ANTONIO JOSÉ
DE SUCRE ALCALÁ
(Cumaná (Ven) 1783-Berruecos (Col) 1830)
Segundo Presidente de Bolivia
29 de
diciembre de 1825-18 de abril de 1828
Nació en la ciudad venezolana de Cumaná el 3 de febrero de
1795, era hijo de Vicente Sucre y
Urbaneja y de María
Manuela de Alcalá. A los 15 años fue a Caracas a estudiar
ingeniería militar. Allí se vió envuelto en la revolución y muy pronto actuó junto a Bolívar, acompañándolo
cuando éste fue a la
Nueva Granada (actual Colombia), involucrados ambos en la tarea
libertaria. En Guayaquil presenció la entrevista de Bolívar con San Martín. Venció en Pichincha
(Ecuador) y Ayacucho (Perú), batallas que fueron definitivas para la
consolidación de las nuevas naciones americanas. Fue Presidente de
Bolivia (1825 – 1828). Liberal a ultranza, Sucre, abogó por un comercio
libre, la abolición del tributo indígena y el establecimiento de una
contribución directa universal, sin éxito. Reformó la estructura
fiscal de la colonia. Tomó una posición dura con la iglesia,
controlando sus actividades, finanzas y cerrando varias órdenes.
Propugnó la educación secular y abrió escuelas de artes y oficios.
La presencia del ejército colombiano en Bolivia despertó recelos y
protestas que terminaron en el motín del 18 de abril que precipitó
su renuncia a la presidencia.
Se casó en Quito
con Mariana Carcelén y Larrea,
marquesa de Solanda, quien le dio una hija.
Lo más notable de Antonio
José de Sucre fue su carácter. Fidelidad para los amigos,
como lo demostró su
adhesión incondicional a Simón
Bolívar, la honestidad en el desempeño de sus funciones y
la falta de ambición personal, hecho muy evidente cuando su figura
deslumbró en el panorama boliviano y él accedió a la
presidencia muy a pesar
suyo, pues nunca persiguió el mando político. Fue un hombre
perspicaz que supo percibir el curso de las historia aún antes de que los
acontecimientos se
desencadenaran, por ello su resistencia a pasar el Desaguadero y sus
consultas antes de tomar la determinación de dejar que los
altoperuanos definieran
por sí mismos su propio
destino. Buscó la opinión de quienes consideraba los más
informados, aunque no tuvieran afinidades con ellos, tal el caso de
Casimiro Olañeta, con
quien conversó y cambió opiniones, pese a las grandes diferencias
que los separaban.
La opinión de los historiadores sobre Sucre es unánime, fue un hombre
incorruptible, fiel a sus ideales; pero hombre de su tiempo al fin, sus actos respondieron a cambios radicales que
dejaban de lado las tradiciones y los sistemas establecidos. Además,
él era un venezolano de corazón que no hizo eco ni del panandinismo de Santa Cruz ni del
panamericanismo de Bolívar, manteniéndose,
dentro de las
circunstancias, alejado del ajetreo político de Bolivia. El fue la
espada que mantuvo al
Perú entre dos fuegos cuando las diferencias con Colombia se
ahondaron. Finalmente fue víctima en Berruecos. Cerca de Pasto
(Colombia), donde fue asesinado en circunstancias oscuras, el 4 de
Junio de 1830.
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