Toni Negri
1. Los autores de los atentados
eran todos miembros de las elites árabes
(¿estudiantes? de aviación, estudiantes
universitarios en Alemania o en EU). No han obrado
únicamente por los intereses de los desheredados,
aunque lo han hecho en su nombre: como todas las
elites que aspiran a devenir clase dominante, Bin
Laden, la red de Al Qaeda, etcétera, deben obtener
el favor de un sector significativo de la población.
Para eso el Corán no basta.
2. Esta es la razón por la
cual han golpeado el centro del poder económico y
del poder militar estadunidense. Para las masas
árabes (no sólo iraquíes y palestinas), éste era
-por razones que cada uno comprende- objeto de odio.
3. Haciendo esto han dado por
descontada la reacción estadunidense, que consiste
en obligar a los Estados islámicos o a los que
pretenden serlo (Arabia Saudita, Pakistán,
Emiratos), que juegan con la ambigüedad entre el
Islam y la alianza con EU, escoger su campo. Esta
elección es, para estos regímenes de base religiosa
pero aliados de EU, una elección dolorosa y, sobre
todo, peligrosa. Si conservan a su precioso aliado
externo pierden a las masas y viceversa.
4. Esta crisis de legitimidad
permite el remplazo de una elite "moderada"
por una elite islamita que no discute mínimamente el
orden neoliberal ni tampoco la dominación
estadunidense (ver las declaraciones de Bin Laden a
CNN), pero disputa el monopolio de poder ejercitado
por los monarcas del petróleo. Como la revolución
islámica iraní, que no ha puesto en discusión el
capitalismo, Bin Laden y su red quieren empujar a las
masas para destronar las monarquías corruptas y
remplazarlas con una república teocrática.
5. No es necesario confundirse:
si los atentados han golpeado los símbolos del poder
estadunidense, su finalidad no era en absoluto
socavarlos, entre otras cosas porque no existe ya un
poder autónomo estadunidense en el contexto de la
mundialización. El único beneficio de los atentados
es un beneficio regional para el mundo islámico: se
trata de determinar quién asegurará un gobierno
neoliberal en la región.
6. Los que han perpetrado los
atentados son verosímilmente hombres de la red Bin
Laden formados por la CIA y los servicios secretos de
Pakistán para combatir (en la modalidad terrorista)
el régimen prosoviético afgano. Son, por lo tanto,
aliados de uno de sus objetivos: el Pentágono.
Obtienen sus fondos de la especulación financiera y
se aprovechan de la liberación total del movimiento
de capitales (impuesta por EU a todo el mundo para
financiar su deuda pública y la enorme deuda privada
con el sistema de la burbuja financiera). Por lo
tanto, no eran extraños ni a las Torres Gemelas ni a
Wall Street.
7. Bin Laden y compañía, así
pues, son unas criaturas o más bien enfermedad
esencial del sistema. Para combatirla el sistema
mismo debe destruir los propios pilares controlando
el movimiento de capitales y destruyendo una alianza
política y económica que lo sostenía (Arabia,
Pakistán, Emiratos, el mismo régimen talibán...).
Haciendo esto perderán gran parte de su poder
económico y de su fuerza militar. En gran medida el
riesgo es la condición de existencia del capitalismo
globalizado (Giddens dixit): el mantenimiento de
estos regímenes presupone en principio no solamente
la miseria del Tercer Mundo y de la parte
desfavorecida del centro, sino también la
inseguridad en todas partes. A fuerza de crear
palestinos en todo el planeta se acaba por vivir en
la inseguridad permanente, como hacen los israelíes.
8. El pueblo del mundo entero
ha sido, por tanto, golpeado en Nueva York y en
Washington el 11 de septiembre de 2001 por una
facción neoliberal extremista. La guerra que se
incuba en todas partes del mundo ha sido finalmente
globalizada: Manhattan parece Ramallah. Las facciones
en el poder en EU se aprestan a obtener los
dividendos políticos de este estado de guerra
después de haber impugnado los dividendos
bursátiles como el mismo Bin Laden no se ha privado
de hacer. Esta facción ha decretado un estado de
guerra prolongado (diez años al menos, según Bush)
que volverá extremadamente difíciles las
movilizaciones de las fuerzas democráticas que desde
Seattle en adelante se han expresado contra la
globalización capitalista.
9. Es necesario absolutamente
terminar este estado de guerra permanente y ahora ya
universal, y crear las condiciones que no permitan ni
a Bin Laden ni a Bush sentarse sobre la gente con el
poder del "mercado" en nombre de la lucha
entre el bien y el mal. Un movimiento contra la
violencia y la tiranía de los mercados es aún más
necesario si queremos defender la seguridad, la vida
y la democracia en todo el planeta.
El capitalismo globalizado
está enfermo de la violencia y la miseria que
genera. Es necesario organizar el éxodo de los
pueblos y crear en la misma resistencia las nuevas
relaciones sociales, si no queremos morir con él.
La
Jornada 15/10/01