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Edad Media ha sido entendida tradicionalmente como una era de
oscurantismo y decadencia. La ausencia del "progreso" y el
estancamiento -según algunos- harían de esta época un lamentable
paréntesis entre la época clásica griega y el renacimiento, que es mejor olvidar... Nada más lejos de la realidad. Es
verdad que no se avanzó según el concepto de "progreso" que
el hombre de la ilustración poseía. "Progreso" que consistiría
en el avance constante de un conocimiento nunca agotado y que
prometería un estado futuro, al menos, mejor que el presente. El
hombre medieval no necesita esta idea de "progreso" pues ya se
considera en este estado de perfección a la que el hombre de la
modernidad sólo aspira. El siglo XIII, el apogeo de la Edad Media, es
conocido como "el siglo de la armonía", unas época en que el
orden multicultural es el reflejo de un paradigma claro y conocido, un
fondo doctrinal que no sólo organiza todas las instituciones del
"mundo conocido" hacia un mismo fin, sino que da un
"sentido" a la existencia del ser humano. El hombre de la edad
media sabe claramente cómo debe actuar pues ha solucionado el
"problema ético" que tanto angustia al hombre postmoderno. Si
en alguna etapa de la historia de la humanidad el hombre pudo ser
plenamente feliz fue en el siglo XIII. ¿En qué consiste el paradigma
medieval que permite esta armonía? ¿Cómo piensa el hombre medieval
que puede encontrar sentido para su existencia? ¿En qué momento y por
qué causas hemos perdido esta "visión medieval"? ¿Cómo nos
hemos instalado en esta postmodernidad donde la armonía y el sentido ya
no existen? ¿Podremos, de alguna manera, recuperar el modo de pensar
del hombre medieval? Son estas las inquietudes a las que queremos
invitarles a reflexionar en las siguientes páginas.
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