Cuando comience la explotación
minera en la ciudad de Tambogrande, como se ha proyectado, las
partículas más volátiles (y contaminantes) se elevarán 1,5
km y se esparcirán en un radio de 50 km, impulsadas en buena
parte por el viento.
El viento entra desde el mar
por el desierto de Sechura, choca con los Andes y regresa al
océano creando un sistema anticiclónico.
En su viaje, visita las
ciudades más importantes del departamento: Chulucanas,
Tambogrande, Sullana y Piura; además -obviamente- pasa sobre
las zonas circundantes, donde se cultivan los alimentos de
todo el departamento y parte del país.
En esa travesía, el viento
visita también el valle del Chira, uno de los más
importantes de la costa peruana, y el llamado bosque seco
tropical, que se extiende desde el departamento de Lambayeque,
y penetra por el sur del Ecuador, en la provincia de Loja.
Si esas partículas cayeran
sobre la población, producirían males respiratorios a la
larga. Sobre las plantas, impedirían la fotosíntesis y la
respiración a través de las hojas, generando su muerte.
Si la cobertura vegetal muriera
se generaría un mini-efecto invernadero que aumentaría la
temperatura promedio de 27ºC a unos 38ºC, haciendo imposible
la vida. |
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Referencias
Tambogrande:
¿despensa o minería? |