesgo de
castigar equivocadamente para evitar la impunidad --falta de castigo
doloroso--. Los anuncios de "modernizar" el sistema judicial por
el agiornamiento de sus procedimientos administrativos y la
introducción de la informática parece, en este contexto, un chiste cruel.
Los chauvinismos, los paternalismos, el machismo y el hembrismo, los
etnocentrismos, los racismos, y tantos otros "ismos", que se
dan combinados y mezclados. Los dogmatismos y la dominación y sumisión
autoritarias, también mezcladas, la violencia psicológica en todas sus
múltiples y sutiles formas, atraviesan las sociedades actuales, en todas
sus organizaciones, desde las familias y los deportes hasta las naciones y
las iglesias, a veces con modales groseros y violentos, otras con modos suaves
y distinguidos, o bien, otra vez en mezclas. Creo que tampoco vale la pena
continuar ni ahondar en estas miserias de la época presente. En
todas las eras o períodos anteriores fue posible detectar muestras del modo
ético-moral que predominará en el período siguiente, las que van
ganado posiciones hasta reemplazar en el predominio a la anterior.
Eso ocurre también en ésta --en la que predomina el individualismo--
ya que aumentan sin cesar las expresiones, cada vez más masivas, del modo de
autonomía o democrático. Ya
vimos como la primera muestra claramente reconocible --las ciencias--
surgió en plena etapa autoritaria. En la misma etapa germinan las imaginadas
sociedades utópicas --entre ellas los socialismos, comunismos,
pacifismos y similares-- lo que considero la segunda expresión masiva de
este modo, dada la gran cantidad de gente que dedica su vida a llevarlas a
la práctica. La tercera expresión de autonomía masiva está ocurriendo
ahora, y es el florecimiento de los ideales ecológicos, la intensa
preocupación por el mundo que dejaremos a las generaciones futuras --terceros
que ni siquiera conoceremos--. El explosivo crecimiento de Internet y sus
"extrañas" características en esta era tan individualista parece
ser otra muestra. Hay
una gran diferencia entre las ciencias, por una parte, y la realización de
las utopías políticas y de los ideales ecológicos, por otra: mientras en
las primeras ha habido una considerable concordancia de modo ético-moral
entre los objetivos perseguidos y los métodos y maneras de llevarlos a la
práctica --como predominante, el modo democrático--, no ha sucedido
otro tanto en los otros dos ámbitos de actividad. En efecto, en ellos la
autonomía es claramente detectable en los fines declarados pero casi
brilla por su ausencia al analizar las acciones elegidas para llevarlos a
buen término. Si se estudian con la óptica ético?moral que estoy
usando aquí, la inmensa mayoría de las acciones utilizadas en esos
ámbitos --para cumplir objetivos de clara autonomía-- están
profundamente impregnados de heteronomía --o autoritarismo--, con
muchas muestras de ética primitiva y del consabido individualismo. En
el ámbito político-económico pueden citarse, sólo como ejemplos, las
múltiples y violentísimas imposiciones de todo tipo que se permitieron las
"vanguardias", incluída la dictadura del proletariado, y también
de ética primitiva, tales como la guerra de clases y la opción
por las revoluciones violentas para la "liberación". En el
ámbito ecológico, se puede citar, también como ejemplares en ningún caso
únicos, el frecuente recurso a los etnocentrismos --contra "los
extranjeros", "los afuerinos" o la voracidad de "los
empresarios"-- para oponerse a toda obra de progreso, muchas veces
indispensables para sacar del subdesarrollo a pueblos y naciones
enteras, con acciones rayanas en el fundamentalismo. Esta
falta de concordancia de modo ético-moral entre fines y acciones es, a mi
juicio, la principal explicación del súbito y estrepitoso colapso de los
socialismos reales, tal como ya he planteado antes
[12]
. Es también la razón por la cual la creencia en que el origen
democrático de las leyes las tornan válidas siempre, la idea de que hay
circunstancias en las que se requiere de ciertas dosis de autoritarismo --y
hasta de ética primitiva-- para preparar o acceder a la democracia, y
aquélla de que un buen fin justifica cualquier medio, --entre otras
muchas, igual de populares-- todas son sólo mitos, si se analizan en
profundidad, con las herramientas ético-morales propuestas. Las
expresiones de autonomía que es posible observar en la actualidad, en casi
todos los países del mundo, son innumerables y de gran importancia. Eso, si
se busca en los ámbitos de actividad adecuados. Son de tal trascendencia y
magnitud que, si no fuera por que ya existen, las actuales sociedades
individualistas colapsarían. Algunas son ya muy antiguas, como la
institución del mingaco o minga en Chiloé. Para ser breve, remito al
lector a mis otros textos, si desea ver los ejemplos de autonomía --tan
numerosos como dije-- que existen hoy. 4.-
Recuento de fin del viaje. Hemos
llegado, en unos cuantos trazos gruesos, hasta el mismísimo aquí y ahora.
El que nos muestra el triunfo del individualismo que predomina por
sobre los otros modos ético-morales, más arcaicos e ineficientes. Con
remanentes e inclusiones de las eras anteriores, en mezcolanzas muy
difíciles de separar, de modos imposibles de detectar si no se dispone de las
herramientas intelectuales adecuadas. Hagamos un recuento, en un cuadro
muy breve. A la izquierda, las etapas que acabamos de recorrer, a la derecha
el modo ético-moral que predomina en cada una de ellas. Etapas del viaje. Modos ético-morales predominantes. Los inicios; el desorden.
