La historia de Diego.
Por:Isabel Trujillo.
Aún es dificil hablar de él...
Debo empezar en Octubre de 1994. Mi esposo y yo decidimos tratar de tener un
bebé. Pasó un año y nada ocurrió. Fuimos al Ginecólogo, y ella me ordenó algunos estudios y un ultrasonido
para verificar que todo estuviera bien. Al tener los resultados nos dimos cuenta que yo no estaba ovulando, así
que empezé a tomar clomifeno. Pasó el primer més con mucho dolor a la mitad de mi ciclo. No hubo bebé.
Pasó el segundo, igual, y el tercero. Tuve un pequeño sangrado en el día 24 de mi tercer ciclo, y me sentí muy
enojada, y desesperada, porque pensé que la medicina no hacía ningún efecto. Pasó la fecha en que
esperaba mi período y nada pasó. Entonces estaba enojada porque aún tomando drogas de fertilidad mi
regla no llegaba a tiempo. Accidentalmente una semana después me hice una prueba de embarazo.
Mi esposo y yo pasabamos momentos difíciles, pero cuando el resultado de la prueba fué positivo, nuestra
felicidad fué completa. Llamamos a la familia completa, queríamos que todos supieran lo felices que éramos,
pues finalmente ibamos a ser padres!!! Ese mismo día hicimos una cita URGENTE con mi ginecóloga, pues
estabamos muy emocionados y queríamos que nos dijera si todo estaba bien. Ese fué el día más feliz de mi
vida. Efectivamente todo iba bien, y debido a que estuve tomando drogas de fertilidad, comencé a tomar
pastillas de progesterona, para ayudar a mi cuerpo a manejar el embarazo. Una semana después, mientras
visitaba a mi abuela, comencé a sentir cólicos, y a tener un poco de sangrado. Inmediatamente llamé a mi
doctora, quien me recetó reposo absoluto por 15 días. Fué tiempo dificil, pero me sentía tan felíz y con tanta
ilusión con my nuevo bebé que el tiempo pasó rápidamente. A las siete semanas comencé a sentir ese dolor
otra vez, pero esta vez era realmente fuerte. Llamé a mi médico, quien me citó en el hospital para hacer un
ultrasonido del niño, pues debido nuevamente a las drogas de fertilidad, ella temía por su bienestar.
Afortunadamente todo estaba bien, y hoy recuerdo ese día como el segundo más feliz de mi vida, porque tuve
la oportunidad de ver un perfecto bebé de 7 semanas moviéndose en mi vientre, y escuché los latidos de su
pequeño corazón como música divina. Yo estaba realmente asustada ese día, pero cuando todo confirmó el
bienestar de mi hijo, mi felicidad fué completa.
Tuve un embarazo maravilloso, nunca tuve ningún tipo de malestar, sólo un poco de molestia en el busto. Lo
único dificil era ese cólico que no cesaba. Pasé un mes más en cama. Al tercer més, comencé a sentir algo
extraño dentro de mi. Pregunté a mi doctora, y ella me dijo que era mi bebé. Poco a poco esta extraña
sensación fué cambiando y finalmente sus movimientos fueron claros. Realmente tenía un bebé activo!!! No
me permitía dormir, o descansar sobre mi costado, y si yo hacía algún movimiento que no le gustaba, me
pateaba tan fuerte que yo debía cambiar mi posición, o hacer lo que el quería. Disfruté ese tiempo como
ningún otro en mi vida. Ahora estaba completa, íba a tener una familia, con mi amado esposo y mi perfecto y
amado hijo. Un día, a las 23 semanas de embarazo, comencé a sentir un dolor diferente en mi vientre. Yo no
sabía que era, porque era distinto a los anteriores. Una noche comencé a tener contracciones. Yo no sabía
que ese dolor eran contracciones, pero cuando llamé a mi médico, ella lo supuso. Comencé a tomar
medicamento para inhibir las contracciones, y todo estuvo bien de nuevo. Debería permanecer en cama una
semana más, solo como precaución, y comencé a sentirme realmente bien. Por ese tiempo yo estaba tan
hambrienta que solía comer todo el día, y parte de la noche.
