EXILIADO GENIAL

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Versión para impresión

 

Una vida completa, aun sin el Nóbel

 

Despreciado, hasta hoy, por la Academia Sueca, Mario Vargas Llosa es un  genuino talento de las letras del siglo XX. Una vida de conocimiento,  sinsabores y muchas delicias literarias.

 

Junio, 2005. Hubo dos momentos sin los cuales el mundo no habría disfrutado las  glorias literarias de Mario Vargas Llosa. La primera de ellas ocurrió  mientras estudiaba en la Academia Militar Leoncio Prado en el Perú, pues  fue ahí donde decidió convertirse en escritor, según cuenta en Pez en el  Agua, su biografía. El otro sucedió cuando se postuló como candidato del Frente Democrático (FREDEMO) a la Presidencia de su país. "Qué  bueno que perdiste", lo felicitó Octavio Paz a poco de ser derrotado por Alberto Fujimori, "ahora sí podrás dedicarte a lo que realmente sabes hacer", comentario muy parecido cuando su esposa Pati dijo "por fin la  calma vuelve al hogar de los Vargas Llosa" tras perder en las elecciones.

 

De no haber ocurrido el ingreso de Vargas Llosa a la academia militar  jamás sabríamos de la Tía Julia y el Escribidor, de la Conversación en la Catedral y todas esas novelas donde el  autor suele incluir sus vivencias personales con la ficción. Y de lo  segundo, Paz tenía razón: la política suele arruinar a los buenos  escritores, con excepción notable de Vaclav Havel, pero por lo regular la  política destruye el prestigio literario. Vargas Llosa quizá tenía las  mejores intenciones aunque, evidentemente, perdió ante alguien que tampoco era político profesional y quien  gobernó (con claroscuros, hay que ser ecuánimes) al Perú durante los noventa. Pero con un Vargas  Llosa presidente nos habríamos  perdido de sus agallas como ensayista en su disección de personajes como Flora Tristán, el general Trujillo y, más  recientemente, don Quijote de la Mancha.

 

Jorge Luis Borges, una de las glorias literarias del siglo XX, nunca recibió el Nóbel porque, a juicio de la Academia, con su apoyo a la dictadura pinochetista se había automarginado, lo cual no aclara entonces como fue se le haya dado el mismo Premio a Hemingway y a Pablo Neruda, apologistas de la dictadura estalinista, o que Gabriel García Márquez lo haya recibido pese a su amistad con Castro. Se ha tratado de justificar esta actitud con el argumento de que la amistad entre ambos "va más allá de la mera política", explicación que choca con que no se le otorgara a Borges pese a que Pinochet jamás le dio una finca de descanso como Castro lo ha hecho con el Gabo. (También está el pleito Vargas Llosa-García Márquez, aún no resuelto, pero de eso abundamos en otra ocasión).

 

Con tal antecedente, es probable que Vargas Llosa tampoco  visite Estocolmo aunque no sólo haya criticado la dictadura de Pinochet sino que el PRI mexicano lo declarara persona non grata cuando afirmó que el gobierno mexicano presidía una dictadura perfecta. O quizá tampoco pese

mucho a su favor que haya manifestado estar de acuerdo con la invasión estadunidense a Irak --y que él refiere en Notas desde Bagdad-- o que se le considere de centro derecha aunque el escritor prefiera ubicarse como libertario. Sin embargo a Vargas Llosa no le quita el sueño el desprecio de la Academia, "no es algo que yo busque", responde cada vez que lo inquieren sobre el tema.

 

Luego de varios premios, reconocimientos y su ingreso a la Academia Española de la Lengua, Mario Vargas Llosa es un escritor completo, aun sin el Nóbel.