........... Anomía ¿............................? ....... Autonomía o Modo Democrático Este
cuadro presenta, a ojos vista, una anomalía: se nos acabó la "historia
real" en el individualismo y nos está "sobrando" el modo
ético-moral de la autonomía o democrático. De
este raudo viaje se pueden deducir como válidas las siguientes
consideraciones principales --suficientes para un viaje tan raudo--. a)
Las sociedades humanas han experimentado una evolución que, aunque sea
parcial hasta este momento, corresponde biunívocamente a la que
experimentan ahora las personas a lo largo de su vida, cuando este último
desarrollo no es "alterado" --o lo es pero muy poco-- por los
cuidados de un medio social más avanzado. A cada modo ético-moral de las
personas corresponde una era o etapa de las sociedades. Tanto personas
como sociedades utilizan siempre mezclas de modos: por lo tanto, no
se trata de estadios en el sentido fuerte. b)
Tanto las personas como las sociedades, en sus evoluciones, demuestran ir
aprendiendo gradualmente cada modo ético-moral nuevo, primero en uno
solo de los muchos ámbitos de actividad que viven, luego en otros
relacionados, todo esto cuando aun es predominante un modo anterior --incluso
más de un modo, hacia atrás--, para ir así "expandiendo" el uso
del modo nuevo hasta que éste logra ser predominante. Siempre que se
den las condiciones adecuadas de entorno social. La principal
característica de un entorno social adecuado para la evolución ético--moral,
en ambos casos, parece ser el que se presenten repetidamente ocasiones
propicias para el ejercicio del nuevo modo. c)
Antes de que se produzca el paso al predominio de un modo, que
reemplazará al predominio del anterior, se pueden observar expresiones
del nuevo modo que se incrementan con el transcurso del tiempo, como si el
esfuerzo de lograr el dominio del nuevo modo necesitara de repetidas
comprobaciones de la mayor eficiencia adaptativa --en el sentido de Piaget
[13]
-- que justifiquen el
empeño requerido para este costoso aprendizaje: un nuevo modo implica
entender el mundo social de otra manera, incluido en él a sí mismo. Es
un complicado cambio paradigmático del mismo tipo y tan complejo como
las revoluciones científicas de Kuhn
[14]
o de los cambio2 de Watzlawick
[15]
. Los mismos "objetos de pensamiento y acción" se
comprenden de otra manera, debido al cambio del contexto general, del
paradigma indispensable para que todos los objetos tengan sentido
[16]
. d)
Los períodos de tiempo necesarios para la entronización de una nueva era se
han ido reduciendo dramáticamente, en una espiral que tiende vertiginosamente
a su centro. Si bien los procesos evolutivos ético-morales de personas y
sociedades parecen obedecer idénticas tendencias y potencialidades --lo
que resulta casi obvio del hecho evidente de que las sociedades no son otra
cosa que el conjunto de relaciones entre las personas que las componen--,
esta aceleración que se acelera cada vez más no se observa en los
desarrollos personales. e)
Los cambios de modo ético-moral se producen --en las personas-- y se han ido
realizando --en las sociedades-- a contracorriente, es
decir, a pesar de lo difícil que resulta dejar "terrenos
conocidos" y además dominados --en ambos casos-- y, para las
sociedades, a despecho de las enormes dificultades que significa "ir
contra el orden establecido", las gigantescas trabas y obstáculos de
todo tipo que interponen los detentadores del poder --firmemente asentados y
parapetados en el modo vigente, siempre de mayor violencia que el modo
emergente--. Es como si la oposición al cambio, mientras más violenta,
mejor sirviera de "demostración por el absurdo", que demuestra la
necesidad del cambio, pero ya no sólo del gobernante de turno, sinó
también de la manera de gobernar. Tal como ha ocurrido con Pinochet y sus
secuaces en Chile. El
hecho de que el proceso se produzca en el sentido de la evolución hacia
formas cada vez más complejas y difíciles, a pesar de los obstáculos y
peligros que conlleva hacerlo, parece indicar que la especie humana, ya
lanzada en esta dirección, tiene una tendencia tan fuerte que es capaz
de pasar por encima de todo lo que se oponga a este progreso. Se trata,
entonces, de algo más que una potencialidad, de una tendencia propia y
característica de la especie. Piaget
planteó que la evolución intelectual de las personas es la prolongación
de la evolución biológica, tal como el pensamiento abstracto es la
prolongación del pensamiento psicomotriz --el de los movimientos físicos
de las personas--, otra de sus tesis. Todas estas evoluciones comparten,
según Piaget, el resultado de mejorar la capacidad de adaptación --en
el sentido que Piaget le da-- al medio, sea físico o psicológico. Estas
evoluciones demuestran una tendencia muy fuerte, casi ininterrumpida --despreciando
regresiones muy cortas, en la escala evolutiva--
[17]
. Puede aceptarse que la actividad ético-moral es sólo otra forma
de pensamiento abstracto, por lo que el desarrollo ético-moral
compartiría la misma tendencia que el desarrollo cognitivo y la
evolución biológica. Sin embargo, creo que se da al menos una
diferencia que vale la pena destacar: la evolución ético-moral de las
sociedades no es fomentada ni celebrada por los que detentan el poder,
como sí lo son las anteriores. Las otras no avanzan a contracorriente. De
donde puede deducirse que la tendencia del desarrollo ético-moral sostenido
es aún más fuerte que las de los otros mencionados. Se
suele decir que "los hijos se crían y progresan a pesar de sus
padres", con lo que se alude a que los padres somos
"aficionados", que cometemos demasiados errores y que no sabemos
--no nos han enseñado-- todo lo que sería bueno que supiéramos para
que ellos crecieran bien. Podríamos agregar que "las personas
evolucionan --ético-moralmente-- a pesar de las sociedades en que les
toca vivir". Las sociedades tampoco cuentan con quienes les enseñen a
evolucionar a sus componentes: ninguna ha conseguido métodos que
indiquen qué es lo que se debe hacer. Sin embargo, las sociedades progresan
a pesar de ellas mismas, y --sobre todo-- a pesar de quienes las dirigen.
