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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Cibernética

 

Recuerdos pre Internet (en un periódico)


Divirtámonos un poco y recordemos aquellos tiempos en los que 10k de memoria nos asombraban y para escribirnos en vivo a cientos de kilómetros era necesario utilizar un artilugio llamado télex, entre otras cosas.

ENERO, 2006. A mediados de los años ochenta trabajé en un periódico donde tuve el primer contacto directo con las computadoras. Por aquel entonces éstas se encontraban únicamente en lo que se llamaba "sala de capturistas", esto es, los encargados de pasar a computadora todos los textos escritos en papel. Quien se asomara a una sala de redacción en ese tiempo sólo escuchaba el repiquetear de los teclados mecánicos, con escalas cuando la cinta de carrete comenzaba a escribir tipos en gris o cuando había que ir al almacén a recoger blocs de papel tamaño carta.

La "sala de capturistas" debía estar a baja temperaturas porque, se nos decía, así era como las computadoras deberían funcionar. A diferencia de los aparatos actuales, aquellos artilugios estaban hechos de plástico y metal, con una pantalla oscura donde los caracteres aparecían en color verde. Recuerdo también que para escribir algo en bold o en itálicas había que apretar algunas teclas superiores, y si al capturista se le olvidaba cambiarlo, el texto podía seguir en ese tipo de letra. Después de un rato de capturación llegaba el momento en que se llenaba el floppy disk --los archivos no se guardaban en el disco duro-- por lo que había que llevarlos a una caja enorme donde se insertaba el disk y, de rato, comenzaba a imprimir el texto.

Después de eso el "chorizo" de texto era llevado a un corrector de estilo quien de ahí lo enviaba otra vez a la "sala de capturistas" donde se hacían las correcciones y, de ahí, otra vez a la caja enorme donde los trozos eran cortados y pegados sobre unas planas de esquemado las cuales luego eran pasadas a negativo y, de ahí, a la imprenta.

Es inevitable reírse hoy de todo aquel trámite, pero el caso es que entonces, y también lo tengo muy presente en la memoria, cierta tarde en el periódico nos carcajeamos porque pensamos en lo lento y cansado que debía resultar preparar un texto con linotipos.

Otra sala que estaba a muy baja temperatura era la de teletipos y la de recepción de fotografías. Aquel mastodonte consumía cantidades inmensas de eletricidad y era además donde el périódico recibía las fotografías de la agencia Associated Press. Durante todo el día llegaban gráficas las cuales comenzaban a salir lentamente tras un "calentamiento" de la máquina. Para las fotos en color se recibían tres iguales con los colores primarios que luego, con los negativos, adquirían un matiz impecable. Sin embargo a veces la señal del telefoto --que era enviada por una Telmex aún propiedad del Estado, con un servicio deplorable-- era recibida con interferencias, algo que provocaba enorme coraje al jefe de Información que esperaba impaciente la fotografía de algún acontecimiento.

(Cuando ocurrió el temblor de 1985, el servicio de AP quedó interrumpido por más de tres semanas durante los cuales no se publicó una sola foto internacional aunque sí hubo oportunidad de recortar algunas de los periódicos capitalinos y republicarlas al día siguiente).

Había también unos teletipos conectados a unas líneas telefónicas que transmitían los textos de las agencias noticiosas y que durante casi 20 hora diarias tecleaban furiosamente. Uno de ellos era de la Associated Press, el cual ofrecía notas ocurridas prácticamente en todo el planeta, si bien la mayoría de Estados Unidos. También estaba la de la agencia Notimex, propiedad del gobierno y por tanto no muy fiable --un reportero comentó que la tenían porque la señal "era baratísima, casi gratis"-- y la agencia Lemus, que iniciaba operaciones a las 11 de la mañana y presentaba algunas editoriales, noticias de la farándula, efemérides y artículos que bien podrían acoplarse hoy a un sitio web.

Sin embargo y pese a la abundante información, la que salía era apenas un 10 por ciento de lo que se recibía en un día, pues la Sala de Redacción operaba como un embudo que seleccionaba lo que ahí se pensaba interesaría más al lector.

Pero el artilugio que más nos sorprendía era el télex, abuelo de quienes gustan chatear. Era como una en enorme máquina de escribir donde se intercambiaba información, saludos y que, durante el sismo del 85, fue importantísima para establecer contacto con quienes tenían familiares en el D.F. Y también ahí era posible grabar los mensajes; al lado del télex había un aditamento donde se colocaba una tira delgada de papel a la que se le hacían perforaciones mientras se grababa un texto. Luego la cinta era puesta sobre el aditamento, echada a andar, y reproducía lo escrito. Era un invento asombroso, si bien había que tener cuidado en no enredar la tira da papel o que alguien que pisara por ahí llegara a pisarla, lo cual arruinaba el texto.

De todo aquello están a punto de cumplirse 20 años, con cambios en tecnología que nadie exageraría en llamarlos dramáticos. Prácticamente todo el proceso descrito anteriormente puede hoy hacerse con un aditamento que ocupa medio escritorio, y a veces menos.

Schumpeter sostenía la tesis de la "destrucción creativa" necesaria en la humanidad para sustituir lo ya existente con algo mucho mejor. La manera en que se preparaba un periódico entonces a como se realiza hoy confirma con creces la teoría del austriaco.