Ojos en la Oscuridad
La emoción en sus labios temblorosos, la fuerza de mi brazo de potrillo alrededor de su cintura, la magia de una noche despejada de luna llena, la constelación de Orión a la medianoche y un beso que enjugó en mis labios una salida, una alternativa de escape, un martillo rompiendo el espejo en el que se reflejaban los ojos de la musa.

No dudaron los cuerpos de los adolescentes dejarse invadir de las emociones nuevas. Era Susana la nube leve sobre la cual descansaba mi delirio. Su sonrisa complaciente, su capacidad para tratar de comprender. Mi angustia refugiándose en su pecho, mis manos dibujando su vientre y la ansiedad de mi juventud entrando en ella. Luego del éxtasis, con su mirada de ébano perdida en las ondas de las tejas de asbesto de mi cuarto y sus brazos blancos evitando que me retirara, se quedaba quieta esperando de mi boca el ritmo sáfico de un soneto dedicado a ella.
HECHIZO DE AMOR
Guayaquil, Agosto 2 de 1988
Eso es: me ha hechizado este sentimiento
y mis palabras quieren dibujarte
en un campo fantástico, besarte
y obtener de tus labios mi alimento.

Cierro los ojos, por más que lo intento,
de mis sueños no consigo quitarte
y al final, dulce aroma, con rozarte
mi pena se confunde con el viento.

Te he de perder, mas la incuria no advierte
que mis manos desean conocerte
desde la piel fecunda de tu vientre

hasta la punta de tus finas cejas,
prende en tu oreja mi arete de quejas.
Deja a mi corazón que en el tuyo entre.
Guayaquil, Marzo 12 del 2001
"Emprendí la más grande salida de mí mismo:
la creación, queriendo iluminar
las palabras..."
Pablo Neruda, 1924
Cada historia comienza en un punto por lo general relevante, mas cuando comencé a escribir poesía, esos días no significaban para mí más que un tedioso dejar pasar el tiempo. Las peatonales de la ciudadela urbana de Guayaquil, donde vivía, en los años ochenta, sólo me ofrecía solitarias y continuas esquinas a mis 14 años. Había realizado unos cuántos intentos de escritos de una obra de teatro sobre no sé qué confundido adolescente, leídos e impulsados por los halagos de unas amigas de la escuela y de repente un susurro en mi oído derecho.

- ¿Por qué no escribes poesía?...

La dulce voz extranjera de una chica venezolana que había conocido unos días atrás y la simpatía vegetal de sus ojos verdes entre alegres y cariñosos encendieron mi piel caoba. El vacío de su ausencia no permitió que se consumiera el deseo de sus pupilas en mi amarillento papel. La tinta negra de mis versos sellaba el destino triste de mis rimas. Jamás leyó el poema que le escribí:
La tenía, era mía su beligerante ansiedad, su agitado sentimiento al contacto de mis dedos. Yo era el foco de atención de sus ojos nocturnos en cada gesto mío. La indomable flor silvestre se postraba rendida ante mi seducción infiel. Perdida en su pupila abismal me perdía en la campestre mirada de la amada, de la ausente, de la inexistente ilusión. Era su piel de espuma la esencia con que bañaba la mentira de mis labios en la tersura del fantasma. Era la lluvia de mi cuerpo agotado sobre la tierra fecunda de su espalda el desquite del desborde de mis gemidos gritando el nombre de una mujer que no hallaba en mi extasío.

Terminó de arreglarse y se fue, sin más reproches que mi incapacidad de amar. Medio sentado junto a la cabecera de mi cama fumaba un cigarrillo que trataba de extinguir el último vestigio de su perfume para dar paso a mis nuevos intentos por olvidar. Olvidar a mi hechicera dorada para poder volver a amar y no tener que perder a otra Susana en mi vida.