Ninguna sociedad --ni parte de ellas-- se ha dedicado a desarrollar métodos
para descubrir qué es lo que podríamos hacer. Aceptando,
en esta primera aproximación al tema, que todas las consideraciones
anteriores corresponden efectivamente a lo que ha ocurrido --salvo error u
omisión--, entonces puede resultar válido llegar a las siguientes
conclusiones, empezando por la más evidente. a)
La más obvia, a estas alturas del viaje: seguimos viajando, y nos falta
todavía para llegar a la próxima estación, otra era. La de la autonomía,
o del modo democrático
[18]
, o de cooperación entre iguales diferenciados. Esto, por el
considerando a). Estamos
en la era de las sociedades adolescentes --adolescentes por
similitud a la edad en que surge y predomina el individualismo en las personas--
con todas las dificultades que este período de la vida conlleva. Los que
hemos tenido que ver con adolescentes lo sabemos bien: con grandes
satisfacciones, pero con muchas turbulencias. Queda por llegar, por
suerte, la madurez. Hay que tener paciencia, y mucha, porque en las
personas pasa rápido --sólo algunos años-- pero en las sociedades puede
tomar hasta siglos, dependiendo de lo que hagamos. Se
están dando ya ocasiones de ejercitar la autonomía, en cantidad total y en
número de ámbitos de actividad crecientes, los que no cesan de crecer:
esto confirma que el viaje continúa, a pesar de los pesares y de las
apariencias --considerandos b) y c)--. Además, se hacen cada vez más
necesarios, porque arrecia el individualismo, acecha el autoritarismo y
golpea fuerte la ética primitiva: no se ven buenas razones para pensar que el
proceso se detenga o regresione --considerando e)--. Y podemos arribar
más temprano que tarde, como fue pronosticado. La primera era tomó muchos
cientos de miles de años, la segunda sólo algunos cientos de miles, la
tercera apenas una decena de miles --tal vez entre diez y cinco mil años-- y
la era actual lleva poco más de 60 años. ¿Cuánto tiempo durará ésta?. Al
ritmo natural, y dada la drástica reducción observada, tal vez entre
cincuenta y doscientos años más: casi nada en comparación con las
anteriores. Pero si logramos llevar a la práctica métodos para acelerar
el ritmo, tan buenos como los de las tecnologías actuales en otras
áreas, entonces esos plazos se pueden reducir todavía más, y esta nueva
era --la democrática-- puede comenzar muy pronto. Véase el considerando
d). b)
Hay buenas razones para pensar que la era por llegar será mejor que la
presente. La razón más obvia para este optimismo es que las eras han
sido siempre mejores que las anteriores y que los modos ético-morales
aumentan su calidad socializadora a medida que avanzan
[19]
. En
la autonomía o modo democrático, por la responsabilidad que cada cual
siente por lo que les ocurre a los demás --aunque no los conozca-- puede
empezar a ocurrir --más masivamente mientras más predomine-- que la gente
logre hacer una sociedad que se acerque asintóticamente a la sociedad
ideal, realmente deseable. La que definió B. Russell de la manera más
simple y elegante: aquella en la que las personas tengan deseos que no se
contraponen con los de las demás personas
[20]
. Es decir, el deseo de no perjudicar a terceros --y además de
cuidarlos y complacerlos-- pasa a ser tanto o más importante que los otros
deseos
[21]
. Si se logra cumplir este deseo --no obligación-- entonces
se experimenta el placer del deseo cumplido, más intenso mientras más
importante es ese deseo. Sobre todo, si además es una necesidad. Si
predominara la autonomía sería como si la vida se transformara en una
minga permanente --¡qué bien se pasa en una minga!--, donde palabras tales
como libertad, igualdad y fraternidad --versión de la Revolución
Francesa-- pueden dejar de ser meros slogans. También en sus versiones
actuales: libertad3
[22]
, para todos, equidad y solidaridad. También otras palabras
agradables, tales como amabilidad, participación, respeto, justicia,
oportunidades, aventuras, vida ecológica, buena calidad de vida y
tantas otras, aparte de que las necesidades básicas estén cubiertas
y garantizadas, con la debida equidad, para todos:
alimentación, salud, educación, vivienda y trabajo. Cabe esperar que
se haga realidad el que "todo sea para todos según su necesidad",
ya que disponemos de los medios materiales y de conocimientos para que sea
cada vez más factible, sólo falta que todos tomemos la decisión de
conseguirlo: esa decisión es ético-moral, además, sólo se toma y se
siente en la autonomía. Habrá un motivo más para encontrar mejor la
nueva era: después de las turbulencias juveniles de la era de la
adolescencia, lo que venga será doblemente más rico. Dije
que el acercamiento a una tal sociedad sería asintótico --se acerca cada vez
más lentamente, sin llegar nunca al absoluto o valor final--, por dos
razones principales. La
primera, es que este proceso evolutivo no es una excepción, también se
produce gradual y pausadamente. Tanto que el paso de una predominancia a
otra resulta casi imposible de detectar hasta que ya el cambio se ha hecho
evidente, para todos. ¿Cuándo se produjo el cambio?. Nadie se dió
cuenta hasta que ya había pasado, cuando el nuevo predominio ya está muy
firmemente asentado. Esto, al considerar una sola sociedad, habitualmente
países: si se pretende evaluar conjuntos de sociedades --como América del
Sur-- los "promedios" pierden su sentido casi completamente. El
aumento sostenido de la internacionalización hará que la determinación
sea cada vez más difícil. La
segunda es que no debemos olvidar que una sociedad está compuesta por
personas viejas, jóvenes e infantes. Los infantes pasarán necesariamente
por las etapas primeras, evolucionando hasta llegar a ser autónomas --el
medio social será favorable-- cuando sean personas adultas. Pero antes
serán anómicas --poco más de un año y medio--, con algo de ética
primitiva --otro par--, luego, por un tiempo largo, autoritarias, más
tarde serán individualistas --en la adolescencia-- y sólo después de
madurar --actualmente, después de los 25 o los 30, muy excepcionalmente
a los 21 o antes-- podrán acceder a la autonomía. Como se ve, siempre
habrá cantidades apreciables de esos modos incómodos. c)
Podemos descubrir y desarrollar métodos para acelerar --aún más--
artificialmente el proceso evolutivo, tanto de las personas como, en
consecuencia, de las sociedades. Obviamente, en el caso de que las
consideraciones sean válidas --la evolución social puede ser descrita
válidamente por el proceso ético-moral propuesto--, como dije en la
introducción de estas conclusiones. Esta
conclusión no se basa en las consideraciones anteriores, y además forma
parte de una de las respuestas tentativas que vienen más adelante. Dejo,
por lo tanto, su justificación para ese grupo. De
acuerdo con la definición clásica, son conclusiones ciertas que se deducen
directamente de proposiciones ya probadas, consideradas ciertas. Tienen la
ventaja de que no requieren de demostración particular. Por orden de
evidencia. a)
Uno que ya he adelantado: la tesis del fin de la historia con el
individualismo reinante no pasa de ser otro chiste, ahora pesimista, de
quienes no han estado en condiciones de tomar la distancia suficiente como
para lograr una perspectiva completa. Es posible que la adolescencia
intelectual --generalizada y propia de esta era-- haya turbado las mentes,
obstaculizando el reconocimiento de lo adolescente que es esta era presente.
