 
El rey y el pintor...
(El Sueño del Pintor)
Encerrado en su castillo en la montaña
estaba un rey
sumido en sus profundos pensamientos.
Y el hilvanar con sus sabias respuestas,
a sus pesares,
Era cuanto ingería por alimento...!
Ya no quiero ser rey;
quisiera ser poeta, de ésos que, deambulando,
plasman sobre el papel, en letras,
lo que siente su corazón...!
(y el rey seguía pensando.)
Pero cómo escribir lo que ahora siento,
pues nunca habría letra suficiente
para que mi alma escriba todo el amor
que mi pobre corazón por ella siente...!
¡Mejor seré pintor! – concluyó el rey.
y a su palacio
mandó a buscar al que, sin duda,
era el mejor pintor de la comarca.
-Aquí me tiene usted (dijo humilde el pintor).
-Me han dicho- dijo el rey -
que de entre los mejores, eres el mejor...!
-Sólo soy, mi señor, un humilde pintor
que en su cabeza
sólo pinta sobre lienzo, en color
lo que usted piensa...!
-Pues, veamos- dijo el rey
como probando la famosa y conocida
capacidad de aquél tan muy
reconocido artista.
-Veamos si me puedes pintar
aquel velero que, en alta mar, se flota
y que mueve su vela a la ventisca...!
-Sí, mi rey..! ¡..Se lo podría pintar,
también el mástil del velero.
Y le daría color a sus banderas,
y hasta le puedo pintar
la dirección del viento...!
Dijo el rey:
-¿Y la gaviota que en sus entornos vuela?
-Claro que sí, mi rey! Y pintaré sus alas
contra el viento, en su eterno aletear.
Y hasta el chirrido que está haciendo!
Se la puedo pintar!
Y encontró el rey que el pintor era bueno.
-Pues siéntate, pintor. Toma tu puesto
porque desde hoy
para mí has de pintar..!
Quiero aprender cómo en tu brocha pones
tu arte, que del cielo recibes
y al lienzo lo llevas a colores...!
Quiero que me enseñes a pintar,
porque en poesía no se puede plasmar
todo ese amor que siento a borbotones..!
Y respondió el pintor:
-Yo le puedo pintar, oh, mi señor
de un barco su belleza,
del velero sus velas,
las alas de un gorrión en vuelo;
puedo pintar las flores de colores,
puedo pintar la rosa y sus olores,
y pinto la fragancia de un clavel,
y hasta el dolor que le produce
la hincada de una espina caprichosa;
hasta ese dulce aroma de la miel.
Puedo pintar el pico de un sinsonte
y hasta lograr que coma!
Mas jamás he logrado, mi señor,
pintar con mi pincel
lo que ha sido mi sueño, que es pintar:
el amor que le profeso a una mujer...!
©R.Cortés
2002
I-XX
~Gracias Rafa por compartir
este escrito
con nosotros.
Ciertamente uno de los más
bellos
que he leído en lo que llevo
de vida. ~
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Rafael Angel
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