-Lo que más voy a extrañar de ti... son tus poemas - confesaba la gaviota herida al darme su adiós resignado - esta es la última vez que te veré - se despedía con sus lágrimas llevándose la oscuridad de sus párpados - he entendido que no me puedes amar.
POSIBILIDAD
Guayaquil, Diciembre 4 de 1987
Son estrellas que más no he vuelto a ver
cuando el cielo oscurece en el momento
que la luna se suma a mi tormento
cada noche y seguirme a enloquecer

los recuerdos que me obligan a volver
al amor destrozado que hoy lamento
y al correr tan estrépito del viento
que se lleva mi llanto que al caer

va contando los meses de tu adiós
los que voy preguntándole a mi Dios
los lugares que puedo andar buscándote

con posibilidad que de encontrarte
de mi rostro pudieras acortarte
para así yo también morir amándote...
¿CÓMO OLVIDARTE?
Guayaquil, Agosto 6 de 1988
¿Cómo podría algún día yo olvidarte
si cada vez que miro al cielo
con tus ojitos claros me tropiezo
y no tengo siquiera ni el consuelo
de poder acercarme y darte un beso?

¿Por qué presente estás en cualquier parte?
Si te dijera que ayer me habló un niño,
me di cuenta que extraño tu cariño,
luego en una rosa, lleno de antojos,
imaginé besar tus labios rojos.

Dime: ¿cómo podría olvidarte?
Todo el mundo se mete en mi pasado
¡No quiero recordar lo que perdí!
y cuando al final todos se han callado
ese casual silencio me habla de ti.
Después de unos días mi alma atormentada y sola me dirigió al aeropuerto. Su voz cual eco perenne en mi cerebro no lo lograban acallar los motores estruendosos de los aviones. Mi mirada fija en la pista preguntándose por qué no pudo ser y mi mano estrujando la primera de mis crías, nacida huérfana de musa.

Musa cuya imagen se formó en cada sueño que aparecía con su cara pergamina de niña alegre cual delfín, envuelta en delicadas telas rojas transparentes; flotando sobre nubes, el sol era su cabello de rizos dorados. Siempre con su verde mirada mirándome como una cómplice y al final su sonrisa pícara. Me dejaba, al despertar en mi mundana habitación, un sabor seco en la boca, de ansiedad por los besos no recibidos y los brazos abiertos esperando el vacío de su cuerpo. Las ondas del tejado agolpaban los ritmos de los nuevos poemas que mi mente fabricaba, al igual que la mujer ideal en la figura de un exquisito ser que no tendría jamás y mi personalidad perturbada...

- ¡Así que poeta!, ¿no? - el golpe sobre el pupitre me había dejado aturdido, mas yo seguía tranquilo, estaba acostumbrado a la violencia en la educación secundaria de un colegio de varones.

- ¡Haber pajarito cómo cantas! - me gritaba el más grasoso y abusivo de mis compañeros de aula mientras yo clavaba mi mirada siempre desafiante y fija en medio de sus dos ojos, justo donde comienza la nariz - a mi vieja le gustan las poesías así que escríbele una que crea que he sido yo...

El error de haber ocupado mis horas de ocio del colegio para perfeccionar el poema Posibilidad. La curiosidad silenciosa sobre mi hombre de mis jocosos compañeros de aula había comenzado a desarrollar una risa burlona en el ambiente hasta llegar la noticia a oídos de un desesperado corazonzote con colesterol.

- ¿Y qué es lo que te ocurre? - le pregunté mientras levantaba mi ceja izquierda.

- Me quiere dejar porque dice que no soy sensible, ¡así que trabaja!

No pregunté qué ocurriría si mi respuesta era negativa, aunque nunca me dejé de nadie sea el puerco o marrano que tratara de abusar, no me interesaba clavarle un puñete en la boca del estómago a ese gordo. Además las miradas interesadas y atentas de mis demás compañeros me daba un aire de intelectual que me emocionaba. Así que... comencé a escribir...
NO HAGAS CASO
Guayaquil, Diciembre 15 de 1987
¿Por qué estás apartando
tu boca delicada de la mía?
¿Por qué estás separando,
como la noche y el día
tu piel del que te vive siempre amando?

¡No lo digas! ya sé...
yo conozco el por qué de tu rechazo
pero hoy te lo diré:
Por favor no hagas caso
de los que dicen que nunca te amé.