Pero queda claro, espero, que aun cabe la esperanza de un futuro mejor, que se
acerca a ritmo "natural", y que además podemos acercar. b)
Otro, casi igual de obvio, es que la mentada Transición a la Democracia
(con Mayúsculas y subrayada) se muestra como otro chiste, de mal gusto y
fuera de tono. Demuestra que los que la pregonan no han tenido el cuidado
suficiente para aclarar términos, de no definir a qué se está transitando,
eso a lo que ahora llaman democracia: será la democracia adolescente. De
todo lo dicho se hace evidente --corolario-- que el tránsito que está sufriendo
Chile --y otros países de trayectoria semejante-- es desde el autoritarismo
al individualismo --característico del neoliberalismo, también de la
adolescencia--. Subrayé "sufriendo" porque así me lo parece, a
nombre de la mayoría. Lo que no quiere decir que desee volver atrás, ni por
asomo. Hay que tomarlo como los dolores del crecimiento: hasta ahora, todas
las adolescencias pasan, salvo accidentes fatales. El peor accidente que nos
amenazaba --la hecatombe nuclear-- se está alejando, gracias al colapso del
"enemigo". Es de desear que desaparezca pronto. c)
Del mismo tipo de los anteriores, queda claro que las pretensiones de
Pinochet y sus Chicago-boys de que estaban "preparando al país para la
democracia" es otro chiste, con los peores calificativos. Nos empujaron,
con la bayoneta en la espalda. La ética primitiva no sirve ni para enseñar
el autoritarismo, éste debe ejercitarse; el autoritarismo tampoco sirve
para enseñar el individualismo, que también debe ser ejercitado, y así
sucesivamente. Piaget lo demuestra en sus investigaciones, se avanza a
pesar de los modos anteriores y sólo se aprende de ejemplos y
ejercicios de los nuevos. Si hay que elegir a quien creerle ... Pueden
mencionarse otros corolarios, pero creo que basta con estos. Pocos pero
buenos. 8.-
Las interrogantes y algunas respuestas tentativas. a)
Por todo lo dicho hasta aquí, a más de algún lector puede haberle surgido
la pregunta del millón: ¿cómo se puede acelerar la evolución social en
una sociedad?. Dando
por hecho que es deseable acelerar la evolución social, la primera
respuesta es obvia: acelerando la evolución de las personas de una
sociedad dada. Pero surge, de inmediato, la contrapregunta: ¿Cómo se puede
acelerar esa evolución, si, como se ha dicho, depende principalmente
del apoyo del medio social?. Puedo
adelantar que tengo noticias de métodos efectivos para acelerar la
evolución personal, los que, sin querer queriendo, sirven para acelerar
el proceso de un grupo o parte pequeña pero importante de una sociedad. Sin
embargo, es un tema tan extenso que excede con mucho lo que es abordable en
este trabajo, ya demasiado largo. Una de las claves la encontré en los dos
textos de Lickona, ya citados. La otra está en un libro de P. Senge
[23]
. Si les interesa el tema, quedan de tarea. Sin
embargo no deseo pedirles que me crean, y nada más. Sería pedirles --autoritariamente--
que me crean autoritariamente, sin que puedan evaluar con su propio criterio
si lo que afirmo es correcto. Por una parte, pueden ver los textos
antedichos, buscar las recomendaciones que sus autores hacen, y entre todas
ellas, las que promueven la autonomía. Mi esperanza, casi mi certeza, se basa
en una creencia que les explico de inmediato. Ya
he hablado de la importancia de las teorías. Estoy convencido que una buena
teoría es la base indispensable e inevitable cuando deseamos realizar un
trabajo importante y grande. Como el que analizamos. Para lograr el acuerdo
del lector, y además explicar lo que es para mí "una buena
teoría", usaré una analogía: las teorías del cólera. Ya la he
usado antes, en Etico-política {7} (ps. 10 y 11), donde
está la historia completa. Que
yo sepa, ha habido dos tipos de teorías acerca del cólera. El
primer tipo de teorías consistía en pensar que el cólera se debía
a causas inevitables: a la mala suerte, al castigo de los pecados o a la
posesión por los malos espíritus, todas resumibles en el socorrido
"la vida es así, nada –o casi nada- podemos hacer". Mientras se
pensó así, el cólera azotó a la humanidad. Con aterrorizante
regularidad. Los "remedios" recomendados, tan mágicos como las
teorías, surtían muy pobres resultados, a veces contraproducentes. El
segundo tipo ya es una sola teoría: es la de pensar que la
enfermedad es producida por el vibrión cólera, un bichito minúsculo
e invisible a simple vista, que se ingiere por descuido y hábitos
inadecuados de higiene en la preparación de los alimentos, y que un
tratamiento rápido y bastante simple de ejecutar --si se sabe en qué
consiste-- puede salvar la vida de los descuidados que no respetan la higiene,
si se efectúa a tiempo. Desde que se aceptó --generalizadamente-- esta
teoría y los remedios que de ella derivan, la aparición del cólera sólo
provoca alarma, cambios en los hábitos alimentarios y un porcentaje de
muertes casi insignificante con respecto a los períodos de vigencia del
primer tipo de pensares. La
teoría «buena» es la segunda, sin duda. Explica el fenómeno, describe sus
procesos y su evolución y, lo más importante, permite actuar para lograr
los efectos que uno desee. Con certeza razonable. Una
teoría así no se obtiene en un par de meses: de hecho tomó más de un
siglo, y es una teoría "compuesta" por muchas otras. Para
conseguir buenos resultados es necesario instruir al grueso de la
población, no basta con unos pocos expertos. La población debe estar en
condiciones de entender las instrucciones, es decir, compartir buena
parte de la teoría que usan los expertos para elaborar las instrucciones.