En mi semana 24, hicimos una cita para un ultrasonido, para conocer el sexo de nuestro bebé, y para
confirmar que todo estuviera bien. Fué una aventura para mi y la doctora que lo realizó. Mi bebé no estaba de
humor para esas cosas, así que comenzó a patear de tal forma que era realmente dificil checarlo. Con mucha
paciencia de parte de la doctora, y conmigo sonriendo, encontramos que era un PERFECTO BEBE VARON
DE 24.5 SEMANAS. Este fué el tercer día más feliz de mi vida. Sorpresivamente él permitió al médico tomar
una fotografía (con el ultrasonido), de su bello perfil, y mi felicidad fué completa con la primera foto de mi
pequeño Diego. Dejamos el consultorio del ultrasonido sonriendo como un par de tontos, y mostramos el
video del ultrasonido a toda la familia. El mismo día fuimos a la consulta con la ginecóloga y encontró los
resultados del ultrasonido perfectos, y mi revisión de las 24.5 semanas fué casi perfecta. Tenía muchas
contracciones de Braxton Hicks, y solo como precaución debería permanecer en cama 15 días más.
El 2 de octubre, mientras veía la TV, comencé a sentir ese extraño dolor otra vez. A las 2:30 de la tarde, sentí
patear a mi bebé. En ese momento no sabía que esa era la última vez que iba a sentirlo. Mi esposo llegó de
trabajar casi a media noche. Yo estaba un poco intranquila. Había algo raro, pues yo no sentía el movimiento
del niño desde las 2:30. Era muy extraño, pues mi hijo era demasiado activo. Finalmente me quedé dormida a
las 2 de la mañana. A las 5:30 desperté desesperada. No sabía porqué, pero estaba histérica. Me quedé en
cama una hora, movía mi vientre, hasta lo empujé, me recosté sobre él, y no había movimientos. Me levanté y
fuí a otra habitación, a leer mi libro de embarazo, buscando algo acerca del movimiento del bebé. Leí que si
no sientes los movimientos durante 24 horas debes llamar inmediatamente al médico. Aún no habían pasado
24 horas, pero yo sentía que algo andaba mal. A las 8 de la mañana desperté a mi esposo, y le conté lo que
sentía. El me dijo que no pensaba que algo estuviera mal con el niño, que quizás estaba dormido. Le pedí que
llamara al médico mientras yo tomaba un baño. Después yo la llamé otra vez. Yo no estaba bien. Después de
insistirle mucho, me dijo que fuera al hospital. Ella estaría ahí para tranquilizarme. Entonces, en la sala de
Emergencias, enfermeras y doctores buscaron los latidos del corazón de mi hijo. No los encontraron. Tuve un
ultrasonido. Mi pequeño bebé murió a las 25 semanas. Me indujeron el parto. Tuve 36 horas de trabajo de
parto, vía natural, y mi bebé nació muerto a las 7:15 de la noche del 4 de Octubre de 1996. Dejé el hospital al
día siguiente. No quería permanecer allí. Mi familia fué a casa. Finalmente todos se fueron. Mi esposo y yo
finalmente afrontamos la muerte de nuestro primer hijo.
Han sido días dificiles desde entonces. Mi cuñada tuvo un hijo que sería mayor que el mío 15 días. Llegó la
navidad. La supuesta fecha de su nacimiento. Días dificiles. Día de las Madres. Pronto vendrá el Día del
Padre...
Es una pesadilla en nuestra vida. Cada vez que entro a la habitación que sería para él, cada vez que veo las
cosas que eran suyas, cada vez que veo a mi sobrino, cada vez que veo su fotografía del ultrasonido, cada vez
que veo una mujer embarazada siento el mismo dolor que sentí cuando murió. El dolor no termina. El dolor
solo cambia.
Mi pequeño hijo murió debido a una enfermedad traicionera y silenciosa: TOXOPLASMOSIS.
Nunca sabré dónde la contraje. Lo único que sé es que mi bebé no estará aquí. Nunca lo conoceré. Pero
siempre lo amaré.
Mi pequeño bebé: aún me haces falta.
Escrito en mayo de 1997.
Volver a la página anterior.