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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Y demás / Memorias

 

 

KISS y la levedad del ser

Dedicado a mi primo Memo, kismaníatico antológico

AGOSTO, 2005. La primera vez que escuché algo sobre Kiss fue gracias a mi vecino Poncho. Fue él quien me mostró la portada del hoy legendario Alive, un álbum que al abrirlo mostraba la foto de dos adolescentes con un cartel que mostraba un dibujo de los cuatro musicos. Por aquél entonces --mediados de 1977-- la kissmanía apenas empezaba a llegar a América Latina donde el Alive era novedad pese a haber salido dos años antes en el resto del mundo. Eran tiempos sin Internet y cuando el gobierno mexicano se espantaba ante la música rock de modo que ésta llegaba con unos meses de atraso a las tiendas de discos.

(Aprovecho para desmentir el mito de que el rock estaba prohibido por el Estado mexicano y que era un género desconocido. No es verdad. Había difusoras de radio que transmitían música en inglés y si bien de repente surgía algúna chifladura legislativa para frenar eso que llamaban "penetración cultural", no pasaba de ahí, y las tiendas de discos siempre tenían estantes dedicadops a la música anglo. Lo que sí estaba prohibido era la realización de conciertos masivos aunque en épocas de Salinas cierto funcionario de Gobernación afirmó que "nunca se pidió al Estado permiso pata organizar conciertos". Con Carlos Salinas la visita de grupos internacionales de rock se convirtió en algo normal).

Kiss fue algo así como el ébola de los setenta que sólo atacaba a los niños y preadolescentes. No se podía tener en el mismo sitio un disco de Silver Convention y el Dressed to Kill, por ejemplo. Quien escuchaba a Kiss era un rebelde, un ser digno de respeto, alguien para quien los papás habían dejado de ser autoridad inapelable; no importaba que nuestros rostros estuvieran espinilludos y nuestra capacidad de trabajo no sirviera para ganar siquiera un peso independientemente. Los discos de Kiss eran la música de fondo para caminar por las calles golpeando el tacón contra la acera que acompañaban al cabello largo y un disparo de ardrenalina ansionso por entrara al mundo adulto. 

Despues de la presentación de Poncho y como sucedía con todo aquel que se enganchaba en el vagón de Kiss, decidí buscar material por cuenta personal. ¿Quiénes eran esos cuatro tipos pintarrajeados?

Parece increíble pero sobre Kiss ha habido incluso tratados sociológicos. Uno de ellos, del cual lamentablemente no he recuperado el link pero creo que lo escribió alguien en la Universidad de Wisconsin, explicaba una teoría plausible: Gene Simmons y Paul Stanley eran unos genios del marketing (persón: mercadotencia) y sabían perfectamente cuál sería su público; el maquillaje era una identidad falsa, alterególatra y temporal para alcanzar en la fantasía lo que se ve lejano en la vida real. Las cuatro personalidades definían al adolescente. con Simmons, el atrevido, el que rompe las reglas; Paul Stanley, la estrella, el ego, el centro de atención; Ace Frehley, el virtuoso solitario y Peter Criss, el amigo. Una descripción perfecta de las cuatro personalidades del adolescente, si bien también se han aplicado exámenes similares para describir a los Beatles. 

Pero Simmons tiene su propia explicación: "De ninguna manera habría hecho todo lo que hacía en el escenario sin maquillaje. Era tremendamente tímido y me espantaría que en la calle me identificaran y dijeran ¡eh, ese es el mismo tipo que arroja sangre y fuego...! ¡Agárrenlo!"

Kiss no procedía de Transilvania sino de un sitio insospechado, Brooklyn, Nueva York. Paul Stanley y Gene Simmons eran dos adolescentes judíos aburridos del hippismo contestatario. Decidieron crear un grupo que combinara el stageshow de Alice Cooper con ropajes inspirados en Marvel Comics y, luego, un rock pesado pero digerible, claro, para la época. Frehley y Criss fueron reclutados mediante un aviso de ocasión.

Una ironía de Kiss es que miles de sus fans eran enemigos de la música disco pues Kiss grababa para Casablanca Records, propiedad de Neil Bogart, quien también tenía contratadas a Donna Summer, Love and Kisses y muchos artistas discotheques más, y si bien era cierto que los neoyorquinos eran lo únicos en el róster de la disquera que interpretaban rock --Simmons estaba agradecido con Bogart ya que "fue el único que nos ofreció contrato cuando las demás compañías se reían de nuestra propuesta y cerraban sus puertas en nuestras narices"-- siempre existió la posibilidad de dar más espacio a grupos que interpretaran este género, pero Bogart nunca terminó de decidirse. Ello habría de costarle la vida a Casablanca cuando la música disco se hundió en el descrédito absoluto y la venta de acetatos se detuvo en seco.

Cada vez que  Alta Tensión  (el programa de rock que en canal 13, por entonces propiedad del Estado mexicano transmitía todos los viernes por la noche) anunciaba un especial de Kiss el mundo nuestro se detenía. "¡Van a pasar un especial de Kiss!", me advirtió Poncho y ahí estábamos todos emocionados. Ya habíamos escuchado decenas de veces temas como "Love Gun", "Love Them Leave Them" y "Detroit Rock City" pero verlas en vivo por televisión era acariciar el éxtasis. Y es que las videocaseteras eran aún lujo inalcanzable. O se veía el programa en vivo o quedaba uno con las ganas de verlo. No había tercera opción.