Entre otras cosas, para que crean que son buenas instrucciones y
entonces las cumplan con rigurosidad, sin que sea necesario que los estén
controlando, porque ese control externo no es factible ni sirve, si lo
fuera. He
subrayado varias veces "pensar": lo hice porque pienso que
todas las teorías son equivalentes a pensares, y también, lógicamente,
a la inversa. Mi teoría es --pienso-- que los seres humanos para poder
vivir necesitamos ideas --o teorías, o pensares-- acerca de las cosas que
nos rodean. Para todas las cosas, para todo lo que hacemos, con la salvedad
--tal vez-- de unas cuantas sensaciones internas --como el dolor de muelas,
que nadie necesitó explicarme: sólo me dijeron como se "llamaba"
eso que yo estaba sintiendo--. Las
ideas que mantenemos acerca de las cosas constituyen nuestra manera de
"apropiarnos" o construir el mundo en que vivimos, y son esas
ideas las que nos permiten no sólo entenderlo, también percibirlo, sentir
emociones, organizar nuestros deseos, intereses, gustos y necesidades, y
finalmente, actuar. En otras partes he llamado a estas ideas
"construcciones paradigmáticas", porque las construimos y porque
son paradigmas de una realidad a la que sólo podemos acceder a través de
ellas
[24]
. La
idea-teoría de uso común --también entre los científicos-- es que las
teorías "son" las científicas y que las ideas "son"
las que tiene la gente corriente. Si estas ideas mías son "buenas"
--tal como la última teoría sobre el cólera-- entonces la única
diferencia entre las "teorías" y las ideas corrientes de la gente
corriente está en el nombre: "son", en el fondo, lo mismo, ideas
que tiene y usa la gente.. Suele ocurrir, con muchas teorías, que están
escritas, son reconocidas como tales, y algunas de ellas, además,
están bien organizadas. Unas cuantas de estas últimas, además son
coherentes y "buenas". Pero estas teorías descansan en una gran
cantidad de ideas-teorías que ni siquiera están escritas: más aún, que
son usadas de manera implícita, sin que, los que las usan, se den cuenta que
las están usando. La
mayor diferencia entre las teorías científicas y las ideas corrientes es que
las primeras son explícitas --generalmente escritas-- y se someten a pruebas
periódicas y regulares para ver si siguen siendo "ciertas",
verdaderas y útiles. Esta es la causa más importante de que se diferencien
entre sí, y tengan distintos nombres. Porque ésta es la razón por la cual
una parte muy importante de las teorías científicas es "buena",
creo yo. Y
si se trata de diferenciar, la distinción que vale la pena hacer es si son o
no "buenas", en el sentido ya dicho. Yo creo que hay ideas y
teorías --en el sentido corriente-- que son "buenas" y otras
que son "malas", de ambas. La proporción de buenas es mucho mayor
en las teorías que en las ideas corrientes, me parece. Cuando
afirmé que muchos izquierdistas descalifican los antiguos modelos
socialistas, comunistas y similares --ideas muy difusas y disímiles que
de alguna manera compartían, por las que trabajaban-- en realidad decía
que ellos habían dejado de considerar "buena" la teoría que
sustentaba esas ideas. Siguen deseando una sociedad mejor que las
actuales, pero no creen que sea posible conseguirla, por más que se
trabaje. Por eso es que muchos se ponen "pragmáticos", otros se
"renuevan" y suele resultar muy difícil distinguir a algunos de
ellos de un neoliberal común y corriente. Toda
esta larga disquisición tenía como fin último el de afirmar que creo que
las teorías de Piaget --tal como las entiendo y trato de comunicar-- sobre
las actividades ético-morales de la gente son buenas teorías. Explican los
fenómenos --ético-morales en las personas y sociales en las relaciones
entre personas--, describen sus procesos y sus evoluciones y, lo más
importante, es válido pensar que, si cumplen bien con los aspectos
antedichos, también permiten actuar para lograr los efectos que uno
desee. Con certeza razonable. Se
me dirá que la última parte son sólo conjeturas mías. A lo que únicamente
cabe contestar: invito a que las probemos, consciente de lo difícil que puede
ser. Sin perjuicio de que las discutamos antes, todo lo que sea necesario para
que nos aseguremos de eliminar de estas ideas-teorías todas las ideas-componentes
"malas" que seguramente tienen todavía. b)
Otra pregunta, que ya ha surgido es ¿porqué sólo cinco modos ético-morales?.
¿No habrá un sexto, después de la autonomía --o antes de ella--?.