 

De cadete a escribidor

 

Nacido en una familia criolla de clase media de Arequipa, Vargas Llosa fue un niño consentido hasta que su padre lo metió, en 1950, a la Academia Militar Leoncio Prado, una experiencia que lo marcaría y que, refiere en su biografía, "me hizo cuestionar las estructuras de un sistema político y económico como el peruano", pero que también le hizo descubrir su vocación. Eran los años en que pertenecer al Ejército o la Marina era visto con romanticismo entre las muchachas de modo que Vargas Llosa salió con varias de ellas a su regreso a Arequipa; "me fui como un niño y regresé convertido en hombre", escribe.

 

Fue por esos años cuando inició un romance con la tía Julia y del cual luego publicó un libro indispensable dentro de la novela latinoamericana. Fue además el inicio del escritor quien, para foguearse y compartir experiencias con otros escritores, viajó a Paris donde conoció, entre otros, a Gabriel García Márquez y donde habían radicado los poetas malditos como Baudelarine y Verlaine, o Jean Cocteau y Albert Camus... un gancho  irresistible para los jóvenes literatos latinoamericanos.

 

Previsiblemente, Vargas Llosa abrazó al marxismo radical" y de apoyo absoluto a la Unión Soviética, simpatía que brincó al jolgorio cuando Fidel Castro entró triunfante en La Habana en 1959, algo que, recuerda el escritor cubano Carlos Alberto Montaner, "todos celebramos como

niños". Era, en apariencia, un amanecer para los literatos del continente quienes veían en la revolución  isleña al mejor antídoto antiimperialista. "Nadie volverá a saquear ni a explotar a América latina!" advirtió Vargas Llosa. Pero entonces ya había naufragado su matrimonio con la tia Julia aunque al poco tiempo contrajo matrimonio con su prima Pati Llosa.

 

El desencanto de Vargas Llosa con el castrismo terminó abruptamente tras el encarcelamiento del poeta Ezequiel Padilla, a quien el gobierno cubano acusó de mostrar "una actitud contrarrevolucionaria y proburguesa" con sus escritos, algo que chocaba con la "libertad y tolerancia a la expresión" garantizadas en la Constitución cubana. Vargas Llosa y otros intelectuales firmaron, aún sin romper con el régimen, un desplegado de protesta donde también aparecía la rúbrica de García Márquez, pero luego el autor de 100 años de soledad manifestó que no estaba de acuerdo y que, al final, se le había engañado para que firmara. Pronto viajó a La Habana para ofrecer explicaciones a Castro mientras Vargas Llosa terminó por distanciarse del gobierno cubano.

 

Vargas Llosa aún creía en un  "socialismo con un rostro más humano"; criticó la guerra de Vietnam y la CIA pero también censuró los devastadores efectos que la Revolución Cultural había tenido en China mientras que, si bien no estaba de acuerdo con el golpe de Estado que derrocó a Allende, celebró que fueran verdaderos  economistas y no los militares quienes se encargaran de las finanzas pero sin excusar en ningún momento la innegable violación a los derechos humanos cometida durante el pinochetismo.

 

Lo que molestaba al peruano era ver cómo esos implacables críticos de Somoza, Stroesnner, Baby Doc Duvalier y Ferdinando Marcos guardaran lo que alguien más llamó "el silencio atronador" ante el castrismo y que a éste se le aplicara todo el relativismo posible (el embargo, los "gusanos" de Miami) para justificarlo y que esos mismos que criticaban la intervención nortamericana en El Salvador nada dijeran cuando Cuba envió efectivos a Angola. Para fines de los 80 el distanciamiento terminó en rompimiento y Vargas Llosa asumió una postura más centrista sin que ello menguara su capacidad litetraria; por el contrario, la incrementó pues  el escribidor ya no pertenecía a esa "camisa de fuerza" que los círculos autonombrados progresistas suelen colocar a sus huestes.

