Recesión, empleo e ingresos

Juan Luis Bour

 

Los cambios en el nivel absoluto de actividad económica, y eventualmente los cambios en el crecimiento (es decir, en la tasa de variación de la actividad), se asocian con ciclos en el mercado laboral. En nota anterior se proporcionó evidencia de las principales diferencias que, en materia de ajuste, presenta el mercado laboral en la presente década, respecto de los años '80. Brevemente expresado, en los períodos de alta inflación el ajuste recaía principalmente sobre los salarios reales, con el empleo manteniéndose estable. En el contexto de estabilidad doméstica de los años '90, y frente a la virtual ausencia de inflación en la economía internacional, todo ajuste de precios relativos deba tener lugar con bajas nominales de precios y de salarios. La baja de salarios nominales sin embargo se ve limitada por las instituciones (principalmente laborales) de la Argentina, que continúan con un diseño que no dólo traba el ajuste nominal, sino que encarece (real y potencialmente) la contratación laboral. A ello se suma la habitual dificultad para ajustar nominalmente en economías con una baja proporción variable en la remuneración total. En consecuencia, la economía reacciona frente a shocks (externos, de confianza, etc.) ajustando fuertemente el empleo, y en menor proporción en el corto plazo los ingresos salariales.

Qué puede esperarse entonces que ocurra en 1999, particularmente en la primera mitad del año, dada la contracción del nivel de actividad que en términos absolutos tiene lugar desde el último trimestre del año pasado?

Por una parte la caída en la actividad económica se ha trasladado a una caída de la demanda de trabajo, claramente marcada desde octubre del año pasado. De acuerdo con la encuesta del Ministerio de Trabajo el empleo caía al mes de abril a una tasa anualizada del 1.5%, tasa que se eleva al 5% anual en la encuesta de SEL. Dada la evolución de corto plazo, para el mes de mayo el empleo privado formal estará mostrando un descenso similar en ambas encuestas, con un promedio simple de descenso superior al 3% anual. A menos que el empleo informal -que ha venido creciendo en la década, aunque no mostró aumento significativo en la recesión de 1995- compense la caída del empleo formal, cabe esperar un descenso importante del empleo total para la próxima medición de la EPH. En la estimación del Ministerio de Economía para todos los centros urbanos, una caída de 3% del empleo significaría una contracción anual de 345 mil puestos, próxima a la caída verificada durante el Tequila (380 mil puestos).

Algunos factores pueden sin embargo alterar esta estimación. Por una parte, el nivel de empleo puede ser afectado por la política pública, entre otras formas a través de cambios en el número de programas de empleo (Trabajar) que se ofrecen en el momento del relevamiento en hogares. Existen indicios de que en mayo -mes en que se fija la semana de referencia de la EPH- se están incrementando los programas públicos de empleo, lo que podría marginalmente incrementar el número de personas que aparecen ocupadas, y reducir el de desocupados. Sin embargo es probable que el impacto de este manejo político de los programas financiados por el Banco Mundial no tenga un efecto muy significativo. Uno de los problemas de estos programas es, precisamente, que se otorgan a población que podría ser No Pea, y también a personas que ya tienen empleo. Por ambos factores el programas da lugar a "filtraciones" (es decir, no se focaliza en desocupados), lo que constituye un indicador del desperdicio de recursos de este "programa social". Pero las filtraciones reducen también el impacto sobre los índices de empleo y desempleo, a menos que el cambio en el número de programas sea muy significativo.

 

 

CUADRO 1

REMUNERACION REAL Y PODER DE COMPRA SALARIAL

SALARIO REAL

DEVENGADO

TASA DE

DESINTEGRACION

PODER DE

COMPRA

TASA ANNUAL

DE VARIACION

PERIODO

1991=100

(en %)

1991=100

(en %)

1994

94,2

98,1

1995

92,7

-0,28

97,0

-1,1%

1996

93,3

-0,22

97,7

0,7%

1997

93,2

-0,13

97,5

-0,2%

1996

I

92,8

0,15

97,3

-0,2%

II

94,1

-0,09

98,8

1,2%

III

92,9

-0,13

97,0

0,9%

IV

93,4

-0,01

97,7

0,9%

1997

I

90,7

0,01

94,7

-2,6

II

93,8

-0,02

98,1

-0,7

III

93,8

-0,03

97,1

0,1

IV

94,6

-0,04

100,0

2,4

1998

I

91,9

-0,11

95,3

0,6

II

94,0

-0,06

98,3

0,2

III

93,4

0,01

97,4

0,3

IV

94,1

0,04

99,4

-0,6

Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC y SIJyP.