Intentaré una buena respuesta. Los modos son de esa clase de cosas que
"son", que no se pueden inventar a voluntad, como las canciones.
Piaget los plantea como el conjunto de maneras recurrentes de entender,
justificar y aplicar las acciones humanas, siempre relacionadas con otros
seres humanos. Y los modos que expone son aquellos que observa que las
personas usan. Porque puede diferenciar esas maneras generales, unas de
otras, por sus características. Cada modo lo define en base a la abstracción
de características comunes de muchos casos particulares, todos distintos
entre sí, únicos e irrepetibles. Pero encuentra semejanzas en grupos de
casos que son comunes. De esos grupos salen los modos. Así es como pensé
en la necesidad de diferenciar el individualismo como modo distinto: los
individualistas aplican algunas de las maneras de los autónomos --por
ejemplo, en la manera en que entienden y aceptan las reglas--, pero también
otras de los autoritarios --por ejemplo, en el no hacerse responsables de
lo que les pase a los otros con sus acciones, o simplemente ignorarlo--.
Además, los resultados sociales de sus acciones también pueden
distinguirse de los de los otros modos. Adicionalmente, no se trata de
una mezcla de los dos modos, puesto que sus características se pueden
observar en acciones singulares, con recurrente frecuencia. Por lo
tanto, no corresponden a ninguno de los dos modos anteriores. Sin
embargo, los modos éticomorales no se dan solos, forman parte indisoluble de
las actividades --físicas o intelectuales-- de las personas, dentro de las
sociedades. Así es como el individualismo --modo nuevo, surgido en los
últimos sesenta o cien años-- se hace posible gracias a una nueva manera de
entender el mundo y de entender la comprensión de las cosas del mundo --incluidas
las mismas ciencias, de donde sale esta nueva comprensión--, y también
por una forma generalizada y novedosa de realizar las relaciones
económicas, globalizada. La rápida generalización de este nuevo
modo se debe, seguramente, al vertiginoso ritmo de las comunicaciones
actuales. Tal
vez un examen más fino de la interacciones humanas permita encontrar modos
distinguibles nuevos, entre o después de los modos ya detectados. Es
posible, sobre todo si la atención de cantidades apreciables de
investigadores se vuelca sobre este objeto de estudio, hasta ahora casi
sin interesados. También
es posible que en una humanidad en que ya predomine la autonomía se
descubra modos aún más refinados y exquisitos, pero estas posibilidades no
pasan de conjeturas, sin una base firme en lo que ahora vemos. El futuro es
campo abierto para las posibilidades de desarrollo humano. Por
ahora, los modos caracterizables con las herramientas actuales, tal como los
entiendo, son cinco. c)
Viene ahora la que ha sido, para mí, una pregunta recurrente: si las
teorías ético-morales de Piaget son tan buenas como dices, ¿porqué nadie
las conoce?. Además, ¿porqué no se usan?. La
segunda de estas preguntas se responde casi sola con la afirmación
contenida en la primera. Con
respecto a la primera, sólo me cabe conjeturar. Acepto y confirmo lo
aseverado en ella: nadie –o casi nadie- las conoce. Más aún, entre los
especialistas en el ámbito ético-moral --ya muy pocos, al menos en
Chile--, los que las conocen --que son menos-- las entienden de maneras
muy distintas a la que he expuesto aquí y en otras partes. Las
diferencias son tan grandes que resultan sistemas conceptuales distintos y
separados, si cabe, hasta contradictorios. Mucho más simples los otros,
pero, a mi juicio, no son "buenos" --en el sentido ya definido--. Estoy
convencido de que este ámbito está plagado de mitos como pocos otros.
Dediqué todo un librito a estos mitos, el que partió como un artículo, con
un par de mitos en vistas, pero que fue creciendo a medida que de esos
iniciales fuí descubriendo otros, hasta llegar a nueve. La gran mayoría de
ellos no están escritos, son ideas tácitas pero generalizadas del
grueso de la población, además con profusión de versiones, apenas
distintas entre sí, pero diferentes, lo que las hace tan
"eficientes" --la "vida es así", se usan sin darse
cuenta-- como difíciles de establecerlos con claridad. Se comprenderá lo
complicado que es discutirlos y peor aún refutarlos. Combinados entre sí,
forman una fortaleza casi inexpugnable. A un par de años escasos de
eso, ya he podido detectar numerosos otros mitos, además de los nueve
ya tratados, algunos tan difundidos como aquellos. En todos los
ámbitos, también en los científicos y especializados. Estos
mitos son mucho más sencillos que la compleja teoría piagetiana, lo que
unido a su conocimiento masivo los hacen mucho más "creíbles".
Debido a ellos, y también a las dificultades inherentes a un estudio
consistente de las teorías de Piaget, los especialistas que podrían
estudiar los problemas ético?morales con este u otro enfoque piagetiano
--en general, los que hacen sus tesis de grado o postgrado-- prefieren
dedicarse a temas más asentados y seguros. Además, más fáciles y más
reconocidos. Si se presentan proyectos para investigar estos temas, resulta
difícil asignarles una especialidad --no son de psicología, ni de
sociología, ni de otras reconocidas que se puedan estudiar
científicamente
[25]
-- y peor aún que los
aprueben, principalmente porque son muy escasos los que pueden evaluarlos.