 

De escribidor a candidato

 

Al igual que Vargas Llosa, Alan García pasó sus años de estudiante en  París, donde se graduó en La Sorbona. García era hijo de una familia clasemediera de Lima con ideas más o menos socialistas. Una vez que  regresó al Perú, García ingresó al APRA, partido fundado por Víctor Manuel Haya de la Torre, un admirador del PRI mexicano. Tras la  dictadura de Velasco el partido volvió a la legalidad y obtuvo una  asombrosa victoria en 1985.

 

En 1987 García decretó la nacionalización de la Banca, casas de bolsa  y hasta casas de empeño, situación que, en un país que había declarado moratoria de pagos resultaba suicida y criminal. Vargas Llosa escribió un artículo periodístico donde criticaba la medida; el texto fue reproducido y "volanteado" hasta que, en un discurso público, Vargas Llosa se inmiscuyó, sin proponérselo directamente, en la política. La respuesta al decreto de García funcionó pues fue detenida y en buen momento pues el PARA tenía contemplado expropiar periódicos y televisión los cuales apenas acababan de salir de la pesadilla velasquista que ya los había "nacionalizado".

 

Los medios plegados a García lanzaron entonces una feroz campaña de desprestigio contra Vargas Llosa, desde haber contraído nupcias con un familiar de sangre hasta de estar a sueldo de Ronald Reagan. Pero García no tenía argumentos para defenderse: una inflación del millón por ciento, una moneda artificial hecha añicos, una economía informal cercana al 36 por ciento del PIB y un retroceso de 40 años en el nivel de vida. Ante tal situación, razonó Vargas Llosa, ser candidato a la presidencia representaba un deber tanto cívico como moral.

 

Quedaba claro que, poseedor de una prosa magnífica y concisa, el escritor prefiriera redactar sus propios discursos en vez de delegarlos a un asesor. Sus textos enfatizaban el sacrificio y el trabajo necesarios para rescatar al Perú y aplicar recortes presupuestales que, ciertamente, eran coyuntura letal para los sindicatos y las burocracias cuyos privilegios estaban desangrando a un país de por sí corroído por el déficit. Sin embargo en FREDEMO alcanzó un índice de simpatías del 56 por ciento en su mejor momento; el prestigio de Vargas Llosa era más fuerte que los artículos de una prensa amordazaba por el embute.

 

La intempestiva aparición de Alberto Fujimori frenó a la coalición liderada por Vargas Llosa. Ajeno a la política y con tan solo una plaza como maestro de matemáticas, Fujimori se postuló como candidato independiente y con un legajo de papeles en su mano al que llamaba "Plan de Desarrollo", Fujimori ganó terreno electoral en base a muchas promesas y poco sacrificio. Al final Vargas Llosa perdió por un margen escaso tanto así que, de no haber mediado Fuiumori, se habría convertido en Presidente de la República sin mayor problema (por su parte Fujimori consiguió dos propósitos de su campaña: capturó a Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso y empleó la fuerza pública contra los miembros del grupo rebelde Tupac Amaru quienes habían tomado la embajada de Japón. Pero también adquirió poderes dictatoriales al abolir el Congreso y gobernar de facto, además de la tremenda cloaca creada por Vladimiro Montesinos).

 

Poco después ocurrió lo que, aunque probable, se veía remoto: su amigo Octavio Paz recibía el Premio Nobel con lo cual se abrían dos conjeturas, una, que pese a su anticastrismo, la Fundación Nobel había reconocido al mexicano y, segundo, que habrían de pasar mínimo diez años para que otro latinoamericano fuera honrado con el Nobel (García Márquez lo obtuvo en 1982). Y aunque muchos especulan que, con tal de acortar la espera Vargas Llosa se nacionalizó español, lo cierto es que ya pasaba la mayor parte de su tiempo en Europa y, además, desde el régimen de Fujimori tanto él como su hijo Álvaro, quien vive en Miami, fueron objetos de calumnias, transformadas en indiferencia ahora que el presidente es Alejandro Toledo.

 

Lea repaso al libro La tentación de lo imposible de Mario Vargas Llosa

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