Tu ocupas corazón
el máximo punto de éste, mi amor
que en esta ocasión
eje es de mi interior,
mi vida, mi único ideal, mi ilusión...
Sin separar la mirada del cuaderno que arranchó violentamente de mis manos, agarró de la camisa al muchacho más cercano que tenía a su alcance.

- ¿Qué te parece borrego? - le preguntó con un tono de confianza a un zambo anteojudo que se jactaba de inteligente y que medio balbuceó el poema.

- Está bien - respondió levantando los hombros.

Todos se alejaron, unos serios, otros riéndose y me dejaron sólo con la bulla del timbre del receso y mis pensamientos. Al día siguiente se dirigió hacia mí apresurado apenas tuvo tiempo.

- ¡Me dijo: "Buen intento, pero no me gusta"! - me gritó mientras el sudor escurría en gruesas gotas de su frente por el calor tropical eterno de la ciudad - ¿qué tratas de hacer conmigo?

Era lógico, un poema escrito al apuro y sin el mayor esfuerzo inspirador no podía provocar más que el rechazo en una mujer que gustaba de la poesía.

- Gustos refinados los de tu chica, ¿no?, dame tiempo hasta la salida - le sugerí, a lo que él aceptó.

Mis ojos buscaron un centro de atención que me inspirara, pero, ¿qué podía encontrar de inspirador y romántico en un aula lleno de varones bulliciosos en el tercer piso del colegio donde solo miraba las nubes por una de las ventanas?. Fue entonces que apareció como un espejismo en mi mirada y mis manos se dejaron guiar por los sentimientos que no podía ocultar por ella.
TE QUIERO
Guayaquil, Diciembre 16 de 1987
Te quiero sólo a ti:
mil veces en el sendero
recorrí desafiando a mi destino.
Busqué un amor mas vi
mi ilusión de viajero
destrozado por ese mi asesino.

Mas, cuando al retirarme
como estrella bajada
del firmamento, a mí, graciosa vino...
Eras tú, tú... y al darme
esa dicha esperada
al fin pude enderezar mi destino.

¡Sí!, por eso te quiero
con tu blanca cintura
y tus ojos negros, querida mía.
¡Sí!, por eso me esmero
cuando de tu ternura
me refiero en toda mi poesía.
- Hola Susana - el gigante era dominado por la delicada pero silvestre flor, su voz apenas se distinguía del bullicio callejero.

- Te he dicho que no me busques, menos que te me acerques fuera del colegio - Su mirada apenas tuvo tiempo para reconocerlo y enseguida se perdió en la distancia de la avenida donde esperaba un bus.

La blancura de su piel y la delicadeza de su silueta que anunciaba las explosivas curvas de mujer que se formaba contrastaba con la tosquedad del ogro sumiso apretado por los botones de una camisa.

- Mira, he hecho lo que tú has querido siempre - respondió temeroso - ¿no entiendes? hasta me he hecho poeta por ti...

- ¿Poeta? - su musical voz se destempló en una carcajada -¿por esas líneas que escribiste y que nunca podrás mejorar te llamas poeta?. Conozco tus abusos hacia tus semejantes, ¿crees que yo pueda concebir que existe sensibilidad en tu corazón cruel?

- Mira - le dijo mientras sostenía frente a sus ojos una hoja arrancada de un cuaderno - otra poesía mía.

- Déjame leer... - la pupila de sus ojos oscuros se dilataban en cada verso, sentía un ardor creciendo en su pecho por un hallazgo, mas ese descontrol no era por el troglodita de su mismo barrio, sino de otro lugar más lejano - ... por un momento pensé que la habías copiado, pero esto no había leído nunca... - su mirada se volvía a perder en la bulliciosa alegría mientras el farsante dibujaba una esperanzadora sonrisa en su rostro.

Mientras, en el colegio, era testigo de relaciones homosexuales entre los alumnos en los baños, robos violentos, corrupción institucional y drogadicción en los parques cercanos. La ruta de regreso a casa a las 19H00 era un oscuro ajetreo en el transporte urbano. Estudiantes de otros colegios arrancando los bolsillos de las camisas como recuerdos gloriosos de una noche de cacería. Así no podía seguir, por suerte terminó el año lectivo.