Sinceramente dudo que haya quienes puedan evaluarlos bien. En las
especialidades que habitualmente "estudian" temas ético-morales
--la filosofía y las religiones-- y que los consideran como de propiedad
exclusiva
[26]
, estos planteamientos son rechazados tanto por el lenguaje usado
como por su naturaleza: se basan en investigaciones científicas y empíricas,
y además requieren de ellas para validarse y actualizarse. ¿Dónde se ha
visto estudios filosóficos o religiosos con investigación empírica o
basados en ellas?. He
descubierto recién (a fines de 1996), por una casualidad afortunada (me
pidieron que hiciera unas clases) que la ética -entendida como la función
psicológica socializadora de los seres humanos- forma parte de la
Psicología Social, ya que esta disciplina estudia -o debería estudiar- las
normas de relación entre las personas. Estupenda serendipia. Entre
mitos y desconocimiento previo, es muy difícil conseguir apoyo incluso
para su simple difusión. A los que deseen evaluar el efecto de los mitos
los remito al texto mencionado. Allí también están, in extenso, mis otras
ideas que explican porqué estas teorías todavía no se
usan. Recalco
todavía porque considero de tal importancia los problemas que se pueden
resolver y los efectos probables de la masificación de estas teorías
piagetianas que no estoy dispuesto a cejar en mis esfuerzos por darlas a
conocer, y porque, desde hace algún tiempo, ya no soy el único que piensa
así. Este
artículo y otros semejantes
[27]
pretenden mostrar que dichas teorías pueden servir como
herramientas valiosas en muchos campos de las ciencias humanas, talvez en
todos. Pienso que las debilidades que estos artículos muestran
seguramente se deben a mis claras falencias en los campos específicos, en
este caso, históricos. Por lo que invito a especialistas en ciencias humanas
a que realicemos trabajos interdisciplinarios, a los que creo poder ayudar
con el enfoque ético-moral, en un esfuerzo de cooperación entre iguales
diferenciados, de autonomía. La falta de difusión de estas teorías
puede transformarse en una interesante "ventaja comparativa":
al menos serán trabajos novedosos, por un tiempo. Aquí
termina este viaje, que, como ven, ha resultado tan raudo como optimista.
Por lo que, agradeciendo su grata compañía en éste, espero confiado que me
acompañen en uno próximo.
¿Preguntas, comentarios, críticas, sugerencias? Envíelas al autor, pinchando aquí. Las agregaremos a esta página, previa comprobación de su seriedad {1}
Adorno, Theodor W., Frenkel?Brunswick, Else, Levinson, D.J. y Sanford, R.N.,
"The authoritarian personality", (La personalidad autoritaria)
Harper, New York, 1950. {2}
Berman, Morris, "El reencantamiento del mundo", Ed. Cuatro Vientos,
Santiago de Chile 1987. {3}
Bunge, Mario. "Ética y ciencia", Siglo Veinte, Buenos Aires, 1972. {4}
Colby, Anne y Kohlberg, Lawrence, "The measurement of moral
judgement" (La medición del juicio moral)Vol I, Cambridge University
Press, New York, fotocopia de borrador previo a la impresión, 1984. {5}
Chacón M.,Patricio, "¿Podremos civilizarnos más rápido?",
autoedición, Santiago, Chile, 1989. {6}
Chacón M. Patricio, "El colapso de los socialismos reales y el
autoritarismo según Piaget", trabajo presentado como parte del Curso
"Elementos de economía en los países socialistas", dictado por
el Profesor Leonardo Navarro, del post?grado en Ciencias Sociales de Arcis,
Santiago, Agosto de 1992. {7}
Chacón M.,Patricio, "Etico-política", Mimeo, Santiago, Chile,
1993. {8}
Chacón M., Patricio, "El tema ético-moral, un gran ausente. Algunos
mitos sobre la ética y la moral" Mimeo, Santiago, Chile, 1993. {9}
Chacón M.,Patricio, "Bateson, Watzlawick y Piaget: relaciones y
sinergia", Mimeo, Santiago, Chile, 1994. {10}
Chacón M. Patricio, "Los modos de Piaget: una herramienta de
análisis", en Encuentro XXI, Otoño 95, Santiago, 1995. {11}
Chacón M. Patricio, "El Poder y los modos ético-morales", Mimeo,
Santiago, Junio 1995. {12}
Chacón M. Patricio, "Autoritarismo: un concepto relevante en
educación" Mimeo, Santiago, 1992. {13}
Dockendorff, Cecilia, "Notas sobre la noción de Paradigma",
fotocopia, material preparado para el Seminario "Introducción al
NuevoParadigma", Proyecto Universidad para la Paz, CEAAL, Santiago,
Chile, Agosto de 1988. {14}
Flores, C. Fernando, "Inventando la empresa del Siglo XXI",
Hachette, Santiago, Chile, 1989.[12] {15}
Kuhn, Thomas S., "La estructura de las revoluciones científicas",
Fondo de Cultura Económica, México, 1971. {16}
Lickona, Thomas, "Raising good children" (Criando buenos niños),
Bantam Books,New York, 1985. {17}
Lickona, Thomas, "Educating for character", Bantam Books,NewYork,
1991. {18}
Macpherson, Crawford Brough, "La teoría política del individualismo
posesivo", Fontanella, Barcelona, Seg, Ed., 1979 {19}
Macpherson, Crawford Brough, "La democracia liberal y su época",
Alianza Editorial, Madrid, 1982. {20}
Max Neef, Manfred, Elizalde, Antonio y Hopenhayn, Martín, con la
colaboración de Herrera, Felipe; Jatobá, Jorge; Weinstein, Luis y Zemelman,
Hugo, "Desarrollo a escala humana", Development Dialogue,
Número especial 1986, Fundación Dag Hammarskjöld-Cepaur, Uppsala, Suecia,
1986. {21}
Mifsud,Tony, S.J., "Los seis estadios del juicio moral: con
aplicación pedagógica", fotocopia de mimeo, CIDE, Santiago, Chile,
1983. {22}
Piaget, Jean, "El criterio moral en el niño", Ed.Fontanella,
Segunda Edición, Barcelona, 1974.