Nota: Para el cálculo del poder de compra salarial, ver Indicadores de Coyuntura Nro 273, Pag 26.

 

Por otro lado estadísticas de fuentes alternativas muestran que el empleo formal podría haber descendido algo menos que lo indicado por las anteriores encuestas. Los datos del SIJYP en materia de población activa indican en efecto que al cuarto trimestre del año pasado, cuando las encuestas del MT y SEL señalaban ya algún descenso del empleo privado, el empleo registrado en el sector privado había crecido a una tasa del 3% anual. Para el primer trimestre del corriente año también se mantuvo eñ incremento en la población de aportantes, y lo mismo ocurre en el sistema de riesgos del trabajo (ARTs). Estos relevamientos (SIJYP, ART) podrían estar detectando en buena medida "blanqueo" de relaciones laborales -y de hecho muestran una evolución no del todo consistente con la EPH-, aún cuando también podrían estar indicando que el empleo formal cayó algo menos que el proyectado 3%.

La contracción del empleo (probablemente algo menor al 3%) tiene sin embargo que compararse con la tendencia al crecimiento de la ocupación observada en la presente década, del 2.3% anual. Ello implica que el devío respecto de la tendencia es de alrededor de 5 puntos porcentuales, una magnitud muy elevada, bien por sobre la oscilación en la década pasada (entre +2% y -2% respecto de la media de la década).

Horas trabajadas e ingresos laborales. En lo que hace a los salarios nominales es probable que a partir de algún momento del corriente año se verifique un cambio de la tendencia creciente (débil) que presentaban los salarios nominales hasta fines de 1998, y experimenten caídas tanto por menores horas trabajadas, como por ajustes nominales aislados. En la recesión de 1995, y hasta mediados del año siguiente, la caída de los salarios nominales fue de sólo 1% (medida a través del SIJYP), aún cuando el ingreso real de los asalariados cayó algo más (6% en términos de salario real por hora, en parte por inflación, y en parte por ajustes nominales).

Las relaciones sin embargo no son tan directas. En efecto, si se tiene en cuenta que la actividad económica está declinando muy rápidamente desde octubre del año pasado, cabría esperar una paralela reducción del número de horas trabajadas, para ajustarse a la menor demanda. Sin embargo las horas extras trabajadas en el período que va de diciembre del año pasado a abril de este año, no sólo no cayeron sino que crecieron 13.1% respecto del período diciembre 97/abril 98. Cuál es la razón? Pues bien en el mismo período fueron venciendo los contratos promovidos -que no pudieron renovarse en igualdad de condiciones desde octubre del año pasado-, y por consiguiente las empresas fueron reduciendo su demanda de trabajadores contratados. Según la encuesta SEL, la participación de los contratos de duración determinada cayó 42% en las altas totales del período diciembre 98 hasta abril del 99. Como también cayó la proporción de trabajadores a prueba, las empresas demandaron menos empleo en forma de menos trabajadores, y compensaron con un incremento en las horas extras. Algunas empresas sin embargo tuvieron también que reducir la jornada laboral, con lo que el panorama es más variado al nivel sectorial y/o de firmas aisladas. En el agregado sin embargo, los hechos fundamentales son:

Como consecuencia de este panorama se sigue que el empleo es la variable más afectada en el corto plazo. En efecto:

Esta forma de reaccionar de las empresas indica que el contrato por tiempo indeterminado sigue representando costo muy altos para las firmas, que ante la eliminación de los contratos promovidos sustituyen trabajadores "flexibles" desde el punto de vista de la entrada y salida, por trabajadores flexibles en términos de horas trabajadas. Un aumento del salario mínimo, visto como un aumento permanente del costo laboral vis-á-vis el costo del capital, actuaría como incentivo adicional a reducir la contratación adicional, y a usar más intensamente (más horas) el personal disponible (lo que reduciría costos fijos). Además favorecería un reemplazo tecnológico en el mediano plazo, por efecto del cambio de precios relativos. Si por otra parte la legislación introdujera restricciones más severas a la jornada laboral (como se propició desde diversos sectores políticos, limitando las horas máximas trabajadas á la francesa), las empresas enfrentarían costos fijos más altos, si decidieran ampliar su dotación de trabajadores por tiempo indeterminado. Nuevamente el aumento en el precio relativo trabajo/capital favorecería en este caso un cambio tecnológico, eliminando empleo e incorporando capital.