Pero en los sueños me martirizaba el deseo insatisfecho, la pausada espera para regresar del cansancio a la desesperanza. Las antesalas oníricas se imbuían en un continuo devorar de libros de autores trascendentales de la poesía: tenía que descubrir cual era mi desasosiego diario.
UN MOMENTO A TU LADO
Guayaquil, Febrero 14 de 1988
Hay poesías que evocan pasión,
poesías, historias de un amor
y poesías que oculta el corazón
en lo más profundo de su dolor.

Hay besos que descubren un cariño
que escondidos desde que uno era niño
apasionan al darlos por entero
a ese amor con un distinto "te quiero"

Hay miradas que queman al rozarlas,
miradas buscando otras miradas;
palabras que alegran al pronunciarlas
e incógnitas que quedan descifradas.

Hay sueños olvidados en la noche,
sueños destrozados por un reproche;
hay aromas que provocan olvidar
aromas que quedaron en el mar.

Hay caricias que son una obra de arte,
caricias que eliminan duda alguna,
caricias que me provocan besarte
bajo un suave y blanco rayo de luna.

Hay momentos, momentos para amar,
momentos para escribir poesía,
momentos para mirar y besar,
momentos en los que conversaría,
momentos para soñar y evocar
momentos en los que te acariciaría
y momentos que son para olvidar
errores que murieron con el día.

Disfrutaba vivir siempre apurado
y beberme en un momento la vida
hasta que por mí fuiste querida
y no fui más que un momento a tu lado.
Y así, con el sentimiento sin conciliar la paz, destrozado por la tormenta de un deseo insatisfecha y atado al tronco enterrado en la playa de mi corazón, fui a tratar de sanar mis heridas en las páginas de los libros que hallaba en la biblioteca del nuevo colegio al que fui a buscar tranquilidad. Había escogido educar a los niños, había comenzado a volcar mis frustradas emociones hacia los primeros seres más tiernos que encontró mi mirada. Evocar los pensamientos y las emociones en la sonrisa inocente y curiosa del que sueña que el mundo es una fantasía y que cada cosa diferente es un mundo de descubrimientos. Volver a cantar y girar como un trompo bailando al son de las músicas infantiles, mientras los ayudaba a formarse como líderes de un mundo mejor.

Entonces mis sueños comenzaban en un parque rodeado de niños usando los juegos infantiles. Poco a poco los sueños se transfiguraban en remedos de la realidad: parques llenos de maleza, con los juegos destruidos, una resbaladera sin escalera y con las latas levantadas. Existían pocos lugares destinados a la recreación. Luego, detrás de uno de esos juegos aparecía ella... y la angustia de alcanzarla volvía. El dolor de no poder alcanzarla se reflejaba en el esfuerzo de mi rostro, sentía los cortes que me producían los juegos maltrechos en mi cuerpo, la picazón en las piernas por la maleza, mis pies enterrados en el lodo petrificados y ella. Ella con la mirada vegetal cada vez más triste, como resignada por pensar que nunca fuese a llegar a abrazarla. Nuevamente me despertaba con el corazón envenenado de adrenalina, mi boca entreabierta y mis brazos abiertos a la nada.

- Hola borrego - saludó Susana acercándose por atrás al aturdido como queriéndolo sorprender. Este acomodándose los lentes y buscando a su alrededor al orangután de su pretendiente respondió.

- Hola Susana, ¿cómo estás? - saludó temeroso

- Dime una cosa, ¿por qué escribes poemas para que Alberto me los dé? - la suspicacia de mujer no permitía aceptar que una persona incoherente pudiera escribir una frase de amor.

- Yo no escribo nada, él mismo lo hace...

 - No te lo puedo creer - le dijo enojada - le voy a decir que te entierre un solo puñetazo en tu nariz.

Entonces, a punta de amenazas pudo conocer la verdad de las cosas.