Traducción de "Le jugement moral chez l'enfant", Alcan, Paris,
1932. {23} Piaget, Jean, "La toma de conciencia", Morata, Madrid, 1976. Traducido de "La prisse de conscience", Presses Universitaires de France, Paris, 1974. {24} Piaget, Jean, "Biología y conocimiento", Castilla, Madrid. 1969. Traducido de "Biologie et connaissance", Gallimard, Paris, 1967. {25}
Rest, James, "Moral development. Advances in reasearch and theory"
(Desarrollo moral: Avances en la teoría y en la investigación), Praeger,
New York, 1986. {26}
Rest, James, "Development in judging moral issues", (Desarrollo en
el juzgamiento de temas morales) University of Minnesota Press, Minneapolis,
USA, 1979. {27}
Russell, Bertrand, "Fundamentos de Filosofía", Plaza y Janés,
Barcelona, España, 1975. {28}
Schaff, Adam, en "El marxismo a final de siglo" Ed. Ariel, España,
1994. {29}
Senge, Peter, "La quinta disciplina", Granica, Barcelona, 1993. {30}
Watzlawick, Paul; Weakland, J y Firsh, R., "Cambio". Herder,
Barcelona, 1952. {31}
Watzlawick, Paul, (comp.) "La realidad inventada", Gedisa, Buenos
Aires, 1989. {32}
Chacón M. Patricio, Tesis de Maestría “La teoría de la evolución
ético-moral según Piaget: la inclusión de dos nuevos Modos, la Ética
Primitiva y el Individualismo”, Santiago, 1998.
Nota:
He agregado una traducción propia a varios textos en idiomas diferentes al
castellano, para facilidad de algunos lectores y/o para mostrar la fecha de
la primera edición en el idioma original. 10.- Notas
[2]
Entre las más conocidas --sólo en los ámbitos especializados--, cabe
mencionar la de Kohlberg y la de Rest. Para la primera, véase Kohlberg
et als "The measurement of moral judgement" {4}
y Mifsud "Los seis estadios del juicio moral: con aplicación
pedagógica" {21}; para la segunda, véase
Rest, "Development in judging moral issues" {26},
y Rest, "Moral development.
Advances in reasearch and theory" {25}.
Kohlberg se autodeclara discípulo de Piaget, y sus colaboradores afirman
que supera al maestro: estoy en absoluto desacuerdo con ambas
afirmaciones. Estos dos autores, norteamericanos, han realizado
larguísimas investigaciones para probar sus postulados. Rest trabajó
inicialmente con Kohlberg, pero luego formó su propia escuela. La mejor
"versión" que conozco de ambas teorías es la de Lickona,
variante contenida en su "Raising good children" {16}.
Adorno investigó sólo uno de los modos ético-morales --en el sentido de
Piaget--, el autoritarismo, en su ya clásico "The authoritarian
personality" {1}. A pesar de sus innegables
aportes, creo que no reúnen las características suficientes como para
ser considerados como una teoría de evolución ético-moral.
[3]
El criterio económico-político es el que han usado los ideólogos, tanto
los pro-socialistas como los pro-capitalistas. El economista inglés K.E.
Boulding propuso usar el criterio de "la capacidad de
organización". Max-Neef propone "la determinación precisa
de las necesidades y satisfactores", en "Desarrollo a escala
humana" {20}. Fernando Flores propone mejorar la
precisión de las comunicaciones humanas, en su "Inventando la
empresa del Siglo XXI", {14}. Todos estos
criterios están comparados con el ético-moral de Piaget en mi
"Etico-política" {7}, Cap. I y II.
[4]
Piaget nunca mencionó este modo, el individualismo. Lo he postulado como
un modo diferente a partir de la caracterización de los modos
piagetianos, como un modo transicional entre el autoritarismo y la
autonomía, dado que en la actualidad puede ser distinguido con bastante
facilidad: no calza completamente con ninguno de los otros dos. Una
explicación y caracterización bastante com-pletas, incluso la razón
probable por la que piaget no lo mencionó, pueden verse en mi artículo
“Bateson, Watzlawick y Piaget: relaciones y sinergia” {9}
[8]
He planteado y justificado esta divergencia principalmente en ¿Podremos
civilizarnos más rápido? {5}. Además, creo que el
agudizamiento de la ética primitiva después del autoritarismo es
válido cuando se da en sociedades ya organizadas con autoritarismo,
pero aparece primero cuando no hay "cultura autoritaria"
previa, tal como ocurre aun hoy entre niños abandonados asu suerte --en
la calle o en orfanatorios--: es el caso de sociedades que vienen de la
anomía, me parece.
[16]
Véase el excelente y breve trabajo de Cecilia Dockendorff "Notas
sobre la noción de Paradigma" {13}, y también de Watzlawick,
(comp.) "La realidad inventada"
{31}.
[19]
La calidad socializadora --nombre casi autoexplicativo-- es la
característica de mejorar las relaciones sociales, disminuyendo la
violencia física o psicológica en las interacciones. Está definida en
mi "Etico-política" {7}. Las principales
causas del aumento de esta calidad --al avanzar en los modos-- son: a)
también mejora la calidad social y coherencia de las reglas mismas, los
sistemas normativos; b) mejora la coherencia entre moral y ética, es
decir, se sabe lo que se debe hacer y además se hace lo que se
sabe, con mayor frecuencia. Hay varias otras. Puede bastar con éstas.
[21]
“Deseos” tiene aquí una acepción especial, más amplia: incluye
también a gustos, intereses y necesidades --físicas o psicológicas--.
[27]
Aparte de los ya citados, véanse mis artículos "El Poder y los
modos ético-morales" {11} y "Autoritarismo:
un concepto relevante en educación" {12}.
Versiones más completas y más actualizadas, de casi todos los conceptos
ético-morales, pueden verse en mi Tesis de Maestría {32},
en especial un par de investigaciones exploratorias que parecen
confirmar la conveniencia de aceptar la adición de la Ética Primitiva
y del Individualismo como Modos ético-morales. Hay otros trabajos en
preparación.
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