Negocio
"Esta guerra
será larga", ha anunciado el presidente del
planeta. Mala noticia para los civiles que están
muriendo y morirán, excelente noticia para los
fabricantes de armas.
No importa que las
guerras sean eficaces. Lo que importa es que sean
lucrativas. Desde el 11 de septiembre las acciones de
General Dynamics, Lockheed, Northrop Grumman,
Raytheon y otras empresas de la industria bélica han
subido en línea recta en Wall Street. La bolsa las
ama.
Como ya ocurrió
durante los bombardeos de Irak y de Yugoslavia, la
televisión rara vez muestra a las víctimas: está
ocupada exhibiendo la pasarela de los nuevos modelos
de armas. En la era del mercado, la guerra no es una
tragedia, sino una feria internacional. Los
fabricantes de armas necesitan guerras, como los
fabricantes de abrigos necesitan inviernos.
Hollywood
La realidad imita al
cine: todo estalla, los niños reciben misiles de la
película Atlantis en la cajita feliz de
McDonald's, y es cada vez más difícil distinguir
entre la sangre y el ketchup.
Ahora el Pentágono ha
encargado a algunos guionistas de cine y expertos en
efectos especiales, que ayuden a adivinar los nuevos
objetivos terroristas y que también imaginen la
manera de defenderse. Según la revista Variety,
uno de los que está en eso es el guionista de Duro
de matar.
Vestuario
En una de sus
imágenes más difundidas, el duro de matar Osama Bin
Laden lleva turbante, pero tiene puesta una casaca de
fajina del ejército de Estados Unidos, y en la
muñeca luce un reloj Timex, made in USA.
Él también es made
in USA, como los demás fundamentalistas
islámicos que la CIA reclutó y armó, desde 40
países, contra el comunismo ateo en Afganistán.
Cuando Estados Unidos celebró su victoria en aquella
guerra, la presidenta de Pakistán, Benazir Bhutto,
advirtió en vano a Bush padre: "ustedes han
creado un monstruo, como el doctor
Frankenstein".
Y se ha comprobado,
una vez más, que los cuervos arrancan los ojos de
quien los cría. Pero el sponsor los sigue
utilizando. Ahora, los fanáticos le sirven de
coartada perfecta, para hacer la guerra contra quien
quiera y como quiera y para consolidar su dominio
universal. Y también para dar explicaciones
indiscutibles. Durante el mes de septiembre, las
empresas estadunidenses dejaron en la calle a 200 mil
trabajadores: llámenlos los números de Bin
Laden", sentenció la secretaria de Trabajo,
Elaine Chao.
Un par de semanas
antes de que se derrumbaran las torres, se estaba
derrumbando la economía mundial, y la revista The
Economist aconsejaba a sus lectores:
"consíganse un paracaídas". Desde que
pasó lo que pasó, quien no consiga un paracaídas
puede encontrar, al menos, un culpable fabricado a
medida.
Pánico
La humanidad entera
está sintiendo los síntomas del ataque del ántrax,
chuchos, dolores de cabeza, esa mancha en la piel que
parece moretón... Todos tenemos miedo de abrir las
cartas, y no porque contengan alguna impagable cuenta
de impuestos o de luz, o la fatal noticia de que
lamentamos comunicarle que hemos resuelto prescindir
de sus servicios.
Los militares de
Ucrania estaban de maniobras, cuando un misil SA-5
derribó un avión de pasajeros y mató a 78
personas. ¿Fue por error o porque los misiles
inteligentes sabían que los aviones de pasajeros son
armas enemigas? Los misiles inteligentes, ¿atacarán
ahora las oficinas de correos?
Armas
Un portaviones
estadunidense, el Nimitz, estuvo por un día
en aguas uruguayas. La visita me preocupó, porque en
mi barrio hay un edificio que tiene todo el aspecto
de una mezquita, y con los misiles inteligentes nunca
se sabe.
Afortunadamente, no
pasó nada. O casi nada: unos cuantos políticos
uruguayos fueron invitados a conocer el portaviones,
flotante ciudad de la muerte, y casi se matan. El
avión que los llevaba aterrizó mal y quedó con un
ala en el agua.
Gracias a la visita,
nos enteramos de que este portaviones ha costado 4
mil 500 millones de dólares. Según los cálculos de
Unicef y de otros organismos de Naciones Unidas, con
tres portaviones como el Nimitz se podría dar
comida y remedios, durante un año, a todos los
niños hambrientos y enfermos del mundo, que están
muriendo a un ritmo de 36 mil por día.
Mano de obra
No sólo el terrorismo
islámico tiene sus "durmientes": también
el terrorismo de Estado. Uno de los protagonistas del
Plan Cóndor en los años de las dictaduras militares
en América del Sur, el coronel uruguayo Manuel
Cordero, ha declarado que la guerra sucia "es la
única manera" de combatir al terrorismo, y que
son necesarios los secuestros, las torturas, los
asesinatos y las desapariciones. El tiene experiencia
y ofrece su mano de obra.
El coronel dice que
escuchó los discursos del presidente Bush, y que
así será la tercera guerra mundial que está
anunciando. Lamentablemente, escuchó bien.
Antecedentes
Como el coronel,
también el embajador tiene experiencia. John
Negroponte, representante estadunidense en las
Naciones Unidas, amenaza con llevar la guerra "a
otros países", y sabe de qué habla.
Hace unos años, él
llevó la guerra a América Central. Negroponte fue
el padrino del terrorismo de los contras en Nicaragua
y de los paramilitares en Honduras. Reagan, el
presidente de entonces, decía lo mismo que ahora
dicen el presidente Bush y su enemigo Bin Laden: vale
todo.
Víctimas
Esta nueva guerra,
¿se hace contra la dictadura talibán o contra el
pueblo que la padece? ¿Cuántos civiles asesinarán
los bombardeos?
Cuatro afganos, que
trabajan para Naciones Unidas, fueron los primeros
"daños colaterales" de los que se tuvo
noticia. Todo un símbolo: ellos se dedicaban a
desenterrar minas.
Afganistán es el
país más minado del mundo. Bajo el suelo hay 10
millones de minas listas para matar o mutilar a quien
las pise. Muchas fueron plantadas por los rusos,
cuando la invasión, y muchas fueron plantadas contra
los rusos, por donación del gobierno de Estados
Unidos a los guerreros de Alá.
Afganistán nunca ha
aceptado el acuerdo internacional que prohíbe las
minas antipersonales. Estados Unidos, tampoco. Y
ahora las caravanas de los fugitivos intentan
escapar, a pie o en burro, de los misiles que llueven
desde el cielo y de las minas que estallan desde la
tierra.
Desgarros
Rigoberta Menchú,
hija del pueblo maya, que es un pueblo de tejedores,
advierte que estamos "con la esperanza en un
hilo".
Y así es. En un hilo.
En el manicomio global, entre un señor que se cree
Mahoma y otro señor que se cree Buffalo Bill, entre
el terrorismo de los atentados y el terrorismo de la
guerra, la violencia nos está destejiendo.