Nunca me convetrí en fan declarado de Kiss pero sí en seguidor asidiuo. Recuerdo una vez en que Kiss interpretó "God of  Thunder" y los allí presentes nos emocionamos tanto que cuando terminó el video y enseguida aparecía Paul McCartney intrepretando "Mull of Kyntre" sonó la inmediata silbatina. algo absurdo su asumimos que los arreglos que hizo McCartney a esa composición son geniales (y seguro recuerdan el video: McCartnety y su esposa Linda junto con Denny Laine caminan a la orilla de un lago).

Lo que parecía ser una banda de rock ultra rebelde provocó un minishock entre muchos de nosotros cuando apareció "Beth", una balada escrita por el batería Peter Criss y con la cual Kiss entró por primera vez a las listas. Era una señal temprana de que los miembros tenían inquietudes distintas.

En 1978 los cuatro lanzaron disco por su cuenta, algo que sin duda ayudó a disipar las tensiones internas que suelen darse cuando un grupo pasa junto tantos años. Lo curioso fue que el álbum más exitoso fue el de Ace Frehley y su "New York Groove", otro hit que se fue a las listas. Kiss volvió a reunirse pero las cosas ya no eran las mismas: Casablanca Records estaba a punto de declararse en quiebra, los fans originales ya estaban creciditos y, finalmente, el maquillaje ya había perdido su efecto. Cuando salió el Unmasked la organización original se había roto; Frehley y Criss dejaron al grupo. Era el fin de una trayectoria inherente a los setenta.

Sin embargo en otros países, como México, la ola Kiss venía un poco más retrasada. En mayo del 80 el ya referido Poncho organizó con otros tres amigos un "concierto" de Kiss. Para el efecto pidieron el "Salón Claret", un pequeño auditorio al lado de una iglesia; evidentemente los sacerdotes nunca habían oído hablar de los neoyorquinos. Con indumentarias hechas de cartón, cada uno adquirió la personalidad de Stanley, Frehley, Criss y Simmons: Poncho, claro,  fue éste último.

El "Salón Claret" quedó abarrrotado aquel sábado por la noche y con la música del Alive como fondo, por un momento parecía que veíamos al verdadero Kiss, sobre todo cuando "Peter Criss" --conocido por todos como "Bullo" Corona"-- "interpretó" el solo de batería de manera que a todos nos hizo brotar la adrenalina; Gene "Poncho" Simmons sacaba la lengua y se acercaba al público aunque no le permitieron arrojar fuego; "Ace Frehley" --de quien sólo recuerdo su apellido, Lome-- también "tocaba" el requinto con sus características poses y "Paul Stanley" --no estoy seguro pero creo que se llama Jesús Blásquez-- eran un clon absoluto del original.

Con sus obvias limitantes habíamos estado en un concierto de Kiss, y la sensación de adrenalina continuó hasta el día siguiente. Recuerdo que a las afueras había gente en espera del "autografo" así como quienes pensaban que eran unos "payasos que tocan rock". Pero nadie quería irse aunque ya había finalizado el concierto. Recuerdo también que afuera había un par de sacerdotes con expresión de "¡pero qué fue eso!" y auque no hubo mayores quejas, tampoco volvió a prestarse el "Salón Claret" para más "conciertos".

A Poncho y sus amigos les fue bien: recaudaron lo suficiente para ir de vacaciones a la playa.

Pero para entonces Kiss ya era una mera sombra. Se quitaron el maquillaje y lanzaron discos aún más débiles y grabaron canciones como "Lick It Up" que seguramente habrían rechazado en sus días gloriosos. Nunca dejaron de sacar material, cierto, pero y daba igual pues algo se había perdido junto con su maquillaje, Así las cosas, Kiss volvió a ser noticia cuando apareció un álbum homenaje (que no tributo, a propósito, pues no son cuestiones fiscales) que se vendió bien y el cual dio lugar a que la cadena MTV los invitara a grabar un Unplugged que llevaba un toque adicional, el retorno de Criss y Frehley, concierto que formalizó una reunión temporal (que dio como resultado Physcho Circus, álbum que por cierto no he escuhado) pues en el 2000 volvieron a separarse. Sin embargo la noticia provocó una ligera nostalgia así como cuando uno visita la calle donde se vivió hace muchos años.

Pero Kiss ya es parte de la cultura norteamericana (también de la mexicana: está la resucitada revista Chiss de la cual luego abundaremos). Hace un par de años aparecieron los "ataúdes de Kiss" para todos aquellos fanáticos que quisieran llevarse a sus ídolos a la eternidad junto con ellos. Asimismo, las convenciones de Kiss aún reúnen multitudes y aunque muchos quienes fueron niños en los setenta y hoy son jefes de departamento o profesionistas respetados, el modo en que Simmons, Stanley, Frehley y Criss marcó sus vidas y aún los hacen suspirar por aquellos tiempos de rebeldía setentera. Creciditos y todo, pero The Kiss Army aún tiene adeptos. Supongo que Poncho entre ellos.